Un borrador de una diatriba de 2012.

Con esto de la paulatina mudanza del blog de Livejournal a WordPress de vez en cuando me encuentro borradores de artículos que he dejado a medio escribir o que luego se han convertido en otra cosa. En general los borro, pero en este caso voy a hacer una excepción y voy a publicar, sin tocar ni una coma, un texto escrito a vuelapluma en diciembre de 2012 por si a alguien le interesa y porque hay alguna cosa curiosa. No le voy a poner ni links ni fotos por respetar exactamente lo que he encontrado.

Recordemos, por ponernos en situación, que en diciembre de 2012 Rajoy llevaba un año de gobierno, el paro seguía creciendo (no se estabilizaría hasta 2013), estaban a punto de aparecer los papeles de Bárcenas, Ciudadanos eran esos catalanes simpáticos del Boadella con nueve escaños en la Generalitat y Podemos no existía.

«De un tiempo a esta parte me cuesta muchísimo sentarme a escribir. Cada vez tengo menos ganas de comentar noticias o de tratar de explicar las cosas a la gente porque cada vez me voy dando más cuenta de la triste realidad, a saber: que la inmensa mayoría de la gente es tonta y no tiene ningún interés en dejar de serlo. Así de claro. No es simplemente que no estén de acuerdo conmigo y con mis argumentos, lo que es muy legítimo; es que ya se han vendido a una forma de ser y (no) pensar y se aferran a ella como un náufrago a una tabla sin querer saber nada más del mundo que su tabla, sin querer mirar a su alrededor a ver si hay alguna opción mejor que su tabla y despreciando a los que argumentan que lo que hay que hacer es soltar la tabla para nadar a la orilla o subir al bote salvavidas. Porque como todo el mundo sabe lo que hacen los náufragos es agarrarse a tablas, como mucho a barriles, y subirse al bote es de gente que no sabe lo que es un naufragio ni se preocupa por los náufragos porque no han nadado en su vida, y esto es así y no hay más que hablar, dónde se ha visto un naufragio con botes salvavidas y con sus ocupantes remando hacia la costa, mire usted, eso no es un naufragio ni es nada.

Hace año y medio empezaron los gritos exigiendo que los poderes públicos trataran a los españoles con respeto, como si fueran ciudadanos, que se acercaran al Pueblo y que reflejaran mejor nuestros deseos, esperanzas y opiniones en su forma de gobernar. Y me pareció muy bien y estuve muy de acuerdo. Pero de un tiempo a esta parte me he dado cuenta de que la inmensa mayoría de quienes reclamaban y reclaman esta sumisión del poder político a la ciudadanía no serían capaces de encontrarse el culo con las dos manos y un GPS, muchísimo menos de gobernar un país o una triste comunidad de vecinos. Se quejan de la demagogia quienes más la consumen y practican. Con una falta de cualquier cosa remotamente parecida a la autocrítica, la humidad o el conocimiento de uno mismo, gente que no tiene ni la más remota idea de leyes, de economía, de gestión o de administración pública se permite pontificar sobre temas extremadamente complejos como si fuera un experto y encima espera que le tomen en serio cuando en realidad ni siquiera está dando su opinión sino repitiendo como un papagallo el último slogan que ha leído en El País o que le ha oído a Federico Jiménez Losantos; cacareando palabras cuyo significado desconoce como si verdaderamente fueran suyas o entendiera de qué habla o pudiera seguir el proceso mental que ha llevado a quien verdaderamente pensó sobre el tema (si es que lo hizo) a decirlas en primer lugar. Y, sobre todo, esperando y exigiendo que se reconozca la absoluta verdad de lo que dice y reaccionando violentamente(1) ante quien la discute.

