La Vida y la Muerte
Todos, en algún momento, hemos de morir.
Es esta una verdad absolutamente indiscutible que la sociedad occidental trata de obviar con denodado esfuerzo. Durante un tiempo desarrollamos respuestas supersticiosas o pseudo-religiosas con el único objeto de convencernos a nosotros mismos de que la muerte no era real, que era un mero tránsito a una segunda vida o a otra forma de existencia. Incluso en los tiempos recientes de superación de estas ideas, enfrentado a la propia mortalidad, el occidental tiende a convertirla en el último tabú. La muerte es algo de lo que no se habla, que no se contempla, que se obvia en la vida cotidiana porque duele y angustia, algo que se esconde en lo más profundo del corazón para sacarlo sólo cuando es imprescindible.
Pero es precisamente la muerte la que define el valor de la vida. Precisamente porque vamos a morir, porque la vida es finita, es preciosa. Los esfuerzos dedicados a obviar la realidad de la muerte tienen como consecuencia directa la devaluación del valor y la importancia de la vida. La superación mediante la negación o la ceguera de la angustia existencial degradan la existencia.
Es importante, por tanto, recordar que vamos a morir. Y, teniendo esto en mente, exprimir la vida hasta el último segundo, apurar la copa hasta las heces, sernos hasta lo indecible en cada momento de la vida. En el tiempo del que disponemos debemos experimentar la existencia humana tan intensamente como sea posible, en todas sus facetas, sin miedos, sin tabúes, sin preconcepciones. El gótico profundo comprende y conoce estas verdades y vive su vida, mortal y finita, en constante presencia de la Muerte como perenne recordatorio de la irreemplazabilidad de cada segundo.
La Moral :
La existencia humana no se detiene en uno mismo. Ser uno mismo, experimentar hasta las heces lo que es ser un ser humano, no se reduce a, ni implica, el hedonismo individualista. La comunidad, y la relación conla comunidad, son parte integral de la experiencia humana y como tales deben ser apreciadas en su medida.
Es el individuo quien, a partir de su exploración y definición de en lo que consiste la experiencia humana, fija sus propios patrones morales y de conducta y relación con el resto del Universo. Pero los patrones, la definición del bien y del mal y la coherencia en la actuación deben estar ahí, ya que la moral y el concepto del bien y del mal son parte integral de la experiencia humana.
La Verdad:
Independientemente de la existencia de una verdad ideal y cósmica e independientemente de la posibilidad de alcanzar tal conocimiento, la búsqueda de la Verdad es parte de la existencia humana. En muchos casos la verdad es incómoda, pero esa incomodidad se define como un precio necesario para la obtención de un bien en si mismo superior y necesario para la verdadera y real experiencia de lo que es serse. La búsqueda de la verdad es implícita, necesaria, y nuclear para el Gótico profundo, al igual que la lucha contra la Mentira.
Específicamente beligerante es el gótico profundo ante la preconcepción y el prejuicio. Estas dos mentiras disfrazadas de verdades amenazan directamente la percepción real del medio por el individuo y le llevan a basar su vida en falsedades, alejándose de la experiencia vital que propugna el Movimiento. Tan importante como la búsqueda de la verdad es la lucha contra la falsedad.
La Estética:
La estética es la rama de la filosofía relativa a la percepción y expresión de la belleza.
En lo relativo a la percepción, y en consonancia con su búsqueda de la verdad, el individuo no se queda en la superficie de la percepción. La verdad es, en si misma, bella. Y todo lo que nos hace sernos es igualmente bello. Es obvio encontrar belleza en lo superficialmente bello, pero la belleza se esconde también en lo superficialmente feo y encontrarla, aunque requiere un cierto esfuerzo intelectual (o precisamente por ello) resulta tan o más gratificante que la observación de la belleza superficial. El gótico profundo es especialmente sensible a este tipo de belleza oculta, y tiene una tendencia a buscar y encontrar belleza allí donde aparentemente no la hay. Producto de esta tendencia, el gótico profundo se ve estéticamente atraído por las formas artísticas que reflejan este carácter.
