Memoria y balance de 2017

Se acerca el fin de año y, una vez más llega el momento de hacer balance del año que acaba y propósitos para el año nuevo.

Propósitos que me marqué para 2017:

  • Reorganizar mi vida profesional: Conseguido. En efecto, en febrero dejé  mi puesto en Cerberus y me fui a otro de mucha más responsabilidad (pero el mismo sueldo, es que en Cerberus pagan muy bien) en Asgard Homes. Es un cambio muy importante en mi vida profesional porque dejo el tipo de puesto auxiliar que tan bien se me ha dado estos once años y vuelvo a lo que yo llamo «el equipo productivo», los que verdaderamente se dedican a cumplir la misión de la empresa y sobre los que directamente recae su éxito o fracaso. Todo un reto, pero de los de verdad.
  • Trabajar menos horas. Fracaso estrepitoso. Mira que yo pensaba que sería difícil trabajar más de lo que trabajaba en Cerberus… pues lo he conseguido. Esto de ser Vice President queda muy bien en las tarjetas, pero la verdad es que entro casi todos los días a las ocho (o antes) y salgo como muy pronto a las siete. Y encima he tenido menos vacaciones y ahora sí que tengo que tener a todas horas un ojo en el correo electrónico. Trabajo una verdadera burrada ahora mismo.
  • Seguir haciendo ejercicio No conseguido aunque tengo una excusa decente y es que no me he decidido a entrar en ningún gimnasio porque la empresa ha estado todo el año a punto de cambiar de localización y me parecía una tontería pagar para estar solo un par de meses y luego tener que buscar otro gimnasio y volver a pagar. Y yo el ejercicio lo tengo que hacer por la mañana antes de la oficina porque… porque nunca sé cuando salgo.
  • Bajar mi consumo medio de alcohol a 5 UU.AA diarias: No conseguido aunque he rebajado mi media de 7,23 a 6,43 (es decir, de litrona y media a cuatro tercios diarios) que ya es algo. Hay que decir, además, que este año he tenido unos meses de «última juerga» que han sido muy destroy y han subido mucho la media.
  • Escribir una entrada de blog a la semana. Otro fracaso estrepitoso. Contanto este he escrito ocho miserables artículos en todo 2017. Diría que el trabajo no me deja tiempo, pero en realidad lo que no me deja son fuerzas.
  • Leer al menos un libro al mes. Milagrosamente, conseguido. Este año me he leído Dark Allies, Requiem, Restoration y Renassiance de la saga de Star Trek: New Frontier de Peter David, la saga completa de Víctor Ros de Jerónimo Tristante (El Misterio de la Casa Aranda, El Enigma de la Casa Calabria, El Caso de la Viuda Negra, La Última Noche de Víctor Ros y El Gran Robo del Oro Español), La Red Oscura de mi amigo Eduardo Casas (que os sigo recomendando aunque no sea novela), Los Huevos Fatídicos de Bulgakov (que está muy bien pero no es El Maestro y Margarita) y me he releído Thief of Time y Feet of Clay. Todo muy facilito, ya sé, pero es en el capítulo de lecturas serias estoy con From Bacteria to Bach and Back, el TractatusEl Camino a la Realidad (y este es tan exigente que no me he atrevido con él en inglés) y llevan mucho tiempo – y requieren bastante concentración.
  • Seguir ahorrando. Conseguido. Conseguido brutalmente, añadiría. Es cierto que este ha sido un año muy bueno y que cuanto más ganas más te sobra para ahorrar, pero echando cuentas entre amortizar hipoteca, el plan de pensiones y lo que tengo invertido he ahorrado para mi sorpresa aproximadamente el 70% de mis ingresos netos. Es para replantearse si de verdad es necesario que me rompa la crisma trabajando como lo hago… Mmmm… Sí, sí, es necesario.
  • Traer esos nuevos Izquierdo al mundo: No conseguido. Palo brutal, por cierto, del que hablaré más adelante.

Cosas buenas de 2017:

  • Ana y punto pelota
  • La vuelta a España de Zalasa, que pone fin (¡espero!) a la emigración de mis hermanas por motivos laborales. Ya volvemos a estar todas.
  • Mi vida profesional. Ya he hablado del cambio que he hecho y que es todo un reto pero, sobre todo, una gran oportunidad. Los compañeros son muy buenos y hay una cierta sensación de «familia» que no había en Cerberus, probablemente porque estamos sacando entre todos un proyecto titánico y sufrir bajo el mismo yugo, quieras que no, une.
  • Haber podido ayudar a mi familia y a mis amigos cuando lo han necesitado. De las coass más gratificantes de lo que consigo deslomándome a trabajar.
  • La vuelta a España de Vieja Bruja y Ercole, que llevaban ya años queriendo hacerlo. La verdad es que he echadoi muchísimo de menos a Vieja Bruja todos estos años y quedar con ella para hacer cosas culturetas oscuras e irnos a un concierto de Collection D’Arnell Andrea o a ver Tío Vanya en montaje alternativo o a doscientas mil planes que podría haber habido y que no hubo, pero que habrá.
  • Corpus y Kia, que se han venido a vivir a Vallecas y son unos amigos maravillosos. Particular mención merecen las cervezas políticas con Kia en Las Aguilas durante lo peor de la crisis catalana, con él hablándome en catalán y yo a él en inglés, ante la estupefacción de los viandantes y camareros. Lest we forget.
  • Mi grupo de política de WhatsApp. Os parecerá una chorrada pero son todos gente lista e informada con la que disfruto discutiendo.
  • El nacimiento del Foro de Nevershire. Y es que a rey muerto…
  • Ver que los amigos que merecen la pena luchan por mi amistad aunque la hayan cagado un tanto, revalorizando la relación; y que los que no merecen la pena se pierden en el ocaso sin pena, gloria, lágrimas ni fanfarrias.

Cosas malas de 2017:

  • Perder a Cayo y Claudia. No fue muy publicitado pero en otoño Ana y yo perdimos nuestro primer embarazo y fue un palo terrible para los dos – y parte de la culpa de que mi media de alcohol no haya bajado lo que debía. Tuvimos muy mala suerte, la verdad, y esperamos que la próxima vez salga todo bien, pero me parte el corazón pensar que nunca llegaré a conocerlos. Es lo malo que tiene esto de ser coherente e íntegro y tener la idea de que la persona existe desde que existe su irrepetible cadena genética; si pensara en los embriones o en los fetos como cosas no lo pasaría tan mal, pero para mi eran mis hijos y se ido casi sin vivir.
  • La crisis de Cataluña. Soy un experto en encontrarle el lado positivo a las cosas, pero es que esto es malo. Malo, malo, malo, malo, malo, de lo peor que le ha pasado a España al menos desde el 11-M. No tiene lado bueno, ni siquiera las últimas elecciones con victoria de Ciudadanos y desplome de Podemos. Es un maldito desastre de dificilísima solución que probablemente se cierre en falso y se infeste más todavía. O se recupera la cordura y se vuelve al marco legal o lo peor está por venir.
  • Los atentados en Cataluña, que no tienen nada que ver con lo anterior pero fueron otro palo que probablemente tuvieran que ver, encima, con que perdiéramos a Claudia y Cayo. Casi en el mismo capítulo debería decir «Trump», sobre todo por la retirada del Acuerdo de París, pero, mira, paso.
  • Mi vida profesional. Me pasa lo mismo que el año pasado: gano mucho dinero y todo lo que quieras, pero trabajo muchísimo, muchísimas horas, y este año, encima, con un nivel de estrés que había olvidado que se podía tener.

