Robin Hood lo pagamos todos

Hace cosa de un mes (aunque la prensa se ha enterado hoy) la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra dictó un auto en el que, en pocas palabras, se viene a decir que si tienes una hipoteca, no pagas, el banco te embarga, subastan tu casa y con esa subasta no se saca suficiente para pagar lo que debes, el banco no puede ir a por el resto de tus propiedades para cobrarse el resto de la deuda. Mucho progre antisistema se ha puesto contentísimo con esto. Y en realidad es una aberración ilegal, antijurídica, injusta y que, si se consolida, nos va a perjudicar a todos.

Permitidme que resuma los hechos para quien no se quiera leer todo el auto. Una pareja pide un 71.000(1) euros de crédito al BBVA y, en un momento determinado, dejan de pagar las cuotas. BBVA les demanda y el juez les condena a pagar esos mismos 71.000(2) euros. Ellos no pagan, el juez les embarga la casa y ordena la subasta, que queda desierta. Como está desierta, adjudica el piso al BBVA(3) por un importe de unos 43.000(4) €. Pero cuando el BBVA va al juez a reclamarle que continúe embargando a la pareja por los 28.000(5) euros que quedan el juez se niega y dice que con el piso basta. Argumenta esta decisión diciendo que pedir más de lo que vale el piso es abuso de derecho y que además el piso, cuando se concedió el préstamo, estaba tasado en 75.000 euros, lo que es más que el principal así que el banco ha hecho incluso negocio.

Por supuesto (y aquí ya me alejo un poco de la exposición sucinta de los hechos), eso es una soberana estupidez. En primer lugar, si condenas por 71.000 y efectúas una dación en pago por valor de 43.000 (es decir, le das el piso al banco diciendo que vale eso) el hecho está en que faltan 28.000 por pagar y hay que proseguir la ejecución. Punto pelota. Si hubieras efectuado la dación en pago por los 75.000 euros de valor de tasación a lo mejor el asunto tendría una mínima lógica, pero no puedes decir “vale, le deben a usted 71.000 euros, ahí tiene un piso de 43.000 y no pida más que en realidad vale 75.000”. Es una animalada tan grande que no soy capaz de imaginar un contexto lógico que explique por qué das algo en pago por valor de 43.000 que salda una deuda de 71.000, o al menos no sin sacar a la palestra los efectos de la física cuántica en la multiplicación de los panes y los peces. Pero sigamos.

Aparte de decir esto que he dicho yo, el BBVA le dice al juez que el piso no vale 75.000 euros, oiga, que una cosa es en lo que se tasó antes de la crisis y otra muy distinta lo que vale ahora. Que lo hemos sacado a subasta por 43.000 euros y no lo ha querido nadie, lo que quiere decir que su valor de mercado es, en realidad, inferior al importe por el que se adjudica en dación en pago. Pero es que. Además, aquí tiene una tasación con fecha de anteayer, señoría, que dice que, en efecto, el piso no vale 75.000 ni en los sueños húmedos de Paco el Pocero. Y el juez viene a decir que no le importa, que estaba tasado así, que no tiene evidencias de que el precio haya cambiado y ahora valga menos(6), que el que la subasta esté desierta no quiere decir nada y que esa tasación a fecha de hoy se la mete usted donde no brilla el sol porque no es el momento procesal oportuno para aportarla (el equivalente español a “no aceptarla como prueba”). Así que nada, nada, aire que tengo otro caso.

El BBVA, supongo que bastante aturdido ante la manifiesta estulticia del juez, recurre la decisión, claro. Y la Audiencia Provincial se lo lee y dicta, a mediados de diciembre, el auto que es noticia en el que rechaza el recurso, confirma la decisión del juez de primera instancia, deja al BBVA con un inmueble que no quiere y que apenas cubre la mitad de lo que le deben y sin posibilidad de ver ni un céntimo más. Dejadme que os explique las consecuencias del auto con claridad: si la pareja esta fueran millonarios y tuvieran cientos de miles de euros en efectivo en una cuenta del propio BBVA, el BBVA no podría tocarlos. Aunque la parejita en cuestión tenga para pagar (que no sé si lo tienen) no tienen que hacerlo. El banco se come el piso y punto. Ah, y, encima, para unir el insulto a la ofensa acaba condenado en costas, que no se me olvide.

El auto en cuestión tiene párrafos que no tienen desperdicio. Después de reconocer que la pretensión del BBVA de que le paguen lo que le deben “desde el punto de vista formal y de estricto ejercicio del derecho (¡Pues claro que desde el punto de vista del estricto ejercicio del derecho, pazguato, eres juez, no un árbitro de equidad, lo que tienes que hacer es aplicar la Ley, no lo que te da la gana!) no estaríamos ante un abuso de derecho”, lo cual ya de por si debería ser suficiente para revocar la decisión del juez de instancia al destruir la ratio decidendi se pone a hacer una “pequeña consideración” en la que viene a decir que, al fin y al cabo, si el valor del piso ha bajado es por culpa de los bancos que han creado la crisis, así que si el BBVA va a salir perjudicado, pues en el fondo está bien.

