(Nota preliminar: esta entrada es una respuesta a vuelapluma a este artículo del amigo Haplo Schaffer.)
Haplo, si te bajas un momento del caballo verás que lo que impulsa a “otra gente” a tener hijos es de lo más obvio: estamos genéticamente condicionados para ello. Puede que además haya razones intelectuales o socioculturales para ello, pero el impulso genético, natural, está ahí. Estamos genéticamente condicionados a tener hijos exactamente igual a que estamos genéticamente condicionados a que nos guste el sexo (y por las mismas razones) o a que nos guste el dulce. Esa es la posición biológica de partida y “lo raro”, “lo antinatural”(1) es no querer tenerlos. A esto se le suman las razones socioculturales: estamos impresionantemente condicionados por la sociedad a tener hijos porque es lo que hemos visto toda la vida, a saber: lo normal era que yo, y mi hermanita, y mis amiguitos, tuvieran su papá y su mamá. De hecho, lo normal es que “los mayores” tengan hijos(2) y el contacto íntimo y normalizado de un infante con adultos que no los tienen es escaso porque, quitando algún profesor del cole, ¿qué interés tienen? ¡No tienen con quien jugar! (3)
Sin meterme a valorar tus argumentos, algunos de los cuales tienen decididamente más mérito que otros desde un punto de vista objetivo (desde un punto de vista subjetivo, a saber “yo siento esto” son totalmente irrebatibles y solo pueden contestarse con un sentido “tú mismo y buena suerte”), puedo intentar resolver tus dudas sobre por qué los demás, o al menos por qué yo, queremos tener hijos.
- Porque me sale. Porque quiero. Porque estoy genéticamente condicionado a ello y quiero tener hijos como quiero comer dulce. Porque lo deseo.
- Porque soy una persona sana, inteligente y feliz hijo de dos personas sanas, inteligentes y felices, a su vez con padres inteligentes, sanos y felices. Además soy hermano y tío de personas sanas, inteligentes y felices por lo que tengo razones para pensar que mis hijos serán también sanos, inteligentes y felices. Eso hace que crea que el hecho de que yo tenga hijos va a aportar (y no a disminuir) tanto al total de felicidad como a la media de la felicidad del planeta, algo que me parece bueno en si mismo.
- Porque mi experiencia es que la gente como yo que tiene hijos es inmensamente feliz por ello y yo quiero ser feliz. Porque conozco muchísima más gente, tanto cualitativa como cuantitativamente, que se arrepiente de no tener / haber tenido hijos que gente que se arrepiente de sí haberlo hecho (e incluyo casos de laboratorio como mujeres violadas).
- Porque creo sinceramente en una extraña especie de rebus sic stantibus, de justicia universal según la cual yo tengo una inmensa deuda con mis padres que, simplemente, no puedo pagar porque se sigue acrecentando cada día. Porque creo sinceramente que esa deuda tiene que ser saldada y que solo lo es cuando se la cobran mis hijos, no mis padres, que a su vez la pasaran a sus propios hijos; y que si no tienes hijos que se cobren esa deuda estás, de alguna manera, en deuda con la humanidad(4), con el universo y porque yo no soy, en mi más último fuero interno, en ese núcleo al que uno es fiel cuando todo lo demás falla, el tipo de persona que deja sus deudas sin pagar.
- Porque honestamente creo que es justo y bueno.
- Porque creo que la vida es cambio y que cada etapa de la vida “está hecha” para ser vivida de una manera. Porque creo que todas las cosas de las que hablas están muy bien para la juventud, pero creo que el tiempo pasa, la gente cambia, y las cosas que te hicieron feliz en una etapa de tu vida (viajar, tener mucho dinero, llevarte a todas las titis de calle, etc.) se van debilitando con el éxito y el tiempo hasta que te embarcas en una aventura de la que nunca te puedes aburrir porque siempre va a estar cambiando para ofrecerte nuevos desafíos: ser un buen padre para tus hijos, incluso cuando tengan 40 años.
- Porque a mi me encanta la vida, me maravilla el mundo, no puedo dejar de dar gracias por existir y contemplar todo lo que existe y porque me gustaría hacer que alguien más pueda hacerlo. Porque el mundo es hermoso y traer a alguien a él me parece bueno, es un pensamiento que me hace feliz.
