Coherencia, por Dios.

Este Papa tan mediático y estupendo que tenemos ha conseguido tocarme las narices como ninguno otro antes.

Resulta que en la audiencia general de ayer afirmó que los casados por la Iglesia que inician otra relación no están excomulgados y no debería tratárseles así. Y este pensamiento, con el que estoy de acuerdo en el fondo, es una aberración formal tal y como se ha hecho que clama al cielo y un signo de, lo siento, pero nada bueno. Las personas en esa situación, entre las que yo mismo me encuentro, estamos excomulgados (y latae sententiae(1) nada menos) y hay muy buenas razones para que así sea. ¿Que esta aplicación rigurosa y legalista de la doctrina va muy probablemente en contra del mensaje de Jesús? ¡Desde luego! Pero es que cuando la ley está mal hecha lo que tienes que hacer es cambiar la ley, no decir que te vas a limitar a no aplicarla porque, total, no pasa nada por contradecirnos a nosotros mismos. Lo que está haciendo Francisco es una aberración. Y lo dice la Biblia,  «todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae.» (Lc. 11:17)

Recapitulemos.

El matrimonio no es, en la doctrina católica, cualquier unión de pareja. Es un sacramento con unas características específicas, siendo una de las más importantes su indisolubilidad. Cuando uno contrae matrimonio jura fidelidad(2) de por vida, sin atajos ni excepciones. De la monogamia autoimpuesta y aceptada en el matrimonio solo hay tres salidas: la observancia, el pecado y la muerte. No hay vuelta de hoja. Eso quiere decir que quienes tienen sexo fuera del matrimonio pecan, y que quienes mantienen una relación fuera del matrimonio pecan de forma pública y notoria, máxime si formalizan esa segunda relación mediante un matrimonio civil. Y los pecadores públicos y notorios que encima no hacen propósito de enmienda se excomulgan latae sententiae; así son las cosas y así se las hemos contado, no hay vuelta de hoja. No, no me vengas con que, hombre, es que cómo le vas a pedir a alguien que viva así, sobre todo si su pareja le ha abandonado para irse con otro. Nadie dijo que ser virtuoso fuera fácil ni que la vida no estuviera llena de tentaciones, a veces graves y constantes. Tú juraste ser fiel (¡y amar!) a tu pareja de por vida, pasara lo que pasara. El hecho de que tu pareja peque y rompa sus votos no quiere decir que tú no peques al romper los tuyos; si tu marido se va de putas es un pecador y un sinvergüenza, pero eso no te da bula para tirarte tú al fontanero.

Lo que está diciendo el Papa, sin llegar al esperpento del ejemplo anterior, es casi igual de grave. Y es grave porque rompe la coherencia interna del catolicismo romano, que ha sido la piedra angular que ha sostenido esa doctrina y esa institución durante dos mil años. Si los divorciados vueltos a casar no están excomulgados entonces es que esa condición no es inherentemente pecaminosa. Pero ¿cómo no va a serlo, si están cometiendo adulterio, encima en la mayor parte de los casos sin arrepentmiento ni propósito de enmienda? «Bueno, es que eso da un poco igual» me dirá alguno «si a los ojos de Dios no están pecando, y la verdad es que a mi me cuesta mucho imaginar a un Dios de amor condenando al infierno a quien cometió un error, se casó con quien no debía y luego encontró el amor y rehizo su vida, entonces lo que hace el Papa es acercarse al mensaje de Jesús y no alejarse de él». Pues ¿sabéis lo que os digo? Que probablemente tengáis razón. De hecho, es lo que yo pienso(3). Pero es que el problema no está en el fondo sino en la forma.