Lo digo en serio.

(…) si bien (…) la actuación del banco se ajusta a la literalidad de la ley y efectivamente tiene derecho a solicitar lo que ha solicitado, (…)ello no obstante no deja de plantemos una reflexión (…) relativa a la razón por la que la parte apelante impugna el Auto recurrido, por considerar que en realidad el valor de la finca subastada y adjudicada materialmente al banco, hoy por hoy, tiene un valor real inferior al que en su día se fijó como precio de tasación(…). La base de la manifestación de que la finca subastada tiene hoy por hoy un valor real inferior, se basa en alegaciones como que la realidad del mercado actual ha dado lugar a que no tuviera la finca el valor que en su momento se le adjudicó como tasación, disminución importante del valor que une a la actual crisis económica, que sufre no sólo este país sino buena parte del entorno mundial con el que nos relacionamos. Y siendo esto así y en definitiva real la importantísima crisis económica, que ha llegado incluso a que la finca que en su día tasó en una determinada cantidad, hoy en día pudiera estar valorada en menos, no lenin-delivering-a-speech-in-a-moscow-square-with-trotsky-watching-1918podemos desconocer que ello tiene también en su origen una causa precisa y que no es otra, y no lo dice esta Sala, sino que ha sido manifestado por el Presidente del Gobierno Español (…),que la mala gestión del sistema financiero del que resultan protagonistas las entidades bancarias.

No querernos decir con esto que el BANCO BILBAO VIZCAYA ARGENTARIA sea el causante de la crisis económica (Vaya, menos mal) , pero sí no puede desconocer su condición de entidad bancaria y por lo tanto integrante del sistema financiero, que en su conjunto y por la mala gestión de las entidades financieras que sean (…) han desembocado en una crisis económica sin precedentes desde la gran depresión de 1929.”

Y sigue:

Moralmente es rechazable que se alegue para intentar continuar la ejecución la pérdida de valor de la finca que servía de garantía al préstamo, que no se hubiera concedido si no hubiera tenido un valor suficiente para garantizar el préstamo concedido, que fue fijado por la entidad bancaria ahora ejecutante, o cuando menos aceptado, siendo que dicha pérdida de valor es directamente achacable a la crisis económica, fruto de la mala praxis del sistema financiero, que repetimos, aun cuando no quepa atribuirla directa y especialmente al BANCO BILBAO VIZCAYA ARGENTARIA, sí que no deja de ser una realidad que forma parte de los protagonistas de dicho sistema financiero, y de ahí que resulte especialmente doloroso, que la alegación que justifica su pretensión, esté basada en unas circunstancias que esencialmente y como vulgarmente se dice, ha suscitado una gran sensibilidad y levantado ampollas.

O sea, que si bien la petición es justa y ajustada a Derecho, resulta que no la concedo porque la considero “moralmente reprochable”. Vamos no me jodas.

Estoy seguro de que muchos de mis lectores más “progres” (o más impenitentemente comunistas, que haberlos haylos) ya están pensando en que hay que levantarle un altar a este señor (que, por cierto, se llama Fco. José Goyena, por si queréis escribirle a la Audiencia) capaz de plantarle cara a un gigante bancario internacional como el BBVA, levantándose para defender al hombre de a pie, que no solo ha perdido su casa sino que encima está amenazado por una malvada corporación que quiere embargarle hasta la camisa, y bla, bla, bla, y que es capaz de actuar con justicia y moral rompiendo los rígidos parámetros de la Ley en función de lo que es bueno y justo y moral y más bla, bla, bla. Bien, si sois de esta opinión, permitidme que os prometa que hay un mundo, no, un universo entero, más allá de vuestras narices. Lo prometo. Si guiñáis un poco los ojos seguro que lo veis.

El mecanismo que ha llevado a esta sala a dictar este auto, es decir, es justo y ajustado a Derecho pero no la concedo porque es “moralmente reprochable” es horrible. No tenemos jueces para que hagan lo que a ellos les parece moralmente correcto, los tenemos para que apliquen la Ley, que es reflejo de lo que nos parece moralmente correcto a nosotros, el Pueblo. No es tolerable que un juez anteponga sus propios principios a la Ley, lo que tiene que hacer es aplicar la Ley o, si eso le resulta verdaderamente imposible por su moral, abandonar la carrera o, como muy poco, abstenerse del procedimiento. Esto de “es legal, pero voy a hacer lo que me dicta mi conciencia” aquí lo veis muy heroico y digno de encomio, pero es el mismo mecanismo que permitiría, por ejemplo y aotros jueces, negar sus derechos a las mujeres o los homosexuales. “Oh, sí, ya sé que esta demanda de acoso sexual en el trabajo es justa y ajustada a Derecho, pero la voy a desestimar porque es moralmente reprochable que alguien vaya a la oficina así vestida”, por no hablar de “Oh, sí, ya sé que esta solicitud de adopción es justa y ajustada a Derecho, pero la voy a desestimar porque los solicitantes son maricas y la homosexualidad es moralmente reprochable en si misma”. En esa dirección no se puede dar ni un paso, entre otras cosas porque os garantizo que hay muchísimos más jueces que consideran que la homosexualidad (p.ej.) es moralmente reprochable en si misma que jueces que consideren que como los bancos han causado la crisis se merecen lo que les pase. Y que tienen muchas, muchísimas más ganas de volver a meter a la gente en el armario que las que tienen los otros de “hacer pagar a los bancos”.