Propósitos para 2018:

  • Hacerme un viaje a Barcelona fundamentalmente para conocer en persona a un  nutrido grupo de gente que es de allí y que, a diferencia de Corpus y Kia, no se vienen a vivir a Vallecas. Todavía
  • Hacerme un viaje a Londres aunque eso está garantizado si se mantienen ciertos planes de boda de los que no hablo porque no sé como son de públicos. Allí también tengo una colección de amigos y amigas a los que me gusta ver todo lo posible y este año no he podido ir.
  • Volver al ejercicio regular hasta los 150 días al año.
  • Bajar mi consumo medio de alcohol a 2.5 UA diarias, o sea medio litro de cerveza. Seguro que pensáis que es muy ambicioso y que no lo voy a conseguir, pero yo creo que sí.
  • Escribir una entrada de blog cada quince días. Seamos realistas…
  • Leer al menos un libro al mes.
  • Terminarme los tres libros «duros» con los que estoy.
  • Seguir ahorrando.
  • Y traer por fin esos nuevos Izquierdo al mundo.

Veremos como se da todo. De momento, felices fiestas, y feliz 2018 a todos.

Abrazos,

Arthegarn.

 

Memoria y balance de 2016

Se acerca el fin de año y, una vez más llega el momento de hacer balance del año que acaba y propósitos para el año nuevo.

Propósitos que me marqué para 2016:

  • Seguir haciendo ejercicio regularmente: Conseguido. He hecho más ejercicio este año que el anterior, más exigente, y me ha costado menos.
  • Cumplir mi plan de adelgazamiento ligado al alcohol. No conseguido, pero fundamentalmente porque he perdido bastante peso y dejó de tener sentido.
  • Escribir una entrada de blog a la semana. No conseguido. A lo que añado ja, ja, ja. Es dificilísismo, cada vez necesito más tiempo para escribir lo que quiero decir porque quiero ser exhaustivo y al final acabo no escribiéndolo. Me da una cierta envidia sana Eduardo, quien entre sus dos blogs y sobre todo sus estados expandidos de Facebook no tiene este problema. Cuando tiene una idea la desarrolla en siete párrafos y listo, que el debate matice lo que quiere decir y lo que no.
  • Reunir el Circle of Vicious Philosophers una vez al mes. No conseguido, pero entre otras cosas porque en junio dije que dejaría de organizar las reuniones y como era de esperar nadie ha cogido el testigo.
  • Leer un libro al mes. Conseguido, pero haciendo la media y gracias a CP y sobre todo a Mithur que me descubrieron The Expanse y es que cuando te lees cinco libros en quince días es muy fácil llegar a doce en el año. Los otros que han caído, por cierto, han sido The Shepherd’s Crown, The Last Hero, The Colour of Magic y The Light Fantastic (relecturas), Los Huevos FatídicosEl Maestro y Margarita (relectura), The Tipping Point y El Capital en el Siglo XXI (que me ha llevado casi un año y del que tengo que escribir una reseña como sea).
  • Seguir ahorrando. Conseguido. Entre el piso, el plan de pensiones y el fondo he ahorrado algo más del 65% de mis ingresos netos. Hay que ver lo que cambian los números cuando la vivienda deja de ser gasto y se convierte en ahorro…
  • Reproducirme de una vez: No conseguido pero en buen camino. A la vista de lo visto Ana y yo ya hemos ido al médico y esperamos conseguirlo este año por las buenas o por las malas.

Cosas buenas de 2016:

  • Mi relación con Ana, que siento últimamente que ha pasado a otro nivel. A nivel emocional no necesito nada más que estar con ella y abrazarla y verla sonreir para sentirme feliz. Doce años son muchos años…
  • Nevershire. O sea, nuestra casa. Nos gusta, no nos ha dado malas sorpresas, los vecinos son majos, el patio mola y da todo el juego que esperábamos y no veas lo bien que se está en invierno con la chimenea bebiendo un vinito y arrebujados en el sofá.
  • Mi vida profesional. Pues qué queréis que os diga. En enero me volvieron a subir el sueldo (¡más de un 25%!), mis jefes en Londres confían en mi y me valoran y he tenido dos ofertas (una por headhunter y otra por LinkedIn) para cambiar de empresa y otra interna para irme a Londres, que rechacé en octubre tras mucho meditarlo. Lo mío me ha costado llegar a donde estoy pero, las cosas como son, soy de los mejores de España en mi trabajo y ya no es que lo sepa yo como cuando estaba en Vestas, es que lo sabe el mercado.
  • Mis nuevas amigas. Así como quien no quiere la cosa he afianzado mucho mi relación con Pandora, he conocido más a fodo a Shera y Mystico, y conocido a secas a Corpus y Kia. Y me caen todas muy bien y me lo paso muy bien con ellas. Me encanta tener relaciones que andan más cerca de la veintena que de la cuarentena, me mantienen joven y de buen humor. Y no olvidemos a Moreno, que merece mención aunque sea amigo desde hace mucho.
  • Lo que he ligado. Me siento Amy Farrah Fowler, ojalá pudiera irme a mi yo de secundaria a decirle que sí, oye, que el asunto mejora con el tiempo. O a mi yo de la Universidad para decirle que ya ligaría con universitarias en unas décadas. Tener mi edad y sentirse atractivo y deseable (y no solo sentirlo sino tener pruebas… am… «tangibles» de serlo) por chicas no solo inteligentes y guapas sino encima con veinte años menos que yo es… Pues es genial, qué queréis que os diga.
  • Mi primera ópera. A muchos os sorprenderá esto sabiendo como soy, pero no había ido a la ópera hasta la semana pasada pese a lo que me gusta. Y he descubierto que (como era de esperar) en directo me gusta aun más.
  • Las vacaciones con Ana en Canarias y, por fin, en Benidorm. Doce años llevaba sin ir a Benidorm, oiga…
  • Rogue One. ¡Ya era hora, caray! Star Trek: Beyond tampoco estuvo nada mal, pero hay que quitarse el sombrero con Rogue One.

