¿Qué es la fe? ¿Tengo fe?

Ayer uno de los nuevos becarios de Clifford Chance y yo estuvimos hablando de la existencia de Dios.

En nuestra conversación salió, como es inevitable cuando se habla de Dios, el tema de la fe. Y se me ocurrió que debería escribir mi opinión actual al respecto (que, por otro lado, y tras este espiritualmente ajetreado año, es la que he tenido casi desde siempre). En vista de que El Desertor ya me ha pisado el otro tema sobre el que me apetecía escribir, la chinita canora, os voy a calentar un poco los cascos con esto.

La verdad es que yo no sé si tengo fe. Cuando me voy al diccionario encuentro que la fe es el «conjunto de creencias de una religión» o el «conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas». Pero eso no dice nada sobre la fe como medio de conocimiento.

Me explico. Ya comenté en otro momento (aunque por motivos distintos) que Dios es tan improbable como infalsable. Me resultó muy curioso darme cuenta de que el paradigma científico no es válido para lo divino. Algunos de vosotros diréis «toma, claro, es obvio» pero para mi no era tan obvio. Soy un firme defensor del paradigma y del método científico, creo que la observación de la realidad, la duda metódica y la experimentación son las cosas que nos han hecho avanzar como especie como lo hemos hecho en los últimos siglos. Siempre he pensado que la única herramienta segura para expandir nuestro conocimiento, o al menos para entender y modelizar nuestro entorno de tal forma que podamos predecirlo era la ciencia. Para mi era la única forma de conocimiento y todo aquello que no podía ser probado científicamente era mejor tratarlo como inexistente.

Por eso dejé la magia, por cierto (salvo dos o tres cosas que todos conocéis). Mi acercamiento a la magia fue siempre muy científico: la idea era que se podía establecer una relación causa-efecto clara entre el ritual y su efecto, pero en todos mis experimentos no la observé nunca. Cuando algo daba resultado se revelaba con claridad como una coincidencia (en otras palabras, no era necesario introducir el ritual en la explicación para averiguar la causa del fenómeno) y nunca, jamás, obtuve ningún resultado contra causal. Hay gente que me ha criticado, desde las esferas taumatúrgicas, acercarme a la magia con esta mentalidad cientifista, manteniendo que si no crees en la magia, la magia no funciona. Pero resulta que yo tengo clara la distinción entre la magia y los milagros: estos exigen fe y aquellos no. Lo siento, pero las escuelas mágicas que exigen fe a sus acólitos no son escuelas mágicas, sino sectas religiosas. La magia se reivindica a si misma a través de los resultados, incluso la brujería(1) lo hace. La religión, en cambio, no.

Esto me lleva a comentar brevemente la confusión entre magia y religión que tienen muchos creyentes. Me resulta verdaderamente fascinante la cantidad de gente que es creyente porque cree en los milagros. En otras palabras: creen en Dios porque tienen pruebas de su existencia a través de los milagros, sea porque les han pasado a ellos, sea porque les han pasado a alguien, sea porque les han dicho que ocurren. Cada uno cree lo que le da la gana y por las razones por las que le da la gana, por supuesto, pero creer en Dios por este motivo me parece, aunque os resulte extraño, una de las peores razones; porque el hecho de que ocurra un milagro no quiere decir que Dios exista. Bueno, vale, si los milagros son únicamente causados por Dios y ocurren, entonces Dios existe. A lo que me refiero es a que no se puede asignar a un evento altamente improbable la etiqueta de «milagro» así porque si.

Veréis, supongamos que Jesús llega a la tumba de Lázaro, que ya huele mal, y le dice «levántate y anda». Y el tío se levanta y anda. ¿Quiere decir esto que Dios existe? Pues me temo que no. Desde un punto de vista científico tenemos que escoger la explicación más sencilla para este fenómeno, y hay multitud de explicaciones más sencillas que Dios. Por ejemplo: podría haber estado catatónico y no realmente muerto, o podría haberse producido un fenómeno cuántico que haya reiniciado su cerebro y sus órganos. Estas explicaciones son disparatadamente improbables, pero el hecho es que, al menos, no exigen para ser ciertas la existencia de toda una realidad sobrenatural. Curiosamente la magia es más científica que la religión, en el sentido de que es más creíble al ofrecer explicaciones que, a pesar de ser sobrenaturales, por lo menos son más sencillas que Dios. Es más sencillo suponer que Jesús es un nigromante de nivel 17 que suponer que la resurrección es el resultado directo de la intervención de un ente infinito y atemporal. No os digo nada si suponemos que en realidad Jesús es un viajero en el tiempo dotado de alta tecnología…

No, los milagros no son pruebas de la existencia de Dios. Por eso, y aunque os suene increíble, la existencia de milagros es irrelevante para el hombre religioso. Ni creo en Dios porque hay milagros ni dejo de creer en Dios porque no los hay; los milagros no quieren decir nada (y además tengo la teoría de que si Dios interviniera en la Creación más allá del hecho de la singularidad del acto Creativo lo haría de acuerdo a la teoría de la mariposa aleteante definitiva).