Si bien el gótico profundo no busca ni desea el dolor, la soledad, la tristeza, la melancolía, la angustia y otras emociones universalmente desagradables comprende que todas ellas son parte de la existencia humana y, cuando se ve obligado a experimentarlas, intenta exprimirlas y saborearlas. No se trata de un deseo enfermizo de prolongar el dolor sino de una canalización del mismo hacia la emoción positiva de la belleza, el conocimiento y la experiencia íntimas. Además de las armas ordinarias que todo ser humano tiene para luchar contra esta negatividad, el gótico profundo tiene el conocimiento de que su experimentación le conduce a ser más humano, más si mismo. Su particular percepción estética hace que sea capaz de extraer belleza de estos estados y, de esa forma, compensarlos y dar un paso hacia delante en la recuperación, u obtención, de la felicidad a la que todo ser humano aspira.
Como consecuencias de su particular sentido estético y de su particular relación con la Muerte, el gótico profundo tiende a proyectar una estética luctuosa. Gran parte de la proyección de su personalidad (su estilo de vestir, de decorar, etc.) tenderá a lo fúnebre y luctuoso. El gótico profundo no está muerto en vida ni desea la muerte sólo por rodearse de objetos que la sugieren; antes bien está vivo y quiere vivirse hasta el final y recordarse a si mismo y a quienes les rodean la importancia de la vida a través de la inevitabilidad y cercanía de la muerte.
La Política:
El Movimiento no tiene implicaciones políticas. Algunas ideas, no obstante, llevan aparejados códigos de conducta incompatibles en diversa medida con los postulados positivos de este Manifiesto. Es labor del gótico profundo, como individuo, dar coherencia a su vida si se producen estas contradicciones.
La Religión:
La religión no es una mera vía de escape a la propia mortalidad, sino la relación íntima entre Dios y el individuo. Las creencias religiosas (incluyendo su ausencia) matizan y ayudan a d
efinir el concepto que el individuo tiene de lo que es la experiencia humana en función de la voluntad de Dios o del destino del Universo. Considerando esto, el Movimiento no tiene implicaciones religiosas ya que el núcleo del mismo es el afán de serse a uno mismo, independientemente del contenido único y personal que ese serse tiene para cada individuo.
Algunas creencias implican la creencia en la vida después de la muerte. En tanto en cuanto esta creencia no disminuya la importancia de la vida terrenal, sea considerándola fungible e intercambiable con la ultraterrena, sea hipotecándola a la ultraterrena no hay contradicción aparente entre estas creencias religiosas y el Movimiento. En tanto en cuanto esta creencia considere la vida y la experiencia humanas un bien y un fin en si mismas, no hay contradicción aparente entre esta creencia religiosa y el Movimiento.
Algunas creencias implican códigos de conducta incompatibles en diversa medida con los postulados positivos de este Manifiesto. Es labor del gótico profundo, como individuo, dar coherencia a su vida si se producen estas contradicciones.
Apéndice: Sobre el nombre :
Es muy probable que «gótico profundo» no sea la mejor expresión para denominar este movimiento, pero es la que he encontrado. El término «profundo» se usa aquí en su acepción de hondo o penetrante, haciendo referencia tanto a la característica más espiritual o trascendental del movimiento como a la extensión con la que impregna la vida del individuo. El gótico profundo no es un movimiento de fin de semana, caracterizado fundamentalmente por la ropa que visten sus integrantes, la música que escuchan o los sitios que frecuentan. El gótico profundo tiene que ver con las convicciones íntimas de la persona, su percepción de la belleza, su búsqueda de la verdad y, en definitiva, su modo de vivir.
El objetivo de este manifiesto no es dividir, sino definir.
*****************************
Frustrado como llevo todos estos años por la absoluta indefinición que rodea al término gótico y por la increible amplitud con la que se interpreta esta etiqueta he decidido que no es adecuada para definirme. Bueno, no es que no sea adecuada para definirme, es que no es adecuada para definir nada.
En vista de lo cual, y a la vista del nacimiento dentro de la Escena de diversas corrientes o subtribus (los robertitos, los góticos mansonitas, etc.) perfectamente definidas he decidido subirme al carro y crear mi propia y personalísima subcultura de uno, ponerle un nombre y publicar un manifiesto en busca de almas afines.
Este manifiesto está abierto a reproducción y propagación (aunque lo más lógico es que lo modifique un poco en los próximos días para incrementar su exactitud) por las susodichas almas afines. Había pensado en publicarlo mañana, como primer día del año, sugiriendo el lanzamiento de algo nuevo, pero mi luctuosidad me puede y considero más apropiado, por razones que cualquiera que la presente leyere y entendiere consideraría obvias, publicarlo el último día y no el primero.
Los fines son principios. Feliz 2008 a todos.