El libro de noviembre

En realidad la mayor parte de noviembre me la he pasado leyendo dos libros de economía que comentaré el mes que viene, pero el único queme he terminado, en cosa de 72 horas, ha sido el último Vorkosigan, Captain Vorpatril’s Alliance. Siendo breve, el libro es para fans de la saga y es uno de los peores de la misma. No resulta tan decepcionante como el Cryouburn de hace dos años (aunque quizá sea porque hace dos años nos leímos Cryoburn y ya nos dejó helados, nunca mejor dicho), pero está muy, muy lejos de maravillas como Danza de Espejos o El Juego de los Vor, más o menos a la altura de Inmunidad Diplomática. El libro nos cuenta las aventuras y desventuras de Ivan «You-Idiot» Vorpatril y su última pareja, a caballo entre Komarr y Barrayar, con las apariciones estelares de viejos conocidos como Miles, Gregor o Simon Illyan (y, por supuesto, de Lady Alys), con Byerly Vorrutyer (A Civil Campaign) como adlater de Ivan, y continuas menciones a Aral y Cordelia, las hermanas Koudelka o Mark, sin duda para recordarnos a lo largo del libro a los fans que hay que leérselo aunque no sea más que porque son eventos canónicos del universo de los personajes que tanto nos han hecho disfrutar en otros libros.

Como siempre, el libro se lee como agua y, si bien en este caso no es más que lectura de evasión pura y dura, la verdad es que distrae bastante. Si me pusiera a criticarlo la verdad es que no tendría por donde empezar. Por ejemplo, la Casa Cordonah debe ser la más melíflua e inofensiva de todo Jackson’s Whole y la única pregunta sobre sus desgracias es por qué no les han pasado antes, sobre todo dedicándose al mismo negocio que el muchísimo más peligroso barón Fell (que debería haberles hecho una OPA hostil hace años, pero vamos a pensar que todavía está digiriendo a los Ryoval). El libro tiene algunas conversaciones ingeniosas, pero las mejores pasan a puerta cerrada y no nos las cuentan. Todo lo que pasa en el estudio de Illyan habría dado lugar a diálogos entretenidísimos dignos de las novelas de Ekaterin, por no mencionar la discusión-de-chicas entre Lady Alys, la Baronesa y la Haut, o la (inevitable) bronca final. Tiene en común con las dos últimas novelas la sensación de que la autora se hace vieja y lo sabe y está atando cabos y cerrando historias.

En general, y como ya dije, de último, solo recomendable para los fans de la saga que, de cualquier forma, tampoco se lo iban a dejar de leer aunque dijera que es más malo que el hambre en el mundo.

 

El libro de octubre

Making Money (en español Dinero a Mansalva) ya me lo leí hace tres años gracias a un préstamo de HK. Pero yo no tenía el libro así que en mi última visita a Londres aproveché la coyuntura para comprármelo junto con los Assimilation 2 publicados hasta la fecha (que es lo que verdaderamente iba buscando a la tienda de frikis de al lado del Intrepid Fox).

Ya lo he dicho varias veces, pero la minisaga de Moist von Lipwig me parece lo mejor que ha escrito Pratchett. A diferencia de las otras (particularmente las brujas y la Guardia) Moist aparece cuando el Mundodisco ya está totalmente maduro, no cuando se está definiendo y aun no tenemos una idea clara de por donde van los tiros (El Color de la Magia, por ejemplo, está ambientado en un mundo muchísimo más medieval y menos renacentista). Sin perder un ápice de humor, Moist von Lipwig es un antihéroe maduro, en una saga consolidada, creado ex novo por un autor en su mejor momento que quiere contar ciertas historias a una audiencia madura. Si Tiffany Archer es el mundodisco para adolescentes, Moist es el Mundodisco para los doctores, aunque por supuesto no hace falta ser un adolescente ni un doctor para disfrutar con ellos.

Este libro, junto con Going Postal (Cartas en el Asunto) y algunos otros, hace “fantasía-ficción” en el sentido de que dice algunas cosas que son verdades como puños y críticas muy serias a ciertas vacas sagradas de la corrección política pero que, como pasaba con la Star Trek original, pasan desapercibidos a los censores porque al fin y al cabo ocurren en un mundo absurdo e imaginario en el que toda la relación con la realidad es pura coincidenca… aunque en un mundo en el que las finanzas siguen siendo un misterio mágico para la inmensa mayoría de la gente, las explicaciones de Mr. Bent sobre el patrón oro o de Hurbert sobre el sistema financiero-crediticio pueden ayudar a mucha gente a hacerse una idea, aunque sea aproximada, de qué es lo que pasa en la realidad y de cómo funcionan las cosas. Aunque (por supuesto) también pone de relieve la absurdez que es el dinero, la increíble inestabilidad del sistema económico basado en él y la necesidad de que todos los que son parte en el sistema crean en él, porque si empiezas a pensar que una manzana es mejor que veinte centavos porque la manzana te la puedes comer y la moneda no acabas volviendo al trueque, y si vuelves al trueque se acabaron la medicina, el transporte aéreo o la física de partículas, por ejemplo. El dinero es mentira, pero es una de esas paradójicas mentiras que todos tenemos que creernos porque las cosas son mejores así, como la justicia o la libertad. Como dice Mr. Bent, toda la economía se apoya en “a tacit understanding that we will honour our promise (…) provided we are not, in point of fact, asked to actually honour it.«.

