Lo que se juega Occidente IV: El Totalitarismo.

Votar a un populista es, como ya he explicado en los artículos anteriores, tan malo como darle una metralleta cargada a un mono y soltarle en el Metro en hora punta. La diferencia fundamental es que el mono, cuando ha vaciado el cargador, por lo menos no te mira sorprendido y te pide más balas.

Recapitulemos: el populista llega al poder haciendo promesas simples de acciones drásticas para solucionar los problemas de la gente(1) y, una vez tiene el poder, se encuentra con que, oh sorpresa, las cosas no son tan simples como decía en su discurso y no puede cumplir sus promesas.

El caso más paradigmático es el NHD, acrónimo de «No Hay Dinero» y muy usado en determinados foros de nuestro país tanto como explicación de ciertas medidas gubernamentales como, jocosamente, respuesta definitiva a las grandes preguntas sobre la vida, el universo y todo lo demás. El populista llega al poder y cuando va a ejecutar 1206_sin-dinero_620x350su programa se encuentra con que, como le intentaban explicar al Pueblo sus oponentes, No Hay Dinero para ello. Y no es solo que no haya dinero, es que, además, cuando decide obtenerlo, resulta que no puede hacerlo porque el Gobierno, afortunadamente, no es quien pone los impuestos (aunque sea quien los recaude). Es el legislativo quien lo hace, a través de leyes(2) como la ley del IVA o la ley del IRPF. El dinero de los impuestos no es «del Gobierno» sino «del Estado». Cada año el Gobierno, como cualquier administrador, tiene que presentar unos presupuestos al Legislativo diciendo cuánto se quiere gastar y en qué, esa propuesta se debate, se negocia entre Ejecutivo y Legislativo (las famosas enmiendas) y, si se aprueba, el Legislativo autoriza por Ley el traspaso de fondos del Estado al Gobierno. Luego, presupuestariamente hablando, el Gobierno no puede hacer lo que le dé la gana sino que está controlado, a veces muy de cerca, por el Legislativo. Así que nuestro populista, ya instalado en el poder, se encuentra con que no tiene dinero para sus maravillosos planes y que tampoco tiene la capacidad de obtenerlo por si mismo.

Y no es la presupuestaria la única traba que encuentra nuestro querido líder para ejecutar sus «obvias medidas de sentido común que los miembros de la élite gobernante no toman porque son tan torpes como malvados», que va. Por ejemplo: Trump no puede construir su famoso muro así por las buenas, por decreto, porque no depende de él. Suponiendo que 0719-donald-trump-star-wenn-4tuviera el dinero (no lo tiene) y que consiguiera que lo aprobara el Congreso (a ver quién vota a favor de eso) tendría que lidiar con los propietarios de los terrenos en los que quiere construir (y en EU lo de la expropiación se ve muy, muy mal) así como con la FEMA y otros organismos del Estado, particularmente diversas agencias de protección medioambiental que se opondrán porque su misión es proteger ciertos intereses de los ciudadanos estadounidenses directamente atacados por el proyecto. Otro ejemplo más cercano: no importa cuánto lo repita, Podemos no puede aprobar la «dación en pago» así por las buenas, ni siquiera aunque tuviera mayoría absoluta en el Congreso. Podría cambiar la ley para instituir la dación en pago en las hipotecas que se firmaran a partir de ahora, pero no se puede hacer ahora una ley de hoy regule lo que se hizo ayer o hace quince años(3). Es ilegal, por motivos muy bien fundados pero que, como comentaba en el artículo anterior, «son complicados». Una ley así sería anulada por el Tribunal Constitucional, el de Justicia de la Unión Europea o hasta el de Derechos Humanos(4) y en Podemos, por cierto, lo saben.

El caso es que, por H o por B, ya tenemos instalado en el poder al caudillo que prometió solucionar una serie de problemas con medidas simples que ahora resulta que no puede llevar a cabo, con el añadido de que no puede presentarse ante el Pueblo a decir que no puede cumplir sus promesas «porque… 2630163-tumblr_ma7vv792xi1rbts2no1_400bueno, es complicado». Le han votado precisamente porque les convenció de que quienes no aplican esas políticas y ponen esas excusas son los malvados o incompetentes de las élites dominantes, el «ellos» que no es «nosotros», así que, ¿qué solución le queda?

Sencillo. Simplificar las cosas. Otra vez.

Como ya he comentado el ciudadano medio tiene una idea del poder que tiene el Gobierno que se parece más al poder de un dios que al que tiene en realidad. Una vez elegido, el líder populista excusa sus incumplimientos en el hecho de que no tiene suficiente poder y lo adereza sugiriendo que quienes se oponen a sus planes desde los puestos de control del Sistema, desde el Defensor del Pueblo al último juez de paz, son simpatizantes de las élites derrocadas que se niegan a dejar el poder. El cuadro a presentar es simple:

  1. Me habéis elegido para que resuelva vuestros problemas.
  2. No puedo hacerlo porque los judíos (o los maricas o los infieles o los masones o los curas o lo que sea) están infiltrados en todas las instituciones del Estado distintas al Gobierno y paralizan todas mis reformas.
  3. Por lo tanto, esas instituciones se están oponiendo ilegítimamente a la voluntad popular y deben ser sometidas a él.

Y una vez tienes el apoyo del Pueblo para reformar el Estado a tu imagen y semejanza no tienes más que hacerlo con todo organismo que se te oponga2630163-tumblr_ma7vv792xi1rbts2no1_400. Eso sí, no todo de un plumazo, solo según vaya siendo necesario. Al principio probablemente haya que hacer una pausa entre movimiento y movimiento, dejar que la indignación popular contra un organismo en concreto que está bloqueando tus actividades se acumule para luego responder a la misma y dar al Pueblo lo que pide; más adelante, cuando este mecanismo se haya convertido en rutinario y se vea normal la expansión del Ejecutivo y la concentración del poder las cosas se pueden hacer de forma más generalizada y, sobre todo, preventiva. ¿Por qué esperar a que algo de problemas para lidiar con ello cuando puedes evitar la posibilidad de que los dé?

Hay varios mecanismos para lograr estos fines, de los que voy a citar solo los históricamente más habituales:

  1. La disolución del organismo independiente y la asunción de sus competencias por el Gobierno, con lo que el obstáculo simplemente desaparece.
  2. La pérdida de independencia del organismo, que mantiene su existencia pero que pasa a depender del Gobierno y por tanto pierde la capacidad de oponerse a él.
  3. La purga del organismo independiente y el reemplazo de todos sus cargos clave por personas afines al Gobierno, con lo que el organismo mantiene aparentemente su capacidad de oponerse al Gobierno pero a la hora de la verdad no la va a usar nunca.

Con esto, desde luego, se eliminan los impedimentos para el ambicioso programa de reformas que prometió llevar a cabo el populista, con el único «precio» (aparente) de concentrar más y más pode2630163-tumblr_ma7vv792xi1rbts2no1_400r en el Gobierno y de eliminar mecanismos de control que limiten que el uso de este poder se convierta en abuso. Una auténtica ganga, en realidad, porque al fin y al cabo lo que estamos haciendo es echar a los enemigos del Pueblo de sus puestos de poder desde los que boicoteaban la acción del Gobierno. Al fin y al cabo cualquiera que se oponga al líder elegido por el Pueblo se opone, en última instancia, a la soberanía popular, que por definición no reconoce poderes superiores y cuyo poder no debería tener límites. Simplemente estamos haciendo volver las cosas a su Estado natural, le estamos «devolviendo» al líder ese poder semidivino que siempre pensamos que tenían los políticos y que cuando «el nuestro» ha llegado al gobierno no ha podido ejercer por todos esos judíos o liberales o lo que sea que se dedicaban a sabotearlo. Ahora sí. Ahora sí que nos toca.

