Lo que se juega Occidente III: Por qué es malo el populismo.

Bien, el populismo es un medio para obtener el poder que busca el apoyo de las clases populares ofreciendo soluciones simples y medidas drásticas que incluyen la expulsión del poder de una élite dominante que no ha resuelto los problemas de estas clases populares. Y ¿qué hay de malo en ello? preguntará alguien. ¡Si es que los que mandan no hacen nada! ¡Si es que todo el sistema está podrido! ¡Si es que no podemos estar peor de lo que estamos! Algo habrá que hacer, ¿no?

Sí, algo hay que hacer, desde luego. Pero apoyar a un populista es arriesgadísimo porque no puede dar lo que promete y porque sí que podemos estar peor. Mucho peor.

8641d698e01f2d3e6d3978a6c8f2cd6e¿Por qué? Bien, para empezar el mundo del populista no existe. El populismo es falso. El populismo presenta un mundo simple, inmediato en sus relaciones causa-efecto, que se aleja mucho del mundo real. Y esto es malo porque cuando uno tiene una visión del mundo equivocada tiene muchas más posibilidades de tomar decisiones equivocadas y sufrir las consecuencias.

Permitidme ilustrar esto con un ejemplo. Supongamos que te roban el móvil, denuncias el robo y un par de días después ves al tío que te lo robó con él y te vas a un policía que anda por ahí a contárselo. El policía se dirige al tipo en cuestión, le pregunta que de dónde ha sacado tu móvil y el otro dice que lo compró en un Cash Converters o algo así y que no tiene factura ni nada. Y entonces el poli te dice que no puede hacer nada, que des el móvil por perdido porque de acuerdo a los artículos 434, 448 y 464 del Código Civil él tiene que suponer que el ladrón es un honrado ciudadano, legítimo propietario del móvil. Aunque tú hayas denunciado el robo, aunque ese sea tu móvil porque el IMEI es el mismo y aunque tú tengas factura de haberlo comprado y él no, lo que dice la Ley es que quien posee (quien «tiene en la mano») algo robado y dice que es su dueño es, a todos los efectos, su dueño a menos que se demuestre que lo compró sabiendo que era robado(1) (o que le pillaran in fraganti o algo así, claro…) .¡Qué injusticia! ¿Verdad? ¡Algo habría que hacer para cambiar esto! ¡Menudo escándalo!

Entra en escena el populista diciendo que esto es una vergüenza y que hay una forma muy 1403i1d3cad724bf59cbbsencilla de arreglarlo: cambiar la ley para que quien diga que es el dueño de algo tenga que demostrarlo y no al revés, que se presuma que lo es solo porque tiene algo en la mano. «¡Así acabaremos con estos mangantes caraduras!» grita el líder, y la gente le ovaciona muy contenta. ¿Cómo no se le ha ocurrido a nadie antes? ¿Cómo puede ser que hasta ahora hayamos tenido un sistema tan estúpido? ¿Por qué los gobernantes protegen a los ladrones y no a los honrados ciudadanos?

Pues porque las cosas no son tan sencillas.

Si en vez de partir de la base de que quien tiene algo tiene derecho a tenerlo exiges que tenga que demostrar que es así, la carga de papeleo y comprobaciones que impones a cualquier comprador se va a hacer tan grande que, simplemente, dejará de comprarse. Imagina que, honradamente, vas a un Cash Converters a comprar un móvil y un año después, a saber qué habrás hecho tú con la factura, te viene el poli del ejemplo anterior. Como tú no tienes factura y el otro sí, el policía te quita el móvil y se lo da al antiguo propietario y eres tú quien se queda sin nada a pesar de que lo compraste legal y legítimamente. Escaldado, te vas a comprar otro móvil y te vuelve a venir el poli. Le enseñas tu factura, pero él dice que no sirve para nada porque el móvil como el móvil es robado el Cash Converters no podía habértelo vendido y te quita el móvil. Tú, que necesitas un móvil, vuelves al Cash Convertercaptures, compras un tercer móvil y esta vez no pides solo la factura, sino la factura de compra del Cash Converters para demostrar que quien te lo vendió podía vendertelo. Armado con tus dos facturas sales a la calle y te vuelve a pasar lo mismo, porque el policía te dice que el hecho de que puedas demostrar que el vendedor lo había comprado no quiere decir nada porque quien se lo vendió a tu vendedor no era el dueño del móvil, que es este señor de aquí, y te lo vuelve a quitar. Y así hasta el infinito.

