Dios crece con nosotros.

Ayer estuve pensando que Dios no puede ser eterno e inmutable.

Dios crea el universo y con él el tiempo, por lo que el tiempo para él es algo contingente y no necesario, pero no necesariamente ajeno. Puesto que Dios existe fuera del tiempo, sus restricciones y definiciones, la medida de las cosas según el antes y el después, malamente pueden aplicarse a Dios de forma necesaria, Dios no cambia ni envejece ni desea o desespera .

Pero lo que sí cambia y lo que sí que está sujeto al tiempo es el universo. Si Dios es perfecto se deduce que tiene que ser perfecto, no para el universo en su globalidad, en su media, sino perfecto para todos y cada uno de los instantes y estados del Universo, y el Dios que es perfecto para el Big Bang no es necesariamente el Dios que es perfecto para el momento actual.

Si la herramienta perfecta para clavar clavos es un martillo, la herramienta perfecta para atornillar tornillos es un destornillador y Dios fuese la herDiosramienta perfecta, Dios no sería un martillo cuyo mango es un destornillador ya que la funcionalidad adicional es superflua cuando no es requerida y una herramienta con funcionalidades superfluas, es decir inútiles en un momento dado, se aleja de la perfección en la medida en la que presenta esas superfluidades. La perfección es, entre otras cosas, eficacia y lo que no es eficaz no es perfecto en la medida en la que desperdicia recursos y funcionalidades, en la medida en la que está sobrediseñado. La herramienta perfecta es el martillo perfecto cuando te enfrentas a un clavo y el destornillador perfecto de cabeza perfecta cuando te enfrentas a un tornillo, no las dos cosas a la vez. La herramienta perfecta es la que es capaz de cambiarse a si misma en función del cometido que tiene delante.

De la misma forma, Dios no puede ser perfecto para cada instante de un universo en evolución sin estar sobrediseñado, lo que implica que la configuración de Dios cambia con la configuración del universo, para mantener esa perfección en cada instante.

Dios no puede ser a la vez perfecto e inmutable. Dios cambia con Su creación, manteniéndose eso si perfecto en cada instante. Y por ministerio del libre albedrío nosotros definimos, aunque no nos demos cuenta, cómo va a cambiar Dios en el futuro.

Lo cual es muy bonito de pensar… si crees en el libre albedrío. O en Dios, ya que estamos…

13 opiniones en “Dios crece con nosotros.”

  1. Creo en un Dios Perfecto, mutable y no- omnipotente, por paradójico que pueda sonar (entendiendo por «omnipotente» nuestro concepto de omnipotencia).

    Aunque ponerse a hablar de las características de Dios desde nuestra limitada psique humana es algo así como el cuento de las hormigas:

    «Habiendo dominado el habla de todos los animales, finalmente Jesús (siendo niño) decidió conversar con las hormigas. «Hormigas ¿Conocéis a Dios?» les pregunto «¡Por supuesto!» Afirmaron las hormigas, seguras de sí mismas «¿Y cómo es? ¿Es como vosotras?». «¡Qué va! ¡Nosotras tenemos un aguijón, y Dios tiene DOS aguijones enteritos para él sólo!»

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    1. Cuentan que San Agustín de Hipona paseaba un día por la playa mientras iba reflexionando sobre el misterio de la Santísima Trinidad y que, mientras cavilaba, encontró a un niñito que había excavado un agujero en la arena y trataba de llenarlo con agua del mar. De vez en cuando el niño corría hacia el mar, y recogía un poquito de agua en una concha y regresaba corriendo a echarla en el hoyo, repitiendo esto una y otra vez.

      – ¿Qué haces? – preguntó al niño el santo.
      – Estoy metiendo el mar en este hoyo.
      – Pero eso es imposible –replicó el teólogo– ¿cómo piensas meter toda el agua del oceáno que es tan inmenso en un hoyo tan pequeñito?
      – ¿Y cómo tú – contestó el niño- con tu mente de hombre pretendes comprender el misterio de Dios que es infinito?

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    1. Muy buena. Pero es que nadie ha discutido si Dios es activo o pasivo, sino si es inmutable. Yo estoy con Tozer y Bracken (y Ratzinger, que se metía bastante menos en estas cosas) en que La Creación no es un acto único que consume en sí mismo y a partir del cual el universo “va solo”, sino que requiere de la acción y participación incesante de la facultad creadora de Dios Padre, ergo Dios tiene un papel activo en el universo y no pasivo. Ahí estamos de acuerdo. Pero esa actividad no implica mutabilidad, al igual que un interruptor que suministra energía incesantemente a un sistema no necesita cambiar para mantener el sistema funcionando.

      O sea, que sí, pero que no tiene nada que ver con lo que estoy diciendo.