En fin, muy recommendable, como todos los Pratchetts, y en este caso un poquito más para todos aquellos que quieran tener una idea de qué rayos está pasando con la prima de riesgo y el credit crunch y la confianza de los mercados pero no tengan ganas de leer economía de verdad. Porque no es economía de verdad, todo pasa en un mundo sostenido por cuatro elefantes a lomos de una gran tortuga, pero… en fin, tampoco cabían tantos animales en un solo barco.

El libro de mayo

A Brief History of Time es un libro al que tenía manía, casi tanta como a Stephen Hawking, desde que era casi un crío. Recuerdo una charla con mi padre en la que me decía que Hawking estaba sobrevalorado, que era un producto de los medios de comunicación, que no estaba a la altura de otros físicos como Hoyle o Penrose y que de cualquier forma su tesis central estaba equivocada. Por lo que recuerdo que me contaba, el error de Hawking consistía en aplicar el principio de indeterminación del Heisemberg al momento inicial del universo, lo cual carecía de sentido ya que si el espacio entero era un punto de dimensión cero, el momento y la posición del universo entero tenían que ser perfectamente determinables con exactitud infinita ya que no había otro sitio en el que pudieran poder estar que en ese punto de dimensión cero. Décadas después, tras haber leído finalmente el libro y saber qué dicen exactamente tanto Hawking como Heisemberg, tengo que decir que o yo no entendí a mi padre o mi padre no entendió a Hawking porque no dice nada parecido.

El libro, que me ha gustado muchísimo (aunque menos que La Nueva Mente del Emperador de su colega y amigo Roger Penrose, a quien menciona no menos de veinte veces) es mucho más de divulgación de lo que yo me esperaba. Oh, sí, divulgación seria, desde luego, pero no muy diferente de Los Tres Primeros Minutos del Universo, por ejemplo. Es un viaje breve por la historia de la ciencia, enfocándose en la física, la astrofísica y finalmente la física cuántica, en busca de una teoría de la gran unificación. Está francamente bien escrito, es una lectura amena (mi madre me tiraría algo a la cabeza si leyera esto), con ejemplos muy buen puestos y el nivel justo de erudición (por ejemplo, cuando habla de la gemetría de Minkowski ni siquiera menciona al pobre Hermann). La explicación que da de la relatividad (de las dos) es muy, muy buena, y la de la física cuántica, si bien no está a la altura de otras más eruditas que he estudiado, tiene ejemplos muy buenos para que se te quede en la cabeza qué son y para que sirven cosas como el spin o los colores de un quark.

Las páginas en las que habla (finalmente) del tiempo y su naturaleza son muy buenas. Abren la mente a reflexiones sobre la naturaleza del espaciotiempo que a mi me resultaron fascinantes. Recuerdo que esa parte del libro la leí en el metro y que, sin pasar de página, perdido en mis pensamientos sobre la relación entre la flecha del tiempo, la entropía y el crecimiento del universo, me di cuenta de que me había pasado de estación y tuve que cambiar de metro… ¡hasta tres veces! Sin quitarle mérito a Martin, esas cosas no me pasan con A Song of Ice and Fire, por ejemplo. También lo son las páginas sobre las singularidades cuánticas y la búsqueda de la Teoría del Todo, si bien es entrañable leer un libro escrito cuando la teoría de cuerdas era algo cuyo nombre no pasaba de las universidades y la gravedad cuántica ni siquiera había abandonado la mesa de investigación.

Podría pasarme horas hablando de este libro y de las cosas que cuenta (aunque no todas las haya leído ahí) porque es un tema que cada día me fascina más, pero me voy a limitar a recomendaros que, si tenéis un espíritu suficientemente inquieto, la suficiente capacidad de atención, y sobre todo de imaginación, lo leáis directamente. Es una muy buena puerta de entrada para pasar de ahí a cosas más serias y, entre nosotros, un rato más fácil de leer que, por ejemplo, GEB-EBG. Así que sus, y a ello. No os arrepentiréis. Ah, y queda uno como todo un intelectual leyendo estas cosas en el Metro, estoy descubriendo. En la oficina te miran de otra manera y te preguntan "Pero ¿tú no eras abogado?" y cosas así.

Beneficios colaterales, qué queréis que os diga.