Pero es que, además, desde el punto de vista de economía legal, esta decisión nos perjudica a todos. Tal y como están las cosas ahora, si yo pido un crédito para comprar un inmueble y luego éste baja de valor el riesgo es mío, exactamente igual que la ganancia es mía si sube de valor. Por eso, entre otras cosas, nos lo pensamos seis o siete veces antes de entramparnos para comprar un piso. Si esta sentencia crea jurisprudencia el riesgo se traslada al banco, que se encuentra con que si el piso baja de valor no va a recuperar lo prestado (pero si sube no ve un céntimo más, claro). Eso quiere decir que el riesgo de la operación, para el banco (que en realidad no tiene interés alguno en la operación en si misma), aumenta. Y esto quiere decir que para que a un banco le resulte matemáticamente rentable hacer el préstamo va a tener que subir los tipos de interés, o sea que nos va a costar más pedir un crédito, va a costar más que nos lo den, y nos va a salir más caro. A todos,

Y aunque para algunos tipos de mentalidad colectivista este tipo de distribución de la responsabilidad puede resultar atractivo (a la mía no, yo soy de los de que cada palo aguante su vela) el hecho es que a lo que se presta es al peor de los abusos. Si el auto creara jurisprudencia cualquier especulador inmobiliario podría irse a un banco a pedir un crédito para comprar inmuebles y especular con ellos porque sabe que el negocio solo puede tener dos resultados: (i) o el inmueble sube de valor, y él gana, o (ii) el inmueble pierde valor y entonces le devuelve el inmueble al banco en pago del préstamo, con lo cual él no pierde: pierde el banco. Y como los bancos no pierden, sino que trasladan su riesgo, nos subirán más los tipos hipotecarios. En otras palabras: estaremos financiando, y pagando, las operaciones de especulación inmobiliaria que suben el precio de los pisos que no podremos comprar nosotros mismos.

Ya sé que es muy bonito, y muy ilusionador, pensar que quedan héroes justicieros en el mundo, que trocan capas por togas y espadas por plumas y quitan a los ricos para dar a los pobres. Pero en realidad no es así y los pobres, o al menos los menos pobres como tú y yo, siempre acaban pagando. Nos ha costado muchísimo someter al Estado a la Ley, no podemos olvidarlo y tirarlo todo a la basura de un plumazo. Y tenemos que tener la suficiente perspectiva y profundidad de mira para darnos cuenta de qué es lo que hay detrás de las aventuras del Zorro y de cómo por cada libra que robaba Robin Hood el príncipe Juan subía los impuestos por dos.

No, chicos, no. Este auto es, en la forma, en el fondo y en las consecuencias, horrible. Y si alguien quiere discutirlo, aquí estoy.

Saludos,

Arthegarn.______________
(1) Para ser exactos primero piden un crédito de 59.390 y luego lo amplian en 11.865 más, total 71.255 €.
(2) Técnicamente no son los mismos, la condena es a 71.024 € de principal más intereses, costas y gastos. El hecho de que la condena sea por tal cantidad de principal quiere decir que esta gente dejó de pagar el crédito en seguida (¡solo amortizaron 231 euros de principal!), aunque esto no venga aparentemente al caso.
(3) En realidad aquí ya empiezan los problemas, porque un banco no quiere un inmueble para nada, lo que quiere es dinero para prestar e invertir, que es su negocio. Y esto lo digo aunque sé positivamente que algunos bancos, impelidos por estas ejecuciones y estas daciones en pago, han acabado montando sus propias inmobiliarias (
Anida el BBVA, Altamira el Santander…) bajo la idea de que, de lo perdido, saca lo que puedas…
(4) Exactamente 42.895 €.
(5) Exactamente 28.129,52 € de principal más 8.438,86 de intereses, costas y gastos.
(6) No tiene evidencias del cambio de valor de las propiedades inmobiliarias en España porque lleva desde septiembre de 2008 en Marte, con los ojos tapados, algodón en los oídos y cantando “No Pasarán” a voz en grito, supongo.

El chantaje emocional en la familia.

