Paseando por Facebook me he encontrado, creo que en el muro de Ramón, un artículo titulado «La incertidumbre laboral como herramienta para despojarte de todo«. Es otro de esos artículos como los que hay con mil, que pasan sin pena ni gloria y se repiten hasta el aburrimiento, en el que el autor desvela otra de las armas utilizadas por los malvados empresarios capitalistas, unidos en contubermio judeomasónico con los políticos, para oprimir todavía más a la clase trabajadora, quitarte otro poquito de lo poco que tienes para incrementar sus indecentes fortunas, y crear insidiosamente un clima que dificulta aun más la ya de por si difícil lucha obrera sea con el palo del hambre, la miseria y el paro para quien proteste; sea con la zanahoria de los circenses llevados al extremo de Operación Triunfo y MHYV; sea con el envenenamiento del noble espíritu del trabajador llevándole al desánimo o a la desunión que imposibilita la lucha colectiva, como es el caso. A través de las EE.T.T., nos dice el artículo, los empresarios precarizan aun más el empleo de los trabajadores, cumpliendo así el doble objetivo de quedarse una tajada mayor del pastel que la que obtendrían de tener que seguir usando empresas tradicionales con empleos tradicionales y de que los trabajadores compitan entre ellos en tranquilidad y mansedumbre teniendo como premio un trabajo mal pagado de unos cuantos días. Sea cual sea vuestra tendencia política seguro que habéis leído este y otros argumentos similares.
Hace ya cien años que el famoso Henry Ford, uno de los mayores capitalistas e industriales de la historia, cambió las reglas del juego de competencia en recursos humanos en Detroit, y eventualmente en el resto de los Estados Unidos, ofreciendo a los trabajadores de sus factorías cinco dólares diarios por turnos de ocho horas, algo que doblaba el salario mínimo de aquella época. El pensamiento de Ford, que se demostró cierto, venía a ser más o menos así: «Si pago a mis trabajadores un salario bajo yo ganaré más en primera instancia, pero muchos de mis trabajadores se irán en cuanto puedan a empresas que les paguen mejor y yo tendré que contratar a trabajadores nuevos que serán menos eficaces hasta que aprendan a hacer su trabajo, momento en el cual probablemente me abandonen para irse a otro sitio en el que les paguen más. En cambio, si les pago un salario alto ganaré menos en primera instancia, pero mis trabajadores expertos no querrán irse y de hecho los de otras compañías querrán venir, con lo que aumentaré mi productividad y haré más coches que podré vender por más dinero con lo que al final acabaré ganando más en vez de menos. Lo que es más, si les pago lo suficiente mis propios trabajadores podrán comprar los coches que producen con lo que ¡parte de su salario volverá a mi bolsillo!».
Y, en efecto, así ocurrió.
Esta forma de ver las cosas, este flujo circular de salarios, producción y consumo, se vio reflejado y ampliado posteriormente en la Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero que publicaría en 1936 el algo menos famoso John Maynard Keynes y que constituye la Biblia de la economía moderna. No hay economista digno de tal nombre, sea comunista, neoliberal o de cualquier confesión intermedia, que no haya leído ese libro. Lo leyó entre otros Franklin D. Roosevelt y su espíritú puede verse detrás del New Deal, y lo leyó también su jefe de Estado Mayor durante la II Guerra Mundial y Secretario de Estado con Harry Truman, George Marshall, y puede sentirse en la inspiración del Plan Marshall.