Y, sin casi darnos cuenta, hemos pasado de un gobierno populista a un gobierno autoritario. Autocrático. Con todos los poderes concentrados en un gobierno que proclama ser el Estado, el Pueblo, la gente, y contra el que el ciudadano no tiene medios reales (quizá ni siquiera teóricos) de exigir respeto a sus derechos individuales. Un gobierno que puede despojarte de tus posesiones en nombre del bien colectivo y que puede meterte en un agujero muy oscuro sin proceso que valga como se te ocurra0719-donald-trump-star-wenn-4 quejarte. Un gobierno y un gobernante que, ahora sí, ya tiene la vía libre para hacer lo que quiera.

Platón decía que la mejor forma de gobierno era, esencialmente, aquella tiranía en la que el tirano era un filósofo justo y bondadoso ya que, si el tirano es justo, los únicos que tienen que temer algo de él son los injustos. La historia nos enseña una y otra vez los peligros a los que lleva esta línea de pensamiento y como el poder se presta al abuso. Por eso existen en nuestros sistemas todos esos mecanismos tan complicados, todos esos obstáculos para que el gobernante pueda hacer lo que quiere. Removerlos en la creencia de que el gobernante que hemos elegido, esta vez sí, se lo juro señor guardia, es «uno de nosotros» y que solo va a usar su poder para protegernos y solucionar las injusticias sociales quitándole a los ricos para darle a los pobres es infantil, iluso, simplista y tan antidemocrático como totalitarista. Vivimos en España así que no creo que sea necesario recordar por qué no queremos este tipo de Estado y por qué deberíamos tener mucho, mucho cuidado con a quién votamos, pero esa es una ventaja que, pese a nuestra inexperiencia democrática, solo tenemos nosotros. Yo he vivido bajo el franquismo, pero apenas quedan italianos que recuerden el fascismo y los estadounidenses jamás han vivido en una autocracia. La tentación de nombrar un dictador, bajo la forma que sea (y aquí incluyo la «transitoria» dictadura del proletariado), para que lo arregle todo es cada vez más grande, sobre todo entre las nuevas generaciones que mezclan el idealismo de la juventud con un mayor distanciamiento con nuestro pasado totalitario. Pues que os quede claro: no hay alternativa a la Democracia; no hay nada mejor que el Estado de Derecho.

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Somos libres, muchísimo más libres de lo que algunos creéis. Y el precio de la libertad es su eterna vigilancia. Guardadla celosamente y oponeos a quien os quiera desposeer de ella, sobre todo a quien os prometa devolvérosla ampliadííísima dentro de un ratito. El fin de la libertad es una de las cosas que se juega Occidente con el ascenso del populismo, pero, ahí donde la veis, no es lo que más me preocupa. La falta de libertad es mala, pero la falta de paz es peor y la nos la estamos jugando.

Hasta el próximo artículo,

Arthegarn.

(1) Iba a poner «de su electorado», pero no, el populista en realidad se presenta para resolver los problemas de «la gente», le voten o no le voten, porque todos sus conciudadanos (salvo la élite opresora de turno) son básicamente buenos y nobles y sufren de las mismas dolencias por las mismas razones. Lo que ocurre es que están coaccionados, manipulados o mal informados, pero el líder, que se preocupa de los problemas de todos y no de los de solo unos pocos, cuidará de ellos incluso aunque no le apoyen a la espera de que en cualquier momento, vea la luz y como el hijo pródigo vuelva al redil para unirse al rebañ… a la manada.

(2) Este problema es más grave en un país con un sistema democrático serio, como Estados Unidos, y menos grave en un país como el nuestro en el que apenas hay separación de poderes y, en general, el partido en el gobierno tiene mayoría en las cámaras y puede aprobar la Ley de Presupuestos (y, sobre todo, las «leyes de acompañamiento») que más o menos le dé la gana.

(3) Alguna vez se me ha argumentado que esto sí que es posible y se me ha puesto como ejemplo la sentencia de las cláusulas suelo, en la que un acto de hoy influye en las hipotecas de hace treinta años. Lo que pasa es que hay dos diferencias cruciales: (i) una ley, general, no puede ser retroactiva pero una sentencia, particular, y sobre todo una que declara nulidad, sí y (ii) la sentencia de las cláusulas suelo hace referencia a una cláusula específica y optativa del contrato de crédito, que puede regularse a libertad de las partes, mientras que una alteración del carácter accesorio de la garantía hipotecaria frente a la responsabilidad universal del deudor afectaría a la propia naturaleza del negocio jurídico. O sea, que lo de las cláusulas suelo es como podar una rama de un árbol pero lo de la dación en pago es más que talarlo, es desarraigarlo. Puedes podar un árbol y decir que sigue siendo el mismo árbol, pero no puedes talarlo y decir lo mismo.

(4) Si el TC no tumbara esa ley sería tan solo por lo ridículamente politizado que está en España, donde la justicia constitucional es una broma. Pero precisamente por eso no está fuera del espectro de lo posible y la banca tuviera que recurrir al TJUE. Y en el improbabilísimo caso de que el TJUE no obligara alGobierno a corregir, cualquier accionista de cualquier banco afectado podría recurrir al TEDH. Daos cuenta de que, al final, los bancos son de sus accionistas, que en su inmensa mayoría son pequeños ahorradores que invierten sea a través de su fondito de pensiones, sea directamente. Cuando estos pequeños ahorradores vieran esfumarse sus ahorros acudirían en masa, y con más razón que un santo en mi opinión, al TEDH.

Lo que se juega Occidente III: Por qué es malo el populismo.

Bien, el populismo es un medio para obtener el poder que busca el apoyo de las clases populares ofreciendo soluciones simples y medidas drásticas que incluyen la expulsión del poder de una élite dominante que no ha resuelto los problemas de estas clases populares. Y ¿qué hay de malo en ello? preguntará alguien. ¡Si es que los que mandan no hacen nada! ¡Si es que todo el sistema está podrido! ¡Si es que no podemos estar peor de lo que estamos! Algo habrá que hacer, ¿no?

Sí, algo hay que hacer, desde luego. Pero apoyar a un populista es arriesgadísimo porque no puede dar lo que promete y porque sí que podemos estar peor. Mucho peor.

8641d698e01f2d3e6d3978a6c8f2cd6e¿Por qué? Bien, para empezar el mundo del populista no existe. El populismo es falso. El populismo presenta un mundo simple, inmediato en sus relaciones causa-efecto, que se aleja mucho del mundo real. Y esto es malo porque cuando uno tiene una visión del mundo equivocada tiene muchas más posibilidades de tomar decisiones equivocadas y sufrir las consecuencias.