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  2. APUNTES ALÍGEROS SOBRE DIOS, LA RELIGIÓN Y LOS CREDOS RELIGIOSOS

    Detrás de toda la polémica sobre las creencias religiosas está la ambigüedad del problema de la existencia de Dios.
    Desde el punto de vista metafísico, pienso que el concepto de Dios deviene naturalmente de la aceptación en sus últimas consecuencias del principio de causalidad. El Universo y las leyes por las que se rige, seamos capaces de describirlas o no, no existen sin explicación para ello. Tienen una causa para existir, y para ser como son. Y las explicaciones de “es que si no fueran así no existiría el Universo, o no existiríamos nosotros” y de que “es que son así en este Universo; pero en otro de los infinitos universos existentes se daría cualquier clase de configuración” no son más que argumentos retóricos sofísticos; pero no resuelven la cuestión fundamental, sino que la trasladan o pretenden obviarla.

    Si admitimos esa aplicación del principio de causalidad, aparece la necesidad de admitir una figura, exterior al Universo, que determine su existencia y especifique sus normas y procedimientos. Por supuesto, esa figura no tiene nada que ver con los dioses tal y como nos referimos a ellos en el lenguaje corriente. Se parce a ellos infinitamente menos que los principios de actuación de la fuerza electromagnética al descubrimiento del fuego por el Homo Erectus, por poner un ejemplo.

    El segundo problema está en la posibilidad de actuación directa de esa figura, de ese Ente de razón, en cualquier acontecimiento espaciotemporal (uso la palabra “acontecimiento” en su aceptación matemática, como extensión del “punto” cartesiano al espacio pluridimensional, en que una de las coordenadas sea el tiempo, y no en su aceptación lingüística). Este problema consiste, básicamente, en admitir que la “acción” de ese Ente sea única (de acuerdo con nuestras concepciones de actuación temporales), esto es que, una vez que queda creado el Universo y sus Leyes, el Ente deja de actuar y todo se desarrolla de forma automática y secuencial, o que sea permanente, esto es, que ese Ente intemporal actúe permanentemente en el Universo creado. Ahí ya no es posible preconizar de forma unívoca cualquiera de las dos posibilidades y metafísicamente es aceptable cualquiera de ellas; pero personalmente pienso que la existencia de los vectores temporales hace que resulte netamente más defendible la segunda de ellas.
    Hasta ahora me he movido exclusivamente en el campo de la metafísica, y no de la religión. Defiendo que la existencia de Dios es un problema de orden metafísico, no religioso. La religión implica la aceptación de otro principio, y es el de que la posibilidad de acción de ese Ente sea bidireccional, esto es, que el ser humano (o cualquiera de los seres del Universo) esté capacitado para interactuar con el. Una persona puede no ser atea, aceptando ese Dios como principio metafísico necesario para la total generalización del principio de causalidad, y no ser religiosa, bien considerando que la relación de ese Ente con el Universo no es de carácter inmanente, bien considerando, simplemente, que no es exhaustiva, y que, por decirlo de algún modo, tiene mejores cosas que hacer en cien trillones de años luz cúbicos de Universo que ocuparse de los problemas y apetencias de un ser concreto de ese Universo.
    En cuanto a las ideas religiosas, considero que surgen directamente de la necesidad de estructurar nuestra parte en esa bidireccionalidad de acción que supone la aceptación del principio religioso. Y la existencia de esas ideas religiosas deviene, socialmente, en la aparición de confesiones religiosas.

    Me explico: evidentemente no es posible de forma alguna tener la seguridad de que cualquier intento de acción por parte del ser humano haya tenido su correspondiente reacción en el Ente al que nos referimos como Dios. Si aceptamos que “se mueve” en otro nivel, parece que lo primero que tendremos que hacer es intentar que nuestra acción alcance ese nivel. Si denominamos “sagrado” al nivel en que “se mueve” ese Dios, nuestra acción tiene que hacerse “sagrada” (sacrum facere = sacrificio). Ese es el principio sacrificial. Podemos intentar “llamar la atención” de ese otro nivel realizando una acción que en nuestro nivel resulte desmedida (el asesinato de nuestro primogénito, por ejemplo, caso de Abraham e Isaac) y seguidamente, plantear nuestra acción.

    Pero ni siquiera de esa forma estaremos seguros de haberlo conseguido. Y, además, necesitamos que la acción sea menos radical (especialmente si intentamos repetirla, porque la verdad es que los primogénitos no abundan). Para ello tendremos que intentar sustituir esa acción extrema por otra más accesible (por ejemplo, sacrificando un carnero). Es el principio de sustitución. Del establecimiento de un protocolo de articulación de esos dos principios surge la formación de confesiones religiosas. Y, por supuesto, nos vendría magníficamente que dentro de nuestra sociedad existiera un miembro, o un grupo de miembros, que tuvieran la facultad de asegurar que nuestro acto de interacción cumpliera ambos principios. Es el origen de la casta sacerdotal (sacerdote: sacer-dho-ts el que hace sagrado o sacer-dotem, el que da lo sagrado).

