La Sopa Boba (II)

Una vez contada la fábula, ¿Qué quería Arthegarn decir con “¿Y por qué, exactamente, los que producimos con nuestra habilidad tenemos que mantener a los que no aportan al Sistema otra cosa que su necesidad?” y, ya que estamos, por qué ha titulado a esta serie de artículos “La Sopa Boba”?

Lo que quiero decir, ya sin ambages, es que es injusto que se obligue a quienes producen a mantener a los que no producen. Y no es que simplemente sea injusto; es que construir un sistema en torno al principio de la caridad obligatoria sub poena, en torno a la idea de que todo aquel que pase necesidad debe ser sacado de ese estado pura y simplemente porque pasa necesidad, es estúpido y rayano en el suicidio. Si encima no estamos hablando de necesidades básicas para la vida (comida, agua, etc,) sino de garantizar a todos los ciudadanos, simplemente por ser ciudadanos, una determinada calidad de vida, entonces el sistema es directamente suicida y está destinado al colapso a corto o medio plazo.

Eso no quiere decir que opine que hay que dejar que la gente se muera de hambre por las esquinas. Para nada. Lo que ocurre es que hay una diferencia muy importante entre que yo elija darle parte de mEs de 1976 pero no me cansare de recomendar este libro, en este caso el capitulo 10i dinero a quien tiene menos porque me da pena, y que el que tiene menos que yo tenga derecho a meter la mano en mi bolsillo y quedarse con parte de mi dinero, pura y simplemente porque yo tengo más que él, sin pararnos a preguntar por qué eso es así. Que es lo que pasa ahora, aunque hemos disfrazado esa acción haciendo que la mano que se mete en mi bolsillo lo haga recubierta por el guante del Estado. Pero, al final, es lo mismo.

La caridad es una idea muy buena, no solo por motivos humanitarios sino por motivos egoístas. Es tan buena que está escrita en nuestros genes, estamos genéticamente condicionados a ayudar a nuestros semejantes, por eso nos conmovemos cuando vemos a alguien sufrir (y, si no lo hacemos, es que algo va mal). Ahora bien, la caridad consiste en que yo, voluntariamente(1), dedique parte de mis recursos a ayudar a mis semejantes: es una decisión que tomo porque soy así de bueno, no porque el otro tenga derecho a que le ayude, que no lo tiene(2). El hecho de ayudar a mis semejantes me hace mejor persona, sí, pero el hecho de no ayudarles no me hace peor aunque nuestra estructura conceptual así lo sugiera.

El problema es que vivimos inmersos en un sistema de ideas tan infectado por los memes de las religiones del Libro que ciertos conceptos, como la bondad de la caridad, a base de repetirse una y otra vez generación tras generación se han incrustado en nuestras mentes, y no solo en las individuales, sino en el imaginario colectivo, y han perdido su significado original. En algún momento, dejamos de ayudar a la gente porque pensábamos en lo que hacíamos y pasamos a hacerlo simplemente porque nos decían desde la infancia que había que hacerlo, que era bueno hacerlo; dejamos de ser motivados, de pensar y decidir caso por caso si esa persona merecía nuestra caridad, y asociamos la idea de caridad con la idea de bien. Desde ese momento, toda caridad era siempre buena, y de esa desgraciada identidad nació la sopa boba.

La sopa boba, como casi todos sabréis, era una comida que se ofrecía a los pobres en los conventos, consistente fundamentalmente en sopa de lo-que-hubiera-a-montones-esa-semana aderezada con lo-que-se-estuviera-poniendo-malo-en-la-despensa y con tropezones de sobras. Nadie preguntaba nada. Uno llegaba ahí, se ponía a la cola y el capuchino o la monja de turno le daba una escudilla de sopa con la que se podía sobrevivir un día más. La historia de la sopa boba y de la España en que se desarrolló es fascinante y ofrece algunas lecciones que, como no, hemos olvidado. Por ejemplo, es cierto que la sopa boba salvó vidas, pero también es cierto que contribuyó decisivamente a la ruina de España, creando un estrato social importantísimo de sopistas(3), de gente que andaba a la sopa (v.gr.: que vivía una existencia holgazana y a expensas de otro) y que no trabajaba y no producía porque no le hacía falta. Sin sopa boba, sin una posibilidad de vivir sin hacer nada para ganarse el sustento, quien sabe si nos hubiéramos visto obligados a adelantar un siglo el decreto de Carlos II sobre la honra del comercio y el trabajo… pero divago. Ya volveremos a la sopa boba y a los subsidiados.

Una vez apareció esa identidad (caridad=bien) nos la repitieron hasta la saciedad, hasta el agotamiento, generación tras generación. El valor de bondad de la caridad dejó de depender de nuestra decisión sobre quién la merecía y quien no, y de la misma forma el valor de verdad de la asociación dejó de depender de nuestro entendimiento y pasó a estar vinculado a la autoridad de quien nos lo contaba, con lo que cuestionar esa identidad era cuestionar la autoridad de quien nos la inculcaba. Cuando este cuestionamiento inevitablemente ocurrió, cuando alguien dijo “la caridad no es buena en todos los casos” (o «la sopa boba hace más mal que bien»), la autoridad sintió atacada en si misma y se defendió desde el poder, con un simple argumento ad hominem, del tipo: “Los hombres buenos hacen cosas buenas. La caridad es buena. Quien discute que la caridad es buena es porque no quiere ser caritativo. Quien no es caritativo no es bueno. Quien no es bueno es malo. Quien discute que la caridad es siempre buena es un malvado”. Y, desde entonces, quien abre la boca para reivindicar el verdadero significado de la caridad es inmediatamente tachado de malvado egoísta(4)

Las cosas no deberían ser así. Quien decide dedicar parte de sus recursos a ayudar a los demás merece nuestro elogio, pero quien decide no hacerlo no merece nuestra reprobación, porque está en su derecho. ¿Por qué vamos a reprobarle? ¿Perjudica a alguien quien va a lo suyo y no se mete en la vida de los demás, ni para bien ni para mal? No, por definición. Pero el subconsciente colectivo, después de siglos de machacamiento de esa identidad (reforzada con un insisdioso mem que dice que es bueno ser malo con los malos) le pone a la altura de los ladrones y los asesinos. Es fascinante lo que se puede conseguir cuando se introduce en una cultura la idea de pecado de omisión: la virtud deja de ser verdaderamente virtuosa y se convierte en obligatoria. Uno nunca puede ser suficientemente bueno, al final todo queda a la misericordia de Dios…

Este concepto de la caridad como algo obligatorio lleva, con el tiempo (no demasiado) a la institucionalización de la caridad: ya no es solo el individuo quien tiene que ser caritativo, es la sociedad en su conjunto quien tiene que serlo. Y así el Estado, esa máquina, ese constructo jurídico por definición incapaz de sentir empatía ni solidaridad ni ninguna de las emociones que dan lugar a la caridad, se pone a imitar las acciones de sus ciudadanos caritativos y a “ayudar a los pobres”, a «dar de comer a los hambrientos»… con la sopa boba. Pero todo cambia, todo se desvirtúa, no estamos hablando ya de un ser humano que ayuda a un semejante porque se identifica con él, porque padece con él, porque le compadece; sino de un ente sin sentimientos que solo actúa por criterios objetivos(3) más o menos adecuados a la realidad. La caridad deja de ser un asunto de compasión y moral y pasa a ser… política.

¿Por qué he dicho que el Estado da de comer con la sopa boba? Porque tiene que guiarse por criterios objetivos a la hora de repartir los subsidios. Los capuchinos no preguntaban a sus sopistas si verdaderamente eran pobres de solemnidad que necesitaban comer o si es que de esa forma se ahorraban unos reales para vino que era lo más habitual. De la misma forma, el Estado no se fija en si quien recibe el subsidio lo merece o lo necesita, solo en si cumple (o no) determinados requisitos formales, Hace cuatrocientos años el requisito formal era plantarse ante el convento, hoy en día es… bueno, quizá haber cotizado doce meses en los últimos seis años, por ejemplo. Pero ninguna de las dos cosas, ni la sopa boba ni los subsidios estatales, son verdadera caridad.