Cosas malas de 2016:

  • Darme cuenta de que cierta gente no me aporta lo que me cuesta y mandarla a la mierda. Si el año pasado me impuse a mi mismo permitir que mi más vieja y querida amiga se alejara de mi si le daba la gana en vez de salir corriendo detrás de ella, en 2016 he redefinido a la defrensiva tres relaciones con gente a la que quiero y aprecio pero que llevan aparejado un precio emocional demasiado alto. Son relaciones de muchos años, en algún caso condenadas a mantenerse con otro formato, con gente que, por ser como son, me hacen daño una y otra vez y que (i) ni se aperciben (ii) ni, cuando se les explica el asunto, muestran arrepentimiento ni propósito de enmienda. Gente que opina que el problema lo tengo yo, que soy demasiado sensible o demasiado inflexible, no ellos, y que reivindica su derecho a ser como es. Y lo tiene, desde luego, pero ya he decidido que lo tiene en su casa, no en la mía; que cuando el balance de una relación es emocionalmente negativo lo que tengo que hacer es distanciarme. Es lo que tengo que hacer y está compensando, pero me sigue dando pena haber terminado así.
  • Mi trabajo. Sí, gano mucho dinero(1) y todo lo que quieras, pero trabajo muchísimo, muchísimas horas, y con mucho estrés. Salgo de casa a las siete y cuarto y suelo volver pasadas las nueve con las fuerzas justas para cenar un poco, charlar algo con Ana, verme un capítulo de algo (a veces dos) y meterme en la cama a las once como muchísimo. Y ya no tengo treinta años como cuando tenía tres trabajos, me hacía 125 kilómetros al día y me quedaban ganas de juerga todas las noches. Me canso, me estreso, me sale psoriasis y mis amigas me dicen que estoy a la que salta.
  • El fin del Circle of Vicious Philosophers, actividad a la que la verdad es que tenía mucho cariño pero que está claro que, como me temía, si no la muevo yo no la mueve nadie y es que es muy fácil minusvalorar el tiempo y esfuerzo que costaba el asunto. Así es la tragedia de los comunes
  • El ascenso del populismo personificado en el triunfo de Trump y, en menor medida, en el Brexit y del que ya estoy hablando en Lo que se Juega Occidente. Es un asunto que me preocupa muchísimo y con el que espero francamente estar muy equivocado.

Propósitos para 2017:

  • Reorganizar mi vida profesional y hasta aquí puedo leer.
  • Trabajar menos horas. 
  • Seguir haciendo ejercicio regularmente hasta los 150 días al año.
  • Bajar mi consumo medio de alcohol a 5 UU.AA diarias, o sea un litro de cerveza.
  • Escribir una entrada de blog a la semana.
  • Leer al menos un libro al mes.
  • Seguir ahorrando.
  • Y traer por fin esos nuevos Izquierdo al mundo.

Veremos como se da todo. De momento, felices fiestas, y feliz 2017 a todos.

Abrazos,

Arthegarn.

(1) Me da pudor decir esto y, debido a la empresa en la que trabajo y a lo que cobran mis compañeros, me sale decir «aunque tampoco tanto» o algo así. Pero la verdad es que, objetivamente, estoy en el famoso 1% así que decir que «tampoco gano tanto» es un puñetero insulto a muchísima gente y no pienso hacerlo. Gano más de lo que nunca pensé que ganaría y si os preguntáis por que no voy por ahí en Lexus la razón está ahí arriba: vivo muy tranquilo por debajo de mis posibilidades, muchas gracias.

6/6/6

Si tuviera que elegir el día más importante de mi vida profesional lo tendría claro: el seis de junio de 2006. El seis del seis del seis. Ese fue mi primer día en Clifford Chance, el despacho que lo cambió todo y en el que empecé, por segunda vez, mi carrera profesional tras el famoso annus horribilis.

Recuerdo que el año había empezado con el primer trabajo decente en lo que se me hizo una eternidad: un puesto de back office en la Banca Rothschild, fijo tras los inevitables seis meses de prueba por 18.000 al año. Y estaba tan contento yo en el banco cuando me llamaron de Hays para decirme que había un proceso en un despacho internacional de abogados para el que querían presentar mi candidatura. Yo ya no estaba en búsqueda activa, pero hacer un par de entrevistas nunca viene mal y, quien sabe, quizá pagaran más y mejor, así que les dije que la presentaran. Esa misma tarde hice mi due diligence (entonces no sabía que se llamaba así) y me estuve informando sobre el despacho en Internet.

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Clifford Chance posando tras el proyecto Brick

Salí impresionado, claro. Me di cuenta de la oportunidad que representaba aquel proceso en términos profesionales y mi actitud cambió totalmente, pero no podía ni imaginar lo que iba a significar en términos personales. Recuerdo que las pruebas técnicas y las dos primeras entrevistas, con RR.HH., me salieron muy bien, casi clavadas, y que me pasaron en seguida a entrevistarme con el socio del departamento de «Financiero». Tuve buen feeling en la entrevista pero no salí del todo convencido y tenía razón porque al socio no le había convencido tampoco.  Pero, como Clifford Chance es Clifford Chance, cuando terminó al entrevista cogió el teléfono y llamó al socio director de Inmobiliario y le dijo «Alfonso, acabo de entrevistar a un tío que no es mi tipo pero que me da en la nariz que es exactamente lo que tú estás buscando, ibais a congeniar de maravilla, llámale.» Y, en efecto, a la mañana siguiente me llamaron de Hays diciendo que tenía otra entrevista con otro socio y allí que me fui.

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Alfonso y yo, en mi último día en C.C.

Es difícil de explicar lo bien que me cayó Alfonso desde el minuto uno, pero para daros una idea, la entrevista duró cerca de una hora durante la que hablamos del puesto diez minutos y pasamos el resto del tiempo hablando de los libros que leíamos y charlando de lo humano y lo divino. Ni siquiera hablamos en inglés. Salí pensando que me lo llevaba y, en efecto, no me había ni alejado doscientos metros cuando me llamaron de Hays diciendo que el puesto era mío.

No podía creer mi buena suerte. En aquel momento solo pensaba en que era una oportunidad y en que encima iba a cobrar un tercio más de un salario ya de por si digno con el que ya me había acostumbrado a vivir pero, en realidad, lo mejor estaba por venir. Gracias a Alfonso, a quien admito que aun tengo en un pedestal pero es que resulta que es uno de los tíos más inteligentes, simpáticos, amables y de buen corazón que he conocido en mi vida(1), entré en contacto con lo que es una organización y una empresa de élite, una organización que busca a los mejores trabajadores (hasta para hacer fotocopias) y que, como sabe que son los mejores, los trata bien para que no se vayan a otra empresa de élite que les está buscando. Experimenté de primera mano el ciclo virtuoso del trabajo, ese del que hablaba en mis clases de Project Management en la UAX sin haberlo conocido de primera mano y que tanto me abrió los ojos sobre lo que podrían y deberían ser las relaciones entre empleado y empleador.

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El equipo de Inmobiliario casi al completo.

Y conocí a un grupo de gente formidable, el equipo de abogados de Real Estate de Clifford Chance en el más tonto era controlador aéreo. Profesionalmente sus carreras hablan por si mismas, los que no siguen en Clifford son ahora los socios de Inmobiliario de algunos de los despachos más importantes de España (mención especial para Guillermo por aquello de salir del Madrid y entrar en el Barça) o dirigen departamentos legales en grandes empresas, pero es que, además de ser grandes abogados internacionales y listos como ellos solos eran todos, y lo siguen siendo, grandes personas. Gente que me enorgullece día a día que me consideren su amigo y que, honestamente, aun me sorprende un poco que lo hagan y que vengan a mis saraos y a mis cumpleaños y hasta se vistan de negro para hacerlo. Gente como Roweena, cuyo nombre no voy a dar porque es muy, muy discreta, pero que quizá sea la mujer más extraordinaria que conozco; o como Julieta, que es una luchadora de campeonato que nunca, nunca se da por vencida – y siempre acaba consiguiendo por lo que lucha. Y gente como MariJose.