Si la ley no fuera como es, cada vez que compras un móvil, o una simple barra de pan, tendrías que exigir todos los recibos, todas las facturas que justifican toda la cadena de propiedad desde el primer propietario del objeto, que vete tú a saber quién es y si son verídicas, hasta ti. Y cuando hablo del primer propietario hablo básicamente de Adán, porque si tuvieras todas las facturas hasta, qué se yo, el panadero o el fabricante del móvil, eso tampoco garantizaría tu propiedad porque bastaría que un componente fuera robado para que su legítimo dueño pudiera exigir la restitución del mismo. A lo mejor el plástico de los cables proviene de un barril de petróleo robado, o el silicio de los chips de una explotación ilegal, qué se yo, el caso es que nunca estarás seguro a menos que dediques horas y horas a mirar papeleo para comprar, insisto, incluso una humilde barra de pan.

Ahí tenéis lo que quiero decir con que el populismo es falso. Existe un problema. Aparentemente tiene una solución sencilla. En realidad, esa solución sencilla no es aplicable porque crearía un problema muchísimo peor que el que intenta solucionar, pero vete a explicárselo al tipo que ve como el ladrón de su móvil se lo queda con todo el morro y no puede hacer nada. Y no olvidemos que este buen hombre no pide otra cosa más que justicia, una justicia que el Sistema, imperfecto como es, no puede darle de una forma sencilla.

La realidad es que la actividad de gobierno es compleja y se enfrenta a situaciones que no son obvias y, como acabáis de ver, a las repercusiones mediatas y a largo plazo de sus políticas, que son todavía más complejas y más difíciles de ver y prever. A veces el gobernante quiere alcanzar unos objetivos pero no tiene claro cómo hacerlo, o sí que lo tiene pero requiere seguir caminos indirectos y tortuosos para además dar resultars_300x300-150814144007-600-dory-finding-nemo-ms-081415dos a medio y largo plazo, algo que no suele satisfacer al Pueblo. Porque el Pueblo, en general y por desgracia, tiene muy poca paciencia y la memoria muy corta. No sé si conocéis la fórmula de Fair(2) pero si os fijáis solo usa indicadores económicos del año de las elecciones. Volveremos sobre este asunto, pero baste ahora decir que para que el Pueblo asocie una mejora de su situación con el partido en el gobierno tiene que derivarse de medidas que den resultado en menos de un año, lo que en economía se llama «muy corto plazo». Todo lo demás, toda mejora sistémica, se pierde emocionalmente y aunque las clases populares (casi podría decir el Pueblo) pueden notar que las cosas mejoran no asociarán esa mejoría a una medida tomada hace cinco o diez años y mantenida constante y trabajosamente. Creerán que mejoran «por si solas», «porque toca». El populismo se sirve de esta percepción para decir que los gobernantes no están haciendo nada o que sus medidas son ineficientes cuando eso es falso y lo que ocurre es que dan resultados a medio o largo plazo. Actuar de acuerdo a esa visión equivocada de las cosas lleva a adoptar medidas populares pero miopes, al «pan para hoy y hambre para mañana» o al muy español «ya veré como lo pago».

Esta no inmediatez entre la aplicación de una medida y sus resultados, contradice la visión simplista que el pueblo llano tiene, y que el populismo afianza, de los políticos y la política. En el ideario de las clases populares el poder de un gobernante se parece más al de un dios que al que realmente tiene un cargo electo y eso es porque sus componentes razonan, insisto, por apariencia y analogía. Yo tengo dinero y me lo puedo gastar en lo que quiera, ¿no? Entonces, el Gobierno tiene dinero y se lo puede gastar en lo que quiera. O hacer las leyes que quiera, o poner los impuestos que quiera, o expropiar las casas de los bancos y dárselas a los pobres, o prohibir o permitir lo que quiera. Pero en realidad no es así y la explicación de por qué es larga y trabajosa, es complicada.

“Es complicado”. Parece que no hago más que decir eso. ¿Cuántas veces habéis visto en alguna película como alguien con un grave problema se dirige a alguien con poder, le pide ayudacapture y, cuando el otro le dice que no puede hacer nada y le pregunta por qué contesta «es complicado»? Bueno, pues es que lo es. No es porque el poderoso sea un desalmado, un corrupto o un malvado(2). Es porque no puede. Pero nadie quiere oír eso. Todos queremos que el hijo de Denzel Washington se salve y no nos importa cómo, todos queremos salvar los orfanatos(3) y a nadie quiere oír hablar de campañas para aumentar la satisfacción por la compra de un vehículo nacional previamente adquirido. Pero es que, de verdad, no es tan sencillo.

Pero hay más. No es solo que el populismo sea falso, es que además es mentira. Una falsedad es una mera disconformidad entre lo expresado y la realidad, como puede serlo por ejemplo una equivocación, pero una mentira es decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar. Uno puede decir una falsedad y ser honesto, pero no puede mentir y ser honesto.

