El Gran Quadre (The Big Picture)

Tengo unos días absolutamente infernales de trabajo delante de mi, pero no quiero dejar escapar estos cinco minutos libres antes de que empiecen para compartir una profecía sobre las radicales consecuencias que la espectacular diada de ayer va a tener.

Ninguna.

Por dos razones, fundamentalmente:

  1. No va a traer la independencia de Cataluña porque eso implicaría una reforma constitucional de un calado inimaginable y la experiencia nos dice que aquí la Constitución no se toca así quemen el Congreso. Vivimos en un país de políticos inamovibles cual esposa de Lot que ignoran totalmente toda manifestación popular que no estén manipulando ellos mismos. «Madrid» hará caso omiimagesso, a la hora de la verdad, de la diada. Dejará que sus ecos se apaguen con el tiempo sin hacer absolutamente nada, exactamente igual que hizo con el 15-M, y cuando resurjan sus ecos cada año los aguantará estoicamente. Y, si en algún momento el tema se llegara a poner serio, lo que hará será otra serie de reformas, que vendrían muy bien a España pero que no tendrían nada que ver con la independencia de Cataluña (reforma de la LOREG y del Título III, por ejemplo) y serían más que suficientes como para desviar la atención y las energías de ese proyecto.
  2. Pero es que, además, tampoco va a traer como resultado el concierto económico catalán que verdaderamente quieren CiU y los catalanistas no soberanistas. Y no lo va a traer porque como se empezara a hablar del tema, Europa, que está presionando por una mayor consolidación fiscal en España como una de las (inexistentes) condiciones para el (inexistente) rescate de España, no soltaría un céntimo. Y como necesitamos ese dinero como el maná los israelíes en el desierto, «Madrid» no efectuará movimiento drástico alguno en esa dirección (lo que es más, igual se ven forzados a hacerlo en el sentido contrario). Los catalanistas gritarán y gritarán y el palau derribarán, pero desde Madrid se aguantarán o, como mucho, realizarán algún acto o concesión simbólica porque Paris vaut bien une messe.

Así, en cinco minutos y a vuelapluma, es todo lo que puedo decir. A ver si el tiempo me da la razón.

Saludos a todos,

Arthegarn