Permitidme ilustrar esto con un ejemplo. Supongamos que te roban el móvil, denuncias el robo y un par de días después ves al tío que te lo robó con él y te vas a un policía que anda por ahí a contárselo. El policía se dirige al tipo en cuestión, le pregunta que de dónde ha sacado tu móvil y el otro dice que lo compró en un Cash Converters o algo así y que no tiene factura ni nada. Y entonces el poli te dice que no puede hacer nada, que des el móvil por perdido porque de acuerdo a los artículos 434, 448 y 464 del Código Civil él tiene que suponer que el ladrón es un honrado ciudadano, legítimo propietario del móvil. Aunque tú hayas denunciado el robo, aunque ese sea tu móvil porque el IMEI es el mismo y aunque tú tengas factura de haberlo comprado y él no, lo que dice la Ley es que quien posee (quien «tiene en la mano») algo robado y dice que es su dueño es, a todos los efectos, su dueño a menos que se demuestre que lo compró sabiendo que era robado(1) (o que le pillaran in fraganti o algo así, claro…) .¡Qué injusticia! ¿Verdad? ¡Algo habría que hacer para cambiar esto! ¡Menudo escándalo!

Entra en escena el populista diciendo que esto es una vergüenza y que hay una forma muy 1403i1d3cad724bf59cbbsencilla de arreglarlo: cambiar la ley para que quien diga que es el dueño de algo tenga que demostrarlo y no al revés, que se presuma que lo es solo porque tiene algo en la mano. «¡Así acabaremos con estos mangantes caraduras!» grita el líder, y la gente le ovaciona muy contenta. ¿Cómo no se le ha ocurrido a nadie antes? ¿Cómo puede ser que hasta ahora hayamos tenido un sistema tan estúpido? ¿Por qué los gobernantes protegen a los ladrones y no a los honrados ciudadanos?

Pues porque las cosas no son tan sencillas.

Si en vez de partir de la base de que quien tiene algo tiene derecho a tenerlo exiges que tenga que demostrar que es así, la carga de papeleo y comprobaciones que impones a cualquier comprador se va a hacer tan grande que, simplemente, dejará de comprarse. Imagina que, honradamente, vas a un Cash Converters a comprar un móvil y un año después, a saber qué habrás hecho tú con la factura, te viene el poli del ejemplo anterior. Como tú no tienes factura y el otro sí, el policía te quita el móvil y se lo da al antiguo propietario y eres tú quien se queda sin nada a pesar de que lo compraste legal y legítimamente. Escaldado, te vas a comprar otro móvil y te vuelve a venir el poli. Le enseñas tu factura, pero él dice que no sirve para nada porque el móvil como el móvil es robado el Cash Converters no podía habértelo vendido y te quita el móvil. Tú, que necesitas un móvil, vuelves al Cash Convertercaptures, compras un tercer móvil y esta vez no pides solo la factura, sino la factura de compra del Cash Converters para demostrar que quien te lo vendió podía vendertelo. Armado con tus dos facturas sales a la calle y te vuelve a pasar lo mismo, porque el policía te dice que el hecho de que puedas demostrar que el vendedor lo había comprado no quiere decir nada porque quien se lo vendió a tu vendedor no era el dueño del móvil, que es este señor de aquí, y te lo vuelve a quitar. Y así hasta el infinito.

Si la ley no fuera como es, cada vez que compras un móvil, o una simple barra de pan, tendrías que exigir todos los recibos, todas las facturas que justifican toda la cadena de propiedad desde el primer propietario del objeto, que vete tú a saber quién es y si son verídicas, hasta ti. Y cuando hablo del primer propietario hablo básicamente de Adán, porque si tuvieras todas las facturas hasta, qué se yo, el panadero o el fabricante del móvil, eso tampoco garantizaría tu propiedad porque bastaría que un componente fuera robado para que su legítimo dueño pudiera exigir la restitución del mismo. A lo mejor el plástico de los cables proviene de un barril de petróleo robado, o el silicio de los chips de una explotación ilegal, qué se yo, el caso es que nunca estarás seguro a menos que dediques horas y horas a mirar papeleo para comprar, insisto, incluso una humilde barra de pan.

Ahí tenéis lo que quiero decir con que el populismo es falso. Existe un problema. Aparentemente tiene una solución sencilla. En realidad, esa solución sencilla no es aplicable porque crearía un problema muchísimo peor que el que intenta solucionar, pero vete a explicárselo al tipo que ve como el ladrón de su móvil se lo queda con todo el morro y no puede hacer nada. Y no olvidemos que este buen hombre no pide otra cosa más que justicia, una justicia que el Sistema, imperfecto como es, no puede darle de una forma sencilla.

La realidad es que la actividad de gobierno es compleja y se enfrenta a situaciones que no son obvias y, como acabáis de ver, a las repercusiones mediatas y a largo plazo de sus políticas, que son todavía más complejas y más difíciles de ver y prever. A veces el gobernante quiere alcanzar unos objetivos pero no tiene claro cómo hacerlo, o sí que lo tiene pero requiere seguir caminos indirectos y tortuosos para además dar resultars_300x300-150814144007-600-dory-finding-nemo-ms-081415dos a medio y largo plazo, algo que no suele satisfacer al Pueblo. Porque el Pueblo, en general y por desgracia, tiene muy poca paciencia y la memoria muy corta. No sé si conocéis la fórmula de Fair(2) pero si os fijáis solo usa indicadores económicos del año de las elecciones. Volveremos sobre este asunto, pero baste ahora decir que para que el Pueblo asocie una mejora de su situación con el partido en el gobierno tiene que derivarse de medidas que den resultado en menos de un año, lo que en economía se llama «muy corto plazo». Todo lo demás, toda mejora sistémica, se pierde emocionalmente y aunque las clases populares (casi podría decir el Pueblo) pueden notar que las cosas mejoran no asociarán esa mejoría a una medida tomada hace cinco o diez años y mantenida constante y trabajosamente. Creerán que mejoran «por si solas», «porque toca». El populismo se sirve de esta percepción para decir que los gobernantes no están haciendo nada o que sus medidas son ineficientes cuando eso es falso y lo que ocurre es que dan resultados a medio o largo plazo. Actuar de acuerdo a esa visión equivocada de las cosas lleva a adoptar medidas populares pero miopes, al «pan para hoy y hambre para mañana» o al muy español «ya veré como lo pago».

Esta no inmediatez entre la aplicación de una medida y sus resultados, contradice la visión simplista que el pueblo llano tiene, y que el populismo afianza, de los políticos y la política. En el ideario de las clases populares el poder de un gobernante se parece más al de un dios que al que realmente tiene un cargo electo y eso es porque sus componentes razonan, insisto, por apariencia y analogía. Yo tengo dinero y me lo puedo gastar en lo que quiera, ¿no? Entonces, el Gobierno tiene dinero y se lo puede gastar en lo que quiera. O hacer las leyes que quiera, o poner los impuestos que quiera, o expropiar las casas de los bancos y dárselas a los pobres, o prohibir o permitir lo que quiera. Pero en realidad no es así y la explicación de por qué es larga y trabajosa, es complicada.