Si el Papa Francisco quiere terminar con la excomunión de los divorciados y vueltos a casar, cosa que me parece muy bien, tiene que hacerlo como es debido. No puede aplicar el equivalente teológico del «voy a darme este capricho, que me lo merezco, y luego ya veré como lo pago». Lo que tiene que hacer, si las normas canónicas y doctrinales están mal hechas, es cambiar esas normas para que estén bien hechas, no decir que como la norma está mal pues nos la saltamos y ya está, que no pasa nada. Eso es minar la autoridad de la Iglesia justificando que las normas están hechas para ser ignoradas a conceniencia, una pendiente resbaladiza peligrosísima para la misma que no creo que ninguno de sus predecesores haya defendido. Lo que está haciendo el Papa Francisco es básicamente reconocer el divorcio canónico, el fin del matrimonio sacramental por voluntad de los cónyuges y, con él, del pecado de adulterio en la nueva relación. Bien, pues que lo haga. Que cree un procedimiento canónico para obtener ese divorcio «dentro del sistema», sea en forma de divorcio como tal, sea en forma de bula o dispensa. Que tenga la coherencia y las narices de legislar y dar forma a lo que está diciendo, pero que no actúe como si la coherencia monolítica del catolicismo fuera una bagatela de la que puede uno prescindir casualmente cuando le conviene, en primer lugar porque esa idea sí que va en contra de la doctrina cristiana y en segundo lugar porque corre el riesgo de cargarse la Iglesia Católica Romana como institución, con todas sus ventajas(4) para las sociedades en las que opera. Y es que no sé si alguien se acuerda, pero Francisco es Petrus Romanus; este debe ser el primer paso en la destrucción de Roma, ,mis queridos rojos peligrosos deberían estar frotándose las manos…

Las cosas, o se hacen bien, o no se hacen; porque hacerlas mal es peor que no hacerlas.

Arthegarn____________

(1) Latae sententiae quiere decir «sin necesidad de sentencia», es decir: sin que sea necesario un juicio y una declaración episcopal oficial. Es la propia naturaleza pecaminosa de los actos la que coloca a quien los comete fuera de la comunión de la Iglesia, y en el caso que nos afecta la notoriedad y publicidad hacen innecesario el proceso y la declaración oficial.
(2) Por supuesto podríamos ponernos a discutir qué es exactamente la fidelidad, pero os advierto que en este tema también están código, catecismo y doctrina muy de acuerdo: fidelidad es monogamia.
(3) Bueno, vale, lo que yo pienso es bastante más complicado y está lleno de matices y teológica jerigonza, pero básicamente va por ahí.
(4) Quien crea que la unidad de la Iglesia y su estructura no es una ventaja para las sociedades en la que opera, que me lo comente y lo discutimos con ejemplos de alternativas; yo empezaré con el Islam.

 

María Dolores Carrión, que rima con dimisión.

Esta mujer ya había demostrado su absoluta incompetencia con su gestión del 15-M, pero lo de ayer de la marcha laica ha sido unir el insulto a la ofensa. Hay que exigirle a Zapatero que la destituya de forma urgente.

No me voy a poner en este artículo a analizar en profundidad lo que pasó ayer en Sol. Según que periódico leas, qué emisora de radio La_delegada_del_Gobierno_en_Madrid_Dolores_Carrionescuches o con qué testigo directo hables, las situaciones de provocados y provocadores se alternan y la identidad de quien desenvaina la primera espada cambia. Tengo mi opinión al respecto, tanto sobre responsabilidades mediatas como inmediatas, pero en este artículo me la voy a callar. Tampoco voy a analizar la gestión que hizo Mª Dolores Carrión del 15-M. No me hace falta para el objetivo de este artículo porque todo el mundo está de acuerdo en que ha sido patética, pero creo que merece la pena mencionar que es el origen de todo lo que pasó ayer. La excelentísima señora Carrión (y nuinca lo de «excelentísimo» fue más falso) fijó entonces una política con los que traspasan los límites de la Ley (independientemente de que pensemos que están justificados para hacerlo o no), basada es la pasividad, el encogerse de hombros y la política de hechos consumados. Y de esos polvos vienen estos lodos.

Ayer Madrid dio una imagen bochornosa cuando miles de manifestantes anti-papa se enfrentaron con miles de pergrinos pro-papa en la Puerta del Sol. Considerando como están los ánimos en España, las pasiones que levanta este tema por ambos bandos y la inmensa cantidad de partidarios de cada uno de ellos que se juntaron en escasamente 10.000 metros cuadrados creo sinceramente que once heridos leves, de los que el más grave ha sido un policía con un corte en la mejilla, ha sido un precio muy, muy barato que pagar por la absoluta incompetencia de esta señora. Si estos dos grupos hubieran llegado a las manos, si hubieran llegado a acometerse, estaríamos hablando de cientos de heridos y decenas de muertos. Insisto, un precio muy bajo que pagar. Pero es que no hay por qué pagarlo.