Que quede claro: ninguna de las tres ideas anteriores, y sobre todo el Plan Marshall, es de orientación obrera, revolucionaria ni colectivista. La idea de mejorar la capacidad adquisitiva de los trabajadores no es filantrópica sino sistémica; el objetivo final no es simplemente que los trabajadores ganen más dinero y mejoren sus condiciones, eso es simplemente un medio. Lo que se prestende es que pasen de ser y considerarse pobres a ser y considerarse consumidores porque quien cree que es pobre está inseguro y se aferra a lo que tiene sin gastarlo en previsión de unas próximas vacas flacas mientras quien cree que no es pobre está seguro y consume más, lo que crea demanda, lo que crea nuevos puestos de trabajo para satisfacer esa demanda, lo que crea más consumidores que a su vez demandan más bienes y servicios, etc. Este ciclo virtuoso de la producción y el trabajo se conoce desde tiempos de la Revolución Industrial y está codificado, estudiado y matizado hasta el aburrimiento desde la I Guerra Mundial. Es algo que es parte de la cultura general, como el ciclo del agua o que Colón descubrió América o, ya que estamos, como que los malvados empresarios capitalistas con traje, chistera y puro quieren poner de rodillas a los trabajadores, pagarles lo mínimo posible y hacer sus condiciones de vida tan inseguras como puedan para que dependan de ellos y no tengan fuerza ni ánimos para rebelarse contra sus explotad…. ¡Eh, un momento!
Hay teorías de la conspiración más o menos entretenidas, pero hay otras, como esta, que se van al traste en cuanto las analizas por encima porque son intrínsecamente contradictorias. Una de dos, o los malvados empresarios capitalistas son tan astutos y taimados que son capaces de organizarse entre ellos para, artera y sibilinamente, controlar los mecanismos del Estado y crear legislaciones que tienen como objetivo mantener al proletariado en la pobreza, o no lo son. El problema es que resulta difícilmente creíble que esa gente tan rica, sofisticada y astuta, no conozca teorías que son el A, B, C de la economía; que no sepa que para vender todas esas cosas que hacen en sus fábricas hace falta que haya gente que las quiera comprar y que para que la gente las quiera (y pueda) comprar es necesario que tengan dinero y que ese dinero es su salario. Tener al proletariado hundido, asustado y oprimido no va en beneficio de los empresarios y los productores, va en contra de sus intereses porque los beneficios dependen del consumo y la gente pobre, asustada y deprimida no consume. Lo que conviene es que la gente efectivamente produzca y pueda consumir y es a eso, y no a lo contrario, a lo que un hipotético contubernio judeomasónico empresarial dedicaría sus esfuerzos. Porque es donde están sus intereses. Es que es de cajón.
Es posible que tu jefe, amigo lector, sea un cabrón y un explotador de marca mayor. Pero si es así las posibilidades de que tu jefe sea algo más que un pequeño empresario del tres al cuarto sin verdadera sofisticación ni conocimientos macreoconómicos (porque no le hacen falta para llevar un bar) o, aun peor, un jefecillo de segunda en una gran empresa que no es suya y sobre cuyo rumbo ni le preguntan; y en cualquier caso las posibilidades de que no tenga capacidad para influir en la legislación laboral y la política económica más allá de votar en las generales cada cuatro (ahem) años como tú son muchísimas. Es posible que lo que tú observes en tu jefe sea esto y que, tras charlar con tus amigas a las que les pasa lo mismo y razonando por inducción, generalices que todos los jefes son iguales de ahí a Henry Ford y que se ponen de acuerdo para buscar nuevas formas de putearte, pero la realidad no es esa. En realidad cuanto más sofisticada e informada es una persona más se da cuenta de que es en su propio beneficio que los trabajadores tengan salarios dignos y puestos estables que les permitan consumir y contribuir a la sociedad, y cuanto más se da cuenta de esto más intenta trabajar por políticas y legislaciones que lo favorezcan. Otra cosa es que esas políticas y legislaciones sean acertadas y consigan sus objetivos o, mucho más importante, que sean obvias en el sentido de que el Pueblo a quien van dirigidas entienda por las buenas el mecanismo a través del cual se supone que les va a beneficiar de la misma forma obvia en la que entiende que un subsidio le beneficia. Pero creer que gente tan inteligente, sutil y poderosa se une sin tener ni idea de economía para pergeñar un plan que va en contra de sus intereses es estúpido y me atrevo a pensar que tú no lo eres así que, bien pensado, tampoco lo crees.