No entiendo cómo es posible que en tantas familias en España, y probablemente en el mundo, sus miembros se maltraten los unos a los otros a golpe de chantaje emocional. Amarse, que es hermoso y voluntario, se convierte de pronto en una obligación que además debe ser manifestada de determinadas formas y a intervalos regulares, so pena de ser «un mal hijo» (o padre, o hermano, o lo que sea) y sistemáticamente machacado moralmente por esa gente que dice quererle tanto a uno. No lo entiendo.

No entiendo a las familias cuyos miembros se ponen a parir los unos a los otros porque Fulanito no ha ido a cenar en Nochebuena a casa de Menganito. O en Nochevieja, o a comer en Navidad, o al cumpleaños de alguien, o lo que sea. O porque no van regularmente a visitar a sus padres o hermanos  o sobrinos o nietos o abuelos o lo que sea. Es como si la gente pensara que solo por estar emparentado con alguien ya tiene el derecho de ser visitado por ese alguien, o de imponer su visita, o lo que es más, de reglamentar cuan a menudo debe ese otro ver a un tercer pariente, que a veces ni pincha ni corta, y a juzgarle y condenarle si no se porta como él cree que es debido, todo supuestamente en el nombre del amor familiar que se profesan. Lo siento, no me cabe en la cabeza.

Yo cuando voy a ver a alguien, sea quien sea, y sobre todo si implica coger el coche e irme a verle, es porque ha hecho algo, en positivo, para que quiera verle. Por ejemplo, quiero de todo corazón al Profesor Ignatios, Inaeternitas, y Héctor (o a Alma, Vigara y Joel) pero, a menos que reciba una invitación o que ocurra alguna circunstancia concreta en general no cojo el coche para ir a verles. A veces me entre el mono y les llamo y les invito yo a algo y a veces es posible y a veces no, pero nuestra relación no se resiente y deteriora porque nos veamos poco. Es posible que nos distanciemos, claro, porque tenemos menos contacto, pero mis sentimientos hacia ellos siguen siendo igual de cálidos y estoy seguro que los de ellos hacia mí también, y cuando les veo mi alegría es igual de sincera y natural que si les hubiera visto anteayer. Quizá más precisamente por eso. Pero lo importante es que nadie se enfada con nadie porque las visitas sean irregulares o espaciadas, nadie cree que haya una especie de contrato firmado entre nosotros que dice que si no les voy a ver cada mes soy un mal amigo, o que si no le compro un regalo al crío por Navidad soy digno de reprobación. Simplemente saben cómo soy, saben lo que siento, saben cómo lo expreso y ya está. Me aceptan como soy y yo a ellos, por eso nos queremos y nos llevamos bien. No se nos ocurre criticar la personalidad del otro porque «no nos hace caso», eso es de cajón, es estúpido y egoísta rayano en el narcisismo el exigirle a otra persona cambie su forma de ser para adaptarse a lo que nosotros esperamos de ella; si nos gusta como es, bien, y si no tarde o temprano se termina la relación porque tenemos formas incompatibles de verla. Si esto es así, yo todos lo hacemos con nuestros amigos, nuestros conocidos y nuestros compañeros de trabajo, ¿por qué hay tanta gente que espera que las cosas no sean así con su familia, que respeta menos a sus parientes que a sus amigos?

Todo esto que digo es como yo veo que funciona mi familia(1), que es una de las más funcionales y unidas que conozco. Yo quiero mucho a mi familia, igual que quiero mucho a mis amigos. A algunos más que otros, como es lógico, pero lo importante es que el hecho de que les quiera no significa que quiera verles a todas horas. Y si el hecho de que les quiera no significa eso, ¿por qué lo va a hacer el hecho de que compartamos genes? A mi abuela, por ejemplo, no la veo desde hace un año. A mis padres pueden pasar meses sin que les vea y38655_1491556801583_5561391_n les quiero con adoración y disfruto una enormidad cuando estamos juntos. A mi hermana Andruin (casada y con hijos) la veo completamente de uvas a peras y lo que es quedar ella y yo para charlar y estar juntos a lo mejor lo hacemos una o, con suerte, dos veces al año. Tenemos vidas muy diferentes, vivimos a 30 kilómetros el uno del otro y a nadie le extraña ni le importa, nos queremos exactamente lo mismo. A mis sobrinos Dani y Cristina, sus hijos (6 y 4 años), por poner otro ejemplo(2), les veo cuando veo a su madre porque van pegados a sus faldas. No se me ocurre (y es que es así, no se me ocurre, no aparece esta idea de forma espontánea en mi mente) coger el coche para ir a verles a ellos. Y mi hermana no piensa que yo sea una mala persona por ello, ni me lo recrimina, ni (creo) se le ocurre.