Los enfrentamientos de ayer eran completamente previsibles. Hace falta ser rematadamente imbécil para permitir que 5.000(1) manifestantes anti-papa (o anti-lo-que-sea) se encuentren con otros tantos peregrinos pro-papa (o pro-lo-que-sea), en una ciudad, encima, literalmente tomada por los segundos y cuyo campamento principal, por el que pasean cientos de miles de ellos, empieza a escasos 900 metros. Pero analicemos el cúmulo de despropósitos, errores e inacciones de Mª Dolores Carrión que nos han traído aquí.

El 21 de julio se presentó ante la Delgación del Gobierno una comunicación sobre una “marcha laica” para el 17 de agosto que más de un centenar de organizaciones de diverso signo iba a convocar con fines dispares pero con un denominador común: protestar por la presencia del Papa. Algunos convocantes son cristianos de otras confesiones que ven al Papa como el anticristo, algunos son católicos de base que protestan contra la jerarquía imperial justinianea de la Iglesia, algunos son laicos que protestan por cualquier invDibujo--478x270olucración del Estado con la Iglesia, algunos son contribuyentes que protestan por la financiación pública de la JMJ(2), algunos son homosexuales que protestan por la presencia en su ciudad de una figura tan homófoba como perciben al sumo dirigente de la Iglesia Católica, algunos son rojos de toda la vida que, simplemente, odian a la Iglesia y todo lo que representa y la ven como una institución arcáica, estultizante, egoísta e hipócrita… pero todos comparten el objetivo común de protestar por la visita del Papa. La dicha comunicación, como marcan las leyes, incluye el recorrido propuesto, que empieza en la plaza de Tirso de Molina y termina en Sol.

En su línea para no tomar una decisión así la maten, M” Dolores Carrión pide informes a la Abogacía del Estado y al Ayuntamiento de Madrid. Estas dos instituciones, particularmente el Ayuntamiento, son tajantes. La Abogacía del Estado dice que hay recursos y jurisprudencia para alterar la manifestación e incluso vetarla por motivos de seguridad. El Ayuntamiento emite un informe desfavorable dice que hacer una manifestación contra el Papa durante la visita del Papa con la ciudad llena de peregrinos que vienen a ver al Papa es, desde el punto de vista de la seguridad (y desde otros) una pésima idea: hay que cambiar la fecha como ya se hizo con la procesión atea de Semana Santa. Si no se cambia la fecha, que es lo ideal, como mínimo es cambiar el recorrido, ya que el centro, y particularmente puntos emblemáticos y de fuerte atracción turística como la Puerta del Sol estará lleno de peregrinos. Una manifestación con un recorrido distinto tiene menos posibilidades de producir enfrentamientos y es, por tanto, más segura. Así que la Delegada del Gobierno hace suya la postura menos comprometida (cambiar el recorrido pero siempre por Madrid Centro, de cambiar la fecha o hacerlo en Castellana Norte, de Plaza de España a Nuevos Ministerios ni se habla) y autoriza la manifestación pero alterando el recorrido de tal forma que no pase por Sol.

Sin duda conocedores de la permisivida e inoperancia que Mª Dolores Carrión mostró con los “indignados” del 15-M, los convocantes declaran que, independientemente de la prohibición de la Delegación del Gobierno, ellos piensan terminar la concentración en Sol, que “no aceptan” el recorrido propuesto por la Delegación y que terminar en Sol es “irrenunciable”. A tal efecto piden una reunión con ella, que Inexplicablemente (bueno, no, fácilmente explicable: la Carrión es una incompetente)  se celebra finalmente el día 10 (una semana antes de la convocatoria) y que se salda con que la Delegada, ante la amenaza de los convocantes de mantener el recorrido y siguiendo aquello de consumatum est, acepta el mismo como un hecho inevitable y permite que la marcha acabe en Sol.