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Marijose, una profesional como la copa de un pino.

MariJose, mi «compi» con la que compartí cubículo todos aquellos años. MariJose, que ya estaba profesionalmente de vuelta de sitios de los que yo ni había oído hablar. MariJose, de la que aprendí tantísimo en los primeros meses y a quien tanto debo de mi carrera profesional. MariJose, socialista de pro y con quien tenía encendidas discusiones políticas de vez en cuando. MariJose a quien he llamado más de una vez porque me había enterado de un puesto en el que pagaban una millonada y para el que querían su perfil pero que no quería moverse de Clifford Chance ni con agua caliente. MariJose, a quien siempre recuerdo con una sonrisa y que, maldita sea, falleció hace un par de semanas víctima de un cáncer fulminante. Descansa en paz, «compi», seguro que la Quinta ya no es lo mismo sin ti.

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Foto de grupo de un cumpleaños de Rafa, un tío mayúsculo, socio de Eversheds.

Clifford Chance fue una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida. Tanto por lo que supuso históricamente de punto de inflexión y consolidación en mi carrera profesional como por la gente maravillosa a la que conocí ahí y que sigue estando ahí y siendo igual de maravillosa. Podría alargarme contando anécdotas durante horas, tanto de antes como de después, pero no quiero repetirme (muchas ya están en el blog de aquellos años) y además tampoco es el objetivo de este escrito, en el que solo quería rendir un homenaje a ese bendito equipo y a esa bendita empresa por si acaso algún día, dentro de otros diez años, no recuerdo lo que significaran para mi. Y para decirte, querido lector, que si tienes la oportunidad de trabajar allí no lo dudes ni un segundo y que si estás estudiando derecho y andas un poco perdido dale un vistazo para ver a lo que puedes que aspirar.

O tempora, o mores.

Arthegarn______________
(1) De hecho, si de algo me arrepiento de aquella época es de haber sido tan estúpidamente clasista como para, en su momento, no haberme permitido hacerme amigo de Alfonso (que sí que me consideraba su amigo) porque «no era lo correcto»; porque tropa y oficiales no intiman y ese tipo de cosas. Qué idiota he llegado a ser en mi vida, Señor, menos mal que a él, como a la gente que de verdad tiene clase, mis clasismos se le daban una higa y ahora se ríe cuando le recuerdo aquello.

De martillos y destornilladores

Hay mucha gente que no cree en las bondades de la psicología, particularmente de la psicología aplicada a los recursos humanos. No me cuento entre ellos, pero al igual que opino que un martillo es una magnífica herramienta para clavar clavos, opino que si lo intentas utilizar para atornillar tornillos lo máximo que vas a conseguir es una infecta chapuza. Y una cosa así me ha pasado últimamente.

Como algunos ya sabréis, llevo desde principios de diciembre en un proceso de selección para dejar Vestas, que se hunde lentamente como el Titanic, e irme a un fondo estadounidense de capital privado(1) al que llamaremos Garmr que viene a comprar inmuebles del Sareb. Es un puesto francamente bueno y de mucha confianza por lo que, como por otro lado es habitual en estos casos, el proceso de reclutamiento no lo está llevando Garmr directamente sino a través de una empresa (en realidad un grupo de empresas), también estadounidense, de cazatalentos a la que llamaremos por ejemplo Seite Mannschaften. A la hora de escribir estas líneas solo quedamos dos candidatos y parece que, tras dos entrevistas con Garmr y no menos de cuatro con Seite, voy en cabeza; pero no precisamente por el buen hacer de los headhunters.

Como parte de las pruebas de selección (que hay muchas y lo que me queda, esta tarde tengo que hacer otra) Seite me pidió que contestara a un test psicológico online y que tuviera con ellos algo llamado entrevista por competencias. Así que, sin encomendarme ni a Dios ni al diablo y sin haberme informado antes de qué rayos era aquello (mal, Arthegarn, mal) contesté al test y me planté en sus oficinas para la entrevista.

El test online en cuestión, que hice en 15 minutos, consistía en 85 preguntas del tipo «¿Se siente usted más cómodo: a) vestido de negro o b) escuchando el último álbum de Lacrimosa?» A medida que lo iba haciendo me iba dando cuenta de que las preguntas estaban traducidas (no demasiado bien) del inglés y que llovían de forma aleatoria. Específicamente, me tocó responder a exactamente la misma pregunta dos veces, y una tercera con una formulación ligeramente diferente pero que en ese caso motivaba una respuesta diferente (la pregunta cambiaba de «Usted se describiría como…» a «Diría usted que los demás le ven como…»), lo que me puso de bastante mal humor porque tengo una idea de como funcionan esos tests y sé que contestar de forma diferente a la misma pregunta no arroja precisamente resultados positivos. En cualquier caso, e intentando confiar en que el test estaría bien hecho y sería bien interpretado, seguí las instrucciones que me dieron de no pensar demasiado las preguntas y contestar lo primero que me viniera a la cabeza en vez de darle la vuelta a algunas preguntas porque estaban mal traducidas y con falsos cognados. No quedé nada contento, pero en fin.

La tarde siguiente acudí a las oficinas d Seite hacer la entrevista de marras. Me recibieron la persona encargada del proceso y una consultora senior (psicóloga por la UAM  y con titulación específica en RR.HH., añado yo) que me explicó de qué iba el tema. La entrevista iba a evaluar determinados aspectos de mi personalidad, motivaciones y aptitudes que no tenían nada que ver con mi experiencia profesional ni, de hecho, con el puesto que tengo ahora ni con el que estaban seleccionando. «De hecho» añadió «yo ni siquiera me he mirado tu currículum, es irrelevante para esta entrevista». Con mucho detalle, debía describir cinco o seis situaciones que ella me iría preguntando, referidas a los últimos 18 meses, siempre hablando en primera persona y como si fuera una película. A mi aquello me recordó al método pseudohipnótico que utilizan en Criminal Minds ara ayudar a recordar a los testigos y, curioso como soy, me pareció fascinante así que nos pusimos a ello.

«Bien» me dijo «Cuéntame una situación en que las circunstancias te fueran favorables».

Así que durante la siguiente hora le estuve contando como pasamos el año pasado en el departamento legal la auditoría de la ISO 9001 en Vestas, algo para lo que estaba particularmente capacitado ya que, afortunadamente, había trabajado hace años como consultor de calidad y de hecho había enseñado esa norma en la universidad. Hace diez años, vale, pero la eficacia es como montar en bici y los cambios normativos te los miras y ya está. A eso de los 50 minutos entró en la sala una de sus compañeras para avisarlas de una cita y, para mi moderada sorpresa, cuando terminé de contar aquello la psicóloga me dijo que ya tenía todos los datos que necesitaba y que habíamos terminado.