Cada vez tengo menos ganas de escribir porque es tomar armas contra el mar. La gente vive su vida moviéndose entre cuatro o cinco axiomas que aceptan como verdades de fe, como auténticos dogmas incuestionados e incuestionables, y construye su personalidad dentro de esos parámetros sin aplicar su sentido crítico, que rápidamente se atrofia hasta desaparecer, a la información que recibe siempre que se encuadre dentro de esos límites. No recuerdo quien dijo (aunque sí recuerdo que yo se lo oí a mi padre) que la gente no compra periódicos para informarse sino para que le confirmen lo que ya cree saber y es una gran verdad. Cuando la gente oye algo que es coherente con lo que cree se lo traga automáticamente, cebo, anzuelo, sedal y caña; el sentido crítico queda únicamente para lo que discute estas preconcepciones. En España todo dato encuadrado entre «no es culpa mía», “si es rico, algo malo habrá hecho”, “la derecha es mala” (¡esto se lo creen hasta los de derechas!) y “el Estado debería solucionar esto” es gol seguro y para todo lo demás está el Iker Casillas de los argumentos: «no me vengas con rollos que yo lo tengo todo muy claro». ¿Las SICAV son una triquiñuela que han montado los políticos para que los ricos paguen menos impuestos? ¡Claro, porque los ricos son malos y han comprado a los políticos, que ya son bastante ricos de por si así que son bastante malos! ¿El PP quiere privatizar la sanidad? ¡Claro, porque la derecha es mala! Y, ahora que lo pienso, ¿es malo privatizar la sanidad? ¡Claro, porque pondría empresarios al frente de los hospitales, y los empresarios son ricos, y los ricos son malos! ¡Y la prueba es que lo propone el PP, que es la derecha, y la derecha es mala! Esto, lector, es lo que pasa por razonamiento en las mentes de la inmensa mayoría de los españoles, y así nos luce el pelo. De cuestionar que el PP verdaderamente quiera privatizar la sanidad, pese a que es lo que ellos mismos repiten hasta la saciedad que no es lo que están haciendo, ni hablar. Por supuesto que quieren hacerlo, ¿no hemos dicho ya que la derecha es mala?

Pero volvamos al tema. De las cuatro esquinas de la portería argumentativa española, la más importante es sin duda alguna “no es culpa mía”. «No es culpa mía» es la panacea universal, el remedio para todos los males, el gran hakuna matata de la psicología española, la respuesta a todas las preguntass(2). ¿La empresa va mal? No es culpa mía. ¿Me van a echar a la calle? No es culpa mía. ¿Me he metido en una hipoteca que no puedo pagar? No es culpa mía. ¿Soy un zoquete sin el menor sentido crítico? No es culpa mía. ¿El Estado está endeudado hasta las cejas? No es culpa mía. Y para poder mantener este estado de gracia inmaculada que la Virgen María envidiaría todo el mundo está dispuesto a extenderlo a los demás con el entendimiento tácito de que si uno dice que algo no es culpa del otro, el otro dirá que otra cosa tampoco es culpa de uno cuando llegue el momento. Lo que, combinado con la premisa “el Estado debería solucionar esto” que comentaba anteriormente dan la respuesta inmediata a todos los males de los españoles. ¿Qué alguien tiene una hipoteca que no puede pagar? No es culpa suya y el Estado debería solucionarlo. ¿Una empresa va a despedir a alguien porque la empresa va mal? No es culpa suya y el Estado debería solucionarlo. ¿Qué alguien es un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer? No es culpa suya y el Estado debería solucionarlo.
No sé exactamente cuando se vio la sociedad española infectada con esos memes, pero sus efectos son desastrosos incluso en el ámbito personal, de la realización como ser humano. Nada es culpa de uno, nadie se mira en un espejo aunque sea de vez en cuando, diciéndose “vale, estoy bien, pero ¿hay alguna cosa que podría mejorar?” No, amigo, no. Aquí, “mirror, mirror on the wall, who is the fairest of them all?” y para de contar. Lo que es más, si la malvada reina fuera española, cuando el espejo eventualmente contestara que Blancanieves es más hermosa que ella, la reina no llamaría al cazador sino que murmuraría “no es culpa mía”(3) y no haría nada en absoluto al respecto(4). Los hermanos Grimm se habrían muerto de hambre en España. Nadie va a esforzarse para mejorarse a uno mismo porque las cosas que le pasan no son culpa suya; lo máximo que hará será, como la reina, buscar al culpable de su actual situación y quitarle de en medio. ¿No puedo pagar la hipoteca? No es culpa mía. Vale, pues ¿de quien es? De los banqueros que me dieron el préstamo. Pues a la horca con ellos, no somos esclavos de políticos y banquieros, muerto el perro se acabó la rabia y todas esas cosas. Genial, vamos.