Por si mismo esto, a mi, me parece grave; aunque no me sorprenda. Lo que es absolitamente intolerable, lo que es de inprudencia temeraria es, sabiendo que la manifestación va a terminar en Sol, no despejar Sol de peregrinos. Eso no tiene excusa. No me vale que la Delegada del Gobierno diga que no se puede restringir el paso en un espacio público; por supuesto que se puede, sobre todo si es extremadamente probable que se produzcan altercados si no se hace.Como ya comenté en su momento hablando del 15-M, la labor de gobierno tiene que ver con conjugar los derechos de todos y con resolver lo mejor posible las colusiones de derechos. En este caso encontramos ante el derecho de unos a manifestarse y de otros a pasear por Sol. En el momento en el que esos dos derechos no son compatibles, porque la mezcla de los mismos va a producir violencia, hay que restringir los de uno u otro grupo para evitarla. Una de dos: o no dejas entrar la Marcha Laica en Sol, o echas a los peregrinos, pero no puedes no hacer nada que es exactamente lo que hizo. Y así acabó todo.

Insisto: el enfrentamiento era previsible. Era de cajón. Y la delegada del Gobierno, Mª Dolores Carrión, no hizo absolutamente nada para evitarlo. Resultado: once heridos y la imagen de Madrid en el exterior empañada. Y lo malo es que podría haber sido mucho, muchísimo peor.

Así pues desde esta humilde tribuna ruego respetuosa pero firmemente al Presidente del Gobierno, Jose Luis Rodríguez Zapatero, que destituya inmediatamente a su delegada del Gobierno en Madrid, M Dolores Carrión, antes de que su incompetencia y pasividad acabe con la vida de alguien.

Es medida de justicia y buen gobierno que, sinceramente, no espero obtener, en Madrid, a 18 de agosto de 2011.

Saludos a todos,

Arthegarn________________

(1) A estas horas todavía hay una guerra de cifras con el número de manifestantes, que la organización cifra en 20.000 y la Delegación del Gobierno en 2.000. Por el recorrido, la afluencia y la densidad que yo he visto estimo unos 3.500, pero eso es irrelevante. Los convocantes preveían 5.000 y con ese número es con el que tendría que haber trabajado Mª Dolores Carrión. Si hubiera trabajdo, vamos.
(2) Me veo en la necesidad intelectual de insistir otra vez en que esto es rematadamente falso: ni un céntimo de los impuestos de los contribuyentes ha ido a financiar directamente las JMJ, que se han tratado exactamente igual que se tratan otros eventos de igual o mucha inferior categoría y repercusión. Le pique a quien le pique no ha habido trato de favor a la Iglesia con este tema, insisto en que el COI o la FIFA mueven muchísima menos gente y se les trata, desde el punto de vista económico, muchísimo mejor.

Una ciudad joven, caliente… y empapada

Lo que más me enerva de la visita del Papa a Madrid no son las molestias que causa ni el dinero desperdiciado, sino la intolerancia, el odio y la hipocresía que está exponiendo. Porque en España hay que ser tolerante con todo… menos con los católicos, claro.

Esta es una opinión que vengo teniendo desde hace cosa de quince años: en España hay que ser tolerante con todo, permitir todo tipo de opiniones, creencias, formas de vida, ideas políticas, sexualidades, modas, comportamientos, modelos de estado y religiones con la excepción del catolicismo romano. Todo el mundo se anda con cien ojos antes de descalificar a un colectivo por los actos de un indivíduo(1), antes de hacer tábula rasa y decir “todos los homosexuales son iguales”; se tira de relativismo moral a espuertas para mirar hacia otro lado frente a creencias, actitudes e incluso acciones que yo considero completamente intolerables con frases como “es que es su cultura”, “es que es su religión”, “sus valores no son los mismos que los nuestros”, etc. menos cuando esas diferencias las tiene uno con el vecino de al lado, que es católico.

Cuando formé esta opinión yo mismo era católico. Y a mucha honra. Durante muchos años no expuse demasiado en público este asunto porque no podía evitar pensar que era juez y parte, que a lo mejor era todo un poco de manía persecutoria mía, que al fin y al cabo me encantaba meterme en fregados y llevar la contraria a la gente y que, siendo una forma muy buena de hacerlo el defender a la Iglesia, a lo mejor esa impresión que tenía no era más que una consecuencia lógica de mi gusto por la polémica. Al igual que si te subes a un ring de boxeo lo lógico es que te peguen, si vas de Cruzado Católico Dura Lex lo lógico es que encuentres gente que ataca a los católicos. Buscad y encontraréis(2). Pero ahora no soy católico y sigo viendo exactamente lo mismo y me parece fatal.