Pero que nos veamos poco no quiere decir nada, nos queremos absolutamente con locura y estamos muy, muy, muy unidos. Lo que pasa es que cada uno tiene su vida y todos entendemos y respetamos eso y a ninguno de nosotros se le ocurriría enfadarse con otro porque no va a verle, o a sus hijos, o a sus padres. Todos entendemos que cuando alguien coge el coche y se va a ver a fulano es un regalo, es algo especial por lo que estar contento y que lo normal es que no se haga y que cada uno esté en su casa, con su vida y sus preocupaciones. Jamás se nos ocurriría pensar en como tiene que vivir su vida el de al lado, ni cuan a menudo tiene que ir a visitarme (o recibir mis visitas), o a que ir ver a sus padres o a sus hijos o a sus sobrinos. Si a mí me apetece ver a alguien cojo el teléfono, le llamo y le propongo quedar y buscamos cuando nos viene bien y ya está. Y si le apetece a mi hermana, o a mi padre, o a mi sobrina, hacen los mismo y también ya está. Pero la vida y la relación de los demás es suya personalísima, ¿cómo nos vamos a meter ahí?

A mí no se me ocurriría jamás, pero jamás de los jamases, recriminar a uno de mis familiares (o de mis amigos) porque no venga a verme o porque no acepte mi invitación a celebrar conmigo la noche de Walpurgis. Muchísimo menos se me ocurría criticar a mi primo Sito que es lo más parecido que tengo a un hermano), por ejemplo, porque no va a ver lo suficiente a su madre. Por poner un ejemplo completamente verídico y reciente, mi hermana Irene que se casa en mayo en Lisboa en una ceremonia íntima y familiar, ha invitado a los padres de Sito pero no a Sito (con quien se lleva muy bien). Y a mi jamás se me pasaría por la imaginación criticarla eso y decir que es una mala prima, que le está haciendo un feo o alguna de las estupideces que oigo a mi alrededor cada dos por tres en situaciones mucho más mundanas. ¡Es SU boda, es SU relación! Y además resulta que tengo fe y confianza en mi hermana, que es una persona extremadamente inteligente y sensible, y estoy absolutamente seguro de que sus razones tendrá, de que son buena y de que no son asunto mío. Ah, también tengo confianza en mi primo, por cierto.

Recriminar a mi hermana (o a quien sea) que no va a ver lo suficiente a mi madre, por ejemplo,  o a mi hijo, si tuviera uno, sería una injerencia en la relación entre mi hermana y mi madre (o mi hijo) absolutamente intolerable. La relación de mi hermana con mi madre es suya y la llevan ellas y, aunque yo puedo dar alguna vez algún consejo si se me pide (ahora estoy pensando en otra hermana, tengo muchas), jamás se me ocurriría entrometerme motu proprio. Idem con mi hijo: su tía es como es ¿por qué debería aparentar ser de otra manera? Si quiere verle mucho le verá mucho y si no quiere verle tanto no le verá tanto y ya está. El desarrollo psicoemocional de mi hijo no se va a ver afectado por cuán a menudo le visitan sus tías así que ¿a qué la frustración? Y esto que pienso creo que es exactamente lo mismo que piensa Andruin que nunca, jamás de los jamases, me ha recriminado que no les vaya a ver. Si yo quiero ir, bien, y si no quiero, también bien.

Y es que, volviendo a un punto anterior, no entiendo por qué rayos iba yo a querer quedar con mis sobrinos para verles, así, out of the blue. No me sale, igual que no me sale quedar con muchísima otra gente. Mis sobrinos son guapos (mucho, por cierto), inteligentes y simpáticos, pero también son unos infantes con los que no tengo intereses en común. Les puedo querer mucho, y lo hago, pero eso no tiene nada que ver con que me apetezca pasar un domingo con ellos, menos aún un domingo al mes. No me apetece, es así de sencillo, prefiero estar en casa leyendo tranquilamente o saliendo a tomar copas o jugando al Agrícola o atando chicas en el Consentido. Y estoy bastante seguro de que a mis sobrinos les apetece más jugar con sus amigos en el parque que ver a su tío Arthergarn. Y en el crecientemente hipotético caso de que de repente Dani levantara la cabeza y le dijera a mi hermana que hace mucho que no me ve, mi hermana me llamaría encantada unos días después (si se acordara) y me diría “mira que cosa tan mona dijo Dani el otro día” y entonces a mí me saldría una sonrisa de oreja a oreja y me apetecería ir a verle y muy probablemente fuera ese fin de semana. O no. Pero lo haría porque me apetece a mí, no porque sea mi obligación, ni porque mi hermana piense que lo es. Y si no fuera, a mi hermana no le importaría, porque como mucho pensaría que en el pecado llevo la penitencia, que me lo estoy perdiendo, y nunca, nunca, nunca, bajo ningún concepto, permitiría que afectara a nuestra relación, porque cada uno es libre y hace lo que quiere.

Desde luego, lo que no haría es coger el teléfono y echarme una bronca de media hora diciéndome que soy un mal tío que no ve nunca a su sobrino y que mira el pobre todas las ganas que tiene de verme que ha dicho que X y que no me ve nunca y que toda la culpa es mía que soy un desnaturalizado y bla, bla, bla. Entre otras cosas porque igual la mandaba a la mierda(3).