Y el problema de la caridad institucionalizada (uno de ellos) es que crea la aberrante idea de que quien la recibe de tiene derecho a recibirla. No hay diferencia entre los tumultos del XVI si se acababa la sopa boba y los rebuznos de los sindicatos contra las últimas medidas, bastante titubeantes, del Gobierno para intentar que los parados vuelvan a situación activa lo antes posible. O con la idea de «tener seis meses de paro», que todos sabemos que todo el mundo lo interpreta como si tuviese derecho a cobrar seis meses del Estado cuando en realidad no es así. El origen del subsidio de desempleo es caritativo y no porque lo diga yo, sino porque es como está configurada la ley. Quid pro quo, sí; en plan mutua, sí, pero caritativo. No es un sueldo o una pensión a la que tienes derecho por haber cotizado, es una ayuda que los que cotizan te prestan para que no lo pases tan mal en el periodo mínimo imprescindible hasta que encuentres otro trabajo y puedas volver a mantenerte por ti mismo. Pero, claro, ¿quién se lo toma así? Mirad a vuestro alrededor, o dentro de vosotros, y decidme que me equivoco, que la gente no cree que tiene derecho a «cobrar el paro» y que no reaccionaría violentamente si se le cuestiona el mismo…

Derecho a la caridad. Esta es la horrible idea contra la que quiero luchar. El derecho a la caridad es, básicamente, decir que uno tiene derecho a que le mantengan solo por existir. En otras palabras, que uno puede estar inmerso en un sistema sin aportar nada más que su propia existencia y sus propias necesidades y exigir del sistema que le mantenga. Su contribución neta al sistema es negativa y eso tiene un nombre en biología: parasitismo. Lo bueno es que en biología el huésped trata de defenderse del parásito, pero nosotros no. Nosotros no es solo que no nos defendamos, es que reconocemos el derecho del parásito a chuparnos la sangre. Perdón, no reconocemos ese derecho, porque no lo tiene; se lo otorgamos, que es todavía peor. Al igual que un organismo que no se defiende de los parásitos acaba devorado por estos, una sociedad que no solo no se defiende de los parásitos, sino que los fomenta reconociendo el derecho de todo el mundo al parasitismo, está herida de muerte. Porque, si existe la posibilidad de vivir sin trabajar, ¿por qué trabajar? (y mucho cuidado que, al igual que la caridad, esto también está escrito en nuestros genes y mucho más profundamente) Y si encima no es solo que me vayan a mantener sino que lo «progresista» es reconocer el derecho del parásito a la sanidad y el vestido y la vivienda digna con electricidad y gas y agua corriente… y a unos taquitos de jamón de vez en cuando.

Porque claro, en un mundo ideal no es solo que nadie pasa necesidad, es que todos comemos jamón y atamos a los perros con longanizas. Pero ese mundo no es cierto, y todas esas cosas hay que pagarlas, y ¿de dónde sale el dinero que se destina a esa cada vez más cara y atractiva sopa boba? Del bolsillo de los que producen, por supuesto, que algún día se preguntarán, como yo, exactamente por qué tienen que mantener a los que no producen.

Suficiente para la segunda parte, creo yo. Buen fin de semana a todos,

Arthegarn__________
(1) O todo lo voluntariamente que se pueden hacer las cosas en un mundo sin libre albedrío, vamos.
(2) Por supuesto, esta idea mía de que uno no tiene derecho a robar (por ejemplo), es mía. Hay sistemas filosóficos enteros basados en la inexistencia de la propiedad privada, por ejemplo, lo que excluye el concepto mismo del robo; y  nuestra propia constitución habla de la «función social de la propiedad», lo que básicamente viene a decir que la propiedad privada existe y debe ser respetada… siempre que le parezca bien al Estado. Yo es que no estoy de acuerdo en esas configuraciones porque me parecen excesivamente artificiosas, poco acordes con la realidad. No creo en las limitaciones a la propiedad privada por la misma razón por la que no creo en Dios: puede que sea una buena idea, pero el Universo no funciona como si existiera. Intentaré abordar este asunto en el próximo artículo de la serie.
(3) Y, en última instancia, el mayor de los males de España… ¡la tuna!
(4) Lo cual es una redundancia, porque tan arraigada está la identidad caridad=bien como lo está la identidad egoísmo=mal. Y tan falsa es la una como la otra.
(4) Eso cuando hay suerte, claro.

45 opiniones en “La Sopa Boba (II)”

  1. Aunque de acuerdo en las conclusiones, lamento diferir en la primera premisa. Entiendo que el fundamento de que «se obligue a quienes producen a mantener a los que no producen» no está en el concepto religioso de «caridad», sino en el laico de «bien común», y de esta forma viene recogido en los artículos 128.1 y 129.1 de nuestra Constitución. De hecho las religiones del libro anatematizan la «caridad institucional», pues la única caridad que reconocen es la personal. Esas actuaciones colectivas y/o compulsas quedan enmarcadas en el concepto de «Justicia», no en el de «Caridad» (como se aclara, en el caso de la religión católica, por ejemplo en la encíclica Rerum Novarum, ya desde el sigo XIX)

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    1. Vale, pero el concepto laico de bien común tiene como origen el concepto cristiano de la caridad. Lo único que estás haciendo es meter un intermediario laicizador. Que lo diga la CE o la Rerum Novarum no es más que un argumento de autoridad formal. Pero estoy disupuesto a aceptar «barco» si quieres.

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  2. La filosofía básica consiste en considerar que una holgura en la renta disponible de un sujeto (una «plusvalía») proviene siempre de un trabajo que no ha sido justamente retribuido (inmediato o histórico, en caso de las fortunas heredadas). Uno puede tener acceso a un importante número de bienes de consumo porque quienes los han producido (p. ej. los chinos) no han recibido el contravalor adecuado por su trabajo. Gracias a esta injusticia, el sujeto puede disponer de bienes expeditos y, si no los emplea en el incremento del bien común mediante la inversión, la colectividad queda perjudicada, por lo que en justicia tiene el derecho de poner los medios a su alcance para que este hecho no se produzca, incluso mediante la requisa de este exceso de bien. El hecho de que nos refiramos a esta requisa como «impuesto» o como «contribución a la Seguridad Social» es meramente sofístico.

    Otra cosa muy diferente es el uso que den los que detentan los poderes públicos a esos caudales requisados. En mi opinión el sistema español es injusto fundamentalmente porque la presión de los Sindicatos y de la Izquierda anacrónica han impedido que se regularice lo dispuesto en la Constitución en los Artículos 30.3 (sobre el servicio civil obligatorio) y 35.1 sobre el deber de trabajar. Pero eso es, en definitiva, otra historia.

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    1. Conozco el argumento, padre. Es capcioso, falaz y self-serving.

      En primer lugar, parte de la base de que quien tiene no merece lo que tiene porque lo ha adquirido injustamente. Eso no lo puedo aceptar como premisa, no se puede aceptar como premisa. La presunción de inocencia está delante. Demuestra dónde el poseedor ha cometido la injusticia y entonces tendrás derecho moral a negar la legitimidad de la posesión, antes no.

      En segundo lugar, suponiendo que fuera (i) cierto y (ii) demostrado que el poseedor posee injustamente, eso no le da derecho a nadie a arrebatarle la posesión más que para reparar esa injusticia. Si yo poseo una camisa de Zara de forma injusta y la razón por la que la posesión es injusta es porque los trabajadores chinos que la hicieron no recibieron un salario digno (algo extremadamente discutible, me remito a Stephen Levitt sobre el efecto económico de las sweatshops) entonces la única razón por la que se me podría expropiar sería para darle a esos trabajadores su justo salario y solo, por supuesto, en la cuantía apropiada para ello. Si esto fuera así, e insistiendo otra vez en las distinciones que hago en otros comentarios, esto no sería caridad, no sería un subsidio, sería un pago y, como pago, queda fuera de mi disertación. Pero es que no es así, la teoría introduce el nebuloso y deformante concepto de “la colectividad” para justificar teóricamente que como “la colectividad” ha sido perjudicada, “la colectividad” tiene derecho a resarcirse cuando no es así, ya que si el chino ha sido perjudicado en un valor yo necesariamente me he beneficiado en ese mismo valor, con lo que siendo ambos miembros de “la colectividad”, prejuicios y beneficios se compensan y “la colectividad” está perfectamente. Son en realidad los derechos particulares del chino los únicos que se pueden invocar y defender no los de “la colectividad”, en cuanto metes por medio a “la colectividad” los derechos del pobre chino se diluyen y, en el plano real, no son respetados.