Quiero que quede una cosa diáfanamente clara en este momento, sobre todo para aquellos que me conocen de hace muchos años y que probablemente tengan una idea de mi un tanto cristalizada a este respecto: no soy católico y no volveré a serlo jamás. El catolicismo me sigue pareciendo una religión magníficamente lógica y coherente si aceptas sus premisas, una obra maestra del pensamiento y de la mente humana. Lo que pasa es que sus premisas incluyen algunas estupideces de marca mayor. No creo que haya ni un solo católico romano inteligente que sea capaz de ponerse frente al espejo, mirarse a los ojos y, sabiendo lo que dice, preguntarse por ejemplo “Vamos a ver, ¿de verdad, de verdad, de verdad creo en la intercesión de los santos?” (o en la transubstanciación de la Eucaristía, o en la asunción corporal, o en muchos otros dogmas tal y como están formulados) y contestar, sinceramente, “Sí”. Yo mismo, cuando era católico, le daba vueltas y más vueltas a los conceptos para poder contestar ese “sí” (famoso es mi artículo sobre la virginidad de la Virgen) que en realidad en muchos casos era un “no, pero tampoco creo lo contrario así que sigo en el club”. Pero ya hace años que  creo que los católicos se equivocan(3). Tanto al aceptar estas premisas como al basar sus vidas en bases como estas Caeteris paribus, creo que es más probable encontrar la felicidad y vivir en paz con tus semejantes y en armonía con el Cosmos fuera de la Iglesia Católica que dentro. Mi admiración por las estructuras teológicas, worf-priest-229x300éticas, morales y filosóficas de la Iglesia Católica son paralelas a mi admiración por el lógico, complejo y coherente mundo construido por George R.R. Martin en A Song of Ice and Fire o por Gene Roddemberry y Michael Piller en Star Trek(4). El hecho de que admire esas estructuras no quiere decir que crea que son ciertas, al igual que el hecho de que me guste Star Trek no quiere decir que crea en los klingons. Las opiniones que siguen a continuación, pues, no son las de un católico defendiendo lo suyo, sino las de un agnóstico que opina que todos los católicos están equivocados y que probablemente vivieran más felices si jamás hubieran sido católicos que resulta que tiene ojos en la cara y un sentido quizá exagerado de la justicia(5).

Y es que me resulta extraordinariamente molesto ver como se maltrata, prejuzga e insulta a los católicos en general y a la jerarquía eclesiástica en particular, y como esos maltratadores se creen en su derecho (a veces incluso en su obligación cívica) de hacerlo. Yo aún tengo que escuchar a un obispo llamar a alguien algo peor que «pecador» o «inmoral», pero no creo que sea necesario hacer una recopilación de lo que una parte importante de España está llamando a los católicos, a los obispos, al Papa y a las autoridades y empresas que han apoyado la JMJ para ver que no hay proporción. Y esto no se circunscribe a la JMJ, sino que es parte del pan nuestro de cada día. Muchísima gente no tiene el menor escrúpulo en defender, en el día a día, que todos los curas son unos pederastas, por ejemplo, o unos ladrones, o unos reprimidos, o unos embusteros, o unos hipócritas. Gente que muy probablemente no ha charlado en su vida con un cura, gente que se guardaría muy mucho de decir algo semejante de un indivíduo al que conociera de pasada o de nada en absoluto, gente que jamás diría eso de un colectivo que no conoce basándose en las supuestas acciones de un miembro de ese colectivo que tampoco conoce, ponen a caer de un burro a la Iglesia, los curas y los católicos en cuanto tienen una oportunidad. ¿Por qué? ¿Por qué gente que se excusaría por ofrecerle jamón a un judío considera que está justificado arremeter de esa manera e insultar y demonizar a los católicos, ridiculizar en público sus creencias más profundas y despreciarles profundamente en privado sin concederles los beneficios de la duda o de la réplica?