La rutina “no es culpa mía” lleva al completo abandono moral e intelectual; a la más profunda de las irresponsabilidades. Si nada es culpa de uno, uno nunca cometió errores, así que no tiene nada de lo que aprender para evitar que nos vuelva a pasar en el futuro. Y, como no se puede cambiar el futuro porque nada es culpa de uno, se deja de pensar tanto en prepararse para el futuro como en las consecuencias de lo que uno hace. Esa forma de pensar permea rápidamente la estructura de ideas y, cuando te quieres dar cuenta, ya has dejado de pensar en general en las consecuencias a largo plazo y cuando te enfrentas a un problema solo puedes pensar en la solución más inmediata. ¿La solución al problema de los deshaucios? La dación en pago, claro. A nadie se le ocurre pararse un minuto a pensar qué consecuencias traería eso a los bancos que son los propietarios de esos pisos y como repercutiría a medio o largo plazo en la economía(6), claro que bien pensado… ¡No importa! No olvidemos que los bancos son malos porque tienen dinero y que si tienen dinero es que son ricos y que si son ricos algo malo habrán hecho; así que si los bancos van a la ruina, ¡pues mejor! Y, por supuesto, cuando el que escribe intenta que se paren un momento a pensar en el desastre que eso traería lo que consigue es que se enfaden, indignen y a veces incluso monten en cólera. Lo que, lo admito, es totalmente previsible que ocurra cuando a un tonto de remate le cuestionas las creencias y estructuras en las que basa su personalidad, pero que no por ser previsible es menos descorazonador.

Y en el ámbito público las cosas no solo no mejoran, sino que empeoran. Estamos en la situación que estamos entre otras cosas por las exigencias que se le han estado haciendo al Gobierno desde los tiempos de Felipe González de que lo solucione todo. La calle y los lobbies se han agitado durante treinta años exigiéndole al Estado que cada vez ofreciera más y más prestaciones a los ciudadanos, prestaciones que los gobernantes se veían obligados a dar (aunque algunos, como a ZP, no había que insistirles en absoluto e incluso iban a la vanguardia de la calle en este tema, véase la totalmente inasumible Ley de Dependencia o la seguridad social pagando operaciones de cambio de sexo) por el procedimiento de “tirar de VISA” o emitir deuda pública, que a todos los efectos es pedir la hipoteca para el pisito y ya de paso comprarnos un Audi e irnos una semana a Punta Cana “y ya veremos como lo pagamos”. O aun mejor: “que lo pague el siguiente”. Y cuando algún Gobierno intentaba poner coto a la cantidad de dinero que salía de las arcas públicas, cuando alguien medianamente sensato decía algo del estilo de «Oíd, ¿no créeis que deberíamos dejar de gastar más de lo que ingresamos? Al final esto va a reventar…», la calle se rebelaba a grito pelado y huelga general para denunciar los «recortes en los derechos» de los españoles que ese Gobierno intentaba imponer. ¡Y lo peor es que lo siguen haciendo!

A nadie le importa la verdad. Nadie está dispuesto a ver la realidad del Estado tal y como es. No Hay Dinero. No hay dinero, nos hemos endeudado como bestias para conseguir todas esas «conquistas sociales», que en realidad no son conquistas sino préstamos, gastándonos lo que no teníamos y pidiendo prestado para hacerlo, endeudándonos cada vez más y cada vez a un tipo de interés más alto, y encima con un sistema en el que cada vez que el dinero público cambia de manos a alguien se le queda algo en las uñas. Nunca debimos haber dado ni un solo paso en este sentido y deberíamos haber frenado hace diez años para dar marcha atrás y crear un estado social sostenible en vez de una isla de Jauja mantenida por la cornucopia de la deuda pública. Y ahora que finalmente echamos el freno (aunque tampoco os creáis que hemos metido un frenazo a las cuatro ruedas, si lo que está haciendo el Gobierno os parece duro e insensible ibais a flipar en toda la gama de colores con lo que harían los MiB si nos intervinieran), totalmente in extremis ¿qué nos encontramos? ¿A una ciudadanía agradecida porque por fin hemos frenado el gasto del Estado, aunque fuera cuando ya tenía el morro asomando por el borde del barranco? ¡En absoluto!