Los libros de mayo

A Brief History of Time es un libro al que tenía manía, casi tanta como a Stephen Hawking, desde que era casi un crío. Recuerdo una charla con mi padre en la que me decía que Hawking estaba sobrevalorado, que era un producto de los medios de comunicación, que no estaba a la altura de otros físicos como Hoyle o Penrose y que de cualquier forma su tesis central estaba equivocada. Por lo que recuerdo que me contaba, el error de Hawking consistía en aplicar el principio de indeterminación del Heisemberg al momento inicial del universo, lo cual carecía de sentido ya que si el espacio entero era un punto de dimensión cero, el momento y la posición del universo entero tenían que ser perfectamente determinables con exactitud infinita ya que no había otro sitio en el que pudieran poder estar que en ese punto de dimensión cero. Décadas después, tras haber leído finalmente el libro y saber qué dicen exactamente tanto Hawking como Heisemberg, tengo que decir que o yo no entendí a mi padre o mi padre no entendió a Hawking porque no dice nada parecido.

El libro, que me ha gustado muchísimo (aunque menos que La Nueva Mente del Emperador de su colega y amigo Roger Penrose, a quien menciona no menos de veinte veces) es mucho más de divulgación de lo que yo me esperaba. Oh, sí, divulgación seria, desde luego, pero no muy diferente de Los Tres Primeros Minutos del Universo, por ejemplo. Es un viaje breve por la historia de la ciencia, enfocándose en la física, la astrofísica y finalmente la física cuántica, en busca de una teoría de la gran unificación. Está francamente bien escrito, es una lectura amena (mi madre me tiraría algo a la cabeza si leyera esto), con ejemplos muy buen puestos y el nivel justo de erudición (por ejemplo, cuando habla de la gemetría de Minkowski ni siquiera menciona al pobre Hermann). La explicación que da de la relatividad (de las dos) es muy, muy buena, y la de la física cuántica, si bien no está a la altura de otras más eruditas que he estudiado, tiene ejemplos muy buenos para que se te quede en la cabeza qué son y para que sirven cosas como el spin o los colores de un quark.

Las páginas en las que habla (finalmente) del tiempo y su naturaleza son muy buenas. Abren la mente a reflexiones sobre la naturaleza del espaciotiempo que a mi me resultaron fascinantes. Recuerdo que esa parte del libro la leí en el metro y que, sin pasar de página, perdido en mis pensamientos sobre la relación entre la flecha del tiempo, la entropía y el crecimiento del universo, me di cuenta de que me había pasado de estación y tuve que cambiar de metro… ¡hasta tres veces! Sin quitarle mérito a Martin, esas cosas no me pasan con A Song of Ice and Fire, por ejemplo. También lo son las páginas sobre las singularidades cuánticas y la búsqueda de la Teoría del Todo, si bien es entrañable leer un libro escrito cuando la teoría de cuerdas era algo cuyo nombre no pasaba de las universidades y la gravedad cuántica ni siquiera había abandonado la mesa de investigación.

Podría pasarme horas hablando de este libro y de las cosas que cuenta (aunque no todas las haya leído ahí) porque es un tema que cada día me fascina más, pero me voy a limitar a recomendaros que, si tenéis un espíritu suficientemente inquieto, la suficiente capacidad de atención, y sobre todo de imaginación, lo leáis directamente. Es una muy buena puerta de entrada para pasar de ahí a cosas más serias y, entre nosotros, un rato más fácil de leer que, por ejemplo, GEB-EBG. Así que sus, y a ello. No os arrepentiréis. Ah, y queda uno como todo un intelectual leyendo estas cosas en el Metro, estoy descubriendo. En la oficina te miran de otra manera y te preguntan «Pero ¿tú no eras abogado?» y cosas así.

Beneficios colaterales, qué queréis que os diga.

Los libros de noviembre

The Name of the Wind es relectura. Ya comenté en su momento lo que opinaba, pero quería leérmelo en inglés después de The Wise Man’s Fear. Es bastante mejor en inglés, hay muchísimos juegos de palabras y connotaciones que se te escapan cuando lo lees en castellano, como siempre lo recomiendo. Y recomiendo a quienes se lean El Temor de un Hombre Sabio que luego relean El Nombre del Viento. Te das cuenta de muchos detalles que probablemente se te pasaran en la primera lectura, como cual es el temor de un hombre sabio (pista: lo dice cuando le pillan con una vela en la biblioteca), ciertos detalles sobre los Chandrian sobre los Lackless (pista: la canción que canta cuando es niño y no se da cuenta de de qué va hasta que le pilla su madre) y algún otro más que no voy a contar aquí. Gana con la relectura, que recomiendo, y como ya he dicho es bastante mejor en inglés aunque la traducción sea buena.