No es que esto sea así el cien por cien de las veces, claro. Un líder populista puede estar sinceramente equivocado respecto a la complejidad de las cosas y el ejercicio del poder, particularmente si es un líder sin formación y experiencia. Hay veces que el populista verdaderamente comparte la cosmovisión del pueblo llano, verdaderamente cree que las cosas son así de simples, que todo tiene solución si hay voluntad política y que, como a él le sobra, va a poder ayudar a su gente y resolver el asunto en dos patadas ™. Pero, en general, las cosas no son así.

Prestemos atención por un momento a los líderes populistas que campan ahora mismo por Occidente. Pablo Iglesias, un profesor universitario, precisamente especializado en el gobierno de la cosa pública. Marie le Pen, abogada y política de carrera hija de otro político (y politólogo) de carrera. Silvio Berlusconi(4), un gigante internacional de los medios de comunicación. Jaroslaw Kaczynski, abogado, doctor en derecho y político de carrera. Strache, un médico que lleva 25 años en política. Tsipras, un ingeniero civil con máster en urba20151212_ldd001_0nismo y obras públicas…

Y Trump, claro, no nos olvidemos de Trump…

Todos ellos, como veis, gente educada, preparada, sofisticada, capaz de entender la complejidad del mundo real y los conceptos de repercusión a largo plazo y causa oculta, de Estado de Derecho y separación de poderes. Cuando este tipo de gente usa el populismo no lo hace porque piense lo mismo que el pueblo llano, lo hace manipularlo ofreciéndole esperanza, empatía, y soluciones a sabiendas de que no son aplicables(5). Diciendo lo contrario de lo que piensa con intención de engañar. Mintiendo. Es posible que el populista tenga verdaderamente los intereses de la gente a la que se dirige en mente y no intente simplemente ascender al poder sin importar mucho los medios, pero si es así solo puede ser porque se cree inherentemente mejor que esa gente, a la que desprecia en realidad lo suficiente como para ni siquiera intentar explicarle como son las cosas en realidad  y a la que cree justificado usurpar la soberanía con una mentira blanca. Es posible, en pocas palabras, que el populista crea que manipula a la gente por su propio bien y a lo mejor a alguien con una ética muy finalista le parece bien, pero a mí no. A mí me asquea.

Me asquea porque el populismo se aprovecha de los más débiles. De los simples, de los poco educados, de los pobres, de  los que lo pasan mal, de los parados de larga duración, de los obreros sin cualificar que ven como su empresa cierra y se va a México y no saben qué va a ser de ellos, de los jóvenes que no ven como meter la cabeza en el mundo laboral, de los padres que ven sufrir a sus hijos, de los que van de un empleo a otro y no ven el momento de tener estabilidad para poder sentar la cabeza. De gente que lo que necesita es una especial protección y consideración y no ser utilizados como carne de urna y para la que yo, por cierto, tampoco tengo una solución inmediata que ofrecer pero a la que no miento diciendo que la tengo y sabiendo que no es así.

Yo he estado desesperado y sé lo que es. Cuando estás desesperado te agarras a cualquier clavo ardiendo, buscas una solución, una salida, un rayo de luz donde sea, porque la desesperación acaba en el suicidio. Pasarlo mal es una cosa, pasarlo mal y tener el convencimiento de que las cosas no van a capturemejorar es infinitamente peor. En estas circunstancias uno está tan sediento de la mera posibilidad de un futuro mejor que es capaz de beberse cualquier cosa que lo prometa sin importar lo mal que huela. Bien, no sugiero que en Occidente hayamos alcanzado colectivamente estos niveles de desesperación, pero sí otros distintos y tenemos tantas ganas de oír que las cosas se van a solucionar, que todo va a ir bien, que nuestro nivel de suspensión de incredulidad parece el de Ned Flanders(6). Ya analizaré por qué ocurre esto, y hasta qué punto es cierta esta percepción, pero el hecho es que hay un conjunto importante de la sociedad occidental que se siente pobre, olvidada, inútil, oprimida, deprimida.

Resulta muy fácil, cuando las cosas van bien, decir que cierta gente no medita sus actos y toma malas decisiones. Pero cuando las cosas van mal todos estamos dispuestos a tomar decisiones cada vez más arriesgadas hasta llegar al punto de tomar las «decisiones desesperadas» porque «no tenemos nada que perder», o su primo político «total, peor no puede ir». Discursos que nos parecerían dignos de manicomio o al menos de ostracismo social en buenas circunstancias de repente pierden esa condición y empiezan a resultar atrayentes. ¿Por qué? Porque necesitamos creer en algo, en concreto, necesitamos creer que las cosas van a mejorar; y si el precio de creer que las cosas van a mejorar es creer que este señor las va a arreglar, sea. Tampoco pierdo tanto y es que además lo que dice tiene sentido