      Por último, es que además la última condición (que el poseedor no emplee esos bienes “en el incremento del bien común mediante la inversión”), independientemente de ser discutible (o sea, que si yo robo un banco pero invierto el dinero ¿no es legítima la restitución del botín porque ahora está “incrementando el bien común”? ¡Mi cartera en el IBEX es lo que está incrementando!) y apriorística solo valdría para justificar un impuesto sobre el patrimonio, nada más. No, desde luego, el sistema actual.

      Que ya sé que no son tus palabras ni tus ideas, que tú solo citas una teoría antigua, trasnochada, apriorística y aun así generalmente aceptada, pero entiende que la mera mención de esas ideas merezca una contestación y una crítica que no se suele hacer. No es tu argumento y lo sé, así que lo anterior no va contigo.

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  3. Bueno, creo que, aunque tienes una razón como un templo respecto a la existencia de parásitos que se aprovechan del sistema subsidiario burocrático, – porque el problema es esa burocracia que despersonaliza tanto en criterios objetivos, que olvida que también es objetivo lo que parece que es subjetivo: si se merece el subsidio o no. Y de ahí nacen situaciones injustas de un tío que cobra paro y mientras trabaja en negro, o de otra persona que su paro es una mierda comparado con el trabajo que ha hecho, porque la empresa le ha cotizado como «limpia tazas de WC» -, creo que críticas demasiado a un sistema que, como la democracia, es infinitamente mejorable, pero que es un global un buen sistema.

    Mira que en mi caso soy un paganini del sistema. Empecé en la privada y fui cambiando de empresas, y luego, saqué oposición y, por tanto, nunca he cobrado del paro, y además contribuyo a pagar el paro como todo el mundo cuando como trabajador público no tengo derecho a él (cosa lógica, puesto que dado el sistema actual, tendría que comerme un marrón de cuidado -tipo secretaria del juez ese que se le pasó el plazo del pederasta desvergonzado aquél -). Sin embargo, la sensación de que, ante una coyuntura que el trabajador no controla, sea despedido y tenga derecho a un subsidio en transición de lograr un empleo de nuevo, me parece una idea no de caridad, sino de lógica en un sistema económico y productivo. Y no te digo ya en un sistema económico de consumo como el de hoy en día. Lo he entendido y lo sigo entendiendo así, así como creo que una persona debe entender que un subsidio es una manera de evitar tener que caer en algo tan miserable como es la caridad, pero que como todo derecho (derecho en función de que te han quitado del sueldo un dinerito al mes, oye tú, que pueden emplear en construir una vía de AVE a Mora de Rubielos o Cascante del Río, o a otra urgencia como es sufragar tu pérdida de productividad total), repito, todo derecho, conlleva, además de sus requisitos, sus obligaciones. Y si me quedo en el paro, en vez de tocarme los huevos, o tocarme los huevos y encima vivir de la caridad, busco otra cosa. Y el paro se acaba y si no tienes nada, te toca vivir de la caridad, y el sistema no ofrece otra oportunidad (excepción si eres homosexual cubano además de transexual con hijos de etnia gitana y cojo de una de las patas laterales, pero eso es otro tema que sí que es político, dejémoslo ahí…). De modo que la misma caja a la que rindes cuentas mediante el borrador ese que llega en abril a las casas de todo trabajador, de esa misma obtienes una «ayuda» para que te pongas las pilas y vuelvas a producir para la sociedad. Y resulta que cuando lo vuelvas a hacer, lo tienen en cuenta para recuperar parte de esa ayuda mediante una subida de impuestos en la siguiente declaración. «Tú produce que cuando vuelvas a poder pagar facturas hacienda llamará a tu puerta exigiendo parte de lo que te ha dado. Por cierto, lo tendremos en cuenta cuando pidas la pensión». Y mira tú, además, a gran escala, el sistema reactiva la producción, el consumo y voilá… la economía se reactiva. ¿Es eso caridad?

    Yo creo que no. Lo que es, es ignorancia por muchos que reclaman un derecho sin subygarse las obligaciones posteriores. Y los que usan el sistema como medio de caridad, ahora sí, porque dicen que su derecho está ligado a su situación personal delicada. Eso pensado respecto al subsidio de desempleo, y respecto a la mayoría de ellos, hay explicaciones similares. Si nuestros impuestos se usan para albergues de sopa boba, es porque quizá el estado tampoco pierde tanto entre eso, o lo que le cuesta retirar cadáveres de ancianos sin techo en la vía pública (además de que ciertamente, los ciudadanos se lo exigiríamos no por caridad, ciertamente, aunque creamos que es así)…vamos, algo parecido a porqué se invierte tanto dinero en recordarnos (ay, papá-estado), que ir deprisa en coche es peligroso. Qué cojones, le importa un huevo si nos matamos, lo que pasa es que cuesta dinero reparar el quitamiedos, los cuidados médicos y la gasofa de la ambulancia.

    Si dejamos la moralidad a un lado, puesto que un sistema no es moral per sé, la cosa se reduce a eso, a balances económicos y ese gen egoísta que tiene un sistema económico. Moralmente, el gen egoísta se muta en caridad dentro del individuo. Pero no es caridad.

    Otra cosa es la perversión y los resquicios del sistema. Pero eso se debería de resolver, y ahí creo que reside el fallo en el sistema, en un control de las obligaciones que generan los subsidios. Si no se lo merece por huevón y capullo, objetivamente, claro, no se lo merece. Eso no se mira, y mucha gente se aprovecha de ello, muchas veces ante nuestros ojos y ante nuestra impasibilidad, que no denunciamos porque el señor de la ventanilla se rige por una burocracia en la que no caben esas trampas. ¿Porqué no se vigila? Pues porque sería un gasto de recursos que quizá no compensa. Porque es más fácil equilibrar del bolsillo del que produce la falta de producción del que está en paro, suponiendo que muchos de ellos volverán a producir, y las pérdidas a medio plazo se cancelarán con la no-contracción de una economía.

    ¿Que el Gobierno de turno ofrece subsidios políticos, en vez de sociales? Efectivamente, el PER, ayudas a los ninis, o por ejemplo, ayudas a multinacionales que, después de derrochar el dinero en plan croasán (yo crezco desproporcionadamente, aglutino con mis brazos en forma de bollo), cuando las vacas flacas llegan, les subvencionan para evitar miles de parados, mientras los señores croasanes aumentan sus pagas de beneficios. Cuanto más se generaliza, más injusta es la ayuda; y evidentemente, ayudar a empresas es menos moral que a un individuo…pero tampoco es caridad, es una forma de inversión con riesgo.

    Puestos a elegir, prefiero que inviertan en la persona que en una empresa…pero bueno, me voy del tema, así que acabo: aunque hay excesos de la panda de politicuchos que viven de nosotros (eso si que es un subsidio, que por cierto, le damos con votos), la idea del estado del bienestar es muy buena. Si no, hay otros países donde estas cosas no existen, pero no creo te interesen. O tal vez sí.

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    1. ¿Qué lo podríamos estar haciendo mucho peor? Sin duda.

      De paganini a paganini (yo tampoco he cobrado el paro en mi vida, y eso a pesar de lo mal que lo pasé en 2005), y desde la lógica del sistema productivo, yo veo lógico que se sugiera e incentive que los trabajadores contraten seguros privados de desempleo, al igual que veo lógico que se incentiven los planes de pensiones. Lo que no veo bien es que se nos obligue a los que producimos a mantener a los que no producen, que es lo que tenemos ahora. Un seguro de desempleo o un fondo de capitalización, por ejemplo, que además pudieras rescatar con la jubilación, pues vale, pero lo que tenemos ahora es que el parásito (aquel con contribución productiva neta negativa) tiene derecho a meter la mano en mi bolsillo y en el tuyo, y nosotros estamos obligados a mantenerlo, pues no.

