La Red Oscura

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Martes, cuatro y media de la tarde, interior. Arthegarn está en su oficina cuando uno de sus jefes, que está hablando por teléfono, le hace señas de que se acerque. «Mira a ver si tú te enteras de qué pasa, anda» le dice. «Es una tía de nosedónde que dice que quiere hablar con algún indio de la oficina de Nueva York que no sé quién es».  En efecto, al otro lado del hilo telefónico hay una mujer que habla en un inglés con un fuerte acento asiático (no indio) que dice que está en el aeropuerto de Singapur a punto de coger un avión y que ha de hablar urgentemente con el Sr. Koothrappali,  alto directivo de la empresa, pero que no le cogen el teléfono en su oficina y necesita su teléfono móvil. Sabe a donde llama, por quién pregunta, el cargo que ocupa, y no hay nada a priori sospechoso en la llamada en si…

Pero Arthegarn está leyéndose un libro sobre delitos tecnológicos y como ya ha terminado el capítulo en el que se habla de ingeniería social le saltan las alarmas. Trata la llamada como sospechosa y, cuando se repite, da instrucciones a su oficina de que le pasen diréctamente a él esas comunicaciones. A la cuarta vez la historia cambia, ahora la voz necesita hablar con alguien del equipo del proyecto Ceylan. A la sexta llamada siendo antendida por la misma persona, la desconocida desiste. Unos días después nuestro héroe recibe un serio pero cálido correo electrónico del CTO (con copia a quienes deciden su gratificación a fin de año) felicitándole por haber detectado el intento de phishing  y haber protegido los intereses de la compañía y, sobre todo, del Sr. Koothrapali que está siendo objeto de un ataque de robo de identidad.

Nunca un libro le había resultado tan rentable…

Cambiando algunos detalles, esta anécdota es verídica. De la semana pasada, en concreto, y es que La Red Oscura, de Eduardo Casas, es un libro sorprendentemente práctico. Oh, desde luego no os va a enseñar a programar un cortafuegos ni incluye entre sus páginas la secreta identidad del lider de Anonymous, pero sí que os ayudará, de forma simple e inmediata, a entender los peligros de Internet y como evitarlos en su inmensa mayor parte.

Tengo que decir que me ha gustado mucho. Es un libro de divulgación, directo e interesante, y que amén de sus virtudes propias me parece perfecto para que aquellos que solo han leído novelas se adentren en el gratificante mundo de la no-ficción. Sin presuponer nada, comienza con un capítulo introductorio para dar las bases tecnológicas (¡y culturales!) necesarias para entender qué es Internet, más allá de abrir el navegador y buscar cosas en Google. Sin ser particularmente técnico a mi no se me va a olvidar la diferencia entre una LAN y una WAN y ya sé qué rayos es eso de la IPv6, el protocolo TOR y cómo se hace un ataque DDOS(1). Y me ha llamado mucho la atención (a mi, claro, que nací sin Internet) que herramientas que para mi son tan básicas y anticuadas como el IRC sean, en realidad, parte de la famosa Internet Profunda. Insisto: no le va a descubrir la pólvora a un experto pero es que no es esa su intención y en cambio sí que es muy informativo «a nivel de usuario». O a mi me lo ha resultado, qué queréis que os diga…

El resto del libro se dedica a analizar, dedicando un capítulo a cada tema, los diversos tipos de ilegalidades que se pueden cometer por internet, desde la pornografía infantil, asunto del que el autor es (desgraciadamente) una autoridad, a la insurgencia política, pasando por robos, chantajes, timos, tráficos ilegales y un sorprendentemente amplio etcétera. La estructura de cada capítulo es paralela: una introducción «novelando» un caso real del tema a tratar (como la de este artículo a modo de homenaje) seguido de información, información e información, tanto teórica como «práctica», en forma de ejemplos reales de esos delitos y su investigación. Algunos de estos abren los ojos a la realidad de un mundo que, cuando se ve en una película o una serie desde el salón de casa, puede parecer tan real como el cuento de la lechera, pero que resulta ser mucho, muchísimo más auténtico y aterrador. Y aviso desde ahora que el libro está muy bien escrito: el capítulo cuatro, por ejemplo, titulado «La Muerte Retrasnmitida» y dedicado a los videos snuff y otros tipos de delitos contra las personas está tan bien documentado y narrado, fría, objetivamente, sin un ápice de morbo, que algunos párrafos le quitan a uno las ganas de ver Criminal Minds durante unos meses(2) y se las dan de irse a buscar a los policías que, como el autor, investigan ese tipo de crímenes y se exponen rutniariamente a ese tipo de escenas, para darles un abrazo y llevárselos de cañas a ver qué se puede hacer para compensar un poco los jirones de alma que, por protegernos, se deben de dejar diariamente ante sus monitores(3).