“Es complicado”. Parece que no hago más que decir eso. ¿Cuántas veces habéis visto en alguna película como alguien con un grave problema se dirige a alguien con poder, le pide ayudacapture y, cuando el otro le dice que no puede hacer nada y le pregunta por qué contesta «es complicado»? Bueno, pues es que lo es. No es porque el poderoso sea un desalmado, un corrupto o un malvado(2). Es porque no puede. Pero nadie quiere oír eso. Todos queremos que el hijo de Denzel Washington se salve y no nos importa cómo, todos queremos salvar los orfanatos(3) y a nadie quiere oír hablar de campañas para aumentar la satisfacción por la compra de un vehículo nacional previamente adquirido. Pero es que, de verdad, no es tan sencillo.

Pero hay más. No es solo que el populismo sea falso, es que además es mentira. Una falsedad es una mera disconformidad entre lo expresado y la realidad, como puede serlo por ejemplo una equivocación, pero una mentira es decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar. Uno puede decir una falsedad y ser honesto, pero no puede mentir y ser honesto.

No es que esto sea así el cien por cien de las veces, claro. Un líder populista puede estar sinceramente equivocado respecto a la complejidad de las cosas y el ejercicio del poder, particularmente si es un líder sin formación y experiencia. Hay veces que el populista verdaderamente comparte la cosmovisión del pueblo llano, verdaderamente cree que las cosas son así de simples, que todo tiene solución si hay voluntad política y que, como a él le sobra, va a poder ayudar a su gente y resolver el asunto en dos patadas ™. Pero, en general, las cosas no son así.

Prestemos atención por un momento a los líderes populistas que campan ahora mismo por Occidente. Pablo Iglesias, un profesor universitario, precisamente especializado en el gobierno de la cosa pública. Marie le Pen, abogada y política de carrera hija de otro político (y politólogo) de carrera. Silvio Berlusconi(4), un gigante internacional de los medios de comunicación. Jaroslaw Kaczynski, abogado, doctor en derecho y político de carrera. Strache, un médico que lleva 25 años en política. Tsipras, un ingeniero civil con máster en urba20151212_ldd001_0nismo y obras públicas…

Y Trump, claro, no nos olvidemos de Trump…

Todos ellos, como veis, gente educada, preparada, sofisticada, capaz de entender la complejidad del mundo real y los conceptos de repercusión a largo plazo y causa oculta, de Estado de Derecho y separación de poderes. Cuando este tipo de gente usa el populismo no lo hace porque piense lo mismo que el pueblo llano, lo hace manipularlo ofreciéndole esperanza, empatía, y soluciones a sabiendas de que no son aplicables(5). Diciendo lo contrario de lo que piensa con intención de engañar. Mintiendo. Es posible que el populista tenga verdaderamente los intereses de la gente a la que se dirige en mente y no intente simplemente ascender al poder sin importar mucho los medios, pero si es así solo puede ser porque se cree inherentemente mejor que esa gente, a la que desprecia en realidad lo suficiente como para ni siquiera intentar explicarle como son las cosas en realidad  y a la que cree justificado usurpar la soberanía con una mentira blanca. Es posible, en pocas palabras, que el populista crea que manipula a la gente por su propio bien y a lo mejor a alguien con una ética muy finalista le parece bien, pero a mí no. A mí me asquea.

Me asquea porque el populismo se aprovecha de los más débiles. De los simples, de los poco educados, de los pobres, de  los que lo pasan mal, de los parados de larga duración, de los obreros sin cualificar que ven como su empresa cierra y se va a México y no saben qué va a ser de ellos, de los jóvenes que no ven como meter la cabeza en el mundo laboral, de los padres que ven sufrir a sus hijos, de los que van de un empleo a otro y no ven el momento de tener estabilidad para poder sentar la cabeza. De gente que lo que necesita es una especial protección y consideración y no ser utilizados como carne de urna y para la que yo, por cierto, tampoco tengo una solución inmediata que ofrecer pero a la que no miento diciendo que la tengo y sabiendo que no es así.

Yo he estado desesperado y sé lo que es. Cuando estás desesperado te agarras a cualquier clavo ardiendo, buscas una solución, una salida, un rayo de luz donde sea, porque la desesperación acaba en el suicidio. Pasarlo mal es una cosa, pasarlo mal y tener el convencimiento de que las cosas no van a capturemejorar es infinitamente peor. En estas circunstancias uno está tan sediento de la mera posibilidad de un futuro mejor que es capaz de beberse cualquier cosa que lo prometa sin importar lo mal que huela. Bien, no sugiero que en Occidente hayamos alcanzado colectivamente estos niveles de desesperación, pero sí otros distintos y tenemos tantas ganas de oír que las cosas se van a solucionar, que todo va a ir bien, que nuestro nivel de suspensión de incredulidad parece el de Ned Flanders(6). Ya analizaré por qué ocurre esto, y hasta qué punto es cierta esta percepción, pero el hecho es que hay un conjunto importante de la sociedad occidental que se siente pobre, olvidada, inútil, oprimida, deprimida.

Resulta muy fácil, cuando las cosas van bien, decir que cierta gente no medita sus actos y toma malas decisiones. Pero cuando las cosas van mal todos estamos dispuestos a tomar decisiones cada vez más arriesgadas hasta llegar al punto de tomar las «decisiones desesperadas» porque «no tenemos nada que perder», o su primo político «total, peor no puede ir». Discursos que nos parecerían dignos de manicomio o al menos de ostracismo social en buenas circunstancias de repente pierden esa condición y empiezan a resultar atrayentes. ¿Por qué? Porque necesitamos creer en algo, en concreto, necesitamos creer que las cosas van a mejorar; y si el precio de creer que las cosas van a mejorar es creer que este señor las va a arreglar, sea. Tampoco pierdo tanto y es que además lo que dice tiene sentido

Y esto nos lleva al cuarto problema: el populismo agrava los problemas que dice querer resolver. No es simplemente que, como podéis ver en el ejemplo de más arriba, en el caso de que el populista llegara al poder e implementara su programa la situación iba a empeorar a medio make-america-gre-youre-making-it-worseplazo porque las cosas no son tan sencillas, al populismo no le hace falta llegar al poder para perjudicar aún más la situación. La sangría de votos que los gobernantes experimentan les fuerza a tomar medidas cortoplacistas pero visibles, a posponer las reformas necesarias pero que solo dan resultado a medio y largo plazo y probablemente supongan un empeoramiento en el corto plazo, para intentar detenerla. En otras palabras, el populismo obliga a todo el mundo, total o parcialmente, a jugar al mismo juego, que es uno en el que todos pierden salvo el populista porque, no importa cuánto populismo se pueda hacer desde el Sistema, el outsider tiene siempre las de ganar(7). ¿Por qué? Porque como nunca ha gobernado «no tiene la culpa de nada» mientras que quienes han tenido el poder sí que la tienen y, lo que es peor, tienen además la culpa de no actuar, o de no actuar con «suficiente decisión», de no aplicar esas medidas tan obvias, tan sencillas, tan de sentido común que presenta el populista y que quien está en el poder sabe que son perjudiciales o, simplemente, imposibles(8).

El populismo no es que simplemente se aproveche de la ignorancia del pueblo llano respecto a la complejidad de la función de gobierno, es que reafirma esa idea. Con esto lo que consigue es que el buen político, el que sí que sabe lo que se puede y lo que no se puede hacer y cómo hay que winston-churchill-bad-quotehacerlo y encima presenta las cosas como son, sea injustamente vilipendiado y despreciado en favor de quien, por desconocimiento o por malicia (y suele ser malicia) le acusa de inacción o incompetencia, de no resolver ya los problemas del ciudadano cuando puede hacerlo entre otras cosas porque, sabe que, como este intente explicarse, su electorado objetivo no va a escuchar la respuesta porque, simplemente, va a ser demasiado larga y compleja. Es el “sí se puede”, el “todo es cuestión de voluntad política”, el triunfo del slogan sobre el debate, del populismo sobre la política. Otra de las razones por las que hay que cortar con estas prácticas por lo sano.