      Dices que una persona “debe entender que un subsidio es una manera de evitar tener que caer en algo tan miserable como es la caridad”. No estoy de acuerdo para nada, absolutamente para nada. Un subsidio ES CARIDAD, es una dinero que se da por pena, no porque quien lo recibe tiene, desde el punto de vista ético, derecho a recibirlo (técnicamente en el sistema que tenemos tampoco tiene derecho legal, lo que tiene es una expectativa de derecho). Cuando alguien tiene derecho a recibir algo (sea porque trabaja o porque ahorró o porque contrató un seguro) lo que se le da no es un subsidio, es su justo pago, es el resultado de su esfuerzo y su producción. Un subsidio no es eso, un subsidio es un dinero que se da a quien no tiene nada. Todo lo demás es caridad, incluyendo los subsidios a los cubanos trans-homosexuales cojos y con hijos de etnia gitana (lo que no hace más que reforzar mi punto sobre lo erróneo de la caridad institucionalizada).

      En cualquier caso, insisto, o quizá matizo: yo no estoy en contra de la protección por desempleo. Sea en forma de capitalización, de seguro o incluso de mutua, considero que es una idea inteligente, pero es que no toda la protección por desempleo es subsidio de desempleo. De lo que estoy en contra es de que el estado te obligue a un sistema en concreto, de subsidio mutuo, te guste o no, consideres que tu dinero está siendo bien utilizado o no, y sin posibilidad de elegir a tus comutualistas.

      Por otro lado, la caridad no es miserable. Para quien la da (bien dada) es una virtud, para quien la recibe es un resultado de la verdad, de la verdadera situación en que se haya. Disfrazar la caridad de derecho es poner una venda delante de los ojos de quien lo recibe, de tal forma que no se da cuenta de lo mal que están las cosas y lo apremiante que es resolverlas. Convertirla en derecho es, insisto, suicida.

      Y tú no tienes derecho al paro porque te hayan quitado dinero del sueldo, de la misma manera que no tienes derecho a la pensión de jubilación por lo mismo. No son sistemas de capitalización, son sistemas mutuos en los que tu dinero va ahora a pagar los gastos de ahora y a ti te pagarán en su momento con el dinero que haya en su momento si lo hay. Por eso son un timo y un engaño y tienen toda mi oposición (por eso y por otras razones, como que sean obligatorios). Y los pagos a la Seguridad Social, amigo mío, se destinan a los gastos de la Seguridad Social o al reservas del mismo sistema, bajo ningún concepto a hacer el AVE,

      Eso de que el subsidio de desempleo “reactiva la producción”, por cierto, es falso en términos económicos. Si se tratara de una inyección de dinero sería discutible, pero es que no lo es. Consiste en sacar recursos (en este caso dinero) de una parte del sistema y ponerla en otro, pero la cantidad de recursos sigue siendo la misma luego no se reactiva nada. Lo que el parado no se gastara porque no lo cobrara me lo gastaría (o ahorraría, que para el caso es lo mismo pero mejor) yo porque no me lo quitarían en vía de impuestos. Simple.

      Contestando a tu ejemplo literalmente y en términos tan descarnados como lo planteas, sale mucho más barato retirar el cadáver de un anciano de la calle una vez que pasarle una pensión una y otra y otra vez hasta que se muera. Conque, no, por ahí no van los tiros.

      Por último, me llama la atención tu idea final de que los subsidios generan obligaciones. Lo siento, pero no estoy de acuerdo. Cuando recibes un pago en compensación de algo a lo que te comprometes a hacer o que ya has hecho lo que recibes no es un subsidio, es un pago. Los subsidios, precisamente porque son caridad, no generan obligaciones. Es cierto que podría verse así si hilas en basto, por ejemplo diciendo algo del estilo de que el subsidio de desempleo genera en el subsidiado la obligación de buscar trabajo y que si no lo busca pierde el subsidio, pero es que en realidad no es así. En realidad lo que pasa es que el criterio objetivo por el que se ejerce esa caridad es, básicamente, “personas que, queriendo trabajar, no puedan”. Si lo que pasa es que no quieres trabajar, y lo externalizas rechazando un empleo, por ejemplo, dejas de entrar en el tipo objetivo a quien el Estado le da dinero por no hacer nada (bueno, al menos en ese tipo en concreto). Pero tú no tienes obligación de buscar trabajo, o de aceptar uno, por estar subsidiado.

      Aunque en lo de “es más fácil equilibrar del bolsillo del que produce” estoy de acuerdo al 100%. Del Estado del Bienestar y las llamadas “conquistas sociales” hablaré próximamente, prometido.

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      1. Bueno, la idea del seguro de desempleo puede ser muy bonita, salvo que al ponerla en manos de los bancos, se jode por entero. Más que nada porque te cojen el dinero de tu bolsillo, y se ayudan a ellos mismos. Y eso sí, algún día te lo devolverán, salvo que la caridad de la letra pequeña presente un impedimento.
        Respecto a los planes de pensiones a través de la empresa la cosa mejora algo. Realmente si el dinero de la seguridad social hubiera opción de invertirlo en el plan de pensiones que te salga del pié, mucha gente lo haría. Respecto a la sanidad, lo tendría que pensar.

        No quería decir que la caridad sea miserable. Me refería a la situación en la que uno es su destinatario. Para que te de pena, tiene que tener una situación miserable. El subsidio al cubano y tal y tal lo ponía de referencia como una situación política de paroxismo progre en el que nos meten la mano en el bolsillo para ayudar a un señor que tiene sus circunstancias perfectamente respetables, pero que no debería de ser, objetivamente, destinatario merecido sólo por dichas circunstancias. Eso tal y como lo planteas es un parásito del sistema y han pervertido el sistema. Pero de ahí a la pensión de nuestros abuelos hay mucho trecho. Y la idea de que es Estado recompense de alguna manera el aporte productivo del trabajador es distinta a que recompense el ser de una manera u otra. En ese sentido, sí que estoy de acuerdo que hay subsidios y «suicidios» (para el sistema).

        Respecto a que la caridad sea una verdad para el que la recibe, pues no sé. Mucha gente vive de la caridad y no tengo claro que perciba ninguna verdad. De hecho, creo que hay tantos parásitos que viven de la caridad como delos subsidios, que para mí, no son caridad, como bien sabes. Y el problema es que si admites, que una de las razones por la que para tí el sistema no vale, es porque permite esta existencia, la caridad tampoco debería de valer. Aunque te metes el dinero en el bolsillo, te parasitan y encima te quedas con cara de tonto. El que uno sea libre para elegir quién le parasita o no, te quita esa opción de poder recuperar en algún momento algo de lo que te han parasitado, lo cual, moralmente, podría ser bastante justo.

        Del tema de con qué se sufraga al AVE, no me refería evidentemente a la seguridad social, sino al IRPF. De todas formas, tampoco tengo tan claro lo que hacen con el dinero, visto lo que conozco de lo bien que hacen contabilidad en la AGE. No te digo yo que metan la mano y hagan cosas raras con las cifras, el submundo del boe es profundo… Bueno, tampoco entiendo mucho que lo que uno cotiza durante su vida laboral no sea un sistema de capitalización. Que la caja entre en quiebra es lo mismo que si el banco al que tu le aportas el plan de pensiones entre en quiebra al estilo argentino y te den por donde ya sabes… Digo yo que si cotizas, tienes derecho cuando te llegue la jubilación a lo que te corresponda en función de tu categoría profesional y la formulita o tabla que apliquen. Si extiendes tu planteamiento, el dinero de tu plan de pensiones forma parte de un depósito bancario que le reporta beneficios a tu banco ahora, de modo que es un sistema mutuo que te pagará en su momento lo que te corresponda, si puede. Y encima vete tú a pensar a que cabronazo del banco estás sufragando, que ni se lo merece por asomo. Pero bueno, vale, has elegido a quién te mete la mano en el bolsillo.
        Respecto a la influencia de los subsidios en reactivar la economía, creo que entramos en filosofía económica, y hay diversas teorías que apoyan una cosa o la otra, sobretodo porque las interacciones entre todas las variables de la economía son tan complejas que, a veces sí lo hacen, a veces no. Mover recursos de un lado a otro puede ser beneficioso. De hecho, si tomases la opción de ahorrartelo, como dices, es un dinero que queda parado. Y eso, si lo hicieran todos, creo que provocaría un poco de contracción, ¿no? Lo que importa es que la pasta circule, que yo sepa, y a eso se llega tanto con una inyección, como con una reasignación del flujo.