Pero el libro no es duro ni descarnado. El capítulo de los timos, por ejemplo, admito que a mi me ha hecho sonreír malvadamente en un par de ocasiones y el de las conspiranoias (que, sí, causan víctimas, pensad en los antivacunas) también, en este último caso mientras meneaba la cabeza ante los niveles a los que puede llegar la tonería humana. Y también es informativo y didáctico en campos que uno no esperaría en un libro de esta temática. Por ejemplo, a mi me lleva aproximadamente una hora y media de charla explicarle a un lego el concepto de «dinero fiduciario»; bueno, pues el autor lo hace, clara y correctamente, en seis párrafos. Seis. Párrafos. De la economía de trueque al dinero fiduciario en seis, camaradas, seis, ni siquiera páginas, SEIS PÁRRAFOS. Lo hace parecer tan simple que es insultante, oiga, es injusto…

Y poco más puedo añadir aparte de insistir en que, además de una interesante lectura, el libro es práctico. A mi ya veis que me ha servido para que me den una palmadita en la espalda desde Nueva York a la vista de mis jefes directos, pero a un número sorprendente de gente le vendría bien por la información y los consejos que contiene sobre, por ejemplo, la sextorsión, o chantaje que (me consta) han sufrido amigos y amigas cuando alguien ha amenazado con hacer públicos fotos o vídeos en los que aparecen y que, digamoslo así, no estaban destinados para el público en general. Y es que incluso el más listo de nosotros puede tener un día tonto en Badoo, o un hijo o una sobrina que los tengan, y no saber que hacer.

En serio, leedlo. Por lo que cuesta es todo un negocio.

Salud y evolución,

Arthegarn_________

(1) Bueno, sé cómo se hace de la misma forma que sé cómo se hace una carga de caballería, usté mentiende…
(2) Si hay vídeos, como Two Girls, One Cup, que no se pueden «desver» una vez vistos, espero que el sorprendentemente accesible de los «maníacos de Dnepropetrovsk» (llamado en ciertos círculos Three Guys, One Hammer) ocupe el poduim absoluto porque prefiero no tener ni que imaginar que haya algo peor. Mi hermana Irene, que también se lo ha leído, me comentó que había ciertos párrafos que había tenido que saltarse y algo me dice que son estos.
(3) Técnicamente la especialidad del autor es la pornografía infantil, sobre la que es bastante menos gráfico. Leyendo los tres grandes grupos de edad en los que se clasifican los gustos de los pederastas de red TOR y desde la ventaja que me da conocerle desde hace veinte años algo me dice que no es por falta de material, sino por proteger al lector y a la víctima, por lo que esto es así.

Lo que se juega Occidente IV: El Totalitarismo.

Votar a un populista es, como ya he explicado en los artículos anteriores, tan malo como darle una metralleta cargada a un mono y soltarle en el Metro en hora punta. La diferencia fundamental es que el mono, cuando ha vaciado el cargador, por lo menos no te mira sorprendido y te pide más balas.

Recapitulemos: el populista llega al poder haciendo promesas simples de acciones drásticas para solucionar los problemas de la gente(1) y, una vez tiene el poder, se encuentra con que, oh sorpresa, las cosas no son tan simples como decía en su discurso y no puede cumplir sus promesas.