Lo que nos encontramos es, ante todo, a una inmensa cantidad de gente enfadadísima porque «les quitan lo que es suyo». Al igual que (y por las mismas razones que) si alguien te hace daño tu primera reacción es de miedo, ira y búsqueda de venganza, si el Gobierno elimina servicios sociales lo que van a sentir los afectados es, ante todo, miedo, ira y ganas de armarla. Esa reacción instintiva está ahí y es inevitable, pero podría y debería matizarse a través de la inteligencia, eso que media entre el estímulo y la respuesta . Depende de la inteligencia y sinceridad de cada uno darse cuenta de las razones que llevan a esa retirada del servicio y entender la misma no como un robo, sino como un sacrificio por el bien común. Pero esto no es nada fácil, ni directa ni indirectamente: cuando te retiran a la cuidadora de tu abuela o te congelan la pensión o te dicen que estas navidades te quedas sin paga extra lo último que quieres oír son las razones y si aun así las escuchas la respuesta inmediata es alguna versión de «sí, pero que recorten de otro lado «). Lo que quieres es que no ocurra y que las cosas vuelvan a ser como antes, y lo mismo pasa si el afectado es alguien próximo a ti. Incluso aunque tengas las cosas diáfanamente claras, resulta muy difícil decirle a quien se encuentra con que nadie va a llevar a su madre al centro de día que es lógico que nadie lo haga porque nunca hubo dinero para que el Estado pagara algo así; o al funcionario sin paga extra que en efecto, es injusto y que está pagando los platos rotos del despilfarro neto de los últimos treinta años pero que no le queda otra que apechugar

Y lo peor de todo es el grupo de arribistas de la peor especie que, estando informados y sabiendo cómo funcionan verdaderamente las cosas, intentan sacar ganancia del malestar popular que produce el recorte de gasto y alientan y aprovechan ese malestar a sabiendas de que si ellos tuvieran que tomar la decisión harían prácticamente lo mismo mientras juran y perjuran lo contrario y critican a quien lo ha hecho con el único propósito de erosionar la imagen del Gobierno para, con suerte, llevarse alguno de sus votos de rebote(6).

Qué malo es no tener ganas de terminar las cosas. Esto seguro que lo habría abierto para hacer dos o incluso tres artículos independientes, hay uno que podríamos titular «No es culpa mía» escrito casi por completo. En fin, os dejo con las notas al pie.

Salud y evolución,

A.

(1) No me refiero necesariamente a la violencia física, hay muchos tipos de violencia… pero tampoco la descarto.
(2) Sobre todo si va acompañada de un encogimiento de hombros. El encogimiento de hombros es al «no es culpa mía» lo que los escudos deflectores a la Enterprise.
(3) Probablemente acompañado con un encogimiento de hombros.
(4) Bueno, sí, probablemente exija que lo solucione el Estado….
(5) Muchísimo menos se van a parar a pensar si es remotamente justo cambiar por decreto y de forma retroactiva un contrato firmado libremente entre las partes, por supuesto. La culpa de todo la tiene el banco que me puso una pistola en la cabeza para que pidiera la hipoteca y la ampliara para irme una semana a Punta Cana y comprarme un Audi 80.
(6) Y esto lo hacen TODOS. Por desgracia. No tiene nada de raro que el PSOE acuse al PP de insolidario y neoliberal (ya se sabe que la derecha es mala), pero que a nadie se le olvide el PP haciendo exactamente lo mismo cuando el PSOE tuvo que congelar las pensiones el año pasado. Y si esto lo hacen, con una hipocresía y demagogia insultante, los partidos con capacidad de gobierno, os diré los que no la van a tener en su vida como Izquierda Unida o, por desgracia últimamente, UPyD, que se había mantenido al margen de la demagogia hasta ahora.

Los libros de diciembre

9788466330831La ley del desierto

Los Alatristes ya caen en mi casa por tradición. Este El Puente de los Asesinos, sin estar a la altura de los mejores volúmenes de la saga (en mi opinión, los tres primeros), continúa la línea ascendente que ésta está trazando desde Corsarios de Levante, tras la mediocre El Oro del Rey y la completamente infumable El Caballero del Jubón Amarillo. Literatura de aventuras, de capa y espada, fácil de leer, nada exigente, impecablemente ambientada y documentada, mantiene el estilo soldadesco y cuartelario de los otros seis libros. Imprescindible para los amantes de la saga, pero poco recomendable para quienes no hayan leído (al menos) Las Aventuras del Capitán Alatriste, ya que los niveles de antiheroicidad que alcanza el personaje en este relato casi seguro que impedirán al lector primerizo identificarse con él. Particularmente cierto esto que digo en lo que, a mi ver, es la mejor parte de la novela: la relación entre Alatriste y su némesis, Gualterio Malatesta, con quien se ve obligado a trabajar codo con codo en esta aventura, y que no es comprensible (sobre todo al final) sin haber leído los tomos anteriores, por más que Pérez-Reverte intente poneros en situación a base de comentarios y recuerdos.