Entonces, si los milagros no son una evidencia de la existencia de Dios, ¿cómo se cree? Bueno, hay gente que cree en Dios por revelación. Muchísima gente afirma que Dios le habla, o que habla con Dios. Otro montón de gente dicen sentir a Dios a su alrededor, como una manta. Si Dios me habla, si le siento, es que tiene que existir, ¿no? Una vez más nos enfrentamos al problema de la infinitud. Es mucho más probable que estés en un estado autohipnótico, por ejemplo, o que estés alucinando, a que Dios exista. La autohipnosis es un fenómeno natural, científicamente probado y puede producir todos esos efectos sin exigir la existencia de un ente infinito.

Resumiendo: el hecho de que alguien haga milagros no es prueba de que Dios exista; y el hecho de que Dios le hable a uno tampoco es prueba de que Dios exista. Lo mejor de todo es que, desde mi punto de vista, esta visión está reflejada en la propia Escritura. Por ejemplo, en la parábola de Lázaro (Lc. 16, 19-31), tras que Epulón es condenado habla con Abraham y le suplica que envíe un aviso a su familia para que no cometa los mismos errores que él, a lo que Abraham se niega diciendo que su familia tiene, como él, a Moisés y los profetas. Epulón le contesta que si su familia viera un milagro se convertiría y Abraham le dice que «Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite». Y no es este el único ejemplo: de forma mucho más dramática vemos a Jesús negándose a realizar milagros ante Herodes a riesgo de su propia vida (Lc. 23) y, consistentemente, negándose a realizar milagros cada vez que se los piden como prueba de su condición mesiánica. Lo que es más, Jesús se niega consistentemente a afirmar su propia divinidad y, cuando Pedro le dice que es el hijo de Dios, Jesús le prohíbe que se lo diga a nadie (Mt. 13-20). Un mensaje consistente en la Escritura es que las pruebas de la existencia de Dios no están fuera de uno, y la ciencia está de acuerdo: no hay absolutamente ninguna forma de probar a Dios.

Pero me pierdo en divagaciones cristianas y no quiero hablar del cristianismo en concreto en este artículo. No, lo que quiero decir es que no hay, ni puede haber, evidencia clara de la existencia de Dios. La creencia en Dios se manifiesta así como un acto absolutamente voluntario. La fe, lo que yo opino que es la verdadera fe, es el resultado de una decisión libre e individual. Creer en Dios no va a cambiar el mundo, y creer que no existe tampoco. Llega un momento, tras todas estas disquisiciones en las que el intelecto y el método científico, exhaustos, se encuentran con que no pueden dar una respuesta racional a la pregunta ¿existe Dios? porque ni siquiera Dios, si existiera, podría probar su propia existencia dentro del paradigma científico. Al final nos quedamos solos ante la pregunta, sin pruebas, sin indicios, sin nada.

Entonces es cuando elegimos qué creer. Cuando, enfrentados a esa pregunta, libremente elegimos creer que Dios existe, empezamos a tener fe. Cuando el convencimiento de la existencia de Dios llega a través de cualquier otro cauce que no sea la admisión de la incognoscibilidad de Su existencia y de una libertad absoluta de elección es que se basa en evidencias. Y esas evidencias son por necesidad, si no erróneas, al menos inaceptables.

Por esto digo tantas veces que no sé si tengo fe. Porque casi nadie interpreta esta palabra como yo.

Saludos.

Arthegarn
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(1) Recordemos que, técnicamente, la brujería no es la magia. La magia es la imposición a la naturaleza de la voluntad del mago; la brujería es la obtención de un resultado en el mundo natural con la mediación de un ente sobrenatural (p.ej. un pacto con el diablo).

11 opiniones en “¿Qué es la fe? ¿Tengo fe?”

  1. ara mi la diferencia entre magia y religión está en el control que sus adeptos creen tener en los sucesos que intentan provocar, es lo mismo implorar a un Santo por la curación, que realizar algún tipo de ritual chamánico para purificar el séptimo chacra etc etc, en el primer caso el Santo evaluará la situación e intermediará o no con Dios, luego la curación dependerá no del ritual sino de muchos otros factores doctrinales e imponderables que se «dejan» al arbitrio divino, sin embargo en el ritual mágico, es el conocimiento del oficiante donde reside la mayor carga del efecto, su pericia conociendo como alterar fuerzas más o menos distanciadas de los humanos.