        Y para mí el subsidio si plantea obligación. El subsidio de desempleo (joer, siempre cogemos el mismo, como se nota que hay crisis…), está ligado a que, si encuentras trabajo, deja de cobrarse, como es lógico. Y después se saldan cuentas con la siguiente declaración de la renta. Por tanto, no es estrictamente un pago. De todas formas veo por donde vas, y entiendo que veas que la excepción contamina el significado del término. Si la gente que no quiere trabajar, automáticamente dejáse de cobrarlo, esto generaría una obligación implícita de que, si lo quieres cobrar, busca empleo. De todas formas, que yo sepa, te quitan el paro si rechazas el empleo, ¿no? Porque esa es la obligación a la que me refería… (otra cosa es que si te dejan de pagar en ese momento, quizá te deberían reclamar lo pagado hasta entonces, eso sí que sería una forma de caridad inversa…)

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        1. No entiendo qué tienen que ver los bancos con los seguros de desempleo. Y yo no hablo de planes de pensiones a través de la empresa, hablo de planes de pensiones privados, de los de verdad, de los que uno suscribe porque quiere y no porque le obligan.

          Lo de la sanidad es otro tema totalmente distinto que yo no he sacado (ojo), que no tiene que ver con la sopa boba (salvo en casos no contributivos) y en el que sugiero que no entremos porque nos tiraríamos años (por si te interesa yo defiendo un sistema mixto semejante al educativo). Idem con lo de la pensión de los abuelos, aunque si te interesa te diré que creo que, puesto que el Estado les privó de parte de su sueldo para repartirlo por ahí entre los ancianos de su época, impidiéndoles por tanto capitalizarlo, el Estado tiene una deuda con ellos y no puede dejarles en la cuneta.

          Sí, yo para que ayude a alguien tiene que estarlo pasando mal, y además de estarlo pasando mal, tiene que merecer que le ayude (en el sentido de que yo tengo que pensar que mi ayuda le va a valer de algo). Así que, sí, en el sentido en que lo dices su situación tiene que ser miserable, porque es que, además, si le ayudo cuando su situación no es miserable, seguirá en ella porque es cómodo. Yo ayudo a quien lo necesita, no a quien le conviene. Bueno, yo ayudo a quien me da la gana, que rayos.

          No tengo nada en contra de la caridad ni de la gente que es caritativa, todo lo contrario. Contra lo que estoy es contra que se me obligue a ser caritativo a través de impuestos que se reparten en forma de subsidios. Respecto a los parásitos que viven de la caridad, que los hay, insisto en la libertad de los huéspedes. Si alguien quiere dejar que los parásitos le desangren es su decisión y es muy libre de hacerlo. La caridad bien entendida es una muy, muy buena idea: permite que, quien ha tenido mala suerte o pasa una mala racha, pueda sobrevivir hasta poder volver a levantarse. Pero lo de hacer bien y no mirar a quién es suicida. Insisto en que opino que todo el mundo tiene derecho a suicidarse si le da la gana, pero conmigo que no cuenten. Ya lo dice la Didajé: «que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién das».

          Parásitos hay en todas partes, es inevitable. Allí donde exista dilema del prisionero existirá parasitismo, cualquier matemático te lo demostrará (yo no lo soy y podría hacerlo). Lo que digo es que lo que hay que hacer con el parasitismo es acabar con él, no incentivarlo, que es lo que hace el Estado conmigo cuando me mete la mano en el bolsillo. No toda caridad lleva al parasitismo, solo la caridad indiscriminada lo hace.

          Lo de cotizar toda la vida y no capitalizar es muy sencillo: tus impuestos que pagas ahora sirven es para pagar las pensiones de quienes las cobran ahora. No las ahorras ni te dan derecho a nada ni le puedes pedir nada al Estado por lo que has pagado, porque lo pagas en concepto de «dinero para pagar las pensiones de ahora» no de «dinero para pagar las pensiones de luego». Te dan una expectativa de derecho, es decir, estás justificado en esperar que cuando tú cobres pensión, la generación siguiente la pague. Pero, entre tú y yo, ábrete un plan de pensiones privado pero ya. No es lo mismo que el caso de un banco que quiebra, de hecho es todo lo contrario. Y, no, no tienes derecho a cobrar nada: a ti se te aplica la ley que haya en el momento de tu jubilación. De momento ya vas a tener que cotizar dos años más para cobrar comparativamente menos, por ejemplo, y si (hipotéticamente) el Estado dijera que a partir del 2020 ya no se pagarán pensiones de jubilación, o eres mayor de lo que creo o te vas a quedar con las manos vacías y cara de tonto. Como yo, claro.

          El dinero de mi plan de pensiones es un préstamo que le hago al Banco (o a quien sea) y está obligado a devolvérmelo (sea rescatando el capital o sea en forma de pensión vitalicia) cuando me jubile. El dinero que le das al Estado para pensiones se lo gasta inmediatamente y no te debe nada porque no es para ti, es para tu abuelo o el dealguien. No tiene absolutamente nada que ver.

          Y el ahorro no es meter el dinero debajo del colchón, es meterlo en un banco, que lo presta. Y por eso circula.

          Por último, el subsidio de desempleo no es estrictamente un pago, es que no es un pago, es un subsidio. Y la diferencia conceptual (insisto) entre un pago y un subsidio es que el pago proviene de la asunción de obligaciones mutuas entre quien efectua el pago y quien lo recibe, mientras que el subsidio es un acto gratuito de quien da. E, insisto, si rechazas un trabajo no te quitan el subsidio porque hayas incumplido una obligación, sino porque dejas de estar en el subconjunto “personas que quieren trabajar pero no pueden” del conjunto “personas sin trabajo” y pasas a estar en el subconjunto “personas que no trabajan porque no quieren”, y a esos no se les subsidia.

          Bieno, en realidad sí, hasta a esos se les subsidia. Y eso es lo malo

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          1. Ok, he entendido mejor tu matización sobre las pensiones. Aunque si pensase que seguro no voy a cobrar el día de mi jubilación por ley, seguramente me unía a «bajarme del carro del sistema». Es una posibilidad, aunque demasiado tendría que cambiar el panorama. De todas formas, incluso llegado el caso de que el Estado dijera eso, creo que podría exigírsele la devolución de todo lo cotizado. Supongo que conoces bien la ley de pensiones como para decir que es posible, y de todas formas, también sabemos que las leyes cambian y pueden inhabilitar las anteriores, forma chusca del gobierno para decir: «donde dije Diego…».

            De hecho – todavía tengo tiempo para mirarlo y por eso no lo sé con seguridad – refuerza tu opinión que, en mi caso, no sé cuánto me contabilizará los 4 o cinco años que trabajé en la privada ahora que estoy en la pública, pero algo me dice con bastante seguridad, que cero patatero.

            Pero también e igual de absurdo es que te creas que tienes derecho al rescate de una pensión contratada por un banco. Un poco más que con el Estado, sí, eso mientras tampoco quiebre haciendo circular – por cierto – tu dinero dando préstamos a quién ni se lo merece ni puede, tampoco sin tu consentimiento (¡ojo, quién le va a decir al banco que cuidadito donde mete tu dinero y a quien lo presta!). De esa manera puedes ver que en el sistema privado tú has elegido – la verdad que a mí, elegir banco no me parece una libertad muy interesante – institucionaliza no la caridad, sino más bien el meter la mano en tu bolsillo (tú en teoría solo firmas una rentabilidad del aporte al plan y un plazo de rescate, no qué hace mientras tanto con tu dinero), y fomentar que haya gente en situación miserable para que la caridad, o la use el Estado mediante subsuicidios, o la pagues a lo mejor tú por que te da pena. Y por otro lado lo circula en su circuito inversor de bolsa, al que masonería por delante, cualquier hijo de vecino con dos dedos de frente no intentaría acceder.

            Yo al final no veo tanta diferencia entre ese sistema público y privado. Vale, si, está claro que tienes una libertad para equivocarte o no. Pero las posibilidades del mismo resultado no son tan dispares. Por lo menos el sector público se ha encostrado en su propia corruptela y no creo que vaya a mucho más. Pero el sector privado, el bancario, tiene una incertidumbre futura dentro del marco capitalista, claro está, si sigue haciendo fantásticos negocios como el boom inmobiliario y casos Maddoff.