Feliz día del trabajo,
Arthegarn
El artículo está bien escrito y es ameno. Pero genera nuevas preguntas. Explico mi contexto.
Llevo 15 años trabajando en RRHH. He hecho muchas selecciones de personal en muchos puestos y en muchos sectores. Sigo además las publicaciones que varias consultoras presentan, siguiendo las variaciones salariales en diferentes empresas y sectores según el puesto y tamaño de la empresa. No soy, por ello, un novato en esto.
Y los sueldos y las condiciones no han dejado de bajar y empeorar, respectivamente. En términos relativos y en términos absolutos. Esto es: no es sólo que, pongamos, 20.000 € de hace 10 ó 15 años compran menos cosas que 20.000 € de hoy. Es que muchos puestos que antes se cotizaban a X, ahora se cotizan a un 75% de X, o un 60% de X. O menos.
En mi último proyecto grande, que acabó en enero de este año, estuve trabajando con una empresa de ingeniería química. Tuve que seleccionar varios perfiles durante dicho proyecto, perfiles muy especializados, con no menos de 5 años de experiencia, en un sector no muy amplio.
Lo que me encontré es que puestos que antes cotizaban en torno a 40.000 €, ahora cotizaban a 25.000-28.000, 30.000 como mucho. Los salarios son más bajos cada vez, y las condiciones más precarias.
Ahora me podría poner fantástico y comentar cómo la generación de nuestros padres sacaba adelante una familia con sólo un sueldo: mi padre, empleado de banca, sacó adelante a su mujer y sus dos hijos con su sueldo, nada excepcional para su sector y sus tiempos (no era un banco grande, ni mucho menos). Mi mujer, empleada de banca de la misma categoría de mi padre, no podría vivir sola con su sueldo, mucho menos mantener una familia. Incluso teniendo en cuenta que vivimos en Barcelona, que es muy cara, las diferencias son sangrantes. Muchísimas familias tienen a los dos cónyuges trabajando, y no basta. No basta. No parece, por ello, que los Botín o los González Rodríguez, por ejemplo, opinen como tú.
Tengo que recordarte que, en Occidente (no sólo en España) una parte muy significativa de las familias que viven en la pobreza tienen trabajo. O sea: trabajas para ser pobre, para no llegar a fin de mes. Y cada vez más. No son desempleados que han agotado sus subsidios ni, según la conspiranoica retórica reaganiana de las welfare queen, parásitos del sistema. En McDonalds o Walmart la precariedad de los sueldos es tal que sus empleados necesitan food stamps para poder vivir con lo que, a efectos prácticos, los ciudadanos subvencionan a esas empresas una parte de los salarios que deberían estar pagando. De modo que no parece que, por ejemplo, los directivos de McDonalds o de Walmart compartan tu postura de que los empleados deben ser consumidores. Tampoco la comparte Amancio, el de Inditex, a quien ahora toca adorar, ni los nuevos emprendedores de Silicon Valley, que han convertido San Francisco en un enorme gueto de precarios del sector IT. Ni Jeff Bezos, el de Amazon. Google paga por debajo de la media del mercado. No sé, Arth, no veo a los empresarios comportarse como describes. Y mientras los beneficios de las empresas suben, los salarios bajan.
Y claro, hablas de sesgo de selección, pero me pregunto si no estás tú incurriendo en dicho sesgo al hablar de Ford. Porque lo que pasa es que no veo que la conducta de Ford sea típica, ni frecuente. Parece como si Ford hubiera sido un tipo inusualmente brillante, en efecto, a quien todo el mundo se ha dedicado a ignorar. No es raro, por otro lado, porque los ejemplos de tipos que hacen las cosas al revés, triunfan, y nadie les imita, parecen ser la norma, y no las excepciones. Si quieres, podemos hablar de Ricardo Semler y Semco, que es otro caso de tío que explica cómo hizo para crear una empresa increíble, y al que nadie hace caso porque «es imposible.» Aunque el tío sigue ahí. Y su empresa. Tengo ejemplos de esos a punta pala.