    Luego, esos sacerdotes se irán reuniendo entre ellos y transmitiendo sus protocolos a sus descendientes, hasta que se forme un cuerpo doctrinal suficientemente sólido para poder ser impuesto a una sociedad. Por su parte, y si ese “credo” tiene suficiente permanencia temporal, la sociedad irá modelando la doctrina para transformarla en un instrumento útil para su propia supervivencia y mejorar la convivencia entre sus miembros. Y con ello, las diferentes confesiones religiosas asegurarán su influencia en los estratos fácticos de la sociedad, y con ello su supervivencia, buscando su supremacía moral para transformar el mundo hacia un futuro más justo y completo, para sacralizar el mundo.

    Y todo eso de un Dios perfecto, infinitamente bueno, sabio, justo, omnipotente, etc. la verdad es que me suena un poco infantil, de disputa entre niños. Solo le falta añadir “Y además su padre es guardia, y como te pongas tonto, coge a tu dios y lo mete en la cárcel”. Intentamos hacer un dios a nuestra apetencia. ¡Por favor, que si de verdad crees que existe, ya está hecho, no hace falta que lo hagas tú!
    No es por ahí. La verdadera cuestión es: ese Ente de razón ¿tiene inmanencia con este Universo o no?, esto es, ¿este Universo forma parte de su esencia a no? Porque si la respuesta es que no, todos esos atributos son tan irrelevantes como inaprehensibles: carecen de importancia frente al hecho real y de ninguna manera podemos ni conocerlos, ni comprobarlos ni, mucho menos, confirmarlos, y si es que sí son tan artificiosos como innecesarios, porque el hecho y sus consecuencias se explican a sí mismos ¿Me he explicado un poco lo que pretendo transmitir?

    (Nota: Conste, para el que no me conozca, que siempre me he definido personalmente diciendo que “me considero profundamente cristiano, bastante católico, algo apostólico y los romanos eran unos señores con faldita que llevaban pillum).

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    1. Deberías abrirte un blog , para que más gente se beneficiara de esta conversación…

      El razonamiento que haces me parece, desde el punto uno, una petición de principio como un piano de cola. Dices que “el Universo y las leyes por las que se rige (…) no existen sin explicación para ello”. ¿Por qué? ¿Por qué tienen una causa para existir (entiendo que hablas de una causa eficiente, no de una causa final, aunque se aplica a las dos)? Tomar eso como punto de partida, que el universo tiene una explicación, una causa, una razón, lleva de forma obvia a la existencia del Dios que describes. Pero es que no estoy de acuerdo en que se así. Si pensara que el universo tiene sentido, objetivo, raison d’être, no me vería de vez en cuando como la chica del museo.

      El problema es que existe la posibilidad de que el universo exista, sin más. Sin objetivo, sin causa final. Así que no puedo aceptar como necesaria la existencia de una causa causarum más allá del tiempo y el espacio, su existencia no es obvia dados los datos que tenemos.

      No obstante lo anterior, como esto lo motiva mi reflexión sobre si Dios es o no inmutable, que da por sentada no solo la existencia de Dios sino determinadas de sus características (como la perfección) vamos a suponer que exista el Ente en cuestión. En ese caso tiendo a estar de acuerdo en todo lo que dices y te explicas muy bien. Supuesta la existencia de Dios la siguiente pregunta, que creo que te has saltado, sería si hay alguna diferencia entre el Creador y la Creación y, si llegamos a la conclusión de que sí, pasamos al análisis de la relación entre esos dos entes separados y en como actúan el uno sobre el otro; de hecho una de las cosas que quería decir en mi artículo es que independientemente del obvio influjo que Dios tiene sobre la Creación, sea solo original (pero ojo que la interacción original puede configurarse de tal modo que aparente ser continua desde dentro del Universo, no sé si conoces mi teoría de la mariposa definitiva*) o sea original y (verdaderamente) continua. Y estoy muy de acuerdo también con el brevísimo análisis de la religión y las religiones organizadas.

      Así que a tu “niego la mayor” respecto a la perfección de Dios (y su padre que es guardia, muy buena esa) yo tendría que oponerte una mayor más gorda todavía y ahí no quiero entrar.