    La religión por ello, es un fenómeno de masas, es más ambiguo, mas inexacto, y por tanto los sacerdotes (que son un poco magos) pueden fallar con más frecuencia que los magos, pues su porcentaje de poder en relación al milagro es menor.

    Por otra parte creo que es posible, que en la magia, como así se ha demostrado con las «pócimas mágicas», halla una base real que se mezcla con rituales asociados por la imposibilidad de distinguir cual es un efecto causal y que cosas son superfluas. Por ejemplo, la digitalis purpurea ya se usaba (y así se descubrió su uso, por cierto) con enfermedades del corazón antiguamente, pero es evidente que solo el método científico pudo descubrir que era la digitalina, no la planta, ni el ritual lo que realmente hacían mejorar a los enfermos.

    El tema de la fé y la existencia de Dios se reduce a un problema de definición exclusivamente.

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  2. bajo mi punto de vista, el tema de la fé es tan casposo por la sencilla razón que es tan sumamente personal que no se puede «compartir» así como así.

    Hay gente que tiene fé por, por ejemplo, presenciar «milagros» o por haberse visto «iluminados».

    La fé es una elección personal e intransferible. El tan manido » o tienes fe o no tienes» es tan acertado como pensar que nadie te puede obligar a tener fe ni nadie te puede convencer para tenerla, con lo cual se transforma en algo , como ya he comentado, personal.

    Uno no puede saber si otra persona tiene fe o no. Tan sólo se peude saber si uno cree o no cree.

    Por otra parte, la existencia de Dios, al estar basada en la fe, también se convierte en una cuestion personal. Y ésto recuerda a la multiplicidad de formas que adopta Dios en la biblia. Cada persona que experimenta un «encuentro» con Dios (por dios, ke alien parece la exprsion xD) lo hace de un modo diferente. Es por Dios o es por la persona?. Prefiero pensar que, cada uno percibe a Dios de una manera diferente por la sencilla razón de que se cree o no por cosas diferentes y que se tienen cosas diferentes en el interior que hacen apreciar (o no) a Dios de un modo u otro.

    arbf. Un saludo, Arth.

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    1. Ya, pero insisto: cuando tienes pruebas de algo dejas de tener fe. Al igual que yo no tengo fe en la existencia del teclado con el que escribo porque tengo pruebas de su existencia, la gente que cree en Dios porque ha presenciado un milagro tampoco tiene fe, porque tiene pruebas. Esa gente no cree, esa gente sabe.

      Por mucho que la existencia de Dios esté basada en la fe eso no la convierte en una cuestión puramente personal. Dios existe o no existe y eso es una realidad objetiva, diferente de la voluntad de los mortales. La percepción de la idea de Dios sí que varía de persona a persona (pero fíjate que digo la percepción de la idea, que no de Dios, porque Dios es Uno y no varía y si varias personas Le perciben de forma mutuamente excluyente entonces al menos uno no percibe a Dios, sino la idea de Dios) pero la realidad de Dios no.

      Digo yo.

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      1. Hasta que se demuestre empiricamente, la existencia de Dios es cuestión de fé; y ésto es personal :P.

        Respecto al tema de la «percepcion» de Dios (o de su idea platónica de éste), cada uno percibe de dios cosas diferentes (fragmentos quizá?)en cosas diferentes. En lo que no difieren es en que Dios existe, siendo personal la forma (formas distintas de percibir algo? no es para nada excluyente con que Dios sea Uno. A mi me puedes percibir si te hablo, si te soplo o si te pego una patada en los cojones. Distintas formas de percibirme xD)

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  3. Soy informatico, y como tal, tengo que dar soporte a los usuarios en muchas ocasiones. Cuando alguien me llama y me dice que tiene un gran problema con su ordenador y llego, lo miro, hago dos clicks y despues lo reinicio, la gente suele preguntarme que si simplemente con eso funcionara, a lo que suelo contestar «ten fe».
    Curiosamente, en mis años de seminario la definicion de fe que me dieron no corresponde con las definiciones oficiales, si no que para los hombres de fe con los que hable, la fe era creer en algo que no se puede ver ni se puede demostrar. Es por este motivo por el que suelo pedir fe a mis usuarios, por que ellos no pueden ver ni demostrar que lo que yo le he hecho al su ordenador vaya a funcionar, al menos hasta que este se reinicie, por que ellos no tienen el conocimiento suficiente, es decir, no «ven» la tecnica usada para arreglar su ordenador, hasta que el ordenador funciona. Y si, para ellos, en muchas ocasiones, esa pequeña reparacion es un milagro.