Si tu tesis es correcta, ¿entonces por qué ocurren los fenómenos que he descrito y, es más, parecen volverse dominantes? Si tu tesis es correcta, ¿cómo hemos pasado de poder tener familias con un sueldo a tener familias con todo el mundo trabajando en trabajos cualificados y que no pueden llegar a fin de mes?
Y ojo: aún no nos hemos metido con el efecto de las ETTs y otras hierbas en el mercado laboral, y cómo los sueldos han descendido. Pero si quieres le preguntas a mi señora el efecto que las ETTs han tenido sobre los trabajadores en el mundo de la banca, sin ir más lejos.
Estas doctrinas que tan estudiadas y claras resultan, resultaron en que Gran Bretaña pasara de tener 5 millones de pobres en 1979 a 14 millones de pobres en 1991. Un gran logro del thatcherismo, por ejemplo. Y luego la culpa, claro, es de los pobres. No de las políticas económicas que destruyen sus medios de vida y enriquecen a unos pocos, no. De los pobres. Y lo que pasó allí, está pasando (con el retraso habitual) aquí.
Un abrazo.
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El que mi tesis sea correcta y al mismo tiempo se produzcan fenómenos como los que describes no son hechos incompatibles. Yo estoy hablando de lo que un hipotético contubernio de empresarios haría en términos sistémicos, de definición de las reglas del juego y tú estás hablando de lo que determinados empresarios individuales hacen en situaciones individuales dentro del juego.
Los empresarios compiten entre ellos, no con los consumidores o con los obreros. Por poner un ejemplo divulgativo, si todos loc componentes de la LFP (que sí que existe) se ponen de acuerdo en que de aquí en adelante se v a permitir a los jugadores coger el balón con las manos ese cambio no va a beneficiar a ninguno de ellos frente a los demás por lo que nadie tiene nada que ganar con ese cambio. En cambio, si ya dentro del juego uno de los jugadores aprovecha que no mira el árbitro para coger el balón con las manos, eso sí que le da una ventaja frente al equipo contrario. Por eso a los empresarios como colectivo no les favorecen ciertas legislaciones y prácticas que, aplicadas individualmente en un entorno de competencia, pueden resultar mucho más tentadoras.
Contestando a tu pregunta de un modo un poco más arcano pero que estoy seguro que tú entenderás, no es más que el dilema del prisionero. A los prisioneros como colectivo les interesa mantener el silencio, pero como individuos lo que les interesa es confesar. Exactamente igual a los empresarios como colectivo les interesa que haya cuantos más consumidores mejor y cuanta más demanda y producción mejor, pero como indivíduos les sigue interesando reducir costes todo lo posible y, en muchos casos, eso implica miopemente reducir la calidad. No te digo nada si ya no hablamos de lo que les interesa no a los empresarios sino a los consejeros delegados, que son otro tipo de animal distinto con muchísimo menos interés en la empresa a largo plazo que los empresarios o los trabajadores.
Date cuenta de que mi tesis es que el contubernio empresarial que conspìra para esquilmar a los trabajadores no existe porque, si existiera, conspiraría para lo contrario. Mi tesis es que los empresarios no están organizados ni en colusión y su forma miope y desorganizada de responder ante el dilema del prisionero en situaciones como las que me comentas perjudicándose mutuamente no hace sino reafirmarme en esa tesis.
Lo de la evolución de los salarios es otro tema interesante para el que creo que tengo respuesta aunque me encantaría que me pasaras tus datos para otra historia, que será contada en otra ocasión…
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Para más abundamiento, este breve artículo explica por qué los empresarios no son como describes. Porque al final el capitalismo, sobre todo el actual con el énfasis en la financiarización y la especulación, impulso un cortoplacismo mental que hace que nadie quiera pensar más allá del siguiente quarter. Con lo que no, muy pocos empresarios piensan como tú dices:
http://daringfireball.net/2016/04/terrible_horrible_no_good_very_bad_iphone_sales
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Ojo: no creo en las conspiraciones. No creo que haya reuniones de empresarios / banqueros / otros para conspirar. Sí creo en muchos agentes tirando cada uno para su propio interés, muchas veces con una mentalidad cortoplacista, lo cual puede llevar, claro, a que tiren todos en la misma dirección.