Yo me quedé helado. No soy psicólogo, pero leo mucho y no soy particularmente imbécil, así que me di cuenta de que es imposible emitir un informe coherente sobre la personalidad de un candidato basándose en una única anécdota de entre 15 años de carrera profesional. Cualquier estudiante de estadística os confirmará que si intentas extrapolar resultados de un universo tan pequeño tu desviación típica tiende a infinito, o lo que es lo mismo: si vas por la calle y le preguntas al primero que te cruzas qué va a votar, concluir que ese partido se va a llevar el 100% de los votos porque el 100% de la gente a la que has preguntado te ha contestado que votará a ese partido es una soberana estupidez. Hace falta analizar varias situaciones para poder apreciar si verdaderamente existe un patrón de conducta en el entrevistado,mech-korolya-Artura la forma que tiene de encarar los problemas o las responsabilidades, pero asumir que porque una vez en concreto, en unas circunstancias en concreto, el sujeto X se portó de una manera quiere decir que siempre hará lo mismo, en todas las circunstancias y ante todas las situaciones es… En fin, de locos. Si todo lo que sabes del candidato Arturo Pendragón es la anécdota de la espada en la piedra rápidamente llegarás a la conclusión de que es un individualista que no sabe trabajar en equipo, que lo hace todo solo, que no se apoya en nadie y que encima es inseguro y manipulable porque hace todo lo que le dice Merlín; en definitiva una pésima opción para ser rey. Claro, claro…

Conclusión de todo esto Seite mitió un informe sobre mi, basado en dos herramientas válidas pero pésimamente utilizadas, que es para tirarse de los pelos.

Tuve acceso a los resultados del test online porque uno se lee los disclaimers y descubrí que tenían la obligación de compartirlo conmigo así que, después de batallar un poco con ellos, conseguí que me lo mandaran. El informe era tan disparatado (y negativo) que me lo llevé a mi última entrevista con Edward Lewis y, cuando él hubo terminado, lo saqué y le dije que quería comentarlo porque era absurdo. Era tan absurdo, le dije, que mi actual jefe de Vestas, (que es todo un caballero) , con quien lo había compartido se ofrecía a hablar con él, pese a que me dijo que no quería perderme para el equipo, para despejar cualquier duda que pudiera tener sobre mi actitud o aptitud y aquí está su tarjeta. «This is how introverted, unsure of myself and unable to form connections at work I am, sir.» Al rato de estar hablando del test de internet, que era encima diferente a la información que había recibido, Edward sacó el informe que le había mandad Seite nos pusimos a analizarlo.

Por comentar algunas de las perlas de penetrante psicología recogidas en ese informe…

  • Soy introvertido y no me gusta comunicarme. Manifiesto reticencias a la hora de expresarme abiertamente. (Este blog se autodestruirá en 5, 4, 3…)
  • Considero preferible desvelar mis opiniones a un número limitado de personas que elijo en función de nuestras afinidades (no sea que me discutan).
  • Tengo problemas para expresarme con exactitud, tanto oralmente como por escrito.
  • No me gusta ser el centro de interés (por eso me visto de forma tan discreta…)
  • Experimento «cierto malestar» ante la necesidad de tomar decisiones urgentes o actuar bajo la presión de los acontecimientos. (¿Y quien no?)
  • Los proyectos ambiciosos tienen como efecto dejarme indiferente. (WTF?)
  • Carezco de confianza en mi mismo, me cuestiono todo lo que hago y creo. (Se llama duda metódica, cretinos, es una de las bases del razonamiento científico y hace falta tenerlos muy bien puestos para aplicarla a la vida personal de uno).
  • Soy un conformista que apenas tiene curiosidad intelectual (y que lee física cuántica en sus ratos libres para disimular, supongo).
  • No me gustan la confrontación ni la polémica, y tiendo a dar mi brazo a torcer en busca del consenso antes que a defender mis opiniones. (De hecho, uno de los rasgos definitorios de mi personalidad, como todo el mundo sabe.)
  • En definitiva, soy adecuado con reserva para mi puesto (para el que, mandando la modestia a hacer puñetas un rato, en realidad soy de los mejores de España).

Afortunadamente he sido capaz de darle la vuelta a todo esto en la última entrevista con Garmr, pero si no hubiera conseguido estos resultados, si no hubiera sabido un poco de psicología y si no hubiera cogido el toro por los cuernos, vete a saber si hubiera pasado a la siguiente fase. Los tests y las entrevistas por competencias y las evaluaciones psicológicas son herramientas muy útiles en la selección de personal, pero si las usas mal, si te empeñas en atornillar con un martillo, si emites un informe sin tener suficiente información, te arriesgas a meter la pata como la ha metido esta psicóloga y, a lo que es peor, a hacer que el cliente acabe contratando a un candidato menos idóneo basándose en el informe erróneo, lleno de lagunas y de invenciones, que le has presentado. Si no tienes tiempo o datos para poder elaborar un informe díselo así al cliente, pero no te lo inventes(2). Porque todo el mundo va a salir perjudicado: el cliente, el candidato… y como te pillen, como es el caso probablemente tu compañía y tú.

Y cosas de estas, en España, a patadas. Chapucera. Que eres una chapucera.

En fin…

Arthegarn________________
(1) O sea, a un Private Equity Fund, que tiene una malísima traducción al español porque parece ser lo que no es. Por abreviar mucho y para que os hagáis una idea de lo que hace la empresa, digamos que me voy a trabajar para Edward Lewis.
(2) He de añadir que existe a mi alrededor cierta gente que está siguiendo el tema de cerca (como Ana) y que tienen la idea de que lo que pasa es que en Seite me están haciendo la cama porque quieren que el puesto se lo den al otro candidato. No voy a decir que no sea así pero me extraña de un cazatalentos de esa reputación. Claro que también me extraña que digan estas barbaridades de mi, así que… ¿Quién sabe?

¿Por qué quiero lo que quiero?

Esta semana he tenido cinco ofertas para cambiar de trabajo. Dos de ellas eran para aquella compañía de seguros que aquellos que me conocéis personalmente ya sabéis (si, otra vez, es la séptima vez que me ofrecen ese puesto y sigue estando igual de absurdamente bien pagado). Otra es irrelevante. Pero tengo dos, ahora mismo, que me están dando tanto que pensar que ya no puedo más.

Una es en la misma línea en la que ya trabajo, en uno de los despachos de abogados más importantes de España (en las Torres KIO, y a buen entendedor pocan palabras bastan). Están encantados conmigo, pero soy caro. Debo de estar ahora mismo como un 50% por encima de lo que pagan a gente de mi nivel, y yo obviamente quiero más para cambiarme, así que tienen que pensárselo. Pero la decisión final (seguro) la tomará el socio del departamento, que aun no me ha visto pero a quien estoy seguro de que puedo convencer de que valgo lo que cuesto. Supondría un diez o quince por ciento más de lo que ya cobro (y que me paguen las horas extra, algo que no hacen en Vestas, y quienes hayan trabajado conmigo saben que yo rindo cada minuto de cada hora, no me voy a fumar pitillos o tomar «cafeses» a cada rato) y ahorrarme una hora de viaje cada día. Ah, y trabajar a 700 metros de Ana.