Snuff es el último Terry Pratchett y, quitando el final, me ha parecido decepcionante. No es que sea malo, vamos, pero Pratchett me tiene acostumbrado a un cierto nivel y este libro es… bueno, pesado y ñoño. Llamadme cruel, pero Pratchett está cayendo últimamente en una espiral de ñoñería que, aunque pueda ser comprensible, lo siento pero no me convence. Entre Snuff, el medio polvo de Unseen Academicals y los libros de Tiffany Aching (que están escritos para un público joven adulto y por tanto (i) a mi se me quedan pequeños y (ii) versan sobre temas que ya se han tratado, muchas veces de forma más incisiva, en otros libros), encuentro que tengo que remontarme a Making Money para encontrar un libro verdaderamente bueno, de los de quitarse el sombrero, que era lo habitual con los libros de Sir Terry. Y éste Snuff en concreto…

El título está muy bien. Snuff es, en inglés, a la vez un asesinato irrazonable y aleatorio (de ahí los snuff movies) pero también quiere decir «rapé». Y tenemos de las dos cosas en este libro, que trata de forma bastante obvia del clasismo (y de la lucha personal de Vimes contra los privilegios) y del racismo y la esclavitud pero que yo creo que trata, entre líneas y sin decirlo claramente, de especismo. En este libro tenemos a Sam Vimes que se va de vacaciones, seis años después de Thud! (extrapolando por la edad del joven Sam) y obligado por Lady Sybill, a sus posesiones del campo. Pero algo, que al principio parecía que iba a ser un «Sam Vimes visits Downton Abbey» (lo que da para hacer un libro, no me lo negaréis), acaba convirtiéndose en un aborto de novela negra con una trama B protagonizada por Fred Colon y Nobby Nobbs que sobra por completo*.

Bueno, yo lo siento pero ese Sam Vimes no parece Sam Vimes. Parece que su encuentro con la Summoning Dark en Thud! ha acabado con el policía, el investigador, el que se estaba convirtiendo en mi personaje favorito del Mundodisco, y ha dejado en su lugar a… no sé, a una especie de contemplador místico y amargado, demasiado poderoso, demasiado inteligente, demasiado humilde, demasiado todo. Aparte de esto, y quitando dos o tres momentos, el libro carece casi completamente de ese humor fino, irónico, sarcástico y británico al que nos tiene tan mal acostumbrados Pratchett, y muchos de los chistes (como el del BLT) son repetidos de otros libros o simplemente sosos. Entre la carencia de humor, el giro de Vimes, los diálogos pesados y artificiales, la trama lenta y viscosa… Lo siento, pero temo que este libro marca el inicio del declive de un genio y, quizá por eso, sea, para los amantes del mundodisco, imprescindible. Espero que el próximo libro, Raising Taxes, de Moist von Lipwig, me demuestre que estoy en un error.

Pero, en cuatro palabras: no parece un Pratchett. Y un dato curioso: no aparece la Muerte, algo que no ocurría desde Pequeños Hombres Libres.

Arthegarn_____________________________________
(*) Sobra totalmente desde el punto de vista narrativo. Si jugamos al juego de que Pratchett está perdiendo su capacidad de escribir, no obstante, y asumimos que lo que quiere es cerrar arcos argumentales y darle salida a sus personajes, en ese caso es muy comprensible. Pero hay que estar muy atento al Mundodisco y a la evolucíón en el mundo real de su creador para darse cuenta (y yo no las tengo todas conmigo)

El libro de octubre.

Debe ser que El Nombre del Viento me gustó más de lo que mi crítica de abril dejaba entrever, porque no pude esperar a la publicación de la segunda parte en castellano y, para inaugurar amazon.es (bendita sea la página) decidí comprármela en inglés (junto con The Name of the Wind, que quería en versión original) y me lo metí entre pecho y espalda en poco más de diez días.

Bien, pues si El Nombre del Viento ya era recomendable, The Wise Man’s Fear es, en mi humilde opinión, dos o tres veces mejor (aunque, ahora que lo pienso, habría que ver cuánto de la mejora tiene que ver con leerlo tal y como lo escribió Rothfuss y no traducido). En este libro, Kvothe sigue en su posada (donde la narración de la narración empieza y termina) contándole a Cronista sus años en la Universidad (donde lo narrado por la narración narrada empieza y termina).  También como en el primer libro, además del primer nivel de historia (Kvothe, Cronista y Bast) la mayor parte del libro la compone el segundo nivel (Kvothe, Simmon, Denna, Elodin, y un número importante de nuevos y -en dos o tres casos- fascinantes personajes) con incursiones puntuales en un tercer nivel (Kvothe contándole a Cronista como Felurian le cuenta el robo de la luna, por ejemplo). No obstante este segundo libro es más diseminativo-recolectivo que el primero, ya que si en el primero hay una clara línea argumental, en este se van abriendo varias líneas, cada vez más profundas, que luego se van cerrando (o no) hasta volver a la primaria, la de la Universidad.

Estás líneas “secundarias”, que en ningún caso pueden considerarse “trama B”, son para mi de lo mejor del libro. Rothfuss deja volar su imaginación y crea sociedades coherentes, en el mejor estilo de la ciencia-ficción más que de la fantasía. La comunicación con los adem, por ejemplo, tiene poco que envidiar a la de los hijos de Tama, y detalles como los anillos de Severen (que en mi opinión, apenas explota) podrían tener un tratamiento a la altura del código de honor de los marcianos verdes de Barsoom. No obstante, y por experiencia propia, tengo que decir que es posible que quien lea este libro encuentre estos detalles tediosos. Hay mucha gente que se lee un libro buscando respuestas para determinadas preguntas. ¿Quiénes son los Chandrian? ¿Los Amyr? ¿Quién es Denna? ¿Por qué llaman Matarreyes a Kvothe? Lamento decir que quien se lea The Wise Man’s Fear con ese propósito, como si fuera un camino que te lleva del punto A al punto B, quedará bastante frustrado por la lentitud del viaje y, sobre todo, se perderá el paisaje, que es precioso.