Y esto nos lleva al cuarto problema: el populismo agrava los problemas que dice querer resolver. No es simplemente que, como podéis ver en el ejemplo de más arriba, en el caso de que el populista llegara al poder e implementara su programa la situación iba a empeorar a medio make-america-gre-youre-making-it-worseplazo porque las cosas no son tan sencillas, al populismo no le hace falta llegar al poder para perjudicar aún más la situación. La sangría de votos que los gobernantes experimentan les fuerza a tomar medidas cortoplacistas pero visibles, a posponer las reformas necesarias pero que solo dan resultado a medio y largo plazo y probablemente supongan un empeoramiento en el corto plazo, para intentar detenerla. En otras palabras, el populismo obliga a todo el mundo, total o parcialmente, a jugar al mismo juego, que es uno en el que todos pierden salvo el populista porque, no importa cuánto populismo se pueda hacer desde el Sistema, el outsider tiene siempre las de ganar(7). ¿Por qué? Porque como nunca ha gobernado «no tiene la culpa de nada» mientras que quienes han tenido el poder sí que la tienen y, lo que es peor, tienen además la culpa de no actuar, o de no actuar con «suficiente decisión», de no aplicar esas medidas tan obvias, tan sencillas, tan de sentido común que presenta el populista y que quien está en el poder sabe que son perjudiciales o, simplemente, imposibles(8).

El populismo no es que simplemente se aproveche de la ignorancia del pueblo llano respecto a la complejidad de la función de gobierno, es que reafirma esa idea. Con esto lo que consigue es que el buen político, el que sí que sabe lo que se puede y lo que no se puede hacer y cómo hay que winston-churchill-bad-quotehacerlo y encima presenta las cosas como son, sea injustamente vilipendiado y despreciado en favor de quien, por desconocimiento o por malicia (y suele ser malicia) le acusa de inacción o incompetencia, de no resolver ya los problemas del ciudadano cuando puede hacerlo entre otras cosas porque, sabe que, como este intente explicarse, su electorado objetivo no va a escuchar la respuesta porque, simplemente, va a ser demasiado larga y compleja. Es el “sí se puede”, el “todo es cuestión de voluntad política”, el triunfo del slogan sobre el debate, del populismo sobre la política. Otra de las razones por las que hay que cortar con estas prácticas por lo sano.

Nos queda una última razón, la más grave y por la que en este momento pienso que, a medio plazo, el conflicto armado es inevitable. Pero sobre la evolución del populismo cuando por fin toma el poder y lo que puede pasar en Estados Unidos y en Occidente en pocos años hablaremos, si os parece la semana que viene.

Salud y evolución,

Arthegarn

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(1) Nota para juristas y aficionados: lo que dicen exactamente esos artículos es que la posesión de bienes muebles adquirida de buena fe equivale al título (464 CC), que la buena fe se presume (434 CC) y que no se puede obligar al poseedor que se declara propietario de un buen mueble a exhibir el título de propiedad (448 CC). Todo el ejemplo está basado en  una discusión de hace unos días en mi muro de Facebook a la que remito a los curiosos porque fue entre abogados, policías, y otros peritos en el tema.
(2) He buscado por Internet pero lo mejor que he encontrado para describirla es este artículo, me sorprende que no tenga su propia entrada en Wikipedia o algo así. Básicamente es una fórmula que predice quien va a ganar las elecciones presidenciales en Estados Unidos usando solo seis factores (siete si contamos el de guerra que no se ha usado desde que se creó la fórmula). Solo se ha equivocado una vez y fue el año de Ross Perot, un tercer candidato que hizo variar mucho el supuesto bipartidista en el que se asienta. Por si os lo estáis preguntando, sí, predijo que iba a ganar Trump y yo lo sabía, pero pensaba que la personalidad del candidato daría al traste con la predicción. En mi defensa, el propio Raymond Fair pensaba tres cuartos de lo mismo. ¡Nadie está libre del pensamiento ilusorio!
(2) Por supuesto, hay poderosos malvados, corruptos y desalmados, pero la inmensa mayor parte de las veces no es por esto.
(3) Me encanta esa escena porque todo, absolutamente todo lo que hace Kevin Kline es imposible, cuando no ilegal, en el mundo real. Está escrita así adrede, por cierto. Si no la habéis visto y tenéis un rato buscadla, en español se llama Dave, Presidente por un Día y es muy entretenida para una tarde de domingo en el sofá.
(4) Me encanta el ejemplo de Silvio Berlusconi, un populista de manual. Utilizó el procedimiento para llegar al poder y luego, una vez en él, si te he visto, no me acuerdo.
(5) O, al menos, que no son aplicables con la facilidad e inmediatez que da a entender.
(6) Que hace todo lo que le dice la Biblia, incluso las cosas que contradicen otras cosas.
¿Os suena? Hablé de esto el mes pasado, en El Corazón, a la Izquierda, pero cuando escribí ese artículo, pese a que usé varias veces la palabra populismo, no fui capaz de identificar correctamente lo que me chirriaba del adoctrinamiento del PSOE a la izquierda  sociológica española. Ahora lo veo mucho más claro, el PSOE lleva décadas haciendo un populismo parcial y de sistema y, como era predecible, ahora se lo está comiendo por los pies un populismo total y extrasistema. Cría cuervos y… patada en los cojones.
(8) Volveré sobre esto en el próximo artículo, pero muchas medidas populistas y populares como, qué se yo, la dación en pago retroactiva, son imposibles de acometer desde el Gobierno porque son ilegales. Porque son anticonstitucionales. Porque violarían derechos fundamentales. En otras palabras: aunque los gobernantes actuales quisieran aplicarlas, que no quieren, no podrían hacerlo.