            Yo te recomiendo además del plan de pensiones, que te asegures tener un huerto para tu propia subsistencia, porque tampoco es que un plan vaya para mucho.

            Coincido en que si se da el caso de subsidiar a ese grupo de personas que no quiere trabajar, el invento se ha escacharrado de lo lindo. Aunque supongo que si eso pasa es porque las personas que tienen que instrumentalizar el castigo sí que lo traducen en caridad individual, pero desde luego el sistema no. Y eso pone en la palestra de que te está metiendo una mano en el bolsillo un señor que no tiene que hacerlo, ya no el Estado. O más bien, te la mete el Estado primero y luego el señor lo regala a espaldas del estado. Esa traducción a caridad institucionalizada entiendo que no se da por ley, es un resquicio tipo «hacer la vista gorda».

            De todas formas sigo sin entender el matiz entre lo que cuentas de que el subsidio no implica obligación. Quizá estamos con semántica, pero si usamos la palabra requisito, que es la que aplica, podemos reformular y decir: te quitan el subsidio si dejas de cumplir los requisitos. Osea, lo vinculante con el subsidio es a priori de su otorgamiento. La obligación sería la vinculación posterior. Pero es que yo veo que van de la mano… dejar de cumplir los requisitos ya implica una obligación,¿no? Otra cosa es que pase que los dejes de cumplir y no se entere el Estado.

            Yo sigo manteniendo que el Estado no da dinero per se, a excepción de los «suicidios» tipo cubano transexual y tal…

            De todas formas, creo que entrar en lógica algebraica no ayuda a discernir que tiene un componente inmoral o no… lo que yo veo es que antes que negar este sistema, prefiero reclamar su perfección (cosa utópica, pero es que las otras alternativas siempre presentarían problemas similares) puesto que la idea que lo sustenta la veo proporcionada y justa. Luego al desarrollarse la cosa podrá cambiar.

            De todas formas, si siguiesemos tu solución, rápidamente nos encontrariamos con alguna otra institución, normalmente religiosa,o un banco (mira tú las cajas de ahorros con sus «proyectos sociales» mientras que a las abuelitas que no se enteran les meten la pasta en ahorros-trampa),que igualmente, usaría la caridad en su provecho. Ya sabes que el que reparte… es decir, creo que no es posible construir un sistema social en el que la caridad no esté instrumentalizada por los estamentos en alguna proporción. Buen argumento para que me lo rebatas cuando hables del Estado del Bienestar, ¿no?

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            1. Pues bájate del carro, amigo mío, porque no vas a cobrar el día de tu jubilación por lo que estas cotizando ahora como los jubilados de hoy cobran por lo que cotizaron ellos.Ni de risa. Plan de pensiones complementario, ya. Y, no, no se le puede exigir la devolución de lo cotizado porque, insisto, no va a un saco ni una hucha: se usa directamente para pagar las pensiones de hoy. No te pueden “devolver” nada porque no hay nada que devolver: tú le das el dinero al Etado para que el Estado se lo de a los jubilados de hoy en día, que es exactamente lo que hace. Si se lo dieras para que te lo devolviera a ti en 30 años, por ejemplo, o si no se lo diera a los jubilados, pues quizá habría alguna legitimidad, pero de acuerdo con el sistema actual no tienes derecho a pedir devolución alguna. Ellos han hecho con el dinero lo que tenían que hacer: gastárselo en los abuelos de ahora. Así de fácil.

              La pensión de un banco es justo todo lo contrario a lo del Estado: tú le das el dinero al banco para que te lo guarde, no para que se lo gaste. Por eso a un banco le puedes exigir y al Estado no. Oh, sí, desde luego, los bancos pueden quebrar… pero los Estados también, y si no que se lo digan a Felipe II. ¿Qué existe un riesgo? Desde luego, como todo en esta vida, pero al menos tienes una legitimidad frente al banco para pedir tu dinero que no tienes frente al estado. Si es que es muy simple… Y, en plan de riesgo, por supuesto que puedes elegir el riesgo con el que se invierten las cantidades que tienes en tu fondo de pensiones, por supuesto que firmas “que hace mientras tanto con tu dinero”. Pero nos desviamos del tema.

              Y lo del huerto… pues no sé como voy a estar yo con 67 años para darle a la azada, muchacho. No sé yo como estaría a los 36…

              Respecto a los impuestos, insisto en que es el señor quien te mete la mano en el bolsillo, aunque use el Estado como intermediario. Por eso la metáfora del guante.

              Un subsidio es algo que da una parte sin que la otra haga nada para merecerlo; en el momento en el que la otra parte hace algo para merecerlo deja de ser un subsidio y se convierte en un pago. Precisamente porque un subsidio se da sin que quien lo recibe tenga que hacer nada no se puede exigir a quien lo recibe que haga algo, en el momento en el que lo hace ya es un pago, no un subsidio.

              Y, sí, el Estado sí que da dinero porque sí. Y si no, mira lo que es el subsidio de subsistencia.

              Por último, yo no tengo nada en contra, lo digo muchas veces, ni de las organizaciones caritativas ni de la caridad organizada. Lo tengo en contra de que me obliguen a participar en una forma de caridad institucional particularmente mal gestionada a partir de mis impuestos. Si la gente quiere darle su dinero a los pobres de forma indiscriminada me parece muy bien, que hagan lo que quieran, y si quieren dárselo discrimindamente (=pensando a quiñen se lo dan) mucho mejor. Ahora, que me obliguen, eso no.

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        2. Un matiz, de tipo lingüístico: Hablando con propiedad, si el excedente de consumo lo guardas para ti, no estás ahorrando, estás atesorando, que no es lo mismo. Solo se ahorra si se invierte. En Economía, ahorro e inversión son términos equivalentes.

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          1. Lo siento pero ahorro e inversión no son términos equivalentes en economía. El ahorro es ahorro y hay ahorro productivo (inversión o préstamo, no olvidemos que meterlo en un banco es prestárselo al banco) y ahorro improductivo (el que se mete en el calcetín o debajo de la cama). El ahorro para uno mismo, inproductivo, en el calcetín, sigue siendo ahorro.

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  4. Confundes las churras con las merinas y la caridad que se les da a vagos y jetas con la necesidad de gente que entre sus impuestos ha pagado a esa «mutua caritativa» que mencionas.

    Estoy de acuerdo en que el Estado debería revisar mejor a quien da su dinero y que no siempre se da según una verdadera necesidad de una persona que necesita rehacer su vida tras un despido (porque el paro se supone que solo se cobra con despido, y si no recuerdo mal improcedente, pero ya sabemos que se acuerda en un montón de casos). Cada mes te descuentan dinero para esa mutua, pues es lógico que te ayude en caso de verdadera necesidad ¿no?.

    «No es un sueldo o una pensión a la que tienes derecho por haber cotizado» Es verdad, es un subsidio al que tienes derecho por haber cotizado (ahora, si hablamos de ley moral ya es otra cosa).

    Y (admito que estoy flipando estos días porque estaba por escrito pero al parecer no se aplicaba y yo creia que si) que te corten el subsidio si no te incorporas a un trabajo aceptable* o te formas, para tener vacaciones pagadas hay que trabajar…

    Olvidas añadir que el Estado da ese dinero para mantener ese nivel de vida que mencionas sirve para mantener esa economía de mercado capitalista en la que vivimos. Que el Estado tampoco es una hermanita de la caridad filantópica.

    * aceptable: a ver, no me parece justo obligar a una madre a aceptar un trabajo de 400€ al mes que le obliga a dejar el niño a la guardería y le cuesta más que su sueldo, pero la excepción es en ocasiones muy contadas

    NOTA: yo hablo de pensiones contributivas, las otras son más discutibles…

    Y, qué narices, que esos gorrones joden nuestra economía diaria, pero también o más los políticos corruptos y el dinero negro

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    1. A efectos de este escrito, me da igual si quien recibe la caridad institucional obligatoria la merece o no. Lo que niego es el derecho de nadie a exigirme que sea caritativo, a obligarme a ser caritativo sub poena, porque si no lo soy me multa o me mete en la cárcel, que es lo que pasa si no pago mis impuestos.