      No te tomes el artículo en serio. Era un juguete teológico-intelectual que partía de determinados axiomas que, aunque son generalmente aceptados cuando se habla del tema, yo ya no acepto como válidos. Es un juguete sobre por qué el transportador de Star Trek es verdaderamente un transportador y no una máquina de suicidio que hace una copia de ti en el planeta mientras a ti te desintegra; puede dar para una charla entretenida pero no merece la pena tomárselo en serio y bajar al nivel del compensador de Heisemberg (aunque pueda ser entretenido) porque, al final, es todo de mentiritas. Me gusta poder ponerme de vez en cuando el traje de cristiano y ver que todavía me sienta bien…

      A.

      * La Teoría de la Mariposa Aleteante Definitiva básicamente dice que, si partimos de la base de que Dios crea el Universo desde fuera del tiempo y con él todas las leyes que gobiernan la realidad y siendo omnisciente, puede perfectamente crearlo con unas condiciones iniciales que impliquen que, por la mera aplicación de leyes naturales, determinados fenómenos extremadamente improbables estén condenados a producirse en determinados momentos. Por ejemplo, es extremadamente improbable que las moléculas de un bastón de madera de repente vibren de tal modo que cambien su configuración interna y se reordenen dando lugar a una serpiente, pero no es imposible y, si resulta que has escrito el Universo, sabes exactamente qué leptón debería haber estado donde hace diez mil millones de años para que, justo cuando Aarón arroja el bastón de Moisés ante el Faraón, se produzca inevitablemente ese hecho. con esto no estoy defendiendo que deba interpretarse la Biblia literalmente ni que verdaderamente ocurriera semejante cosa, lo que quiero demostrar es que Dios es capaz de hacer milagros sin violar el principio de causalidad. Dios no necesita violentar la Naturaleza, porque la Naturaleza Le sirve.

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      1. No es exacto que esté preconizando en mis comentarios como base que el Universo tenga que tener un sentido o un objetivo para existir. Debo haberme explicado muy mal, o, como siempre pasa, he dado por sentado que los conceptos que utilizaba eran suficientemente unívocos para el receptor. Para aplicar el principio de causalidad, no es preciso, en absoluto, admitir que exista intencionalidad, que es una cosa diferente, una restricción de ese principio. Reconocerás que no es lo mismo admitir que una piedra cae al suelo por efecto de la ley de Gravitación Universal que decir que es que esa Ley tenga el propósito o el objetivo de hacerlo.

        Lo que digo es que, si aceptamos el principio de causalidad y si queremos aplicarlo con carácter general, ese Ente de razón aparece de forma natural, porque si no resultaría que sería aplicable de forma general a todo el Universo, menos al propio Universo, lo cual chirría bastante con la generalización del principio. De forma alguna eso supone que el Ente de razón tenga la intención de crearlo o de hacer algo con él, sino, simplemente, que en su ausencia no es posible aplicar la causalidad al propio Universo. Pero, por supuesto, no implica necesariamente que tenga un objetivo o una causa final.

        En cuanto a que exista diferencia entre la Creación y el Creador, en absoluto es cierto que me lo haya «saltado» en mis disquisiciones. De entrada, siempre me he referido a ese Creador, como tú dices, como un Ente de razón, luego es sustancialmente distinto al Universo y a sus leyes, que son entes positivos. Además temo, como te decía ayer, que has minusvalorado la presentación, como una de las hipótesis posibles, del carácter de inmanente del Universo con ese Ente. La relación no resultaría, así, ni de una identidad, ni de una relación de cualidad (el el sentido aristotélico del término), ni de una relación adyectiva ni de una subordinación. El Universo sería inmanente con el Ente, como parte de su esencia, simplemente por el hecho de que la formación de ese Ente es inherente a la aplicación del principio de causalidad al Universo, pues en otro caso no resulta necesario para el discurso de la razón.

        ¿Me voy explicando o la lío más todavía?

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      2. Te explicas, pero no me has entendido. Lo que digo, desde el principio, es que no es necesario que el universo tenga causa eficiente. Puede tener causa eficiente sin tener causa final (en otras palabras: puede tener causa sin tener objetivo), estamos de acuerdo, pero es que no creo que el universo tenga ninguna de las dos. Yo puedo aceptar el principio de causalidad y aplicarlo con carácter general hasta el inicio del universo, pero no más allá. Tienes un universo, el que todo lo que ocurre tiene una causa, y esa cadena causal se remonta hasta el momento t=0 que es el Big Bang y, como bien sabes, no tiene sentido buscar una causa que vaya más allá de t=0. No tiene sentido qué causa el evento que crea el tiempo porque antes de ese evento no había tiempo, luego no había causas. Ese es un argumento que recuerdo que tú usabas para responder a la pregunta “¿pero quién creó a Dios?” y que siempre me pareció inapelable… hasta que te das cuenta de que se puede usar también para el Big Bang y Dios, o ese Ente con una relación inmanente con el universo, queda eliminado por la navaja de Ockham.

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