No entiendo a la gente que se pregunta cosas como «¿qué he hecho yo para que no vengas a verme?» o «¿es que tan mala es tu madre que no quieres quedar a comer con ella todas las semanas?». La volición es completamente espontánea, no se puede generar voluntariamente, uno no puede «querer querer»(4). Dale la vuelta a la pregunta(5), si tu deseo de entender a esa persona es sincero, y pregúntate qué haces tú para generar en esa persona el deseo de ir a verte. Desde luego, si cada vez que quedáis, o una proporción alta de las veces que quedáis, las cosas terminan mal, con broncas, críticas, presiones y en general intentos de vivir la vida del otro o de decirle como debe vivirla a golpe de chantaje emocional («mala hija que no vas a ver a tu madre», etc.) lo normal es que esa persona no quiera verte. Algo que debería ser un acto voluntario y deseado de manifestación de amor se convierte en una obligación desagradable, que se realiza a regañadientes y por no por amor, sino por temor a las consecuencias (i.e. broncas, peleas, recriminaciones) y que trata de ser eludido por todos los medios porque se asocia con sentimientos desagradables (culpa, tristeza, inseguridad). En mi humilde opinión cada vez que alguien presiona a otro alguien para que haga lo que no quiere hacer (i.e. lo que no le apetece en ese mismo momento) en nombre de una supuesta relación está perjudicando la relación porque intenta que el otro sea como no es en vez de aceptarle. Y ese perjudicar la relación, si se mantiene lo suficiente, acaba siendo un envenenamiento, en el que la persona presionada no quiere tener relación con la otra porque está harta de ser presionada, castigada, vejada y criticada.

Me parece una norma de sentido común que rige todas las relaciones humanas, las mías y las de cualquiera. De hecho es una norma económica: si quieres que alguien compre tu producto tienes que hacerlo atractivo, no decirle al público que está obligado a comprarlo y que como no lo compre es una mala persona. Si haces lo segundo lo único que conseguirás será que la gente se rebele, le coja manía a tu producto, lo compre cada vez menos y cada vez más a regañadientes y, eventualmente, se las ingenie para dejar de comprarlo. Sustituye «tu producto» por «tú» y tienes la respuesta.

Arthegarn________________
(1) Por «familia» aquí entiendo hasta el tercer grado de consanguineidad, es decir: ascendientes, descendientes, tíos, sobrinos, primos hermanos y (en su caso) sus respectivas parejas, que en mi caso son un total de 29 incluyendo a quien, divorcio o no divorcio, siempre será mi tía Marga.
(2) Y, a buen entendedor, pocas palabras bastan.
(3) No lo haría, pero me quedaría totalmente helado, dejaría que hablara para que se desahogara y luego intentaría averiguar a golpe de inteligencia emocional qué le pasa a mi hermana para desahogarse así conmigo o, en su caso, de qué planeta viene el alienígena con el que hablo por teléfono y qué ha hecho con ella. Ahora, si fuera su forma rutinaria de hacer las cosas desde luego que la mandaría a la mierda o, como poco, pondría distancia entre nosotros. Y cualquiera que conozca mi historia familiar sabe que no hablo estrictamente en teoría y que no lo digo por decir. Y que dejar a la gente a su aire a veces funciona muy, muy bien..
(4) Bueno, sí que puede querer querer, lo que no va a conseguir es querer algo solo por desear quererlo. A menos que metamos la hipnosis y semejantes medios de modificación del inconsciente de por medio, claro.
(5) Para ser exactos: «Métete en tus asuntos y, si tu deseo de entender a esa persona es sincero…»

Los libros de diciembre

I Shall Wear Midnight es el último Pratchett  (salió en septiembre) y el cuarto de la saga de Tiffany Aching que, como ya he mencionado otras veces, está escrita para adolescentes (un público más joven que para el que Pratchett suele escribir). En esta novela Tiffany tiene ya quince años y asistimos a, entre otras cosas, la evolución de su relación con Roland (el hijo del Barón), a su encuentro nada más y nada menos que con Eskarina Smith, protagonista junto con Yaya Ceravieja del primer libro de la saga de las Brujas (Equal Rites Ritos Iguales) y a la que no habíamos vuelto a ver desde entonces (hace ya más de 20 años) durante un viaje relámpago a Ankh-Morpok en el que aparece una nutrida selección de miembros de la Guardia (Zanahoria, Angua y Wee Mad Arthur, el «gnomo» del halcón de Monstruous Regiment) y a su relación con las dos brujas de Lancre (con especial atención a Tata Ogg, a la que se trata en este libro con otra óptica aunque uno se sigue echando unas risas con ella unas risas con Tata Ogg) y a las siempre hilarantes aventuras y explicaciones de los Nac Mc Feegle.