Nos queda una última razón, la más grave y por la que en este momento pienso que, a medio plazo, el conflicto armado es inevitable. Pero sobre la evolución del populismo cuando por fin toma el poder y lo que puede pasar en Estados Unidos y en Occidente en pocos años hablaremos, si os parece la semana que viene.

Salud y evolución,

Arthegarn

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(1) Nota para juristas y aficionados: lo que dicen exactamente esos artículos es que la posesión de bienes muebles adquirida de buena fe equivale al título (464 CC), que la buena fe se presume (434 CC) y que no se puede obligar al poseedor que se declara propietario de un buen mueble a exhibir el título de propiedad (448 CC). Todo el ejemplo está basado en  una discusión de hace unos días en mi muro de Facebook a la que remito a los curiosos porque fue entre abogados, policías, y otros peritos en el tema.
(2) He buscado por Internet pero lo mejor que he encontrado para describirla es este artículo, me sorprende que no tenga su propia entrada en Wikipedia o algo así. Básicamente es una fórmula que predice quien va a ganar las elecciones presidenciales en Estados Unidos usando solo seis factores (siete si contamos el de guerra que no se ha usado desde que se creó la fórmula). Solo se ha equivocado una vez y fue el año de Ross Perot, un tercer candidato que hizo variar mucho el supuesto bipartidista en el que se asienta. Por si os lo estáis preguntando, sí, predijo que iba a ganar Trump y yo lo sabía, pero pensaba que la personalidad del candidato daría al traste con la predicción. En mi defensa, el propio Raymond Fair pensaba tres cuartos de lo mismo. ¡Nadie está libre del pensamiento ilusorio!
(2) Por supuesto, hay poderosos malvados, corruptos y desalmados, pero la inmensa mayor parte de las veces no es por esto.
(3) Me encanta esa escena porque todo, absolutamente todo lo que hace Kevin Kline es imposible, cuando no ilegal, en el mundo real. Está escrita así adrede, por cierto. Si no la habéis visto y tenéis un rato buscadla, en español se llama Dave, Presidente por un Día y es muy entretenida para una tarde de domingo en el sofá.
(4) Me encanta el ejemplo de Silvio Berlusconi, un populista de manual. Utilizó el procedimiento para llegar al poder y luego, una vez en él, si te he visto, no me acuerdo.
(5) O, al menos, que no son aplicables con la facilidad e inmediatez que da a entender.
(6) Que hace todo lo que le dice la Biblia, incluso las cosas que contradicen otras cosas.
¿Os suena? Hablé de esto el mes pasado, en El Corazón, a la Izquierda, pero cuando escribí ese artículo, pese a que usé varias veces la palabra populismo, no fui capaz de identificar correctamente lo que me chirriaba del adoctrinamiento del PSOE a la izquierda  sociológica española. Ahora lo veo mucho más claro, el PSOE lleva décadas haciendo un populismo parcial y de sistema y, como era predecible, ahora se lo está comiendo por los pies un populismo total y extrasistema. Cría cuervos y… patada en los cojones.
(8) Volveré sobre esto en el próximo artículo, pero muchas medidas populistas y populares como, qué se yo, la dación en pago retroactiva, son imposibles de acometer desde el Gobierno porque son ilegales. Porque son anticonstitucionales. Porque violarían derechos fundamentales. En otras palabras: aunque los gobernantes actuales quisieran aplicarlas, que no quieren, no podrían hacerlo.

Lo que se juega Occidente II: Qué es el populismo.

El que haya ganado Trump a me ha abierto los ojos a dos fenómenos conectados. El primero es el ascenso del populismo en Occidente, algo que lleva décadas cociéndose y de algunas de cuyas manifestaciones más próximas llevo quejándome desde hace años sin haber sabido identificarlo correctamente. Este artículo trata del tema y me cuesta escribirlo porque, aunque ya sé que os gusta leerme, me siento como el médico que lleva años tratando con aspirinas a un paciente que se queja de dolores de cabeza y de pronto descubre que el origen de los mismos es un tumor que no ha sabido detectar. Del segundo fenómeno, mucho más peligroso, hablaré más adelante.

¿Qué es el populismo y por qué digo que me preocupa su ascenso? Bueno, yo no he leído a Fernández Liria y admito no tener “ni puta idea de Laclau“ pero por resumir lo que quiero decir, llamo populismo a un medio para obtener el poder político a través del apoyo del “pueblo llano” , también llamado las “clases populares” (Lida), la “clase baja” (Piketty) o ”la gente” (Iglesias). Para obtener este apoyo el populista entra en sintonía emocional con sus electores, reflejando sus deseos y esperanzas, identificándose como “uno de los suyos” frente a quienes ostentan el poder en el momento, que son presentados como una élite distante, y prometiendo dar a sus electores lo que sea que quieren en ese momento (que puede ser pan, paz, trabajo, volver la gloria de tiempos pasados o lo que sea. Adicionalmente el populista usa los conceptos, términos y categorías que el pueblo llano tiene del poder,inigo_errejon_en_argentina_en_2015 la política y la economía, y que son, en general (y siento decir esto) tan simples y básicos que llega a ser erróneos.

Desarrollemos este asunto punto por punto.

En primer lugar, el populismo es un medio para conseguir el poder. Esto es importante porque como medio y no forma de ejercerlo no entiende ni de izquierdas ni de derechas. Puede haberlo a ambos lados(1) del espectro político y es decisión de los partidos y sus líderes si lo van a utilizar o no. Si tenéis alguna sobre lo que digo duda pensad en la España de los años treinta y veréis de inmediato partidos populistas de izquierda, de derecha, y de gente que decía que no era de izquierda ni de derecha. Uno puede pensar que la apelación al pueblo llano hace el populismo necesariamente de izquierdas, pero eso es un error porque el pueblo llano, que en general lo que es es heterogéneo, puede ser perfectamente de derechas, como sabía muy bien Victoria Kent cuando pidió en las Cortes no conceder el voto a las mujeres en 1931(2).

En segundo lugar, intenta conseguir el apoyo del pueblo llano. Huelga decir que el populismo no tiene por qué ser democrático, si consigues el apoyo del pueblo llano siempre puedes (intentar) tomar el poder por las armas, pero considerando de momento que nos circunscribamos al medio democrático y por dejar las cosas claras ¿qué es el “pueblo llano”? Bien, depende de a quien leas, pero me voy a quedar para este artículo con la definición de Piketty de clase baja: el 50% más pobre de la sociedad(3), un conjunto que, si se pudiera monopolizar, daría casi automáticamente la victoria en las urnas (y en las armas, insisto) a quien lo captara.