Pero claro, ellos «se lo han buscado». En España, la Iglesia ha tenido mucho poder durante muchos años, ha influido todo lo que ha querido en las leyes y la vida social de España y ahora que no tienen ese poder todo ese odio reprimido se desata. Vae victis. Es una explicación histórico-sociológica válida, desde luego, pero moralmente es execrable. Moralmente tenemos que pensar, como indivíduos, en las cosas que nosotros hacemos como indivíduos y en como afectan a nuestro entorno, tenemos que tratar a cada uno como se merece por sus propias acciones, suum cuique tribuendi y todas esas cosas. Por favor, parémonos a pensar un momento, usemos la regla de oro. Supongamos que una persona totalmente desconocida, basándose en información extremadamente fragmentaria pero creyéndose (quizá sinceramente) en posesión de la verdad insultara o ridiculizara a todos y cada uno de los indivíduos de un colectivo al que pertenecemos, ¿cómo nos sentaría? ¿Cómo reaccionaríamos? Muy cercano a los lectores de este blog, pensemos en el caso Mireia Laguna. Independientemente de que diga tonterías y falsedades, independientemente de que no sepa por dónde van los tiros, o precisamente por ello, ¿es justificable su actuitud? ¿Tiene algún tipo de escusa escribir algo que intenta ridiculizar, destruir e insultar de forma gratuita? ¿Qué pensamos de alguien así? ¿Queremos ponernos a su altura? ¿O es que los católicos son, por alguna razón, un «blanco legítimo»? ¿Por qué?

Y luego tenemos a los que, desde un insufrible trono de arrogancia intelectual cuando probablemente no han leído en su vida el catecismo ni tenido una charla distendida con un cura,  excusan más o menos a los laicos, pero al clero le aplican presunción de culpabilidad. «Bueno, es posible que los cristianos de a pie sean inocentes de todas las maldades de la iglesia, que sean simplemente unos borregos a los que se ha engañado y se mantiene en la oscuridad y la ignorancia. Pero los curas, todos, son unos hipócritas que saben que lo que están diciendo son mamarrachadas oscurantistas y las siguen diciendo para vivir del cuento y forrarse a costa de la ignorancia, el miedo y la superstición». En serio, ¿qué pruebas tienes de eso? ¿Dónde queda la presunción de inocencia, desde un punto de vista moral? ¿Verdaderamente crees que la gente tiene derecho a ser considerada inocente, a que se piense de ellos que no son unos delincuentes o unos sinvergüenzas hasta que se demuestre lo contrario? ¿O con los curas hacemos una excepción? Aparte, por supuesto, de que eso divide a los mil millones de católicos en el mundo en dos grupos: los imbéciles y los hipócritas, y que creo yo que alguna excepción tiene que haber. En fin, yo fui católico hasta antesdeayer y considero que esté en ninguno de los dos grupos, y lo mismo puedo decir de muchos de los católicos que he conocido a lo largo de mi vida, y de decenas de sacerdotes. Borregos he conocido, pero clérigos hipócritas no. Aparte de que, insisto, partir de la base de que una persona, por haber hecho unos votos es un hipócrita y un sinvergüenza me parece fatal.

Y es que hay mucha gente que, además, parece tener la piel particularmente fina allí donde la Iglesia Católica está involucrada, que en cuanto la oye mencionar respecto a un tema se pone automáticamente en contra y del mismo y empieza a buscar en todos los rincones la perversa mano negra del «poder de la Iglesia en las instituciones». Pongamos por ejemplo la JMJ. Para mucha gente, el hecho de que cuente con la ayuda y bienvenida de los poderes públicos es un hecho intolerable, que solo puede comprenderse por el mencionado poder de la Iglesia en el gobierno de Madrid. Sin embargo esa misma gente entiende perfectamente y apoya la candidatura de Madrid a celebrar unos juegos olímpicos, a pesar de que la inversión es infinitamente mayor(6) y la afluencia de público que cabe esperar claramente menor. ¿Por qué? ¿Por qué ese doble rasero? ¿Por qué se ve el sentido (que lo tiene) en gastarse cien veces más en unos Juegos Olímpicos para un retorno menor, pero la JMJ es una idea tan mala, tan mala, que solo puede entenderse a través de unas hipotéticas sotanas susurrantes en Sol? ¿Por qué se pone en duda sistemáticamente que la visita de millón y pico de personas vaya a dejar dinero en la ciudad?