La otra opción es irme a ser abogado de verdad. Hace falta ser amigo mío para entender lo que quiero decir con esto y no espero que la mayoría lo entendáis. Se trata de un despacho pequeño, de diez o quince abogados, en el que me especializaría en procesal civil, Seguro que se pregunta lo mismo a cada penalty. Más o menos...lo cual curiosamente fue la razón por la que estudié Derecho (siempre he pensado que tengo el tipo de mente estúpidamente inteligente y desarraigada de la realidad que hace falta para el procesal). Saben toda mi historia profesional y hasta qué punto tengo que reciclarme pero creo que se han dado cuenta de lo que valgo. Lo que me estoy planteando en ese despacho (que, por cierto, está justo enfrente de la oficina de Ana) es ganar un diez o un quince por ciendt menos de lo que estoy ganando ahora, y eso sin contar que sería un contrato mercantil con todos los problemas que tiene y que valoro como en otro diez por ciento. Pero es volver a ser abogado (de verdad) y, si soy tan bueno como creo que puedo serlo, abrir las puertas a un tipo de salario y nivel adqusitivo que está un 200 o 500% por encima de lo que puedo esperar cobrar si me quedo en «mi categoría» (y eso a pesar de que estoy convencido de que, en lo mío, soy de los mejores de España).

Y no debemos olvidar la tercera opción, por supuesto, que es contarle a Copito de Nieve (lo haré la semana que viene) como están las cosas a ver si me contraoferta para que me quede en Vestas, donde estoy haciendo (opino) un magnífico trabajo. Tanto en dinero como en carrera Vestas tiene aun algo que decir. Pero, en realidad, no es esta la razón por la que escribo esto.

La verdad es que ya no sé qué quiero. O ya no sé por qué quiero las cosas. Ayer tuve una conversación con Vieja Bruja (que se alargó hasta bien entrada – y etilizada- la madrugada) que me hizo volver a recapacitar sobre el hecho de que (i) la gente que me quiere me quiere por como soy (o sea, por las cosas que hago constantemente sin darme cuenta) pero que (ii) yo sólo me quiero a mi mismo en función de cómo veo en el espejo de los demás las cosas que hago. En otras palabras, que carezco casi por competo de autoestima.

Volver a ejercer es una tentación. Es una tentación horrible. No solo por lo que podría, en potencia, ganar, sino sobre todo (o quizá no), porque podría volver a llamarme a mi mismo abogado sin que me le caiga la cara de vergüenza. Podría dejar de decir medias verdades sobre en qué trabajo y volver a decir «soy abogado» con todas las letras (insisto en que esto solo es comprensible para quien me conoce de verdad). Y eso es algo que quiero, que deseo, que ambiciono.

Pero ¿por qúé?

¿Por qué estaría dispuesto a rebajar mi nivel adquisitivo en un 30 o 35%? ¿Qué es, verdaderamente, lo que me impulsa a hacerlo? Sinceramente, ya no lo sé. Antes pensaba que la motivación era estrictamente económica (inversión a medio-largo plazo) pero la verdad es que el poder volver a llamarme a mi mismo abogado y, sobre todo, ver mi imagen reflejada en los demás, en ti mismo que lees esto, con la palabra «abogado» aunque sea entre otras (ya se sabe, entry «gótico» «calvo»,. etc.) es un factor importante. Importantísimo, quizá el fundamental. Ahora mismo vivo bien, tengo tiempo y dinero y me puedo permitir ahorrar casi un 25% de lo que gano, Gano más dinero del que gasto, y vivo bien. Busco siempre ganar más, claro, porque ganar más es bueno, pero no me hace falta cambiar de trabajo y mucho menos de línea. Así que…

No sé. Quiero volver a ejercer. Quiero volver a ponerme la toga. Quiero volver a experimentar la satisfacción que se siento cuando alguien pone sus esperanzas en el Sistema, y en mi como su interlocutor, y al final las cosas salien bien. Echo de menos ganar dinero demostrando queReally? tengo razón, aunque sea menos, pero ¿por qué? ¿Es verdaderamente una decisión lógica, meditada, una inversión en mi futuro, en plan «ahora ganarás menos, pero te abre las puertas a lo que siempre has querido hacer y a hacer algo que merezca que te paguen lo que reamente vales»? ¿O es simplemente mi subconsciente buscando desesperadamente reconocimiento, buscando ganar estima en el espejo de los demás(*) diciendo «soy abogado»? Sé que lo que quiero, lo que siento que quiero, es aprovechar la oportunidad que me ha brindado Riech Hell (quien trabaja en ese despacho, quien me ha conseguido la entrevista y a quien debo una cena solo por lo feliz que me hace que piense en mi de esa manera) pero ¿por qué me siento así? ¿Es verdaderamente «yo» hablando, ese que quiere jugársela, o son mis complejos y miedos haciéndome tomar una decisión equivocada? ¿Hay verdaderamente alguna diferencia entre «yo», «yo-Spock», «yo-Kirk» y «yo Hamlet«, en el sentido de «esta forma de pensar es una enfermedad de la que debo sanar» o resulta que somos todos «yo»? ¿Y SI LUEGO NO SOY TAN BUENO? ¿Y si ese es el problema, que no quiero enfrentarme a un reto que implique poner toda la carne en el asador porque si fracaso, fracaso y no tengo excusa? Para mi es fácil ser de los mejores de España en un puesto mediocre, pero ¿y si me lo tomo en serio, me la juego y fallo? ¿Quizá sea que todo esto es porque tengo miedo de arriesgarme?

Nunca terminé La Ilusión de la Consciencia, pero sigo prensando así. Sigo pensando que «yo» no existe, que es simplemente una reducción, una precipitación de mecanismos simpes e individuales que dan como resultado una mente humana, increiblemente compleja. Pero ahora mismo ese «yo», que existe como ente cognitivo que exige reconocimiento, no sabe qué hacer. Porque sabe lo que quiere, pero no sabe ni (i) por qué quiere no lo que quiere, ni (ii) si lo que quiere es lo que le conviene, ni (iii) si lo que percibe que quiere es verdaderamente lo que quiere o simplemente la sublimación de otra cosa que quiere y que no puede conseguir. ¿Dónde está la Verdad en todo esto?

Todo consejo será bienvenido. Sobre todo el de seis o siete que habéis llegado aquí y tenéis que decir.

Arthegarn__________________________
(1) «Los demás» probablemente quiere decir «la imagen que tengo de mi padre», pero eso es otro tema. Lo digo simplemente para que os déis cuenta de hasta qué punto pienso las cosas (que es bueno) o me como el tarro (que es malo).
Y lo mejor, pero lo diré aquí abajo, por lo bajini, donde nadie lo lee, es que se lo que quiero. Quiero volver a Coward Turner a trabajar para Albus. Eso es lo que quiero.

Qué es de mi vida II: Dinero y trabajo

De dinero, la verdad es que con la que está cayendo no me puedo quejar.