El caso más paradigmático es el NHD, acrónimo de «No Hay Dinero» y muy usado en determinados foros de nuestro país tanto como explicación de ciertas medidas gubernamentales como, jocosamente, respuesta definitiva a las grandes preguntas sobre la vida, el universo y todo lo demás. El populista llega al poder y cuando va a ejecutar 1206_sin-dinero_620x350su programa se encuentra con que, como le intentaban explicar al Pueblo sus oponentes, No Hay Dinero para ello. Y no es solo que no haya dinero, es que, además, cuando decide obtenerlo, resulta que no puede hacerlo porque el Gobierno, afortunadamente, no es quien pone los impuestos (aunque sea quien los recaude). Es el legislativo quien lo hace, a través de leyes(2) como la ley del IVA o la ley del IRPF. El dinero de los impuestos no es «del Gobierno» sino «del Estado». Cada año el Gobierno, como cualquier administrador, tiene que presentar unos presupuestos al Legislativo diciendo cuánto se quiere gastar y en qué, esa propuesta se debate, se negocia entre Ejecutivo y Legislativo (las famosas enmiendas) y, si se aprueba, el Legislativo autoriza por Ley el traspaso de fondos del Estado al Gobierno. Luego, presupuestariamente hablando, el Gobierno no puede hacer lo que le dé la gana sino que está controlado, a veces muy de cerca, por el Legislativo. Así que nuestro populista, ya instalado en el poder, se encuentra con que no tiene dinero para sus maravillosos planes y que tampoco tiene la capacidad de obtenerlo por si mismo.

Y no es la presupuestaria la única traba que encuentra nuestro querido líder para ejecutar sus «obvias medidas de sentido común que los miembros de la élite gobernante no toman porque son tan torpes como malvados», que va. Por ejemplo: Trump no puede construir su famoso muro así por las buenas, por decreto, porque no depende de él. Suponiendo que 0719-donald-trump-star-wenn-4tuviera el dinero (no lo tiene) y que consiguiera que lo aprobara el Congreso (a ver quién vota a favor de eso) tendría que lidiar con los propietarios de los terrenos en los que quiere construir (y en EU lo de la expropiación se ve muy, muy mal) así como con la FEMA y otros organismos del Estado, particularmente diversas agencias de protección medioambiental que se opondrán porque su misión es proteger ciertos intereses de los ciudadanos estadounidenses directamente atacados por el proyecto. Otro ejemplo más cercano: no importa cuánto lo repita, Podemos no puede aprobar la «dación en pago» así por las buenas, ni siquiera aunque tuviera mayoría absoluta en el Congreso. Podría cambiar la ley para instituir la dación en pago en las hipotecas que se firmaran a partir de ahora, pero no se puede hacer ahora una ley de hoy regule lo que se hizo ayer o hace quince años(3). Es ilegal, por motivos muy bien fundados pero que, como comentaba en el artículo anterior, «son complicados». Una ley así sería anulada por el Tribunal Constitucional, el de Justicia de la Unión Europea o hasta el de Derechos Humanos(4) y en Podemos, por cierto, lo saben.

El caso es que, por H o por B, ya tenemos instalado en el poder al caudillo que prometió solucionar una serie de problemas con medidas simples que ahora resulta que no puede llevar a cabo, con el añadido de que no puede presentarse ante el Pueblo a decir que no puede cumplir sus promesas «porque… 2630163-tumblr_ma7vv792xi1rbts2no1_400bueno, es complicado». Le han votado precisamente porque les convenció de que quienes no aplican esas políticas y ponen esas excusas son los malvados o incompetentes de las élites dominantes, el «ellos» que no es «nosotros», así que, ¿qué solución le queda?

Sencillo. Simplificar las cosas. Otra vez.

Como ya he comentado el ciudadano medio tiene una idea del poder que tiene el Gobierno que se parece más al poder de un dios que al que tiene en realidad. Una vez elegido, el líder populista excusa sus incumplimientos en el hecho de que no tiene suficiente poder y lo adereza sugiriendo que quienes se oponen a sus planes desde los puestos de control del Sistema, desde el Defensor del Pueblo al último juez de paz, son simpatizantes de las élites derrocadas que se niegan a dejar el poder. El cuadro a presentar es simple:

  1. Me habéis elegido para que resuelva vuestros problemas.
  2. No puedo hacerlo porque los judíos (o los maricas o los infieles o los masones o los curas o lo que sea) están infiltrados en todas las instituciones del Estado distintas al Gobierno y paralizan todas mis reformas.
  3. Por lo tanto, esas instituciones se están oponiendo ilegítimamente a la voluntad popular y deben ser sometidas a él.