Y luego está lo de la desinformación, claro. Hay gente que odia de tal manera a la Iglesia Católica que se siente justificada en propagar bulos, rumores, mentiras y falsedades con tal de perjudicarla, porque creen que perjudicando a la Iglesia se sirve a un bien mayor, o porque razonan (por llamarlo de alguna manera) de una forma semejante al «vale, esto no será del todo cierto, pero sirva de contrapropaganda por todos los bulos que nos meten ellos»(8). Precisamente Anaiu acaba de publicar una corta pero elocuente entrada en su blog a este respecto… Pensar que algunos de mis amigos, que han sufrido en sus carnes este tipo de rumores malintencionados y saben el daño que hacen y lo difícil que es desmentirlos, se dedican a este tipo de cosas sin el más mínimo remordimiento, siempre partiendo de la presunción de culpabilidad e hijoputez de la Iglesia, me repatea.

Un ejemplo: Hecho 1: La JMJ cuesta 50 millones de euros, de los cuales el 50% los ponen los patrocinadores y el otro 50% instituciones estatales. Hecho 2 Estamos en una crisis económica impresionante con un paro horrible y mucha gente pasándolo mal. Conclusión: La poderosa e influyente Iglesia Católica ha conseguido que nos gastemos 25 millones de que son muy necesarios para otras cosas, el Estado paga la mitad de la visita del Papa. Realidad: Las instituciones públicas no ponen un solo céntimo en la JMJ, esos 25 millones son la estimación, en términos financieros, de lo que costarían los terrenos e instalaciones cedidas para el acto si hubiera que pagarlas, así como el importe de los incentivos fiscales a los patrocinadores (medida esta que no tiene nada de espectacular y que se ha usado este mismo año para eventos igual de «privados» como la Ocean Volvo Race (una regata), o el 800 aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa).

Otro ejemplo: Hecho 1: Las instituciones públicas han prestado diversos espacios de forma gratuita para que los peregrunos se alojen. Hecho 2: La organización de la JMJ cobra el alojamiento a 18 euros por peregrino. Conclusión: La pérfida y avariciosa Iglesia Católica se embolsa 18 euros por cada peregrino que duerme en unos colegios que hemos cedido gratis. Realidad: Esos 18 euros se cobran para pagar los suministros (agua y luz), el acondicionamiento y limpieza de esos espacios públicos tras la JMJ (los acuerdos implican dejar los espacios cedidos en las mismas condiciones en que estaban al cederse).

Por no hablar de la gente que, simplemente, tiene fe en que la Iglesia es mala, gente a la que le discutes este tipo de bulos con datos y te contesta que «no le importan los datos», que «no confía en lo que diga el Consejero de Interior», que «le vale mil veces más su intuición». ¿Qué se hace con gente así. que simplemente ya ha decidido en su fuero interno que la Iglesia es una ladrona y que nada de lo que le digas le va a convencer, no ya de que no lo es en general, sino de que no ha cometido el robo específico del que le está acusando? ¿Cómo puede la gente ser tan rematadamente injusta? Escapa a mi entendimiento, de verdad. A mi me da mucha rabia que me demuestren que estoy equivocado y suelo resistirme como gato panza arriba, pero tengo la suficiente integridad intelectual como para aceptarlo y cambiar (y el hecho de que ya no sea católico creo que es el mejor de los ejemplos, no os creáis que me caí del caballo, lo suyo le costó a en noches y noches de discusiones filosóficas sobre la existencia del bien, del mal y del libre albedrío contracausal). Que haya gente que se autoproclama fanática de sus opiniones me supera, máxime si esas opiniones le llevan a vilipendiar, odiar, insultar e intentar destruir lo que otras personas, que a su vez pueden tener razón o no, han construido legítimamente.