Si hay algún fallo en el libro es estrictamente técnico y tiene que ver con la historia de Felurian, que ocurre in media res (pero de coitus interruptus, ¿eh?), non sequitur y encima deus ex machina. Oh, sí, es una historia autocontenida que decididamente había que meter como fuera, pero el uso del calzador es abrumador en ese punto del libro. Pero, aparte de este detalle,  The Wise Man’s Fear es un libro muy, muy bueno, muchísimo mejor que el primero y con un autor que, claramente, ha dejado de ser un aficionado que ha escrito su primera novela para tomarse el tiempo suficiente para hacer de esta segunda parte un libro magnífico. Eso sí, esto no se termina en una trilogía ni de risa.

Los libros de septiembre

Darkness, I es el tercer libro de la saga Blood Opera Sequence y es un pestiño. Nunca pensé que diría esto de un libro escrito por Tanith Lee, autora de títulos tan deliciosos como Volkhavaar o El Señor de la Noche, pero es que es la verdad, es un pestiño y me ha llevado casi cuatro meses terminarlo 8y lo he logrado solo a base de fuerza de voluntad). Lo pillé con muchísimas ganas porque pensé que una saga de vampiros escrita por ella tenía que ser algo realmente bueno, pero nada de nada. Es lento, farragoso, sin sentido, con una serie de historias que discurren paralelas unas a otras prácticamente sin tocarse (y chirriando de mala manera cuando se tocan) con un personajes tipo Poochie (Cuando no esté en pantalla los otros personajes preguntarán todo el tiempo: “¿dónde está Poochie?”) que encima cuando finalmente aparecen es una especie de Louis todavía más melifluo. En cuatro palabras, no merece la pena. Serie B cayendo a la C, indigno de su autora.

El Economista Camuflado es un regalo de cumpleaños de que me ha gustado bastante. Su autor, Tim Harford, tiene una columna de economía llamada así en el Financial Times y se trata de una serie de ensayos sobre las apariciones de la macreoecnomía en nuestra vida diaria. Cosas como por qué cuesta un café lo que cuesta o por qué es completamente imposible comprar un coche usado decente de acuerdo a las reglas del libre mercado. Comenta en un lenguaje ameno y sencillo temas como los fallos de mercado, la información privilegiada, por qué el sistema de salud privado de los Estados Unidos es una estupidez y por qué algunos países pobres salen de la pobreza mientras que otros parecen destinados a seguir en ella para siempre. Un libro instructivo y fácil de leer para quienes no sepan de economía y quieran tener al menos una idea, y ameno y lleno de ejemplos interesantes para la próxima vez que intentes explicarle a alguien por qué intentar manipular los precios siempre acaba en desastre o por qué se hundieron los sistemas comunistas del siglo XX si ya sabes de economía.

El libro de agosto

dance-with-dragons

Y, por fin, en agosto salió A Dance with Dragons, el quinto libro de la saga A Song of Ice and Fire, y en una semana me había leído sus 959 páginas. ¿Mi impresión? Es lento, farragoso y, sin duda, el peor de los cinco.

A Song of Ice and Fire, saga que me encanta, va perdiendo empuje a meddia que van saliendo los libros. El primero es el mejor sin duda alguna, el segundo no le anda a la zaga, el tercero es también muy bueno pero tiene el problema de que muere tanta gente que hace que te pierdas en la maraña de personajes que te presentan en el cuarto y en el quinto que, en teoría, son simultáneos (aunque en la práctica los primeros capítulos de A Feast for Crows ocurre antes que los de A Dance with Dragons, y los últimos de éste después del final de aquel). Los Stark van cediendo su protagonismo a los Lannister, los Baratheon e incluso los Greyjoy y aparecen personajes nuevos (como el Alto Septón) que trastocan todo el equilibrio de poderes en Westeros de formas inimaginables en los primeros libros. Pero esto, que bien hecho podría ser un giro argumental inesperado, tal y como lo hace Martin simplemente rompe el hilo argumental y te deja preguntándote qué rayos pasa, mientras él exprime la gallina de los huevos de oro.

A Dance with Dragons iene algunos puntos fuertes y algunas tramas que son un auténtico pestiño. Como puntos fuertes, en mi opinión, los hilos argumentales de Jon y Stannis, que están en el estilo y con el ritmo al que nos tiene acostumbrados la saga desde el principio. Como tramas aburridas, la de Tyrion (increible pero cierto), la de Quentyn Martell y, sobre todo, la de Daeneris.