Si ya habéis leído otros Alatristes, probablemente leáis este, y si no lo habéis hecho todavía, hacedlo. Aunque la saga tenga luces y sombras, los tres primeros son realmente buenos, y (al menos para alguien como yo) leer las aventuras de este héroe tan políticamente incorrecto y con una psicología y valores tan del siglo de oro resulta harto refrescante. Una pena que la película fuera un espanto de semejante calibre.

Y, por fin, después de casi un año, fui capaz de terminarme Gödel, Escher, Bach, un Eterno y Grácil Bucle, libro que me recomendó Zor, prestándome su ejemplar (so pena de ser atropellado por un portaaviones si no se lo devolvía en perfecto estado, tal es el cariño que le tiene) y del que, aproximadamente a las 200 páginas, me compré mi propia copia, no solo porque veía que la lectura se alargaba y temía que le ocurriera algo al tapa dura de Zor sino porque me estaba gustando tanto que quería incluirlo en mi biblioteca.

Es difícil decir de qué va Gödel, Escher, Bach, pero lo voy a intentar. Lo primero que diría, aunque parezca una paradoja, es que es un libro de metafísica materialista. Es un libro de metafísica, porque las preguntas a las que intenta responder (¿Qué es la mente? ¿Puede la mente comprenderse totalmente a si misma? ¿Puede una mente residir en una máquina? ¿Es imprescindible un cerebro biológico para la existencia de la mente?) son de índole metafísico; pero los métodos y razonamientos que utiliza son estrictamente materialistas, científicos, matemáticos y, como mucho, cuánticos. Lo segundo que diría es que es un libro de divulgación científica; aunque aviso que no estoy hablando de divulgación a la Carl Sagan o Stephen Weimberg. Es divulgación seria, exigente, 700 páginas de razonamiento complicado y de datos, datos, datos y creación de estructuras para asimilar, procesar y aprovechar esos datos (y estructuras). Zor me dijo que suponía que me gustaría pero que, en cualquier caso, sería más inteligente al terminármelo, y estoy de acuerdo con él. No es un libro que simplemente te enseñe cosas sino que se las ingenia, a través de paralelismos con el arte y la, digamos, “vida real”, para que crees mecanismos intelectuales que interpretan la realidad de forma distinta (y me atrevería a decir que más precisa y, por lo tanto, más hermosa) a como lo hacías antes de leerlo. No llega a ser La Nueva Mente del Emperador (por ejemplo) en lo que tiene que ver con la rigurosidad y la aridez, desde luego, pero tampoco es un paseo por el campo.

Desde mi punto de vista, además, el libro tiene dos partes muy diferenciadas. Una en la que habla de la mente humana, preciosa y fascinante, y otra en la que habla de la inteligencia artificial que, a mi, me ha resultado bastante pesada. Supongo que como humanista que soy me interesa mucho más como funciona nuestro cerebro, por ejemplo, a todos los niveles (lo de los niveles en la estructura de ideas es fascinante); que como funciona un ordenador y cuales son sus posibilidades y limitaciones. Y, a pesar de que cualquier aficionado a las matemáticas que lea el título ya conoce la respuesta a la pregunta troncal (¿Puede un sistema representarse a sí mismo?) el camino recorrido y el paisaje observado desde la pregunta a la respuesta es tan hermoso como enriquecedor.

En definitiva, un libro magnífico, pero que solo es recomendable para los aficionados a la filosofía o, como mínimo, a la informática. Hace falta una cierta actitud ante la vida para disfrutarlo, algo así como una poderosa curiosidad y capacidad para maravillarse, mezclada con inteligencia, tenacidad y flexibilidad conceptual. Para que os hagáis idea, quitando a mi familia directa (y no las tengo todas conmigo sobre Zalasa) no se me ocurre mucha gente a quien le fuera a gustar, A Zor (claro), a , probablemente a , quizá a y HK… y poco más.

Ah, por cierto, se liga muchísimo leyendo este mamotreto a las cuatro de la mañana en un bar de lesbianas. Ya ves tú.