Yo entiendo que el que los obispos estén cada dos por tres insistiendo en que el sexo es pecado acaba por cansar (porque aun estoy por que alguien me diga algún dictado moral de la Iglesia con el que no esté de acuerdo y que no tenga que ver con el sexo), pero este odio me resulta injustificado. De acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia yo soy un pecador público que vive en concubinato y me importa un pimiento. Que piensen lo que quieran mientras no me intenten separar de Ana, tienen todo el derecho del mundo a hacerlo. Tampoco me importa un pimiento lo que opinen el Gran Muftí de Estambul, el Dalai Lama, el Gran RAssise_2abino de Jerusalén, el Patriarca de Moscú (que, por cierto, opinan más o menos lo mismo que el Papa), me parece perfecto que tengan su moral y su código ético y que juzguen que, de acuerdo a él, soy un inmoral. Me parece perfecto mientras no intenten obligarme a vivir de otra manera y la Iglesia Católica, la de hoy en día, no intenta obligar a la gente a vivir de una u otra manera. Oh, intenta influir entre sus miembros, desde luego, para que la legislación esté en consonancia con sus ideas, pero el poder lo tienen mis conciudadanos, no la Iglesia, que tiene, como mucho, autoridad. Me pasa lo mismo que con los testigos de Jehová o los Mormones: serán unos plastas, pero me cuesta mucho odiar a quien, en realidad, solo quiere que participe en lo que sinceramente cree que es bueno.

En fin, que no me hace demasiada gracia la JMJ, que no me la hace ahora siendo agnóstico y tampoco me la hubiera hecho siendo católico, que me va a suponer multitud de trastornos y que, aun así, considero que puede ser muy buena para Madrid (si los peregrinos se llevan la idea de que somos un pueblo amable, simpático y acogedor y no unos antipáticos que hacemos todo lo posible para que no se sientan bienvenidos). Y que llamo a muchísimos de los que me léeis a que hagáis una reflexión: si este mismo follón fuera por unos juegos olímpicos, o un mundial de fútbol, ¿estaríais dándole vueltas a la mano negra del COI, planeando concentraciones para protestar por la presencia de la FIFA en España, denunciando el entreguismo deportivo del Estado y sacando a relucir como en todas las escuelas hay campos de fútbol y baloncesto pero en casi ninguna una red de voleyball o, más crucial, un tablero de ajedrez? ¿Saltaríais con «si ya lo decía yo» y «si es que todos los atletas son iguales» al primer titular que dijera que Marta Domínguez está implicada en un asunto de dopaje (esto lo digo entre otras cosas porque la pobre era más inocente que el Niño Jesús pero de eso los periódicos casi no han informado, lo que me parece fatal)?

Pues eso. De verdad, odiar es malo y negativo, trae problemas y hace infeliz, a ti y a quienes te rodean. Intentad no odiar y, en particular, intentad no odiar a la gente por su religión. Aunque sean católicos y crean que vais a ir al infierno.

Pax vobiscum,,

Arthegarn___________
(1) En este tema en concreto hay otra excepción añadida a “los católicos”: “los políticos” (y, últimamente “los banqueros”)
(2) Mt. 7, 7.
(3) Como siempre, estoy hablando de los católicos de verdad, de los que se lo toman en serio, de los que se leen en catecismo, de los que estudian teología. La muchedumbre de “católicos no practicantes” no me merece el más mínimo respeto intelectual (ni me lo ha merecido nunca) porque eso que dicen que tienen no es una religión, es una serie de supersticiones más o menos baratas y más o menos simples, sin la menor integridad como corpus moral y que, en la inmensa mayor parte de los casos, está directamente en contra de lo que la Iglesia Católica propugna como verdad. Ya lo he dicho muchas veces, pero el 90% de los que en España se llaman católicos son unos herejes de cuidado que, simplemente, no saben de qué hablan. Eso sí tienen derecho a llamarse lo que les de la gana y a vivir como les plazca, por supuesto.
(4) Hasta que Rick Berman y compañía se cargan esa coherencia a partir de la tercera temporada de Voyager, claro.
(5) Y los datos son datos.
(6) Barcelona’ 92 fueron 5.750 millones de euros de inversión. No estoy contando otros gastos como seguridad, etc.
(7) La organización de la JMJ espera millón y medio de peregrinos mientras que a Barcelona 92, según los cálculos más optimistas, fueron en total unas 900.000 personas.
(8) Porque la manipuladora y maligna Iglesia Católica nos engaña en cuanto puede, por simple afición, por no perder la práctica. Es bien sabido, que diría Irri…