Se supone que JRR Martin (y ojo que aquí empiezan los spoilers) tardó tantísimo en terminar este libro porque estaba liadísimo con el «nudo myrines» («the myrinese knot«) que era tan intrincado y complejo que no sabía como resolver. En realidad no tiene nada de intrincado ni de complejo: son las historias bastante lineales de cuatro personajes, contadas en tres hilos que esperas que converjan de alguna manera pero que solo lo hacen parcialmente (Tyrion no llega a conocer a Daeneris) y que en realidad duran poquísimo juntas. La historia de Daeneris es un auténtico tostón, llena de descripciones largas y tediosas a lo Tolkien mal entendido (si vuelvo a leer una de un tokar me suicido) y de discusiones estúpidas sobre si es mejor llevar este o aquel vestido, salir a pasear en caballo o en elefante, o tirarse a ese o casarse con aquel. La intriga myrinesa no tiene nada de intrigante y como no hay forma de resolverla (porque no hay datos) no atrapa en absoluto al lector, y la evolución del carácter del personaje y su relación con los dragones se podría haber estudiado muchísimo más (y hacer así el libro más interesante). La historia de Tyrion, quitando dos o tres salidas y chistes, es otro rollo porque al pobre no le dejan hacer nada hasta el final del libro: le llevan de un lado a otro todó el libro quiera o no quiera: primero Illyrio, luego los Griffs, luego Jorah Mormont y por último Yezzan. No es libre para empezar a meter cizaña hasta el último capítulo. Y el viaje de Quentyn Martell simplemente sobra. Toda esa línea argumental, que empieza al final de A Feast for Crows y se cierra al final de A Dance with Dragons es totalmente prescindible y no aporta nada más que doscientas páginas de tedio hamletiano. Lo único bueno de las tramas de más allá del mar es la adición de Barristan el Bravo como personaje PoV, algo con lo que estoy muy de acuerdo y que (espero) dará el contrapeso «Eddard-Starkiano» a Tyrion.

Respecto a las de Westeros, pues bueno. Insisto en que las de Jon y Stannis son las dos muy buenas (de hecho echo de menos otro capítulo de Stannis) aunque la adición de Melisandre como personaje PoV me parece totalmente superflua. Las dos de los Greyjoy (Asha y Victarion) están más o menos en la línea de los argumentos de los Greyjoy, y las de los Lannister (Jaime y Cersei) están bastante bien por lo que sabes de los personajes y, particularmente, por el giro que da la suerte de Cersei, que supongo que afectará seriamente a la psicología del personaje (en el próximo libro, claro). Estas seis líneas son lo mejor del libro, particularmente las dos primeras.

Y quiero dedicarle un apartado a Reek («Apestoso»), un nuevo PoV que Martin usa para que nos enteremos de qué está pasando en las filas de los Bolton, ya que no olvidemos que Roose Bolton es ahora Guardián del Norte y Señor de Invernalia. Supongo que estos capítulos levantarán pasiones, habrá gente a quien le encanten y gente a quienes le horroricen. Personalmente me gusta muchísimo como está descrita la psicología del personaje (aunque empecé a sospechar en el primer capítulo y me di cuenta del truco en el segundo). Toda la estructura de pensamiento, las despersonalización, el síndrome de Estocolmo, la relación D/s tan brutal y completa me encantan, están -en mi opinión- perfectamente descritas y lo dice alguien que conoce el subespacio del esclavo. Me encanta meterme en la mente de Reek en esos dos o tres primeros capítulos, aunque estoy seguro de que a muchísima gente le resultará extremadamente desagradable, y es que no está todo el mundo hecho para el BDSM…

En fin, el libro se deja leer, pero no está a la altura de los anteriores. Oh, sí, hay que leerlo si sigues la saga es un must absoluto, pero creo que en este libro Martin empieza a cojear. O lo arregla muy deprisa y muy bien en A Dream of Spring o, como sea otro peñazo como este, se cargará la saga para los restos.

Ah, y no olvidemos la sorpres final, claro. Ya sabéis aquel dicho de que cada vez que alguien le preguntaba cuándo iba a estar terminado A Dance with Dragons, Martin mataba un Stark. El problema era que no le quedaban suficientes Starks, claro, así que optó por matar a César, antes de que se corone rey para embarcarse en la guerra contra los partos y destruya todo lo que es y ha sido siempre Roma.

Ya lo entenderéis. Y os uniréis a mi en a aquel grito en facebook...

Los libros de diciembre

I Shall Wear Midnight es el último Pratchett  (salió en septiembre) y el cuarto de la saga de Tiffany Aching que, como ya he mencionado otras veces, está escrita para adolescentes (un público más joven que para el que Pratchett suele escribir). En esta novela Tiffany tiene ya quince años y asistimos a, entre otras cosas, la evolución de su relación con Roland (el hijo del Barón), a su encuentro nada más y nada menos que con Eskarina Smith, protagonista junto con Yaya Ceravieja del primer libro de la saga de las Brujas (Equal Rites Ritos Iguales) y a la que no habíamos vuelto a ver desde entonces (hace ya más de 20 años) durante un viaje relámpago a Ankh-Morpok en el que aparece una nutrida selección de miembros de la Guardia (Zanahoria, Angua y Wee Mad Arthur, el «gnomo» del halcón de Monstruous Regiment) y a su relación con las dos brujas de Lancre (con especial atención a Tata Ogg, a la que se trata en este libro con otra óptica aunque uno se sigue echando unas risas con ella unas risas con Tata Ogg) y a las siempre hilarantes aventuras y explicaciones de los Nac Mc Feegle.