On the stability of Spain after the vote of no confidence and its effects on the economic landscape.

FOREWORD: Spanish politics can’t be understood with the single, traditional left-right axis. A second, centrifugal-centripetal axis must also be considered.

Last Friday a vote of no confidence against the incumbent President Mariano Rajoy of the Popular Party (centripetal moderate right) removed him from office placing in his stead PSOE leader Pedro Sánchez (Socialists – neutral moderate left).

The vote of no confidence was ostensibly motivated by a court ruling declaring that the Popular Party had benefited almost a decade ago from a corrupt business scheme organised at the fringes of the party. While it is highly doubtful that Mr. Rajoy himself is anything short of squeaky clean the party supporting the Government itself was found guilty (a first in Spanish history) and other parties sought to take advantage of this loss of credibility.

The Spanish Constitution states that a vote of no confidence must be constructive. It is not enough to propose the removal of the incumbent Government, it must include a substitution candidate. Mr. Sánchez, as Secretary General of PSOE and leader of the opposition, was presented even though he is not a deputy himself.

The motion to remove Mr. Rajoy and appoint Mr. Sánchez was backed by almost the entirety of the parliamentary arch. It had the 84 votes of Sánchez’s PSOE, and those 67 of Podemos (“We Can”, centripetal, radical left), 9 of ERC (Catalan independentist left), 8 of PDeCAT (Catalan independentist right) 5 of PNV (Basque nationalist right), 4 of Compromis (Valencian nationalist left) 2 of Bildu (Basque independentist radical left, formerly the political branch of terrorist group ETA), and 1 of Nueva Canarias (Canarian nationalist moderate left) for a total of 180 votes when an absolute majority of 176 was needed for the motion to carry. Against Mr. Sánchez voted the 137 deputies of the Popular Party and the 32 of Citizens (centripetal catch-all). The single deputy of Coalicion Canaria (Canarian nationalist moderate right) abstained.

This could be interpreted as Mr. Sánchez winning office with the support of the most radical left and the no less radical Catalan pro-independence parties. While this may be true, it would be wrong to assume that it will condition his government action. The socialist leader was supported by these parties only as an effect of being united against a common foe – Mariano Rajoy. Once that cause for unity has been removed all parties have returned to their respective trenches and can be expected to continue quarrelling with each other.

The situation faced by the Sánchez Government is therefore as follows:

  • He has almost no parliamentary support in the Congress of Deputies. In order to enact legislation he would have to either pact it with: (i) the Popular Party, who is unlikely to make any concessions to the people who took power from it; (ii) both Podemos and Citizens, an unlikely alliance since Citizens and Podemos regard each other with great animosity (Citizens sees Podemos as dangerous populists, Podemos sees Citizens as an opportunistic right-wing and resents them presenting themselves as the «sensible change» as opposed to Podemos’ radicalism) or (iii) to recreate a coalition similar to the one who put him in power which, considering the wide differences existing between them, would be like herding cats. To make things worse the Popular Party has an absolute majority in the Senate (149/266) which, Spain being a bicameral legislature, has also to pass any important law.
  • This means that legislative action is likely to be kept to a bare minimum. The Government can still regulate urgent matters by way of Royal Decrees, but it can’t pass any meaningful laws nor approve next year’s budget this way.
  • 2018 Government budget was approved by Congress with the votes of PP, Citizens and PNV, after a long negotiation in which Mr. Rajoy pledged 450M€ of investments for the Basque Country (something that Citizens  strongly objected to). However they have not yet been cleared by the Senate, where PP has already stated they will use their absolute majority to amend them, most likely to remove the Basque concessions. This will send the budget back to Congress where it is expected to pass, but not before the new Government finds itself in the awkward situation of having to defend a budget they voted against in the first place.
  • The fact that the budget is all but passed, paired with the parliamentary weakness of PSOE, means that the new Government will basically have to rule according to the Popular program since as the budget is not a blanket  bill but assigns specific amounts to specific provisions. Therefore the economic landscape of Spain is unlikely to deviate from its current course as the new Government has its hands tied. No major swifts of policy should be expected.