25 opiniones en “Lo que se juega Occidente III: Por qué es malo el populismo.”

    1. Sigues estando equivocado tú y me alegra que te guste lo demás 😛

      Respecto al detalle en cuestión, oye, por mi lo discutimos jurídicamente en Facebook si tienes tiempo. Igual alguien le demuestra al otro donde está su error, no sería la primera vez que nos convencemos de algo…

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  1. Muy, muy buen artículo Arth. Y sí, hace falta explicarlo porque en cuanto sales de tu burbuja ideológica o intelectual, enseguida te das cuenta de que como dijo Pujol, «la política es pedagogía». Así que pongámonos a ello, a saber:

    – La parte más débil del artículo es el ejemplo que das (el móvil robado). Empieza claro, y acaba descendiendo en una suerte de fractal autorrecurrente rollo Inception difícil de seguir. Yo creo que hay ejemplos mucho más claros y directos: El fracaso de las políticas de control de precios que acaban logrando que los precios suban, o el consabido «prohíbir los despidos» (casualmente, políticas estatalistas de izquierdas ambas dos, ejem).

    – Muy buen ejercicio de empatía al entender por qué al final la gente llega un punto en el cual las soluciones del populista le parecen atractivas. La pataleta que han tenido según que medios con el » la gente es tonta» no ayuda NADA a la hora de frenar a los populismos, mientras que tu reflexión, sí.

    – Aguda observación de cómo nuestros políticos llevan practicando el populismo institucional hasta que les ha reventado el invento en la cara (hola, Zapatero) y ahora se ven a punto de ser devorados por su propio frankenstein. Eso me cabrea mil veces más que incluso los propios populistas, fíjate lo que te digo

    – Insiste mucho en el tema de cómo esas grandes soluciones van a empeorar, que no arreglar, la situación. Ese, ese es el momento decisivo. Cuando la gente decide racionalizar su mal voto y se engaña a sí misma diciéndose que lo que ha fallado es la falta de radicalidad de sus ideas, no sus ideas mismas. Ese es el momento en el que despierta el monstruo

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    1. Ante todo, gracias, gracias.

      ¿La parte más débil del artículo es la del móvil robado? Vaya, hombre, yo creí que era una de las más explicativas. En efecto, cae en un “fractal autorrecurrente” como dices, precisamente por eso la Solución Simple® es inaplicable, es lo que intento decir… A ver si le reviso el estilo cuando pueda y lo simplifico. Y, estoy de acuerdo, esos dos son magníficos ejemplos de política de taxista, pero intentaba dar uno políticamente neutro porque un escora hacia donde escora…

      Y ya lo he dicho muchas veces, “la gente” no es tonta. Lo que pasa es que cierta gente no tiene la misma información que otra gente para tomar decisiones: ni sobre los puntos de partida que afectan a esa decisión ni sobre los procedimientos adecuados para tomar decisiones. Eso lleva a que se equivoquen con frecuencia y, como las clases superiores no están libres de WYSIATI y tienden a pensar que todo el mundo está tan educado y tiene la misma información que ellos, concluyen que tienen que ser tontos. De la misma manera que las clases populares tienden a concluir, por cierto, que las clases altas son egoístas y malvadas.

      No hace tanto que yo mismo me di cuenta de esto, por cierto. He estado muchísimos años pensando sinceramente no que la gente fuera tonta sino que yo era listísimo cuando, simplemente, lo que estaba era mejor informado. La meritocracia y los puntos de partida, sabe usted…

      Y el monstruo para el próximo. Ya sabes…

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    2. Otro caso curioso muy reciente es el del salario mínimo de 15 dólares la hora que ha llevado a que en varios estados de Estados Unidos McDonalds esté reemplazando a los cajeros humanos por máquinas en las que solicites tu pedido (y luego te lo sirva y venga un camarero, aunque esto también será seguramente mecanizado en un futuro). El cálculo indica que serán al menos unos 14000 despidos en todo el país (uno por cada McDonalds) y que se incrementarán los beneficios de McDonalds en vez del efecto esperado (que los empleados ganen más conservando todos sus puestos y McDonalds tenga menores beneficios)

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      1. Aunque sea irse por las ramas del tema en cuestión creo que tú y algún otro os estáis dejando llevar por la propaganda de derechas americana, Jose José Luis. Las plantillas de McDonald’s en EEUU se van a mantener más o menos porque la función de cajero, que va a ser automatizada por razones de eficiencia, seguridad y mamoneo, va a ser sustituída por la de camarero. ¿O es que a ti te han llevado alguna vez la comida a la mesa en un McDonald’s? Esa automatización se está produciendo, pero corresponde a un largo plan estratégico de medio plazo (¿de dónde van a salir esos kioskos así, de repente? ¿no habrá que haberlos encargado antes?), no a la subida del SMI. Eso es como lo está presentando la derecha ultraliberal estadounidense porque le conviene, pero correlación no implica causación.

