La no inevitabilidad de la Democracia.

Leyendo el Expansión de hoy (me estoy aficionando a la prensa salmón, ya ves tú que cosas, me parece que da mejor información que la blanca, quizá porque el público al que se dirige no se la deja dar con queso con tanta facilidad) me he encontrado con una frase que me ha llamado la atención por lo raro que es ver algo así en la prensa española. Decía:

«El quid del problema en el Líbano es que un movimiento político (se refiere a Hizbulá) se ha vuelto más potente que el Estado. El mismo síndrome – la percepción de que los gobiernos que son desafiados por movimientos políticos armados no son legítimos – se puede observar en muchos estados musulmanes.»

El artículo está firmado por Mamoun Fandy.

Me pregunto verdaderamente cuántos occidentales entienden de verdad a qué nos estamos enfrentando y la gran verdad que se esconde tras esas palabras…

En el Islam, el mayor pecado posible es la apostasía, que está penada por la Sharia con la muerte. Una vez alguien es declarado apóstata todo musulmán tiene el derecho y el deber de matarle y nadie, ni siquiera el propio imam que le declaró apóstata, puede perdonarle haga lo que haga. No hay redención para la apostasía. Inmediatamente detrás de la apostasía se encuentra la tibeza o hipocresía, que consiste en no cumplir todos los preceptos del Islam como es debido… para que nos entendamos, ser lo que en España podríamos llamar un «musulmán no practicante» (¿Verdad que suena estúpido? ¿Cómo va a ser uno un musulman no practicante? Lo mismo opino yo de los «católicos no practicantes»). En realidad no hay que llegar en absoluto a los límites que llega el Catolocismo no practicante, basta con ser tibio, con carecer de fervor. La tibeza sólo se redime con el martirio: ni siquiera la muerte en la Yihad redime de la tibeza.

Existe en capas cada vez mayores de la sociedad occidental una especie de convencimiento de la «inevitabilidad histórica de la democracia». Viene a decir que, dado suficiente tiempo, suficiente información y suficiente nivel económico, todas las sociedades evolucionan de forma natural a una democracia occidental, laica o al menos aconfesional, en la que la religión y el estado están separados y que desde luego incluye división de poderes a la Montesquieu (diga Guerra lo que quiera), libertades y derechos individuales, igualdad ante la Ley y todas esas cosas que los occidentales damos por sentadas. Para este colectivo, que de hecho forma la inmensa mayoría de los pueblos occidentales («la mayoría de la gente»), la «solución» al «problema» de Oriente Medio en particular y de la situación en los paises islámicos en general es «dejarles en paz». La teoría es que ya se cansarán, con el paso de los años, las décadas o los siglos de sus sistemas medievales y evolucionarán de forma natural y a su paso a sistemas occidentales.

Como pasa casi siempre, la mayoría de la gente no tiene ni idea.

En primer lugar, la división occidental entre el poder temporal y el espiritual se basa en el hecho de la existencia de la Iglesia como institución. En el cristianismo, el clero está estructurado y jerarquizado y responde no ante el poder temporal del Estado sino ante el espiritual del Papa (o de la figura que ocupe semejante posición, sea el Patriarca, el Arzobispo, o incluso el Rey). Esto llevó históricamente al enfrentamiento entre dos organizaciones: el Estado y la Iglesia, que representaban dos legitimidades y dos poderes: secular y espiritual. La existencia de estas dos organizaciones que competían por el poder llevó a una diferenciación conceptual clara entre Iglesia y Estado y a su separación tras la victoria del Estado sobre la Iglesia (en algunos casos la derrota fue tan importante que llevó al cesaropapismo, pero la diferenciación entre la religión y el gobierno ya estaba allí, clara, en el subcionsciente colectivo de la sociedad).

Pero en el Islam las cosas no son así. No hay una institución comparable a la Iglesia, no hay primado de un imam sobre otro imam más que el voluntario, no hay un centro unificador de la doctrina y la teología musulmanas (lo más parecido es la bellísima e increíblemente serena mezquita de Al-Azhar en el Cairo y aun así lo que tiene es auctoritas] y no potestas). El hecho de que el poder espiritual no se haya constituido en una organización aparte del poder temporal hace que no exista diferenciación conceptual entre la Iglesia y el Estado. Así pues un musulmán (no occidentalizado) da por sentado ser gobernado por otro musulmán de acuerdo a la religión que ambos tienen en común. Y no tiene nada de raro y, si me apurais, en si mismo no tiene nada de malo. De hecho he de decir que a mi, como persona religiosa que soy, me gusta la idea. Claro que el Islam y el Cristianismo no son lo mismo…

Lo que quiero decir con todo esto es que uno nunca cruza dos veces el mismo río. Las sociedades musulmanas no pueden evolucionar de forma natural a democracias laicas occidentales porque las democracias laicas son por definición religiosamente tibias cuando no decididamente apóstatas. En el momento en el que un gobernante tiene la idea de separar el Gobierno de la Religión se convierte automáticamente en tibio y está a un pelo de convertirse en apóstata. En el momento en el que un musulmán colabora con un gobierno tibio o apóstata se convierte él mismo en tibio o apóstata. Al-Qaeda, Hizbulá y la Yihad Islámica, por ejemplo, justifican que todos los que pagan impuestos a los gobiernos occidentales son enemigos del islam y objetivos legítimos…

Y esto nos lleva al síndrome del que habla Fandy en ese artículo. En el momento en el que una organización o un imam extremista declara que un gobierno no islamista de un país de la Umma es tibio, este gobierno pierde automáticamente legitimidad ante todos los que escuchan a ese imam. A nivel mundial se estima que un 30% de los musulmanes se identifican en diversos grados con el islamismo y sus posturas radicales y esta proporción sigue creciendo. Los gobernantes de los paises musulmanes no van a hacer evolucionar sus sociedades hacia la Democracia porque como muevan un dedo tienen encima a Al-Zawahiri y gente de su calaña declarándoles apóstatas y condenándoles a muerte e incitando a sus pueblos a la sedición. Y para botón de muestra, la «laica» y «occidental» Turquía. Instaurar una democracia de corte occidental en la Umma es posible, pero pensar que la sociedad va a evolucionar por si misma hasta llegar a ella es infantil y fruto del más profundo desconocimiento de la sociedad, el pensamiento y la religión islámica.

Mientras todo esto pasa en Oriente, Occidente se mira el ombligo y piensa en la inevitabilidad histórica de la Democracia sin darse cuenta de que el hecho de que nosotros hayamos llegado aquí no quiere decir que todo el mundo esté irreversiblemente abocado a llegar aquí.

La no intervención de Occidente no llevará la democracia a Oriente. De hecho probablemente la impida.

Arthegarn.

PS: Os agradecería que, si quieréis entrar a debate con este tema, lo hagáis aquí, que resulta mucho más cómodo (aun recuerdo las tiras escalonadas de Los Pecados Contra el Sexto (I) , se me hacía dificilísimo seguir los debates con los comentarios cerrados…). Eso no quiere decir que no vaya a contestar aquí, claro…