Una vez más se trata de una historia metememética. Pratchett está escribiendo mucho últimamente sobre sobre el poder de las historias y los cuentos, de como configuran la mente(1) , con ella, la realidad tal y como la percibe esa mente. El argumento (la base filosófica de la trama) es relativamente semejante al de Wintersmith lo que me hace pensar que toda la saga intenta formar las mentes de los niños y preadolescentes que la leen para que se den cuenta de que todo lo que han aprendido hasta entonces sobre como se supone que son las cosas es, en realidad, una especie de simplificación, algo así como unos cuentos que te cuentan para ayudarte a hacer un modelo prático, simple y suficientemente bueno de como fuciona el mundo, pero del que no te puedes fiar literalmente porque, en realidad, está basado en cuentos y mentiras. Creo que la saga trata de introducir en las mentes de sus lectores la idea de que la vida, de aquí en adelante, en realidad no va a ser tan simple y de que las apariencias engañan; que no te puedes fiar de alguien solo porque aparezca con una brillante armadura sobre un caballo blanco, y que no todas las brujas son malas. Una siempre recomendable lección de espíritu crítico, incluso para muchos adultos, que tiene además la virtud de hacer que te eches unas risas.

Y, casi dos años después, finalmente encontré el tiempo para releerme The God Delusion. Sigo pensando que es un libro soberbio, pero esta segunda lectura me ha mostrado puntos muy interesantes que en mi fascinación y avidez no percibí la primera vez, probablemente porque estaba demasiado interesado en lo que Dawkins quería decir que en los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, uno de los que más me impactaron en su momento fueron los cargo cults y sus similitudes con el cristianismo; la relectura me ha hecho que ver que esas similitudes se deben a que los misioneros clristianos llevaban introduciendo memes como la ubicuidad o la parusía en las culturas indígenas desde hacía siglos; no aparecieron espontáneamente tras la partida de John Furm, evolucionaron tras ser introducidos en esa cultura por los misioneros. La segunda lectura me ha recordado también cuánto se equivoca Richard Dawkins cuando habla de cristianismo en general y de catolicismo romano en particular. Sus apologistas dicen que el hecho de que Dawkins se equivoque por ejemplo al hablar de Purgatorio es irrelevante, porque lo importante no es si el traje del emperador lleva jaretas fruncidas o chorreras dobles, sino que el traje en si mismo no existe. Y ese argumento es tan ingenioso como falaz, porque cuando utilizas como argumento para demostrar que el traje del emperador no existe la estupidez de su descripción es necesario saber la diferencia entre una jareta y una chorrera o, además de notarse que no sabes de lo que hablas, perderás credibilidad.

Y me ha resultado curioso releerlo sabiendo toda la física y toda la matemática que sé ahora, que The God Delusion me impulsó a leer y que por tanto desconocía la primera vez. Uno de los capítulos más demoledores para mi, el único que me hizo verdadera mella, de hecho, fue el último, La Madre de todos los Burkas, en el que Dawkins habla de lo extrañísimo que es el universo y de hasta qué punto no estamos equipados para entenderlo en su totalidad. Ese capítulo me hizo darme cuenta de que el Dios en el que creía no era, a pesar de toda su sofisticación, más que papá elevado a infinito. Si Dios existía, un Dios que ha creado un universo como este, con agujeros negros que desafían la noción de continuidad del tiempo y en el que todo está hecho de la precipitación de la probabilidad de que un montón de cosas individuales ridiculamente pequeñas existan o no en un momento dado (si existe tal cosa como un «momento dado», claro)… si Dios existía, como digo, y se parecía al universo, entonces era tan extraño, tan alienígena, que era imposible relacionarse con el mismo. Si Dios existía, no podía ser el, en el fondo, Zeus magnificado en el que creía, y no podía concebir a Dios de otra manera. No obstante ahora, tras leerlo sabiendo todo lo que sé, que tampoco es tanto, he tenido una epifanía distinta que tengo que dejar que se asiente antes de hablar de ella.

Vuelvo a decirlo: un libro soberbio que todo el mundo debería leer. Y vuelvo a decirlo: si eres creyente y tu religión te hace feliz y mejor persona, piénsatelo dos veces porque una vez leído no se puede desleer. Y si yo pudiera elegir volver atrás en el tiempo y no leerlo lo haría. Y no sería el único.