    ¿soy yo Dios? evidentemente no, pero para un usuario ignorante en informatica, puede parecer que, al menos, soy un mago. Sin embargo, para otro informatico, solo soy la competencia. Podemos decir que la linea que separa la fe del conocimiento es el estudio.

    Creo que la diferencia principal entre la magia y la fe es la capacidad de demostracion. En muchas ocasiones, la magia se ha convertido en ciencia por medio del estudio, como en el caso de la electricidad o de los farmacos. Recordemos que la alquimia acabo evolucionando en las distintas ramas de la ciencia.

    Pero el metodo cientifico requiere que todo experimento debe poder repetirse en las mismas condiciones. Si por medio de un hechizo consigo llamar a sub-nigurath estoy haciendo magia, si lo repito tres veces, estoy haciendo ciencia. Y esa es la diferencia entre la magia y los milagros. Estos ultimos no son repetibles, por mucho que estudiemos, no podemos explicar una resurreccion, a menos que podamos repetir esa resurreccion.

    Asi que solo nos queda la fe, por que por mucho que estudiemos, nunca llegaremos a explicar a Dios, si ni siquiera somos capaces de explicarnos a nosotros mismos.

    Whicho.

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    1. Perdon, en el tercer parrafo deberia decir «la diferencia principal entre la magia y los milagros» en lugar de «la diferencia principal entre la magia y la fe».

      Estas cosas pasan por escribir a vuelapluma.

      Whicho

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  4. Pues yo sí la interpreto como tú, y sí tengo fe. Pero eso ya lo sabes. Me deja un poco frustrada este post, porque llevo diciendote eso desde el principio de tu crisis espiritual, pero nunca ha sido suficiente. Tú buscabas prueba externa. Pero tiene que salir de ti.

    De ahí surgen las «ganas de creer». Creo porque me da la gana. Es más SOY CRISTIANA porque me da la gana. Porque cuando leo la Palabra, no me da ganas de otra cosa que no sea creer y actuar en consecuencia. Piensa si las ganas no te vuelven.

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    1. Es probable que en ese momento no entendiera. Hacía falta que me diera cuenta de que Dios no es sólo indemostrable, sino también infalsable, para que la fe como método de conocimiento volvier a tener legitimidad. No sé si me explico.

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  5. Como te entiendo en este asunto Arthe… Yo acabé teniendo con la fe una relación absolutamente pragmática y funcional. La Fe no proviene de una necesidad lógica y de una prueba ontológica. La fe precisamente proviene de la necesidad psicológica. Y es un grave error pensar que eso le reduce la importancia en lo mas mínimo. La ciencia pone en juego la cantidad de objetividad que podemos permitirnos sin suicidarnos, como colectivo o individualmente. Cuanto mas acorralado estoy mas fe necesito… Todas las religiones toman el dolor y el temor como punto de partida. «Et prius in orbe fecit deos Timor» . Lo único que nos salva es aquello que tanto lamentaba Pascal: la distracción. En las sociedades de la abundancia, donde la mayor parte de la gente esta relativamente sana y ajena a amenazas directas a su vida, la fe parece algo tan molesto como el neumático de recambio ocupando espacio en el maletero de tu coche… Pero decirle a la gente en países pobres, o a los desahuciados que nos rodean, que la fe es un obstáculo es no darse cuenta de como están sus carreteras…
    Así que la ciencia nos da poder sobre el mundo a cambio de la conciencia de nuestra fragilidad, y la Fe nos protege e la desesperación. La catástrofe es lo mas estadísticamente probable.

    Yo ya no me planteo si dios existe. Mi razón me indica lo altamente improbable que es, y mi sentido de la justicia me grita que es imposible. Pero si me planteo que utilidad tiene la idea de la deidad, en que ayuda abrirse a esa probabilidad improbable, y como articular y desarrollar esa idea para que no me deje atrapado en la dependencia de eticas prêt a porter, gurus, sacerdotes, chamanes y guerrasantistas… La fe es fe en una divinidad (O en un sentido de la existencia), no en una religion ni en un iglesia. Yo trato de fabricarme mi religión, mi manera de relacionarme con el Misterio, con lo numinoso, de fabricar mi billete de loteria hacia el sentido y la trascendencia. Tengo aun menos posibilidades de que me toque que en la lotería real. Pero siempre rebaja en algo la desesperación de no tener posibilidad ninguna…

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