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  2. Muy interesante tu desarrollo. Me quedo con la idea del populista que miente a sabiendas para ganar y cuyas medidas se dan de tiros con la realidad y los horizontes temporales (yo añadiría las inercias de las estructuras no la estructura en si, su inercia). Visto de este modo, una fuerza renovadora debería demostrar su valia y la eficacia de sus recetas en pequeños y medianos ayuntamientos, después en CCAA uni provinciales para mas tarde y tras 4-8-12 años de gestión intentar gobernar un país, siguiendo el refrán de «el movimiento se demuestra andando» Pero le veo obstáculos al tema, la verdad.

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      1. Lo razonable sería dar soluciones inmediatas a problemas urgentes sobre todo aquellos que impliquen la vida y la integridad de las personas como por ejemplo que nadie muera de frío o de hambre este invierno. La crisis de las renovables y las emisiones requiere medidas a medio plazo y muchos señores listos pensando cómo hacerlo y un Plan Energético Nacional sostenible sería algo que probablemente sería la siguiente generación lo que no sabría es la terrible corrupción actual a qué horizonte temporal os vendría su solución porque es un problema tan opaco y con tantas ramificaciones que se me escapa.

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  3. Este artículo me ha gustado y me parece muy correcto. Lo que pasa es que me hace ver que, claramente, no hemos tenido jamás políticos que supieran lo que hacían. Nunca.

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  4. He echado de menos populistas tipo grilo, el de amanecer dorado, el de austria que casi gana, merkel, pedro sanchez, rajoy, feijoo, susanita, todos los de erc, puyol y la cuerda de junts per si, el pnv, los precursores del brexit….. Pat y como defines populista no se libra ninguno de hecho.

    El ejemplo del mobil y el cash converter… Sabes que legalmente es completamente incierto.
    Y partes de dos premisas falsas:
    1- que nunca se haya hecho o que nunca se haya intentado no significa que no se pueda llegar a hacer si hay voluntad para hacerse. Si no caeremos en el conformismo de es lo que hay y asi no se avanza.
    Nunca se habia llegado a la luna hasta que se llego.
    2- si es complicado. Pero en nuestra vida muchas cosas son complicadas y las resolvemos reduciendo esas cosas a cosas mas ppequeñas con soluciones mas simples y vamos resolviendo las cosas nequeñas para resolver las complicadas.
    A un niño no le planteas una integral diferencial y le dices que es complicada… Le enseñas a sumar, despues a restar….

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    1. A un niño tú le prometes que va a saber hacer integrales diferenciales en un periquete, y le estás mintiendo como un bellaco.

      Como bien dices, la integral es complicada. Nótese que nadie dice «imposible» si no «complicada». Nadie te dice «como eres tonto niño, no vas a saber hacerla». Lo que se dice es «necesitarás años de estudio y trabajo duro antes de llegar a esto, y el profesor que te lo enseñe no seré yo». Pero claro, la gente quiere llegar a Marte HOY MISMO, y las frases » estudio y trabajo duro» les produce urticaria.

      Ergo adelante con el populismo y sus soluciones en dos patás.

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      1. Lo malo es que de acuerdo con la definición de Arthegarn, que entiendo correcta, populismo es todo. El PP ganó elecciones prometiendo crear millones de empleos que sabía que no podría crear. Y sabrían, de hecho (quizá Báñez no porque tiene una merma severa, pero alguien lo sabría) que los efectos de la reforma laboral no podían ser los anunciados.

        ¿Eso no es populismo? Es que es mi principal objeción al fondo del artículo. Que parece que asigna el populismo a los partidos más nuevos, cuando en realidad es más viejo que cagar sentado.

        Como bien dices, la integral es complicada. Nótese que nadie dice «imposible» si no «complicada». Nadie te dice «como eres tonto niño, no vas a saber hacerla». Lo que se dice es «necesitarás años de estudio y trabajo duro antes de llegar a esto, y el profesor que te lo enseñe no seré yo». Pero claro, la gente quiere llegar a Marte HOY MISMO, y las frases » estudio y trabajo duro» les produce urticaria.

        Ergo adelante con el populismo y sus soluciones en dos patás.