Por último, y tras haberme visto la película, me leí Going Postal, otro Pratchett y el primero de Moist von Lipwig. Ya me he leído la segunda, Making Money y, entre nosotros, espero como agua de mayo la tercera, Raising Taxes. Tengo que decir que más allá de las complejidades de Yaya Ceravieja o, sobre todo, de Sam Vimes (que se está convirtiendo en el personaje más rico del Mundodisco), mi saga favorita es la de Lipwig. Este libro en concreto trata de la resurrección, aunque es virtualmente la introducción, del sistema postal en Ankh-Morpok, dirigido por este personaje, un timador profesional que empieza el libro prácticamente en la horca. Es muy bueno, muy divertido y muy interesante; no tanto como el segundo (que preludia con la introducción de los sellos) pero por encima de la media incluso de los Pratchetts. Una pena que ninguno esté traducido…

Ah, sí, una nota curiosa. El título del libro, Going Postal, hace referencia a una expresión estadounidensa que significa algo así como «cabrearse, perder la cabeza, agarrar una escopeta, subierte al tejado de un McDonald’s y liarte a tiros con todo lo que ves». Tiene su origen en el curioso dato estadístico de que desde mediados de los 80 apenas pasa un año sin que un cartero, específicamente un cartero, de los Estados Unidos haga exactamente eso, o algo muy parecido. Ultimamente la gente se lo piensa dos veces antes de hacer perder los estribos a un empleado del USPS… Nunca sabes por donde va a salir.

Y saludos a todos de un insomne Arthegarn____________
(1) Y, por supuesto, el inconsciente colectivo y el  Weltanschauung…

Los libros de diciembre

Madrid Oculto me lo compré una noche tonta en un VIPs en la que había salido de casa sin mi habitual libro y me apetecía tener algo que llevar al Escape. Pensé que sería una guía de Madrid en la que le contaran a uno el lado «oculto», desde el punto de vista de «ocultista» de la ciudad, algo que siempre queda muy gótico y que afianza leyendas. Resultó que no; que, es en efecto, una guía de Madrid pero no desde el punto de vista mágico sino desde el punto de vista de aquello que no resulta obvio. ¿Por qué se llama de Salamanca el barrio de Salamanca? ¿Qué hay detrás de los fantasmas del palacio de Linares (vale, eso tiene algo de ocultista? ¿Por qué a los madrileños se les llama gatos (no, no tiene nada que ver con lo de que no pueden estar quietos en el mismo sitio toda la noche)? ¿Quién era el Caballero de Gracia? ¿Donde comió, y donde no comió Hemmingway? O, ya que estamos, ¿dónde vive el ratoncito Pérez? Pues hasta eso lo contesta, nuestra particular Hada de los Dientes vive en la C/ Arenal, 8, con lo que creo que se convierte en el único ente mitológico con una dirección exacta, para más datos leed el libro, que es uno de los que más me han solicitado en préstamo en las semanas en las que me lo he leído. Ahora mismo lo tiene J.A.S.O. y la lista de préstatarios incluye a Ana, Zalasa, Copito de Nieve. que dice que si se lo regalo me regala él otro. Un libro curioso, la verdad, que a mi me vendrá bien para cuando aparezca por aquí n un par de semanas y que tuvo tanto éxito que sus autores sacaron una segunda parte que, si encuentro, me compraré. Una lectura entretenida para cualquier madrileño, sea de origen o de adopción.

La Historia de los Griegos de Indro Montanelli es otro de esos libros que tenía en la parte de la biblioteca que es herencia de mi abuelo, al lado de la tan manoseada y leída como excelente Historia de Roma del mismo autor. A ver, es un buen libro, sobre todo de divulgación e iniciación para quien no tenga demasiada idea sobre la historia de la civilización griega y no tenga muy claro si la Guerra de Troya verdaderamente existió, que no tenga muy claro quién es el Pericles del Siglo de Pericles o Si el Leónidas de Marathon es el mismo Leónidas de las Termópilas pero se queda bastante en la superficie. El propio autor dice que en la civilización griega las fuerzas centrípetas fueron tan grandes que no se puede hablar de una verdadera historia de Grecia, sino uno a uno de los personajes más importantes de aquella época y la influencia que tuvieron en la historia, y así enfoca el libro, estando (básiamente) cada capítulo dedicado a uno de estos personajes, lo que desde mi punto de vista quiere decir que mete demasiados nombres propios entre losm que el lector se acaba perdiendolib. El libro es entretenido y aprendes cosas, pero no está en absoluto a la altura de la Historia de Roma, que recomiendo en cambio muy encarecidamente. De los pocos puntos que yo considero verdaderamente positivos, la descripción que hace de Alejandro frente a Filipo, que considero muy acertada y muy en contra del tratamiento prácticamente divino que se le da por la mayoría de los historiadores (uno de los grandes interrogantes de la historia, para mi, fue por qué un general y un estadista de la talla de César, cuya obra duró siglops y repercutió en milenios, tenía esa obsesión con una estrella fugaz como Alejandro, que como comandante no estaba mal pero que como general se lo debía todo a la gente de la que supo rodearse su padre y cuyo «imperio» (por llamarlo de alguna manera, porque de imperio no tuvo nada) no le sobrevivió ni cinco minutos). Muy recomendable para gente que no conozca casi nada de esa época, un poco superficial para los que sí, e, insisto, si no la habéis leído leed antes la Historia de Roma que es fenomenal.