Por ejemplo, en el artículo que enlazo, el entonces presidente de la CEOE dijo en 1986 que las ETT sacarían la economía sumergida a la luz. La economía sumergida pasó del 17% al 21% Las reformas laborales encaminadas a «flexibilizar el mercado» han subido el paro a la estratosfera. Y así. La miopía es más que evidente.
Y hombre, si tu tesis explica lo que haría el empresario en teoría, pero luego no se comportan así, no sé en economía, pero en psicología tu tesis valdría poco XD Igual no he entendido bien tu comentario, conste. Pero no son empresarios aislados. Son la norma.
Lo de los datos de la evolución salarial es complejo porque vienen de:
– Informes anuales de Michael Page que ponen a disposición de sus clientes, para que sepan cuánto ofrecer por un puesto.
– Informes de Manpower Group que me han pasado a la hora de preparar ciertos proyectos.
– Mi propia experiencia particular.
– Artículos como este, que he leído una pila:
http://blog.jobandtalent.com/evolucion-de-los-salarios…/
Y así va. E irá así hasta que, por enésima vez, la gente no pueda más y corra la sangre por galones. Y cuando saquen a los Amancios de turno de sus casas a matarlos, todavía se preguntarán cómo pudo pasar esto, igual que los zares, igual que los Borbones, igual que cada vez.
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Pues entonces estamos de acuerdo en el punto de las conspiraciones, lo que no me sorprende. Date cuenta en cualquier caso de que no te discuto a ti, sino al artículo. Incluso estamos de acuerdo en el fenómeno de los individuos que tiran cada uno por su propio interés y dan la apariencia de actuar coordinados. Como me corregía mi padre con el Space Invaders, “no son lucecitas que se mueven, son lucecitas que se encienden y se apagan y parece que se mueven”. Mi objetivo principal es luchar contra esa ilusión, contra la generalización y antropomorfización de determinados colectivos como si fueran actores coherentes y conscientes.
Mi tesis lo que intenta explicar es como actuarían los empresarios como contubernio, si fueran un contubernio. El hecho de que no se verifique esa actuación lo que demuestra es que no existe ese contubernio. Insisto en que estamos de acuerdo: los empresarios aislados, actuando como entes individuales, tienen distintas respuestas ante los dilemas del prisionero y hay más miopes que astutos, sobre todo en España donde tanto abunda el pequeño empresaurio. Pero el artículo de lo que habla es de como los empresarios, como ente colectivo, favorecen unas legislaciones y condiciones económicas específicas de precariedad y dependencia y es eso lo que afirmo que es falso y lo que me parece contraproducente y peligroso que la gente crea.
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Lo que yo creo que el artículo pretende decir es que los empresarios, sobre todo las empresas grandes, que tienen mayor capacidad de influencia, favorecen como clase -esto es, de manera individual pero todos en la misma dirección – ciertas condiciones de precariedad y dependencia porque es lo que a cada uno de ellos les parece que les va mejor según esa mentalidad cortoplacista y miope. Y el ejemplo de la banca es resplandeciente.
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Pues interpretamos el artículo de diferente manera. Lo que yo creo que el artículo es que los empresarios, en colusión, conspiran para que las leyes y el ambiente socioeconómico vaya en contra del bienestar, la estabilidad y la confianza de los trabajadores con el objetivo consciente de dejarles en precario para que dependan de ellos y no puedan protestar ni rebelarse. Y leyendo de nuevo el artículo creo que tengo razón. Lo que dices tú es sensato, lo que dice el artículo no.
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