Una vez más se trata de una historia metememética. Pratchett está escribiendo mucho últimamente sobre sobre el poder de las historias y los cuentos, de como configuran la mente(1) , con ella, la realidad tal y como la percibe esa mente. El argumento (la base filosófica de la trama) es relativamente semejante al de Wintersmith lo que me hace pensar que toda la saga intenta formar las mentes de los niños y preadolescentes que la leen para que se den cuenta de que todo lo que han aprendido hasta entonces sobre como se supone que son las cosas es, en realidad, una especie de simplificación, algo así como unos cuentos que te cuentan para ayudarte a hacer un modelo prático, simple y suficientemente bueno de como fuciona el mundo, pero del que no te puedes fiar literalmente porque, en realidad, está basado en cuentos y mentiras. Creo que la saga trata de introducir en las mentes de sus lectores la idea de que la vida, de aquí en adelante, en realidad no va a ser tan simple y de que las apariencias engañan; que no te puedes fiar de alguien solo porque aparezca con una brillante armadura sobre un caballo blanco, y que no todas las brujas son malas. Una siempre recomendable lección de espíritu crítico, incluso para muchos adultos, que tiene además la virtud de hacer que te eches unas risas.

Y, casi dos años después, finalmente encontré el tiempo para releerme The God Delusion. Sigo pensando que es un libro soberbio, pero esta segunda lectura me ha mostrado puntos muy interesantes que en mi fascinación y avidez no percibí la primera vez, probablemente porque estaba demasiado interesado en lo que Dawkins quería decir que en los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, uno de los que más me impactaron en su momento fueron los cargo cults y sus similitudes con el cristianismo; la relectura me ha hecho que ver que esas similitudes se deben a que los misioneros clristianos llevaban introduciendo memes como la ubicuidad o la parusía en las culturas indígenas desde hacía siglos; no aparecieron espontáneamente tras la partida de John Furm, evolucionaron tras ser introducidos en esa cultura por los misioneros. La segunda lectura me ha recordado también cuánto se equivoca Richard Dawkins cuando habla de cristianismo en general y de catolicismo romano en particular. Sus apologistas dicen que el hecho de que Dawkins se equivoque por ejemplo al hablar de Purgatorio es irrelevante, porque lo importante no es si el traje del emperador lleva jaretas fruncidas o chorreras dobles, sino que el traje en si mismo no existe. Y ese argumento es tan ingenioso como falaz, porque cuando utilizas como argumento para demostrar que el traje del emperador no existe la estupidez de su descripción es necesario saber la diferencia entre una jareta y una chorrera o, además de notarse que no sabes de lo que hablas, perderás credibilidad.

Y me ha resultado curioso releerlo sabiendo toda la física y toda la matemática que sé ahora, que The God Delusion me impulsó a leer y que por tanto desconocía la primera vez. Uno de los capítulos más demoledores para mi, el único que me hizo verdadera mella, de hecho, fue el último, La Madre de todos los Burkas, en el que Dawkins habla de lo extrañísimo que es el universo y de hasta qué punto no estamos equipados para entenderlo en su totalidad. Ese capítulo me hizo darme cuenta de que el Dios en el que creía no era, a pesar de toda su sofisticación, más que papá elevado a infinito. Si Dios existía, un Dios que ha creado un universo como este, con agujeros negros que desafían la noción de continuidad del tiempo y en el que todo está hecho de la precipitación de la probabilidad de que un montón de cosas individuales ridiculamente pequeñas existan o no en un momento dado (si existe tal cosa como un «momento dado», claro)… si Dios existía, como digo, y se parecía al universo, entonces era tan extraño, tan alienígena, que era imposible relacionarse con el mismo. Si Dios existía, no podía ser el, en el fondo, Zeus magnificado en el que creía, y no podía concebir a Dios de otra manera. No obstante ahora, tras leerlo sabiendo todo lo que sé, que tampoco es tanto, he tenido una epifanía distinta que tengo que dejar que se asiente antes de hablar de ella.

Vuelvo a decirlo: un libro soberbio que todo el mundo debería leer. Y vuelvo a decirlo: si eres creyente y tu religión te hace feliz y mejor persona, piénsatelo dos veces porque una vez leído no se puede desleer. Y si yo pudiera elegir volver atrás en el tiempo y no leerlo lo haría. Y no sería el único.

