Los libros de mayo

A Brief History of Time es un libro al que tenía manía, casi tanta como a Stephen Hawking, desde que era casi un crío. Recuerdo una charla con mi padre en la que me decía que Hawking estaba sobrevalorado, que era un producto de los medios de comunicación, que no estaba a la altura de otros físicos como Hoyle o Penrose y que de cualquier forma su tesis central estaba equivocada. Por lo que recuerdo que me contaba, el error de Hawking consistía en aplicar el principio de indeterminación del Heisemberg al momento inicial del universo, lo cual carecía de sentido ya que si el espacio entero era un punto de dimensión cero, el momento y la posición del universo entero tenían que ser perfectamente determinables con exactitud infinita ya que no había otro sitio en el que pudieran poder estar que en ese punto de dimensión cero. Décadas después, tras haber leído finalmente el libro y saber qué dicen exactamente tanto Hawking como Heisemberg, tengo que decir que o yo no entendí a mi padre o mi padre no entendió a Hawking porque no dice nada parecido.

El libro, que me ha gustado muchísimo (aunque menos que La Nueva Mente del Emperador de su colega y amigo Roger Penrose, a quien menciona no menos de veinte veces) es mucho más de divulgación de lo que yo me esperaba. Oh, sí, divulgación seria, desde luego, pero no muy diferente de Los Tres Primeros Minutos del Universo, por ejemplo. Es un viaje breve por la historia de la ciencia, enfocándose en la física, la astrofísica y finalmente la física cuántica, en busca de una teoría de la gran unificación. Está francamente bien escrito, es una lectura amena (mi madre me tiraría algo a la cabeza si leyera esto), con ejemplos muy buen puestos y el nivel justo de erudición (por ejemplo, cuando habla de la gemetría de Minkowski ni siquiera menciona al pobre Hermann). La explicación que da de la relatividad (de las dos) es muy, muy buena, y la de la física cuántica, si bien no está a la altura de otras más eruditas que he estudiado, tiene ejemplos muy buenos para que se te quede en la cabeza qué son y para que sirven cosas como el spin o los colores de un quark.

Las páginas en las que habla (finalmente) del tiempo y su naturaleza son muy buenas. Abren la mente a reflexiones sobre la naturaleza del espaciotiempo que a mi me resultaron fascinantes. Recuerdo que esa parte del libro la leí en el metro y que, sin pasar de página, perdido en mis pensamientos sobre la relación entre la flecha del tiempo, la entropía y el crecimiento del universo, me di cuenta de que me había pasado de estación y tuve que cambiar de metro… ¡hasta tres veces! Sin quitarle mérito a Martin, esas cosas no me pasan con A Song of Ice and Fire, por ejemplo. También lo son las páginas sobre las singularidades cuánticas y la búsqueda de la Teoría del Todo, si bien es entrañable leer un libro escrito cuando la teoría de cuerdas era algo cuyo nombre no pasaba de las universidades y la gravedad cuántica ni siquiera había abandonado la mesa de investigación.

Podría pasarme horas hablando de este libro y de las cosas que cuenta (aunque no todas las haya leído ahí) porque es un tema que cada día me fascina más, pero me voy a limitar a recomendaros que, si tenéis un espíritu suficientemente inquieto, la suficiente capacidad de atención, y sobre todo de imaginación, lo leáis directamente. Es una muy buena puerta de entrada para pasar de ahí a cosas más serias y, entre nosotros, un rato más fácil de leer que, por ejemplo, GEB-EBG. Así que sus, y a ello. No os arrepentiréis. Ah, y queda uno como todo un intelectual leyendo estas cosas en el Metro, estoy descubriendo. En la oficina te miran de otra manera y te preguntan «Pero ¿tú no eras abogado?» y cosas así.

Beneficios colaterales, qué queréis que os diga.

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