Este año hemos tenido los sueldos congelados en Clifford Chance. Desde el socio más equity hasta el último becario hemos estado todos con un frío que pela. Ya sé que en teoría y teniendo en cuenta que estamos en deflación eso quiere decir que mi poder adquisitivo ha aumentado un 0.7% (en realidad un 0.4%, que vivo en Madrid), pero entre tres o cuatro estupideces que hice en el primer semestre, el coche (que es como tener un hijo tonto, no me da más que disgustos) y otro par de cosas, donde el año pasado conseguí ahorrar casi el 25% de mi salario neto este año no voy ni por el 7%. Vale que a fin de año siempre se hace un esfuerzo, pero… En fin, que no sé los demás, pero por mucha deflación que haya yo me siento con menos poder adquisitivo este año. Menos mal que el tema mejorará en 2010. Entre la descongelación y lo que me voy a ahorrar en cervezas voy a nadar en la ambulancia, me parece a mí.

En CC tengo la sensación de que ha pasado lo peor de la crisis. Terminada la tan temida reestructuración, que ha afectado tanto a socios como a personal de todas las categorías en todo el mundo, y que en mi departamento se ha saldado con la salidaPasta., forzada o voluntaria, de nada menos que ocho abogados en un año; entre ellos Helga y Roweena, que eran mis jefas cuando entré en 2006 (todo sea dicho, Roweena, que fue quien inauguró el éxodo, se fue a un puesto magnífico en el BSCH y a Helga tampoco es que le vaya mal) la tranquilidad ha vuelto a Castellana 110. Se echa de menos a mucha gente, claro (yo sobre todo a Iulius, que es el único al que no puedo ver regularmente porque se ha ido a USA), pero la vida sigue. Ha habido un par de veces en las que yo mismo he estado un tanto intranquilo, pero parece que todo se va a resolver sin mayores problemas. El trabajo va fluyendo, el mercado(1) se va reactivando poco a poco y por fin se ha aprobado la ley de las SOCIMIs, que debería dinamizar bastante la situación(2). Pero vamos, tampoco os quiero aburrir. Albus me ha invitado a comer la semana que viene, por cierto. Seguro que no es nada y que sólo quiere comer y charlar de nuestras cosas pero… en fin, estas cosas siempre ponen un poquito nervioso.

Fuera de CC están pasando cosas interesantes que no puedo comentar demasiado abiertamente. El mercado de contrataciones se está moviendo (parece que el puesto aquel de Ocaso del que os hablé alguna vez vuelve a estar disponible, por ejemplo, y hay una constructora que me tira los tejos) y pululan por la cercanía de mi práctica privada dos proyectos interesantes interesados en ficharme, uno más establecido y otro que está empezando pero que por motivos personales me resulta más interesante, la verdad. Lo que pasa es que CC es un sitio maravilloso para trabajar. Pagan bien, son comprensivos con tu vida particular, el empleo es estable (sobre todo ahora pasado el reshape) y el equipo es absolutamente de primera, tanto a nivel profesional como personal. Y el hecho de que si me fuera de CC dejaría de trabajar para Albus (y digo «para él» y no «para alguien como él» porque no creo que haya muchos «como él») encarece el convencerme de que lo haga como en un 50%. Y aun así parece que hay gente dispuesta a pagarlo (alguien, probablemente tirándome la caña, me dijo el otro día que, en realidad, valgo mucho más de lo que cobro e incluso de lo que me gustaría cobrar).

Conque nada, ha sido un año un poco complicado y a día de hoy me quedan 163,76 euros para pasar el mes, pero es un dato anecdótico todo pinta muy bien y, después de 2005, dudo que jamás vuelva a decir que estoy mal de dinero…

Saludos a todos y buenos deseos,

Arthegarn

(1) Daos cuenta de que el mercado en el que trabaja el departamento es el mercado inmobiliario, terciario, singular y con compradores o vendedores transnacionales (GOEFs, REITs y cosas así.)
(2) Si tenéis un dinero que no sabéis qué hacer con él, plantearos invertir en SOCIMIs. Tienen un tratamiento fiscal tan ventajoso que, caeteris paribus, resultan un 18% más rentables que la bolsa, por ejemplo…

Annus Horribilis

Ave a todos.

Esta es la primera de una serie de entradas para recapitular el año 2005, en el que me han pasado tantas cosas y en el que he escrito tan poco en mi journal. Empezaremos por mi vida laboral. 2005 ha sido un completo desastre en lo que hace referencia a mi vida laboral.

A finales de 2004 tenía tres trabajos y ganaba algo menos de 35.000 euros. La Universidad me daba unos 5.000 y el resto lo sacaba de mi trabajo como consultor de calidad y como letrado (en realidad pasaba facturas de consultoría de calidad como si fueran asistencias jurídicas, con lo que todo era, técnicamente, ejercicio profesional). Me había ido de casa de mis padres en Agosto, con 30 años, lo que mandan los cánones para no convertirte en una rémora, a mi pisito en Cavanilles, me iba a casar en Marzo con una chica que se cambiaba de continente para vivir conmigo y había decidido dejar la Universidad porque me habían becado para un MBA bastante importante. En general la vida me sonreía.

En Octubre de 2004 el Director del departamento informático fue nombrado Director General (cargándose, por cierto, a la hija del Presidente de la empresa, a la que se le hizo un arabesco lateral para mandarla a Marketing). No Director General de la empresa, sino de cuatro empresas de los mismos socios. Comenzó una reestructuración con miras a hacer un grupo y, fruto de esa reestructuración y de un importante desencuentro económico (que venía de largo) y sobre mi futuro en la emrpesa pactamos mi marcha de la empresa en Noviembre. En Diciembre, después de que me hubieran dado una jugosa indemnización que legalmente no me correspondía, me fui prometiéndomelas muy felices. Con un curriculum como el mío…

Un Curriculum como el mío no sirve para nada más que para cerrar puertas. Estaba sobrecualificado para las dos terceras partes de los puestos que me interesaban y no tenía suficiente experiencia o especialización para el resto. Bastante desesperado, en Febrero (cuando llevaba tres meses buscando trabajo infructuosamente)elaboré lo que di en llamar un “Ridiculum Vitae”. Nunca había sido Director de Calidad en (…), había sido administrativo en el departamento. Nunca había sido Director de Negocios Internacionales en (…), había sido el secretario del director. Y desde luego nunca, nunca, nunca había sido profesor de Project Management en una ingeniería con menos de 30 años ni estaba haciendo un MBA.

Así encontré trabajo. Tiene huevos. Pude casarme sin ser un parado (ya sé que técnicamente podría decir que era abogado pero no es ese el tema. Trabajar es dedicarle al menos 1.600 horas anuales a algo y mis casos no me llevan tanto tiempo ni de broma). Para mi boda era adjunto a Dirección General del Grupo (…). Tuve que dejar el máster, claro, ya que tenía las clases de 19 a 22 en La Salle pero mi nuevo trabajo (en el que cobraba 12.000 euros brutos anuales, con la promesa de subidas significativas cada tres meses a medida que me fuera haciendo con el Grupo y el sector) en la Ciudad de la Imagen me hacía salir, como muy pronto, a las 19:30, y muchas veces a las 22 o 22:30.