Por último, y tras haberme visto la película, me leí Going Postal, otro Pratchett y el primero de Moist von Lipwig. Ya me he leído la segunda, Making Money y, entre nosotros, espero como agua de mayo la tercera, Raising Taxes. Tengo que decir que más allá de las complejidades de Yaya Ceravieja o, sobre todo, de Sam Vimes (que se está convirtiendo en el personaje más rico del Mundodisco), mi saga favorita es la de Lipwig. Este libro en concreto trata de la resurrección, aunque es virtualmente la introducción, del sistema postal en Ankh-Morpok, dirigido por este personaje, un timador profesional que empieza el libro prácticamente en la horca. Es muy bueno, muy divertido y muy interesante; no tanto como el segundo (que preludia con la introducción de los sellos) pero por encima de la media incluso de los Pratchetts. Una pena que ninguno esté traducido…

Ah, sí, una nota curiosa. El título del libro, Going Postal, hace referencia a una expresión estadounidensa que significa algo así como «cabrearse, perder la cabeza, agarrar una escopeta, subierte al tejado de un McDonald’s y liarte a tiros con todo lo que ves». Tiene su origen en el curioso dato estadístico de que desde mediados de los 80 apenas pasa un año sin que un cartero, específicamente un cartero, de los Estados Unidos haga exactamente eso, o algo muy parecido. Ultimamente la gente se lo piensa dos veces antes de hacer perder los estribos a un empleado del USPS… Nunca sabes por donde va a salir.

Y saludos a todos de un insomne Arthegarn____________
(1) Y, por supuesto, el inconsciente colectivo y el  Weltanschauung…

Los libros de diciembre

Madrid Oculto me lo compré una noche tonta en un VIPs en la que había salido de casa sin mi habitual libro y me apetecía tener algo que llevar al Escape. Pensé que sería una guía de Madrid en la que le contaran a uno el lado «oculto», desde el punto de vista de «ocultista» de la ciudad, algo que siempre queda muy gótico y que afianza leyendas. Resultó que no; que, es en efecto, una guía de Madrid pero no desde el punto de vista mágico sino desde el punto de vista de aquello que no resulta obvio. ¿Por qué se llama de Salamanca el barrio de Salamanca? ¿Qué hay detrás de los fantasmas del palacio de Linares (vale, eso tiene algo de ocultista? ¿Por qué a los madrileños se les llama gatos (no, no tiene nada que ver con lo de que no pueden estar quietos en el mismo sitio toda la noche)? ¿Quién era el Caballero de Gracia? ¿Donde comió, y donde no comió Hemmingway? O, ya que estamos, ¿dónde vive el ratoncito Pérez? Pues hasta eso lo contesta, nuestra particular Hada de los Dientes vive en la C/ Arenal, 8, con lo que creo que se convierte en el único ente mitológico con una dirección exacta, para más datos leed el libro, que es uno de los que más me han solicitado en préstamo en las semanas en las que me lo he leído. Ahora mismo lo tiene J.A.S.O. y la lista de préstatarios incluye a Ana, Zalasa, Copito de Nieve. que dice que si se lo regalo me regala él otro. Un libro curioso, la verdad, que a mi me vendrá bien para cuando aparezca por aquí n un par de semanas y que tuvo tanto éxito que sus autores sacaron una segunda parte que, si encuentro, me compraré. Una lectura entretenida para cualquier madrileño, sea de origen o de adopción.

La Historia de los Griegos de Indro Montanelli es otro de esos libros que tenía en la parte de la biblioteca que es herencia de mi abuelo, al lado de la tan manoseada y leída como excelente Historia de Roma del mismo autor. A ver, es un buen libro, sobre todo de divulgación e iniciación para quien no tenga demasiada idea sobre la historia de la civilización griega y no tenga muy claro si la Guerra de Troya verdaderamente existió, que no tenga muy claro quién es el Pericles del Siglo de Pericles o Si el Leónidas de Marathon es el mismo Leónidas de las Termópilas pero se queda bastante en la superficie. El propio autor dice que en la civilización griega las fuerzas centrípetas fueron tan grandes que no se puede hablar de una verdadera historia de Grecia, sino uno a uno de los personajes más importantes de aquella época y la influencia que tuvieron en la historia, y así enfoca el libro, estando (básiamente) cada capítulo dedicado a uno de estos personajes, lo que desde mi punto de vista quiere decir que mete demasiados nombres propios entre losm que el lector se acaba perdiendolib. El libro es entretenido y aprendes cosas, pero no está en absoluto a la altura de la Historia de Roma, que recomiendo en cambio muy encarecidamente. De los pocos puntos que yo considero verdaderamente positivos, la descripción que hace de Alejandro frente a Filipo, que considero muy acertada y muy en contra del tratamiento prácticamente divino que se le da por la mayoría de los historiadores (uno de los grandes interrogantes de la historia, para mi, fue por qué un general y un estadista de la talla de César, cuya obra duró siglops y repercutió en milenios, tenía esa obsesión con una estrella fugaz como Alejandro, que como comandante no estaba mal pero que como general se lo debía todo a la gente de la que supo rodearse su padre y cuyo «imperio» (por llamarlo de alguna manera, porque de imperio no tuvo nada) no le sobrevivió ni cinco minutos). Muy recomendable para gente que no conozca casi nada de esa época, un poco superficial para los que sí, e, insisto, si no la habéis leído leed antes la Historia de Roma que es fenomenal.