Y una vez tienes el apoyo del Pueblo para reformar el Estado a tu imagen y semejanza no tienes más que hacerlo con todo organismo que se te oponga2630163-tumblr_ma7vv792xi1rbts2no1_400. Eso sí, no todo de un plumazo, solo según vaya siendo necesario. Al principio probablemente haya que hacer una pausa entre movimiento y movimiento, dejar que la indignación popular contra un organismo en concreto que está bloqueando tus actividades se acumule para luego responder a la misma y dar al Pueblo lo que pide; más adelante, cuando este mecanismo se haya convertido en rutinario y se vea normal la expansión del Ejecutivo y la concentración del poder las cosas se pueden hacer de forma más generalizada y, sobre todo, preventiva. ¿Por qué esperar a que algo de problemas para lidiar con ello cuando puedes evitar la posibilidad de que los dé?

Hay varios mecanismos para lograr estos fines, de los que voy a citar solo los históricamente más habituales:

  1. La disolución del organismo independiente y la asunción de sus competencias por el Gobierno, con lo que el obstáculo simplemente desaparece.
  2. La pérdida de independencia del organismo, que mantiene su existencia pero que pasa a depender del Gobierno y por tanto pierde la capacidad de oponerse a él.
  3. La purga del organismo independiente y el reemplazo de todos sus cargos clave por personas afines al Gobierno, con lo que el organismo mantiene aparentemente su capacidad de oponerse al Gobierno pero a la hora de la verdad no la va a usar nunca.

Con esto, desde luego, se eliminan los impedimentos para el ambicioso programa de reformas que prometió llevar a cabo el populista, con el único «precio» (aparente) de concentrar más y más pode2630163-tumblr_ma7vv792xi1rbts2no1_400r en el Gobierno y de eliminar mecanismos de control que limiten que el uso de este poder se convierta en abuso. Una auténtica ganga, en realidad, porque al fin y al cabo lo que estamos haciendo es echar a los enemigos del Pueblo de sus puestos de poder desde los que boicoteaban la acción del Gobierno. Al fin y al cabo cualquiera que se oponga al líder elegido por el Pueblo se opone, en última instancia, a la soberanía popular, que por definición no reconoce poderes superiores y cuyo poder no debería tener límites. Simplemente estamos haciendo volver las cosas a su Estado natural, le estamos «devolviendo» al líder ese poder semidivino que siempre pensamos que tenían los políticos y que cuando «el nuestro» ha llegado al gobierno no ha podido ejercer por todos esos judíos o liberales o lo que sea que se dedicaban a sabotearlo. Ahora sí. Ahora sí que nos toca.

Y, sin casi darnos cuenta, hemos pasado de un gobierno populista a un gobierno autoritario. Autocrático. Con todos los poderes concentrados en un gobierno que proclama ser el Estado, el Pueblo, la gente, y contra el que el ciudadano no tiene medios reales (quizá ni siquiera teóricos) de exigir respeto a sus derechos individuales. Un gobierno que puede despojarte de tus posesiones en nombre del bien colectivo y que puede meterte en un agujero muy oscuro sin proceso que valga como se te ocurra0719-donald-trump-star-wenn-4 quejarte. Un gobierno y un gobernante que, ahora sí, ya tiene la vía libre para hacer lo que quiera.