Esta clase baja, este pueblo llano del que hablamos, tiene muchas características sociológicas (por ejemplo, tiende a ser rural frente a la clase media que tiende a ser urbana y la alta que es urbana casi al 100%) pero en este momento me interesa resaltar una: tiende a carecer de estudios, particularmente superiores. Esto es así porque los estudios piketty_capitalsuperiores suelen dar acceso a trabajos mejor remunerados  que le sacan a uno de la clase baja y porque la carencia de estudios tiende a limitar la vida laboral a trabajos sin cualificación, generalmente mal retribuidos, que garantizan tu permanencia en la clase baja.

Fijaos que digo “tiende a”, esto es crucial. Hay universitarios sirviendo hamburguesas en McDonald’s(4) y hay CEOs que no terminaron la secundaria(5) pero no me negaréis que la tendencia está ahí y que por cada universitario en McDonald’s hay tres en la clase media y que por cada CEO que no terminó la secundaria hay mil con un MBA(6). Por favor, entended que no intento asignar culpas sino intento describir las cosas porque me debo a la verdad. Seré liberal, por ejemplo, pero no tengo problema en describir el círculo vicioso de que las clases populares están menos educadas entre otras cosas porque sus integrantes tienden a no tener los ingresos necesarios para mantenerse durante los estudios y han de ponerse a trabajar cuanto antes cuando al mismo tiempo tienen menos ingresos entre otras cosas porque tienden a no tener los estudios necesarios para trabajos mejor pagados. Y que lo mismo, pero al revés, pasa con la clase alta. Pero a lo que vamos, que no se me da bien hacer de JSW para autojustificarme y de cualquier forma ya hay demasiados.

Lo importante para el asunto que nos ocupa es que esta carencia de estudios superiores hace que el nivel cultural medio del pueblo llano sea más bajo que el del resto de la ciudadanía. Sin que esto quiera decir que son menos inteligentes, la falta de educación hace que su percepción(7) del mundo sea más simple. El ser humano tiende a deducir el funcionamiento del mundo de lo que observa, a buscar en su experiencia causas y efectos y a conectarlos. Pero, al igual que es obvio a primera vista que el Sol giraingenuo alrededor de la tierra porque lo ves moverse mientras tú estás quieto (observación) y hace falta que alguien te diga que es al revés (estudios) para que te deshagas de esa verdad aparente en pos de la verdad genuína, en temas de política, de economía, de gobierno de la cosa pública, las clases populares tienden a ser más ingenuas. Y porque son más ingenuas, porque desconocen la complejidad de los mecanismos del Estado, son también más fáciles de engañar. Y me importa un pimiento si esto es porque nadie les ha explicado nunca nada, porque ellos no se han tomado la molestia de informarse o porque el PP quitó Educación para la Ciudadanía, insisto en que no estoy aquí para asignar culpas sino para hablar del populismo, que es a lo que vamos.

En tercer lugar el populista se presenta como una alternativa a quienes ostentan el poder en el momento, que son presentados como una élite distante que no resuelve sus problemas. Esto tiene mucha, mucha miga porque, como las mejores mentiras, tiene una parte de verdad.

Por mucho que el poder resida en el Pueblo la democracia representativa, liberal, «tradicional», es un sistema dirigido por políticos profesionales y semiprofesionales, provenientes como mínimo de la clase media y generalmente de la clase alta(8). Esto es así porque hace falta tener una cierta formación y conocimiento del mundo para ser un político, no digamos ya un gobernante, mínimamente competente y porque, como ya hemos visto anteriormente, formación y riqueza tienden a ir de la mano. Hasta la institucionalización del movimiento obrero tras la primera guerra mundial la clase alta monopolizaba la política y el gobierno e incluso tras esta la izquierda tiende a elegir sus líderes de entre las clases acomodadas… y tiene toda la lógica que lo haga.

La consecuencia de esto es que la democracia representativa es un sistema básicamente elitista en el que el Pueblo, que no tiene experiencia económica ni capacidad de gobierno y lo sabe(9), delega la gestión de sus intereses en quien sí que las tiene en la esperanza de que lo haga mejor de lo que lo haría él jose-ortega-y-gasset_54405058922_54374916805_576_694en persona. Esto tiene bastante lógica cuando se cuenta así, pero contribuye a producir una identificación en binomio “pobre = gobernado”, “rico = gobernante” que a su vez tiende a producir un, digamos, “desapego” entre gobernantes y gobernados. El segundo es que los gobernantes pueden perder de vista las condiciones de vida y necesidades de los gobernados, entre otras cosas por el WYSIATI pero, en general, en tanto en cuanto los políticos, sean del gobierno o de la oposición, cuenten con la confianza del Pueblo de que están representándoles y defendiendo sus intereses lo mejor posible el sistema puede funcionar. O, lo que es lo mismo, en tanto en cuanto el Pueblo tenga pan(10) el sistema se mantendrá, independientemente de si el partido en el gobierno lo ha logrado subiendo los impuestos para que el Estado compre pan y lo distribuya, bajando los impuestos para que el Pueblo tenga dinero para comprarlo directamente, pidiendo prestado o dejando de de gastar en vino para gastar en pan. Da igual la facción  que ocupe el gobierno y aplique las medidas que crea que son más adecuadas, el asunto es que el Sistema, en si mismo, se mantendrá.

El problema viene cuando el Pueblo no tiene pan.

Cuando digo que el Pueblo no tiene pan en realidad quien no tiene pan son las clases populares, claro, porque para cuando quien no tiene pan es la clase media el Sistema ha reventado. Y cuando no hay pan la percepción es que, primero el partido en el gobierno y pronto toda la élite gobernante («los políticos», «la casta», etc.) no está cumpliendo su parte del trato según la cual yo confío en ti para que me gobiernes y tú te aseguras de que tenga pan. A menos que esta élite sea capaz de explicar de forma convincente por qué, las clases populares perderán la fe en ella y la gente se sentirá sola, ignorada, desamparada, sin nadie a quién votar(11). Esto generará malestar, frustración, inquietud social y, finalmente, la desesperación que lleva a disturbios y revoluciones.

Cuando el Sistema pierde la confianza de los ciudadanos pueden ocurrir tres cosas: (i) que el Sistema sea capaz de recuperarse y las cosas vuelvan a la calma, (ii) que1600c4aefba27baf854cce99b92d0a35 pierda  toda legitimidad y haya una revolución de algún tipo, o (iii) que una nueva élite dirigente se haga con la confianza de los ciudadanos y pase a ser su representante y/o gobernante. Caeteris paribus, cualquiera que en estas circunstancias se postule como líder sin experiencia pero sin contaminación recibirá más confianza que un líder con experiencia pero percibido como un incompetente o un traidor, como el causante de los males que nos afligen. Aunque sea por asociación. A principios del siglo XX surgieron estos nuevos líderes, estos nuevos movimientos populares y a principios del siglo XXI está pasando lo mismo sin que en ninguno de los dos casos sea una buena noticia, como veremos más adelante.

Por último y precisamente por el público objetivo al que se dirige y las circunstancias en las que surge, el discurso se hace hablando al corazón de la gente, no a la cabeza, aunque en realidad esto no es así. La frase transmite lo que quiero decir de forma intuitiva, pero es desafortunada, Me explico.