      Es lógico solo a medias. Está claro que si cada mes te descuentan una cantidad para esa “mutua”, es decir, cada mes te quitan dinero para dárselo a los que ahora están en paro, tengas una expectativa de que esa “mutua” continúe existiendo cuando te quedes tú en paro y que los que trabajen entonces te den dinero a ti. Mi diatriba es contra que el Estado me obligue a estar en esa “mutua”. No estoy en contra de las mutuas de seguros, por ejemplo, pero sí estoy en contra de que el Estado te obligue a entrar obligatoriamente en una, y encima no en una a tu elección, sino en la suya, que está pésimamente gestionada y no aguantaría ni diez minutos en un marco de libre competencia. Por ejemplo, hablando de jubilaciones, la mutua del Colegio de Abogados, por ejemplo, me garantiza una pensión vitalicia tras la jubilación de 27.000 y pico euros anuales, y te garantizo que ingreso muchísimo menos de lo que pago a la Seguridad Social en concepto de jubilación (que, encima, no me garantiza nada porque el sistema no es de capitalización).

      Sí, cuando hablo de tener derecho al subsidio hablo de ética, no de derecho. Desde luego que de acuerdo a la ley tienes derecho a cobrar equis meses de paro, aunque te dediques los dos o tres primeros a estar en tu casa tocándote los genitales (yo conozco casos a decenas, seguro que tú también), es que ese es el problema. Desde mi punto de vista, una persona que no trabaja porque no quiere (i.e. no busca trabajo o rechaza uno) pierde su condición de persona necesitada que hace todo lo que puede pero no lo consigue y por tanto cualquier derecho asociado a esa condición. Aparte de que, insisto, lo primero que hago es negar su derecho (éticamente) a, por estar en esa condición, ponerse un guante llamado “Estado” en la mano y meterla en mi bolsillo para sacarme dinero y quedárselo, quiera yo o no. Mi protesta es contra el sistema que permite que esas cosas pasen.

      Y eso de que el subsidio de desempleo es necesario para mantener la economía de mercado es, con todo respeto, descabellado. Si el Estado no me quita en dinero, me lo gastaré en consumir yo, que soy quien produce, en vez del parásito, que es quien no produce, con lo cual el consumo es el mismo. Y si el parásito se encuentra verdaderamente en la calle tendrá que afrontar su situación con los ojos abiertos y empezar a producir porque nadie le va a mantener. Nada de “yo soy abogado, por favor, como me voy a ir a freír patatas a un McDonald’s” (visto y oído) o “ese trabajo no tiene mala pinta pero como me quedan seis meses de paro voy a esperar a ver si sale uno mejor” (idem), con lo cual el sistema contará con mi producción MÁS la del exparásito, no con la mía para mantener a los dos.

      Respecto a lo de que hay otros factores que nos perjudican, pues sí, tienes razón, pero es que yo estoy hablando de estos. Y no es solo en términos económicos, es en términos morales. Un sistema que considera moral ser un apesebrado necesita una buena patada el el culo.

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      1. Bueno, lo de que sería más operativo y mejor algo en libre mercado hace unos meses te hubiese creído pero tras leer como funcionaba el sistema médico americano en «libre mercado» y el toco mocho que hacían alli las empresas proveedoras me entran dudas de si para determinadas necesidades básicas es mejor o no
        http://www.time.com/time/specials/packages/article/0,28804,1975068_1975012_1974999,00.html (aunque el artículo completo lo explica mucho mejor)

        Desde luego que funciona mal pero de la forma que lo planteas parece que te niegas a ayudar, cuando básicamente estamos de acuerdo. La idea no es mala pero se aplica mal y hay demasiados jetas y en eso estamos de acuerdo. Yo no creo que haya que crear un nuevo sistema o elegir, pero si que se pudiese fiscalizar mejor lo que hay como si fuese un servicio privado. Aunque tampoco entiendo porque los funcionarios del Estado no pagan seguridad social como todo hijo de vecino…

        Yo también he trabajado en cosas que no tenían nada que ver con mis estudios, ya ves con idiomas, formación específica y licenciada con notable alto y trabajando de secretaria hasta hace dos meses y con experiencia en puestos de responsabilidad. Pero es lo que hay, hasta que te llega la oportunidad. La verdad es que las empresas también tienen su parte de culpa. En EEUU (dicho por alguien que trabaja alli en RRHH) valoran que no te hayas parado aunque hayas estado sirviendo mesas un tiempo, lo que no les gusta es gente con su CV vacío… aqui les parece mejor que te hayas licenciado y un año después sigas en paro «porque no encuentras de lo tuyo» a que hayas estado en televenta o_0 Personalmete, preferiría lo segundo. Hay que cambiar la mentalidad en tantos aspectos. Cuantos casos conocemos que se quedan en casa «cobrando el paro porque ganan más que trabajando» (falso, 12000€BA los superas en cualquier curro). Yo comparto que tras quedarte en paro te des un margen de un par de meses para encontrar trabajo «de lo tuyo», todos merecemos una oportunidad. Pero si no sale, no te quedes 6 meses mirando el techo…

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        1. Ya, pero es que una de las cosas que yo reivindico es el derecho de la gente a negarse a ayudar. Si ayudan son dignos de elogio pero, si no lo hacen, no son dignos de censura. Yo, personalmente, ayudo a quien quiero y como quiero y no creo que nadie tenga derecho a pedirme cuentas del tema, pero ni a mi ni a nadie. Es como ser homosexual: y a ti que te importa.

          En mi opinión, la idea es mala. Es mala porque permite jetas, es mala porque incentiva que haya jetas y encima ni siquiera les llama por su nombre. Y nos estamos centrando muchísimo en el tema del desempleo cuando yo lo he puesto meramente como ejemplo, lo que me importa es toda la mentalidad que hay detrás, no ya del Estado del Bienestar, sino de la propia sociedad occidental que postula que quien pasa necesidad tiene derecho a que se la resuelvan. Mi problema es que sinceramente opino que la realidad no es así, que miro al mundo natural y no es eso lo que me encuentro: ni leones respetando el derecho a vivir de las gacelas, ni gacelas respetando el derecho a cazar de los leones. Lo que veo es nature red in teeth and claw y no puedo evitar pensar que los idealistas que creen que son mejores que esto acaban devorados por los leones… o muertos de hambre. Y, vistas las alternativas, no quiero ver el fin de la civilización cristiana-occidental solo porque alguien (o muchos alguienes) no entiende sus auténticos principios.

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        2. No es solo eso: es que hay una gran cantidad de gente (probablemente una mayoría) que cuando se le ofrece un trabajo remunerado y está cobrando el paro solo se fija en el diferencial de ingresos brutos. Si en el paro está percibiendo 700 € u 800 €/mes y le ofrecen un empleo de, pongamos, 1.000 €/mes su reflexión es «¿Y me merece la pena trabajar 38 horas a la semana por solo 200 o 300 €/mes?» Lo cierto es que el sistema está pensado técnicamente para que ese individuo pierda automáticamente la percepción que venía recibiendo si rechaza el trabajo con ese planteamiento, y ni se le ocurra hacérselo. Pero la gestión la realizan políticos. Y cuando un político se pone a gestionar un sistema técnico, puede ocurrir cualquier cosa. Seguro que son capaces de conseguir que se hunda una pirámide. Y mira que es difícil.

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  5. No se, de nuevo a lo práctico.

    La verdad es que desarrollas tanto el tema, que habilmente nos pasamos las fronteras sin darnos cuenta y creemos que seguimos en Caritatonia cuando ya estamos en Trampatonia. De la Sopa Boba a los subsidios, ¡muy habil!
    La caridad es individual, y como le decía en su parte 1, búsquese la forma que le complazca y pague o done por el agasajo de una súplica bien hilada (o no).

    Pero cuando se mete con el «estado» tiene dos vías:

    -Corrupción: Denúncielo.
    -Leyes injustas: Monte una plataforma o un partido político o pongase en huelga de hambre (es lo más, muy cool).
    Como bien decía el «estado» es un constructo, no puede ser caritativo, ni tampoco sus políticos, porque no dan ellos su dinero, luego la caridad no proviene de él. El PER no es caridad, sino una maniobra política, como todas las plataformas, observatorios e institutos, cada cual más canalla y autosostenible (me explico, una vez creado, su supervivencia esta ligada a que el problema no se solucione por lo que siempre, cada año, habrá razones, o las creará, para seguir chupando cuota)

    Pero… es ley natural, son las normas del juego, y sirven para todo, para los subsidios y para que los batasunos no voten la Independetzia, las mismas leyes idiotas y garantistas sirven para lo uno y para lo otro.