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    2. Hombre, Javi, el de Austria es Strache, sí que está…

      Como le comento a Ramón más abajo, tu razón tienes: en mayor o menor medida, el populismo como herramienta ha sido usado por partidos institucionales, no lo niego. Lo denuncio, de hecho. Ahora, insisto, una cosa es que un partido institucional use el populismo para atraerse a estos o aquellos votantes, que ya de por si es bastante malo, y otra son los partidos que no tienen nada que ofrecer más que populismo. En otras palabras: cuando el PSOE (por ejemplo) usa el populismo miente como un bellaco porque sabe que lo que pide no se puede hacer, por eso lo usa cuando está en la oposición y no cuando está en el gobierno, y por eso no lo incorpora a su programa aunque si a su retórica. Eso ya es malo de por si, pero un partido con un programa populista… Eso es lo que a mi me pone a temblar. No es lo mismo.

      Lo de la luna es una falsa analogía. La llegada a la fue posible gracias a un avance técnico y científico sostenido durante muchos años. Un “político de verdad”, si el Pueblo quiere ir a la luna, le dirá “votadme y haré todo lo posible para que en cuatro o cinco años lleguemos a la luna”; un populista le dirá “si no estamos en la luna es porque el establishment no quiere que lleguemos, votadme y un mes después de ser elegido estaremos allí”. Ah, y por cierto, el ejemplo es capcioso. Yo podría decir que nunca se ha llegado al centro de un agujero negro y que nunca se llegará con la misma validez.

      Y el reduccionismo tiene mucho mérito, sí, yo lo uso mucho (por eso conozco también sus limitaciones). Lo que pasa es que no entiendo a qué viene…

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  5. El problema de decir que según qué cosas son imposibles es que la historia está llena de ejemplos de gente (habitualmente conservadores) que decían eso mismo de cosas que hoy nos parecen normales, o incluso deseables. Y no hablo sólo de avances científicos. Hablo de cuestiones sociales y económicas.

    Hace unas décadas era inconcebible que un negro fuera presidente de los EEUU. Que los gays se casaran y adoptaran hijos en España. Que las mujeres dirigieran empresas, o gobiernos. Hoy es normal, y para una gran parte de la sociedad, deseable.

    Hace un poco más de tiempo era inconcebible la idea de tener vacaciones pagadas, seguridad social, bajas por maternidad y una pila de cosas similares. Hoy las damos por sentadas como derechos de los trabajadores, por más que nos los estemos dejando recortar.

    Es un ciclo curioso: primero se propone un cambio que inevitablemente se tilda de estúpido y lunático por parte de los «pragmáticos» o «realistas». Luego el cambio tira adelante con oposición. Luego resulta que los conservadores que se oponían siempre han sido defensores de esas cosas XD

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    1. Arth hace una hábil mención justo a eso mismo que mencionas. El populismo no lo inventó ni Podemos ni Trump. Los gobernantes españoles, en su irresponsabilidad, llevan jugando al populismo institucional desde hace años, y así nos ha estallado esta mierda en las narices como nos ha estallado.

      Ni España estaba en la champions leage de la economía, ni nos podemos jubilar a los 58 años, ni se puede extender el concierto vasco a todas las CCAA, ni se pueden bajar impuestos mientras se aumentan las prestaciones, ni todas las capitales de provincia pueden tener un AVE, ni nada de nada.

      Pero claro, decir eso es de gente malvadísima y poco voluntariosa que «no quiere» que esas cosas tan maravillosas sucedan, así de cabrones y poco soñadores somos, fíjate. Pues ale, a disfrutar.

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      1. Ya, pero nunca nadie había salido con el populismo desde el 78 hasta ahora. Qué cosas. Y a todo el mundo que ahora lo denigra ese populismo se ve que sí le parecía bien.

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        1. Rápidamente, Ramón, eso lo dirás tú. Yo no me he quejado antes del populismo llamándolo así porque no he sabido identificarlo como tal, pero llevo quejándome de la demagogia desde que tengo quince años. Si te relees El Corazón a la Izquierda verás que el mes pasado aun hablaba de demagogia y no de populismo. No haber sido capaz de identificar el cáncer y haberlo llamado dolor de cabeza no quiere decir que me parezca bien el cáncer, quiere decir que me he equivocado.

          Aparte, el populismo como herramienta, que yo antes identificaba erróneamente con la demagogia, ya es malo de por sí. Sin duda. Pero hay una diferencia entre un partido del sistema que usa el populismo como parte de su arsenal electoral (que, insisto, ya está bastante mal y ya es bastante censurable porque es tan mala idea como usar armas biológicas) y un partido cuyo único argumentario es el populismo y es a estos últimos a los que me refiero cuando hablo de partidos populistas. Aunque casi todos lo sean en mayor o menor grado porque, qué se le va a hacer, es que esta mierda funciona y una vez empieza a usarlo uno los demás tienen dos opciones: usarlo también o perder al electorado.