Lo de hablar al corazón y no a la cabeza, lo de “entrar en sintonía emocional” que decía en la introducción, no es exclusivo del populismo. Ya he dicho alguna vez que en estas cosas la única forma de vencer es convencer y que para conv1_flbwgovencer no basta la fuerza bruta de la razón sino que hay que producir en nuestro interlocutor la sensación, la emoción de que tenemos razón, y que estas cosas son dominio del corazón y no de la cabeza. Uno siempre escucha con el corazón, lo que hace el cerebro es poner barreras de entrada para que nadie pueda convencerte facilmente de algo que suene bonito pero sea falso. Cuanto más sabe alguien sobre un tema más altas y más sólidas son estas barreras y pronto llega el punto en el que la discusión tiene mucho más que ver con franquearlas que con otra cosa. Una vez construida una torre de asedio(12) intelectual lo suficientemente alta y sólida nuestros razonamientos pueden acceder al terreno en el que podemos intentar convencer, pero hasta que no superamos las objeciones, dudas y contraargumentos de nuestro interlocutor esa opción simplemente no existe.

Lo que quiero decir con esa frase es que desde el punto de vista de alguien que sabe de política el populismo parece hablar al corazón y no a la cabeza porque carece de argumentos racionales y coherentes. El populista habla en unos términos y sobre un mundo tan simplificado, tan aparentemente cierto pero evidentemente falso para quien lo conoce que, cuando ves lo bien que funciona, tiendes a pensar que tiene que haber encontrado una forma de “saltarse” las barreras intelectuales y hablar directamente al corazón. Si la gente pide pan, el populista les prometerá pan, así de fácil. No les dirá que hará todo lo posible para que tenga pan ni se enzarzará en explicar por qué la coyuntura macroeconómica hace complicado el aprovisionamiento de pan, ni siquiera les hablará del pan para hoy y el hambre para mañana. Les prometerá pan, punto, y les dirá que la única razón por la que no lo tienen es por los incompetentes o los malvados que están en el poder. Que sí se puede. Que lo que pasa es que no hay voluntad política. Y la gente se lo creerá porque no tiene la formación necesaria para ver por qué las cosas no son así y, sobre todo, porque es lo que quiere creer. Volveré sobre esto más adelante.

No es que el populista hable directamente al corazón, es que las murallas intelectuales de su público son mucho más débiles y bajas que las de la élite dirigente, que tiende a pensar que todo el mundo es más o menos como ella y ni selion-king-beams-of-light le ocurre decir esas barbaridades porque no cuelan. WYSIATI otra vez. Lo que es más, como el populista habla al pueblo llano en su lenguaje, dentro de su marco de referencia y usando sus contactos le dice lo que ya cree que sabe y por lo tanto no tiene que superar barrera alguna. Cuando no me vas a venir a convencer de nada sino que estamos de acuerdo la puerta está abierta. Y cuando estamos de acuerdo en que las cosas van mal y que la culpa es de aquellos resulta muy fácil creer que en tus manos está la solución, oh líder preclaro e incorrupto, y a nadie se le ocurre pensar que si las cosas fueran tan sencillas, si las soluciones fueran tan evidentes, la élite dirigente ya las habría aplicado. Aunque solo fuera por autoconservación.

«Pero, Arthegarn» habrá quien diga «es que eso lo hacen todos los políticos. ¿Por qué  cuando lo hacen los políticos está bien pero cuando lo hacen los que no son políticos son unos populistas? ¿Qué tiene de malo?» Bien, en primer lugar siempre está mal y no hace ni un mes que he comentado los problemas que trae usar este tipo de artificios. Pero es que además ni es lo mismo ni tiene los mismos motivos y repercusiones, como analizaremos en el próximo artículo.

Hasta entonces,

Arthegarn____________________

(1) Independientemente, y no me cansaré de repetirlo, el hecho está en que hoy en día hablar de izquierdas y derechas como la principal – y no digamos ya la única – forma de interpretar la política me parece ver la vida en blanco y negro. En primer lugar porque la cantidad de ejes sobre los que se puede mover el pensamiento político son muchísimos más: centralismo-descentralismo, liberalismo-estatalismo, nacionalismo-internacionalismo, conservadurismo-reformismo-revolucionismo, así que se me ocurran de repente (¡y sin meterme en doctrina económica)… y en segundo lugar porque ver las cosas así promueve el bipartidismo antagónico de pensamiento único. Así, por ejemplo, como en España la derecha defiende la unidad de España ya desde antes de la Guerra, la izquierda ha terminado con un discurso federalista y nacionalista periférico que tiene muy poco que ver con el internacionalismo que se le supone. Hoy en día en España parece que hay que elegir entre defender la unidad de España o ser de izquierdas y eso no debería ser así – de hecho no es así. Pero divago…
(2) Lo de que una mujer abogue en el parlamento retrasar el reconocimiento del derecho de voto a las mujeres porque es que van a votar algo que no me conviene siempre me ha parecido un acto de supremo cinismo.
(3) Tengo que decir que yo voy más allá que Piketty y tiendo a pensar no en el 50% más pobre sino en el conjunto de ciudadanos cuyas rentas suman el 50% de la renta nacional. Esto es muy distinto a “la mitad más pobre de la sociedad” porque para calcular la mitad más pobre de la sociedad ordenas a todo el mundo según lo que ganan y haces dos grupos con el mismo número de personas, mientras que lo que yo hago es hacer dos grupos con la misma suma de rentas. Esto quiere decir que en una sociedad de igualdad perfecta, y solo en esa, serían justo la mitad; pero como vivimos en una sociedad de ricos y pobres (y superricos, pero eso es otro tema) el número de personas cuyas rentas suman el 50% de las rentas de la sociedad empezando por los más pobres es superior (muy superior), al número de personas que cumplen esa condición pero empezando por los más ricos. Si no lo ves, que es un tanto farragoso, y te interesa entenderlo, deja por favor un comentario y lo explico con ejemplos.
(4) Cuando estábamos en la Universidad mi hermana Eva, que estudiaba Ingeniería Aeronáutica Superior, y yo, solíamos contar aquel chiste que va “¿Qué le dice un abogado a un ingeniero? – ¿Quiere patatas y bebida grandes?” Por alguna razón nunca fui muy popular en Derecho. Sería el apellido.
(5) No lo digo por decir. Uno de mis mejores amigos no se terminó la secundaria y hoy en día es el socio único de un holding de empresas que ha creado de la nada más absoluta y que vale millones de euros. Hace unos años estuvimos en su piso de Ibiza y me di cuenta de que tenía más de lo que ganaba yo en un mes en botellas de champán. En la nevera. En la puerta de la nevera.
(6) Si, a pesar de todo alguien no cree que esta tendencia exista, puede consultar en Eurostat (aquí la tabla de 2014) o en los estudios del Ministerio de Educación al respecto, (aquí el del año pasado).
(7) Voy a usar bastante a menudo esto de la percepción popular así que voy a explicarlo. A nivel tanto psicológico como sociológico para crear una imagen del mundo es más importante que algo sea percibido como X que que realmente sea X. En ambos niveles de la actividad humana las decisiones se toman basándose en la experiencia y la memoria, ambas basadas en la percepción, que es imperfecta. No me quiero alargar demasiado y hay entre mis lectores gente que sabe mucho más que yo de esto, pero es importante que os deis cuenta de que para confiar en alguien no hace falta que sea, por ejemplo, honrado, sino que creas que es honrado, que le percibas como honrado. Para asignar la categoría de «bueno» a algo nos vamos a basar en nuestra experiencia y (como mucho) conocimiento teórico de ese algo, pero eso no quiere decir que vayamos a acertar siempre. Algunas veces nos engañan y otras (las más, aunque cueste reconocerlo) nos equivocamos. Aparte de lo dicho quiero dejar claro que cuando digo que algo es percibido como X en vez de decir que es X no estoy insinuando que en realidad no lo sea. Estoy queriendo decir que quizá lo sea o quizá no pero que lo importante para el razonamiento no es si lo es, sino si es percibido como tal. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa la élite dirigente fue, sobre todo fue, objetivamente, incapaz de dar respuesta a los problemas y las demandas del Pueblo; no se trató solo de una percepción.
(8) Sigo usando las definiciones de Piketty, que por “clase alta” entiende el 10% más rico de una sociedad. Por si tenéis curiosidad, hablando de ingresos en 2015 (último dato del que dispongo) la “clase baja” estaba compuesta por los que cobran menos de 19.161 euros brutos anuales (1.315 netos en 12 pagas) y la clase alta por los que cobran más de 41.088 (2.528). Si habláramos de riqueza y no de rentas la clase baja serían los que poseen menos de 80.000 euros y la alta los que poseen más de 800.000 Piketty establece una última clase, la “clase dominante”, el 1% más rico, que serían los que ganan más de 68.500 al año / tienen un patrimonio de más de 3.750.000 euros.
(9) Cuando Ortega habla de la Rebelión de las Masas habla precisamente de esto: de la masa que no tiene experiencia ni capacidad de gobierno negando este hecho y asumiendo que cualquiera puede gobernar siempre que sea elegido por el Pueblo. Como el gobernante, por ser legítimo, fuera omnisciente, acertado y competente. Pues no. Un gobernante legítimo es precisamente eso, legítimo, y será tan eficiente como su integridad, formación, experiencia y equipo le permitan y ni un ápice más.
(10) Por “pan” entendemos unas condiciones de vida que considera aceptables. Hoy en día esto ya no es pan, es pan, circo, vino, trabajo, sanidad, enseñanza y la perspectiva de un futuro mejor para sus hijos. Y es bueno que sea así.

