La Teoría del Rinoceronte Fosforito

Supongamos un debate sobre la existencia de los rinocerontes fosforito.

Nunca se ha podido probar científicamente la existencia de los rinocerontes fosforito. Desde luego, está claro que hay rinocerontes y que hay colores fosforito, pero nunca se han producido evidencias científicas contrastables de modo experimental y reproducibles en un entorno controlado de que haya rinocerontes fosforito. La historia, no obstante, está llena de gente que dice haber visto rinocerontes fosforito e incluso hay tribus enteras que dicen que han convivido durante generaciones con rinocerontes favoritos o que son regularmente visitadas por los mismos, pero ese hecho nunca ha podido documentarse.

¿Existen los rinocerontes fosforito, se preguntan en el Reform Club de Londres? Bien, hay tres posturas básicas:

1.- Los rinocerontes fosforito existen. Nunca los hemos visto ni tenemos pruebas directas de su existencia, pero existen.
2.- No sabemos si los rinocerontes fosforito existen o no. Las pruebas sobre su existencia son bastante débiles por lo que afirmar que existen es temerario; pero no obstante hay indicios de que podrían existir por lo que decir que no existen es igualmente temerario. Hasta que no haya más pruebas es estúpido tomar partido en esta discusión.
3.- Los rinocerontes fosforito no existen. No tenemos pruebas de su existencia, sólo una serie de leyendas tribales y de alucinaciones de gente que se pasa con el peyote. No hay nada serio que nos induzca a pensar que los rinocerontes fosforito existen, así que no existen.

¿Existen los rinocerontes fosforito? La respuesta correcta es la segunda: no lo sabemos. La respuesta verdadera es, necesariamente, la primera o la tercera, pero la correcta, desde un punto de vista científico, es la segunda. No sabemos si los rinocerontes fosforito existen o no y es tan temerario afirmar que existen como que no existen.

La única forma de afirmar la existencia de los rinocerontes fosforito es dar un salto de fe. Hasta aquí creo que todo el mundo estará de acuerdo; el que afirma la existencia de los rinocerontes fosforito lo hace porque cree en ellos: no tiene pruebas de que existan pero elige creer que existen(1). No es racional ni se puede llegar a esta conclusión de forma lógica tras la observación del mundo real, pero aun así hay gente dispuesta a dar el salto de fe y creer que los rinocerontes fosforito existen.

Lo que pasa es que tanta fe tiene el que afirma la existencia de los rinocerontes fosforito como el que la niega y tan basada en la fe está una29586-3_1_xnl postura como la otra. No es lo mismo la negación de una creencia(2) que una creencia negativa(3). Se formulan casi de la misma forma y con exactamente las mismas palabras pero no es lo mismo no creer X que creer que no X. El hecho es que, exactamente igual que no hay pruebas que demuestren de forma incontrovertible la existencia de los rinocerontes fosforito tampoco hay pruebas que demuestren que no existen de forma igualmente incontrovertible. Creer que los rinocerontes fosforito no existen no es una conclusión derivada de la observación y constatación de la no existencia de los rinocerontes fosforito, es una creencia no basada en pruebas y tan lógicamente respetable(4) como creer que existen.

Hay un principio lógico que reza: «la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia». En otras palabras: la falta de pruebas a favor de una tesis no es prueba de la falsedad de la tesis. Para defender lógicamente que los rinocerontes fosforitos no existen no basta con decir que no hay pruebas de que existan, hay que aportar pruebas de que no existen o, al menos, reducir el argumento al absurdo. Pero hacerlo así, por las buenas, no es lógico. Es tan digno y respetable como creer que sí existen, pero no es lógico. Lo cual demuestra que, cuando se habla de Dios, la única postura intelectualmente honesta es el agnosticismo y que los ateos, a nivel de creencias ciegas e irracionales, están al mismo nivel que los creyentes.Arthegarn________________
(1) Sí, bueno, también habrá quien crea que las pruebas demuestran irrefutablemente la existencia de los rinocerontes fosforito y hablará de que están entre nosotros, circulando por las autopistas y tirándose pedos en los ascensores y que no los vemos porque nos engañan los sentidos, pero dejemos a esa panda de lerdos por el momento, ¿vale?
(2) En nuestro ejemplo: «no creo que los rinocerontes fosforito existen».
(3) En nuestro ejemplo: «creo que los rinocerontes fosforito no existen».
(4) O sea: nada.