          Es como un arma biológica, insisto. No hay que usarlo. Nunca. Punto. Y hay que tener un cordón sanitario con quien lo usa, pero uno de verdad, y ese cordón no ha existido. Ahora estamos todos infectados y mi pronóstico (¿prognosis?), como comentaré la semana que viene, no es bueno.

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          1. Arthegarn, «nadie» quiere decir, si quieres «nadie que importe.» Ni en medios, ni en los partidos, nadie que pinte nada le dijo, por ejemplo al PP, que su plataforma NOMASIVA era una medida populista, máxime cuando lo primero que hicieron fue subir el IVA. El populismo sólo ha salido cuando han aparecido partidos nuevos con opciones a comerles la merienda.

            Y aplaudo tu honradez intelectual al admitir tu error, sin duda. Pero creo que te sigue pillando un sesgo que es que pareces distinguir entre partidos que incorporan el populismo en sus programas y partidos que no,… y eso no existe. Los programas de todos los partidos que han ganado elecciones desde el 78 han estado compuestos de cuentos chinos, falacias y rollos macabros. Toooodos. Que es lo que yo quiero decir.

            JFK les dijo a los yanquis que quería poner un hombre en la Luna y traerlo de vuelta al final de la década. Nunca, NUNCA, hemos tenido algo así.

            El problema del populismo es que sólo lo reconocemos AHORA. Pero en realidad, lleva toda nuestra democracia reciente con nosotros. Como poco.

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            1. Hombre, es mi blog, no te extrañe que me dé por aludido…

              La diferencia que hago es entre políticos que no usan el populismo en absoluto (con permiso del unicornio rosa invisible), políticos que usan el populismo parcialmente y como una herramienta para aplicar agendas que en realidad no son lo que prometen pero son posibles (“¡Votadme y os daré pan! Ah, no, que no hay, huy, oye, de lo dicho nada, comeos las uñas un rato más que vamos a poner en marcha un plan quinquenal de abastecimiento para que dentro de unos años no tengamos este problema, como decíamos en el programa ese que no se lee nadie.”) y partidos que no tienen otra agenda que el populismo. Blanco, grises, negro. Todos los políticos desde el 78 han tenido algo de gris y eso es malo, pero eso no quiere decir que hayan sido negros y a mi lo que me preocupa de verdad, y ya lo explicaré la semana que viene, son los negros.

              ¿Ves las cosas que me haces decir, mala persona? 😛

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    2. Ramón, la historia también está llena de ejemplos de gente que decía que algo era imposible y que, oh sorpresa, sigue siendo imposible. Si nos podemos estadísticos apuesto a que la mayor parte de las veces que alguien dice que algo es imposible es que es imposible (en general porque es que su hija de cuatro años quiere volar como Supermán o algo así, qué te voy a contar…).

      El argumento es válido única y exclusivamente para pedir a la contraparte que reexamine lo que cree para ver si es verdaderamente imposible o solamente le resulta inimaginable, pero estoy seguro que sabes que para otra cosa no demuestra nada y que es falaz como él solo. Dicho esto, creo que estamos de acuerdo en que cuando mucha gente califica un cambio social de imposible en realidad lo que quiere decir, si se lo para a pensar, es inimaginable, sea porque no imagina una sociedad con ese cambio o porque no imagina como llegar a ella.

      El asunto, además, es de plazos. Hay cosas que son posibles el día de mañana pero no mañana. Muchas veces el problema, lo que hace que los conservadores digan (digamos, yo soy conservador en según qué cosas) que algo es imposible es porque el cambio que se plantea, además de ser radical, tiene que ser ya. La semana de 35 horas es posible, pero no mañana. La RBU es tan posible como inevitable, pero no en dos semanas. Y muchísimas medidas, como acabar con los paraísos fiscales, por ejemplo, son posibles pero requieren de un grado de coordinación, regulación e incluso de instituciones que ahora mismo no existen.

      Y, aparte, entre nosotros… ten un poco de misericordia con los conservadores, hombre, un poco de empatía. Aunque tú tengas razón. Ponte en su lugar, con su formación y experiencias. Tener miedo no es ser retrasado mental…

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  6. Más añadidos: la gente confunde la cosa con el anuncio de la cosa. Por eso una promesa electoral es mucho mejor que una acción real: puedes hacer muchas más promesas que hechos, y por mucho menos dinero. Y la promesa puedes hacerlas varias veces, el hecho sólo una (habitualmente). Eso, que las expectativas valen más que la realidad, es un hecho bien conocido en otros campos.

    Y el segundo: la gente no tiene memoria. Por eso hay que inaugurar tres meses antes de las elecciones; en otro caso la gente no recuerda que hiciste un hospital o un puente aunque lleven meses pasando por él.

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