Ese puesto resultó ser un timo. En primer lugar, la fuente fundamental de ingresos del grupo eran las líneas eróticas, los SMS eróticos y de contactos (el 66% eran un timo y se hacían en la misma oficina por una empresa bajo la careta de “animación del chat SMS”) y las líneas de tarotistas, por no decir la publicidad en teles locales de estos temas. Además, para sus propias líneas, la empresa insertaba “anuncios en prensa” que tenía que revisar para comprobar que todo estaba correcto. Mensualmente recibía una caja de revistas porno (y de algún otro tipo, como el Hell Awaits) que iban desde el inofensivo Hentype hasta la explícita Super Culos y que incluían la extremadamente desagradable Bizarre. En segundo lugar el Director General del Grupo, un tipo que me cae francamente bien a pesar de sus defectos era absolutamente insoportable y tenía unos arranques de cólera muy malos que pagaba con el personal en general y conmigo en particular. En tercer lugar, cuando llegó el momento de subirme el sueldo, si te he visto no me acuerdo. Conque a los tres meses, hartísimo del tipo y del negocio, me despedí.

Y otra vez al paro. Mes y medio y otro recorte al CV me costó encontrar un trabajo en una constructora, como secretario de dirección. Pagaban mal (no tan mal como en el otro lado, 14.000) y los compañeros eran un asco, pero era un trabajo. Y tenía un problema añadido: por alguna razón desconocida esa empresa había empleado decenas de mis ex-alumnos. ¿Sabéis lo humillante que me resultaba que una gente que me conoció como su profesor de Project Management, que me ha venido a felicitar por la calidad de mis clases, que le ha dicho al Director de la Escuela que ya podría haber más profesores como yo, me pregunte que de qué trabajo en la empresa esperando oír que soy Jefe de Operaciones o algo así y que yo tenga que contestarles que estaba trabajando de cafetera bilingüe?

Pero el trabajo es el trabajo. Un tiempo. En principio era una sustitución por baja, luego me dijeron que estaban muy contentos conmigo y me ofrecieron quedarme (cobrando menos, pero al menos con vacaciones) conque acepté y me fui muy contento a USA con mi mujer. Cuando volví me dijeron, así por las buenas, que de lo dicho, nada.

Y otra vez al paro. Afortunadamente duró poco y tres semanas después entraba donde estoy ahora, haciendo de chupatintas transitario, cobrando otra vez más o menos lo mismo… y en Valdemoro. Por lo menos en esta empresa los compañeros son majos y los jefes encantadores. El ambiente da gusto. El salario, pues no.

Conque ya veis. Yo, que estoy acostumbrado a trabajar 60 horas a la semana desde que tenía 23 años y que me realizo enormemente y obtengo mucha satisfacción de mi trabajo este año he debido trabajar como cinco o seis meses y encima cobrando muy por debajo de mi salario habitual. Conclusión: me he pulido mis ahorros (menos mal que los tenía) y no he caído en un proceso depresivo… pues por los pelos que no tengo.

Y luego el tema EE.UU. Fridaluna se vino de EE.UU. a vivir conmigo cuando yo estaba en una posición en concreto, posición que ya no existe. En Septiembre, mi posición era tan mala y estaba tan desesperado que decidimos irnos a EE.UU. Me puse a moverme, me saqué mi TOEFL, hablé con la UTEP, hicimos planes… y cuando ya me habían dicho que me aceptaban en la Universidad, que simplemente tendría que hacer unos exámenes de conocimiento para que me dieran una serie de créditos que me hacían falta, que me ofrecían una plaza para trabajar en el Community College; cuando ya le habían ofrecido trabajo a Fridaluna… resulta que hay problemas con el visado de trabajo por la famosa quiebra. Maldición, maldición, maldición. Frustración, desengaño y adiós, de momento al menos, al sueño americano.

Pero no hay mal que cien años dure. Afortunadamente parece que todo va a terminar con el año y que para el año que viene tendré de nuevo un trabajo estable y decente. Y no digo más hasta que lo firme.

Continuará.

Arthegarn

Cuando las buenas noticias traen tribulaciones

Tengo un montón de buenas noticias.

En primer lugar, parece ser que he ganado el Desafío Máster. Bueno, no se si habré ganado o no (ojalá, eso supondría una beca completa), pero la cosa es que esta mañana me han llamado del La Salle para darme la enhorabuena y decirme que estoy preseleccionado para una de las becas del MBA Internacional, y me han dado cita para el miércoles por la tarde para hacerme una entrevista personal previa a la adjudicación definitiva de la beca. Echadme flores que creo que éramos 3.000 y solo tres becas.

En segundo lugar, ya tengo piso. Me ha costado muchos disgustos y mucha tensión pero al final lo he conseguido. Ya he firmado el contrato, he pagado a la inmobiliaria y he empezado a llevar mis enseres, pese a que en teoría no entro hasta el día 15. Cuando llegue Fridaluna tendrá dónde dormir para curarse el jet-lag.

Este es mi pisito.

El salón, aunque la tele y el equipo de música los voy a cambiar
La cocina, que es muy grande y tiene hasta secadoraLa terraza. Es un bajo y es genial para cenar

La verdad es que estoy un poco preocupado con todo esto. Dinero, dinero, dinero. Supongamos que en efecto me dan la beca pero es parcial ¿de donde voy a sacar yo los otros doce mil euros? Sería un desperdicio no hacer un MBA de primera fila porque no tengo la mitad del coste de la matrícula ¿no?. Pero es que hay más. Hacer el Máster ¿me obligará a dejar la Universidad? Tengo que ir a la UAX tres tardes a la semana, quizá con un poco de suerte dos. ¿Tendré tiempo para ir a las clases? ¿Y que pasa con las otras dos tardes? Esas las tengo que pasar en T. de acuerdo al contrato que tengo ahora. ¿Podré convencer a mi jefa para que me cambie esas cinco horas a las mañanas?

En cualquier caso el problema es que no puedo dejar ni la Universidad ni TTGH. El otro día, chateando con Zor, me comentó que hay gente que cree que vivo en la abundancia o algo así. Desde luego, lo que engaña un traje. Para nada. No puedo permitirme el lujo de dejar ninguno de mis trabajos, máxime ahora que me voy a vivir solo (no solo, encima, sino con Fridaluna, que viene con lo puesto, de momento tenemos que vivir de mi dinero). Y encima: este año hay plazas para profesorado en Derecho de la UAX y como es lógico las he solicitado. ¿Y si me las dan? ¿Qué hago? ¿Podría hacer el Máster si me triplican la carga lectiva? Pero claro, profesor en Derecho con 30 años recién cumplidos… eso debería abrir caminos ¿No? ¿más o menos que el MBA? Y ¿hacia dónde? No quiero dedicarme a la investigación, no es lo mío, y la enseñanza es gratificante pero agotadora (no sabéis como se ven las cosas desde el otro lado de la barrera, chicos: exámenes, dudas de los alumnos, horas y horas hablando con ellos y preparando las clases que no te paga nadie…) En cambio el MBA me podría abrir puertas en las grandes empresas. Tengo que pensar en mi futuro, me gusta mi trabajo en TTGH, pero no me fío de la empresa y además estoy estancado profesional (por encima mío solo está la Directora General, que es la hija del Presidente de la empresa así que no hay promoción posible) y salarialmente.

Y encima me ha dado un jamacuco esta mañana que casi me desmayo en el trabajo y no se de que…. pero me he venido a Torrejón a que me cuiden y ya me ecuentro mejor. Mañana, al tajo otra vez.