- Porque, quizá por mi condicionamiento católico, quizás porque soy capaz de ver un poco más allá de mis narices, nunca he pensado que mi vida “me pertenezca”, nunca he pensado en mi mismo como un ser aislado dueño de su destino sino como algo así como un viajero que se despierta amnésico en un barco e intenta averiguar a donde va y por qué, sabiendo que en el fondo tampoco va a poder alterar el curso del buque. ¿Y entonces qué importa, me preguntarás? Bueno, pues no lo sé, pero a mi me importa. Lo que quiero decir con esto es que no tengo “nada que perder” desde el punto de vista de mi “independencia” por tener hijos. Seguiré siendo yo, pero lo seré de un modo diferente. Todos estamos conectados en una tupida red de relaciones de todo tipo, pensar que no es así, o que eres “más libre” por no cultivar determinadas relaciones (como la paternofilial) se me antoja un error. Por esa misma regla de tres tampoco tendría amigos, ni pareja, treparía a mi torre de marfil a serme todo lo posible… pero es que dudo muchísimo que eso me hiciera feliz ni que lo que experimentara así sea, y perdona el misticismo, “cierto”.
- Porque tener hijos es una decisión voluntaria, es lo que quiero hacer luego no es cierto que reduzca mis horas de ocio. Eso es como decir que comprarte el Diablo III reduce tus horas de ocio a cero porque desde que te lo compres no vas a hacer más que jugar con él y ya no vas a hacer otras cosas. ¡Claro, no te fastidia, pero es que yo quería jugar al Diablo III, en eso consiste mi ocio! Oh, seguro que algún sociólogo dirá que dejo de vivir para mi y empiezo a vivir para el Diablo III, pero ¿qué sabrá él?
- Porque tener hijos es (o debería ser) una decisión voluntaria a la que te entregas porque quieres, después de pensarlo. Porque, si tener hijos está configurado así en tu personalidad, no es una carga, es un objetivo.
Bueno, no me quiero alargar mucho más. Para terminar déjame decir que creo que, en general, el problema o la razón por la que no entiendes por qué los demás queremos tener hijos, es (y esto te lo digo desde el más profundo cariño) porque tienes un ego como un piano de cola. Y con esto no me refiero pura y simplemente a que los argumentos que das en contra de tener un hijo sean egoístas (que lo son y a mucha honra, los míos también) sino porque no te cabe en la cabeza que el resto del mundo no sea como tú, que no tenga las mismas aspiraciones y los mismos deseos, que lo que a ti te parece un sacrificio intolerable en aras de otra persona a ellos les parezca de lo más normal o, como mucho, el precio que tienen que pagar para obtener la felicidad que esa otra persona les proporciona, que para ellos puede ser la misma (o incluso mayor, uau) que la que tú obtendrías dedicando esos recursos a viajar, o a leer, o a escribir un libro. En lo más profundo de tu ser crees que se equivocan, que se engañan a si mismos, que serían más felices libres, con tiempo para viajar y la libertad de hacer el pino en pelotas, por eso no lo entiendes. Pero es que partes de una base que no es cierta, a saber: que todo el mundo desea las mismas cosas que tú y con la misma intensidad.
Y si no es así, entonces no entiendo por qué no entiendes que la gente quiera tener hijos cuando tú no.
Hala, un abrazo,
Arthegarn_________________
(1) Por supuesto, yo no tengo nada en contra de lo raro y lo antinatural pura y simplemente porque sea raro y antinatural. Yo soy bastante raro y bastante aficionado a cosas tan antinaturales como la lectura o que me la chupen. Estoy haciendo una descripción, no un juicio de valor.
(2) O sean curas.
(3) Con esto lo que quiero decir es que las relaciones sociales de los infantes están mediatizadas para que lo que se encuentran alrededor, el concepto a través del cual desarrollan su concepto de la normalidad, sean adultos con hijos. Una vez más, no hago juicios de valor.
(4) A menos que hagas algo verdaderamente extraordinario con tu vida, por supuesto, consagrándote a los demás o aportando de alguna forma a sus vidas.