Platón decía que la mejor forma de gobierno era, esencialmente, aquella tiranía en la que el tirano era un filósofo justo y bondadoso ya que, si el tirano es justo, los únicos que tienen que temer algo de él son los injustos. La historia nos enseña una y otra vez los peligros a los que lleva esta línea de pensamiento y como el poder se presta al abuso. Por eso existen en nuestros sistemas todos esos mecanismos tan complicados, todos esos obstáculos para que el gobernante pueda hacer lo que quiere. Removerlos en la creencia de que el gobernante que hemos elegido, esta vez sí, se lo juro señor guardia, es «uno de nosotros» y que solo va a usar su poder para protegernos y solucionar las injusticias sociales quitándole a los ricos para darle a los pobres es infantil, iluso, simplista y tan antidemocrático como totalitarista. Vivimos en España así que no creo que sea necesario recordar por qué no queremos este tipo de Estado y por qué deberíamos tener mucho, mucho cuidado con a quién votamos, pero esa es una ventaja que, pese a nuestra inexperiencia democrática, solo tenemos nosotros. Yo he vivido bajo el franquismo, pero apenas quedan italianos que recuerden el fascismo y los estadounidenses jamás han vivido en una autocracia. La tentación de nombrar un dictador, bajo la forma que sea (y aquí incluyo la «transitoria» dictadura del proletariado), para que lo arregle todo es cada vez más grande, sobre todo entre las nuevas generaciones que mezclan el idealismo de la juventud con un mayor distanciamiento con nuestro pasado totalitario. Pues que os quede claro: no hay alternativa a la Democracia; no hay nada mejor que el Estado de Derecho.

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Somos libres, muchísimo más libres de lo que algunos creéis. Y el precio de la libertad es su eterna vigilancia. Guardadla celosamente y oponeos a quien os quiera desposeer de ella, sobre todo a quien os prometa devolvérosla ampliadííísima dentro de un ratito. El fin de la libertad es una de las cosas que se juega Occidente con el ascenso del populismo, pero, ahí donde la veis, no es lo que más me preocupa. La falta de libertad es mala, pero la falta de paz es peor y la nos la estamos jugando.

Hasta el próximo artículo,

Arthegarn.

(1) Iba a poner «de su electorado», pero no, el populista en realidad se presenta para resolver los problemas de «la gente», le voten o no le voten, porque todos sus conciudadanos (salvo la élite opresora de turno) son básicamente buenos y nobles y sufren de las mismas dolencias por las mismas razones. Lo que ocurre es que están coaccionados, manipulados o mal informados, pero el líder, que se preocupa de los problemas de todos y no de los de solo unos pocos, cuidará de ellos incluso aunque no le apoyen a la espera de que en cualquier momento, vea la luz y como el hijo pródigo vuelva al redil para unirse al rebañ… a la manada.

(2) Este problema es más grave en un país con un sistema democrático serio, como Estados Unidos, y menos grave en un país como el nuestro en el que apenas hay separación de poderes y, en general, el partido en el gobierno tiene mayoría en las cámaras y puede aprobar la Ley de Presupuestos (y, sobre todo, las «leyes de acompañamiento») que más o menos le dé la gana.

(3) Alguna vez se me ha argumentado que esto sí que es posible y se me ha puesto como ejemplo la sentencia de las cláusulas suelo, en la que un acto de hoy influye en las hipotecas de hace treinta años. Lo que pasa es que hay dos diferencias cruciales: (i) una ley, general, no puede ser retroactiva pero una sentencia, particular, y sobre todo una que declara nulidad, sí y (ii) la sentencia de las cláusulas suelo hace referencia a una cláusula específica y optativa del contrato de crédito, que puede regularse a libertad de las partes, mientras que una alteración del carácter accesorio de la garantía hipotecaria frente a la responsabilidad universal del deudor afectaría a la propia naturaleza del negocio jurídico. O sea, que lo de las cláusulas suelo es como podar una rama de un árbol pero lo de la dación en pago es más que talarlo, es desarraigarlo. Puedes podar un árbol y decir que sigue siendo el mismo árbol, pero no puedes talarlo y decir lo mismo.

(4) Si el TC no tumbara esa ley sería tan solo por lo ridículamente politizado que está en España, donde la justicia constitucional es una broma. Pero precisamente por eso no está fuera del espectro de lo posible y la banca tuviera que recurrir al TJUE. Y en el improbabilísimo caso de que el TJUE no obligara alGobierno a corregir, cualquier accionista de cualquier banco afectado podría recurrir al TEDH. Daos cuenta de que, al final, los bancos son de sus accionistas, que en su inmensa mayoría son pequeños ahorradores que invierten sea a través de su fondito de pensiones, sea directamente. Cuando estos pequeños ahorradores vieran esfumarse sus ahorros acudirían en masa, y con más razón que un santo en mi opinión, al TEDH.