Lo que se juega Occidente I: Trump

¡Qué bien le viene a uno de vez en cuando un cubo de agua fría!

Tú que me conoces, amigo lector, sabes que no soy intelectualmente complaciente. O, bueno, al menos hago lo que puedo. Siempre estoy intentando aprender más, cuestionándome lo que sé, leyendo la prensa y los libros “del otro lado” y cada cierto tiempo cuestionándome los axiomas sobre los que baso mi cosmovisión. Bueno, pues ni así. El triunfo de Trump me ha cogido en calzoncillos por no decir en cuclillas. Mirando hacia atrás puedo decir que me resultaba inconcebible. Oh, sí, intelectualmente podía concebirlo, por supuesto, pero como una posibilidad teórica. También me resulta concebible que si suelto una piedra esta se mantenga en el aire porque existe la posibilidad teórica de que todas sus moléculas vibren hacia arriba en vez de cada una por su lado y flote como por arte de magia, pero en realidad , en mi fuero interno, que si suelto una piedra lo que va a hacer es caer. Bueno, pues un nivel de convencimiento similar, emocional, íntimo,the-donald-trump-triumph-the-world-is-surprised-i-am-not-elsieisy-blog es el que tenía de que Trump no iba a ganar. Porque no podía ganar.

Y tanto que yes we can

¿Y por qué me ha pasado esto? Bueno, mirando hacia atrás es bastante fácil verlo. Tengo tanta admiración por la democracia estadounidense, por su separación de poderes, por sus checks and balances y por su cultura democrática, que pensaba que era imposible que un bufón populista y totalitarista como él pudiera engañar de esa forma a la gente. Si es que se le ve venir a la legua, hombre, ningún demócrata que sepa lo que hace lo va a querer como representante suyo, muchísimo menos le va a delegar el supremo poder ejecutivo. En España, donde somos una democracia joven y tenemos un Pueblo que mayoritariamente aun no ha entendido qué es esto de la libertad sí que podría ganar, pero ¿en Estados Unidos? ¡Vamos, hombre! Alguien como él tendría más posibilidades sentándose a la orilla de la Cuenca Tidal a ver si de sus aguas surgía Michelle Obama y le tiraba una cimitarra(1). Si es que lo tiene todo: engreído, inculto, machista, pijo, racista, rico por su casa, xenófobo…

Claro que, ¿en qué me basaba para pensar eso? ¿Acaso los estadounidenses nunca han elegido presidentes así? ¡Eligieron a Bush Jr., por favor! No, la verdad es que cuando crees que tienes razón y puedes explicarte a ti mismo por qué la tienes de forma convincente hace falta una motivación externa lo suficientemente fuerte como para sacudir tu complacencia para cuestionarte (o volver a cuestionarte) las cosas y cuando externamente lo que tienes es el refuerzo de que ninguno, pero es que ninguno de los estadounidenses que conoces piensa votarle ni de lejos y que muchos están haciendo campaña activa en su democracia-y-totalitarismo contra… pues WYSIATI(2) como la copa de un pino.

La verdad es que me había olvidado totalmente de lo que es la democracia en realidad. Llevo tanto tiempo luchando por que en España tengamos una democracia de verdad y no esta especie de libertad vigilada, y últimamente he estado tan preocupado por defenderla de quienes confunden la democracia con la democracia orgánica, que la he sacralizado un tanto. En mi mente había pasado casi a ser un fin en vez de un medio, pero allí no. Allí los fines son la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad y la democracia solo es el medio por el que deriva el gobierno sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados. Y lo que quieren de los políticos no es que salvaguarden la democracia y la separación de poderes, lo que quieren es que les resuelvan sus problemas, o al menos que les den los medios para resolverlos ellos. Quieren sentirse escuchados, sentirse representados, quieren sentir que hay perspectivas de un mañana mejor para ellos y para sus hijos y les da lo mismo si eso – y fíjate, querida lectora, que hablo de sentimientos y no de realidades – se lo da alguien que recuerda a más a Stalin que a Roosevelt. La democracia está tan enraizada, tan segura, tan lejana es la tiranía que no se van a preocupar de que este o aquel candidato venga con unos discursos raros o unas formas extrañas. La libertad está tan segura y tan dada por descontado que es inconcebible que Estados Unidos se convierta en un régimen totalitario.

Inconcebible. ¿De qué me suena esa palabra? (Continuará.)

Arthegarn_________________

(1) O, más apropiadamente, una espada mameluca.
(2) Ya lo he comentado alguna vez, pero el WYSIATI es un sesgo cognitivo consistente en pensar que no hay nada más allá de lo que tenemos a nuestro alrededor (What You See Is All There Is). Como todos los estadonidenses que conozco se comportaban de una forma deduje que todos los estadounidenses se comportarían de la misma, sin darme cuenta de que los estadounidenses que conozco son todos cultos, educados, en su inmensa mayoría liberals y en su inmensa mayoría con suficiente dinero como para haber pasado largos periodos de tiempo en Europa, algo que no define a la mayoría de los estadounidenses sino, más bien, a una minoría concreta. Si mis amigos fueran una muestra representativa de los Estados Unidos habría la moda fúnebre haría estragos en el mundo, por ejemplo.