As for the other major crisis point in Spain, the Catalonian situation can be expected to abruptly, albeit moderately, improve. I believe this to be so because of the following:

  • PSOE has traditionally held a less centripetal posture than PP, and are generally viewed as more likely to talk and compromise than them.
  • At street level a lot of the fraying nerves situation has had to do with the Popular Party in General and Mr. Rajoy in particular. Mr. Rajoy is seen by many as negatively discriminating Catalonia and the Catalans. He is an emotional figurehead, an embodiment of every perceived slight from the central Government that has made many Catalans feel insulted and rejected even before reaching office. In particular and in way of example, Catalans hold him responsible of taking the Estatut (Catalan autonomous fundamental law) back in 2005 to the Constitutional Court and have parts of it declared unconstitutional when the same provisions exist in other regions’ fundamental laws and were not treated that way. The removal of Mr. Rajoy is the removal of a constant reminder to many of why they are angry and distressed. Things can therefore be expected to cool down by this factor alone.
  • Also, the entry of Mr. Sánchez gives an opportunity to all involved players to de-escalate the situation without losing face. The central Government can relax its pressure without fear of being accused of being incoherent. Catalan regional leaders can relax their posturing without being accused of  giving in to the despised Rajoy. It is my personal but founded belief that Catalan regional leaders, despite ostensibly claiming otherwise, know that they have been beaten, that independence is not an option at this time, and that it is in their best interest to return get back to the straight and narrow and use legal means only to further their ends.
  • Please note that this change, while quick, will not happen straight away. A good indicator of the situation being about normalize is likely to be the rebellion charges against some Catalan leaders, which require a broad interpretation of the term “violence”, to be changed to lesser ones through a more strict and pro reo interpretation by the public prosecutor and/or the judiciary.
  • It is thought, even claimed by some, that since Mr. Sánchez has had the support of the pro-independence parties he already has a deal with them that will significantly change the Government’s position on the Catalonian issue on the short term. I do not believe this to be true. First, as I mentioned above, the independentists only supported Mr. Sánchez as a way to dispose of a worse, and particularly despised, foe. An alternative candidate was necessary for a vote of no confidence and the independentists would have voted for the proverbial monkey with a machine gun if it hurt Rajoy. There is no love lost between Mr. Sánchez and Mr. Puigdemont or Mr. Torra.  Second, and when it comes to Mr. Sánchez’s intentions, his appointment of Mr. Borrell, a staunch pro-unity Catalan socialist that even has Citizens’ admiration, as first member of his cabinet is a clear statement of intentions.

The Sánchez Government is expected to face very strong opposition from all ends of the parliamentary arch. PP and Citizens can of course be expected to oppose him as they voted against his installation, but Podemos is most likely to be as belligerent as them if not more. Podemos is ideologically and sociologically placed at the far left and its natural electoral space to grow is into PSOE’s electoral basis. They are likely to play the identitarian left card and accuse the socialists of not being true leftists as they rule just as the Populars did, something that Sánchez is basically doomed to do with the current budget. Parliamentary instability and political posturing is all but guaranteed.

However, this is highly unlikely to end up with Mr. Sánchez calling for elections anytime soon. Recent polls show a huge swift in political support (please see the above graph), with Citizens clearly winning the elections at PP and PSOE’s expense. These two traditional parties are therefore unlikely to let the situation slip to a level of instability that would warrant new elections, and considering they control 221 out of 350 seats it is well within their power to defuse any alarming threats. It’s worth mentioning, however, that polls show that 65% of Spaniards favor going to new elections so it remains to be seen if the tide will actually change or Citizens, and most likely Podemos, will capitalize on that sentiment.

Finally, and to further the above point, it is most likely that the Rajoy government has fallen due to this fear to calling elections, in this case from PNV. The Basque nationalists had supported the budget and were expected to back the Government or at the very least abstain in the vote when Podemos, who is not particularly afraid of new elections, forced their hand by announcing that if the vote of no confidence didn’t carry they would follow Citizens’ proposal and present a second one with a neutral candidate who would immediately call for elections. It is my belief that, faced with the prospect of four years with a truly centripetal government that would be extremely hard to bargain with and has as a major point in its program to further equality among Spaniards by ending the traditional privileges of the Basque Country, PNV decided to go against his former ally  even if it meant risking the 450M€ in investments that they had secured from him.

To sum up, even if the ascension of Pedro Sánchez to the Presidency will mean several months of a weak Government in Spain, with much political posturing and debate, the economic landscape can be expected to be pretty stable, with no major, tangible changes due to the expected lack of meaningful legislation, and the social clashes in Catalonia to subside.