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    1. Cierto, creo que no logré expresar con tanta claridad (que no caridad, jeje), que la caridad no le veo como un atributo de un sistema, es propio de un ser humano, y por tanto, decir que un sistema actúa caritativamente es como decir que la muñeca hinchable tiene unos orgasmos de aúpa… Si alguien piensa que lo que hace el Estado es caridad, quizá es que lo percibe como tal. Pero el Estado que yo sepa no es, ni nunca ha sido, caritativo…
      Otra cosa es que los políticos de turno usen esos conceptos para vendernos las cosas que hacen. El que se lo crea realmente es el que se está equivocando. Ellos desde luego lo tienen muy claro…

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      1. ¡Por supuesto! Por eso defiendo que el sistema no debe tratar de actuar caritativamente ni nada que se le parezca, porque se le da tan mal como a una muñeca hinchable tener orgasmos.

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          1. De nuevo pienso que la ley es la que está mal ajustada (o mas bien los que la aplican), para mi, todo el tema de las ayudas es muy relativo, he conocido a mucha gente que dice «el estado debe dar…» y cuando les llega el estado y les mete la mano en el bolsillo directamente, se ponen como fieras y pasan de progre a reaccionario derechón en tres nanosegundos (y al revés)

            El asunto es que el buenismo ese no viene de que haya calado el rollo de la caridad, es que todo el mundo espera meter la mano en el tarro de las monedas algún día, así que mientras no lo note, se le llena la boca de «caritativas» intenciones.

            Es difícil decidir una ayuda justa, para conseguir una sociedad «estable», olvídate de la caridad, el subsidio busca que el subsidiado se quede tranquilo y sin delinquir. La mayoría de la gente «subsidiada» quiere cambiar esa situación cuando puede aspirar a algo mejor, la clave es controlar el fraude y que el subsidio sea adecuado para ir «tirando» mientras tanto.

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    2. Conste que no creo que sea habilidad. Es que honestamente creo que no hay diferencia.

      Mi problema no es con el Estado, o al menos no es solo con el Estado. Mi problema es con toda la estructura de ideas que permite, no, que fomenta el asopamiento, y que de hecho acaba creando el Estado subsidiante. Por eso trato de luchar contra ellas cuestionándolas o, para ser exactos, intentando que otros las cuestionen. El Estado es un mero efecto de la estructura memética, no me interesa “meterme con él”, al igual que cuando me meto con la sopa boba no me meto con los Capuchinos o con la Iglesia…

      El PER y cosas semejantes ni siquiera son caridad. Eso es un mercadeo descarado, pero ese mercadeo es posible porque se viste el ropaje de la caridad. No he querido citarlo porque, como dices, eso ya es corrupción. Y porque, en cierto sentido, el PER no es un subsidio, es un pago. Y, ¿a que te imaginas cual es la contrapartida?

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      1. Estoy de acuerdo contigo en muchas cosas. Pero hay algo que no hemos tenido en cuenta. ¿Que hacemos con los que NO PUEDEN producir y no tienen quien se haga cargo de ellos? Vease: niños, enfermos mentales, discapacitados graves etc.

        Los dejamos a su suerte porque no producen. A la suerte de los «buenos» que quieran contribuir. ¿O que? Yo soy bastante liberal. Pero no llego a tanto, y espero no llegar nunca. De ahí a la eutanasia y la eugenesia solo hay un paso.

        Toda persona por el hecho de serlo teine derecho a la vida. Y eso incluye el derecho a cubrir sus necesidades básicas.
        Si se vale por si mismo de le debe dejar a su suerte para que gane el pan según su habilidad, de ahí que unos generen y disfruten más riqueza que otros (aunque también esto es muy discutible, puesto que entran en cuestión factores que no tienen nada que ver con la valía personal).

        ¿Y si no se valen? ¿Y si no hay «buenos» suficientes para contribuir desinteradamente a su sostenimiento?

        Se les deja morir y en paz.

        Obviamente es una opción.
        Desde antiguo a los que no se valían por si mismos se los abandonaba a su suerte, recuérdese los asentamientos de leprosos, o más recientemente los campos de refugiados, que si bien en circunstancias normales podrían ser productivos, no los son por razones territoriales o políticas ajenas a ellos. También los niños que no nacían sanos eran liquidados por sus propios padres para que no fueran una carga para la familia y la sociedad.

        Pero es este un planteamiento que me resulta éticamente repugnante.

        Creo que te ves influido por tu talento y una cierta racha de buena suerte en tu vida que hace que tal vez te sientas en la cresta de la ola y muy seguro de tus posibilidades. Pero todos podemos caer un dia u otro, y dependemos en algún momento u otro de la buena voluntad de nuestros congéneres humanos en muchos aspectos (no solo el económico)

        Creo que si aplicásemos tu hipótesis pluscuam-liberal (no digo ultraliberal, que eso ya me lo han llamado a mi muchas veces por los puntos de acuerdo que tengo contigo) retrodeceríamos a un estado inhumano de sociedad.
        No me gusta. Convenceme.

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  6. Yo recomendaría un poco de reflexión.

    Ante todo el trabajo es un medio, como muchos otros, para que una sociedad se mantenga estable. Desde luego no es un fín en si mismo, y claramente hay trabajo que son perjudiciales para la sociedad. El ejemplo mas claro y mas reciente es la fiebre del ladrillo en la que se estuvieron construyendo viviendas inhabitables (p.eje. la zona dónde se construían no disponía de agua potable por los alrededores) que arruinaban espacios naturales protegidos. Sencillamente, la gente que construía esas viviendas estaban mucho mejor en su casa quietecitos que haciendo lo que hacían,

    En cuanto a «la sopa boba», el factor clave es el ratio de agricultores necesarios para mantener al resto de la sociedad. En un pais industrializado es de 2 agricultores manteniendose a si mismos y a otras 98 personas. Vamos, que el 98% están (en ese sentido, que no deja de ser una simplificación) a la sopa boba.

    Pero simplificaciones ilustrativas aparte si puede establecerse que hay muchos trabajo inútiles, cuando no perjudiciales. Supongo que los economicamente liberales diereis que eso lo regula el libre mercado. Pero en algún momento sería interesante que se empezara a decir claramente que en la mayoria de sus puntos el capitalismo económico es poco más que una mezcla de religión y moral con un plus que la convierte en una perfecta pseudociencia para darle credibilidad.

    Y le dejo con una pregunta. Si tan importante es el trabao ¿como es que con 5 millones de parados españa sigue funcionando basicamente igual (sin mejor) que antes?

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    1. Pero ¿existen, de verdad, esos cinco millones de parados? Yo creo que eso, de verdad, no se lo cree nadie. No es creíble, en absoluto, que en Andalucía o en Canarias haya un 31 % de paro, por ejemplo. Lo cierto es que la economía sumergida, en España, alcanza nada menos que casi el 20 % del PIB (fuente: RANSTAD), esto es, casi un 40 % más del importe total destinado por el Estado a todas las pensiones y las prestaciones por desempleo juntas.

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  7. Yo no tengo ni idea de administración, ni de leyes y esas cosas. Como sabes, lo poco que sé sobre estos temas es lo que aprendo de ti.
    Por lo que tengo entendido, es simplemente lógico que en los sistemas del Estado (legal, administrativo…) se refleje el sistema moral de sus ciudadanos.

    Y cito a mi hermano que sabe mucho de estas cosas:

    «No es excusa porque si cada uno fuera por ahí aplicando su particular sentido de la Justicia volveríamos a la ley de la selva, a la vendetta y a la anarquía. No, en un Estado de Derecho nos ponemos de acuerdo todos en lo que más o menos consideramos que es justo, creamos unas normas de convivencia, las llamamos leyes y a continuación …»

    En mi humilde opinión, la caridad es un valor sobre el que nos pusimos de acuerdo para actuar en conjunto. Y sí, de ese consenso que A TI TE PARECE TAN MAL surgió el sistema de susbsidios. A la mayoría, nos parece bien.

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    1. ¿Desde un punto de vista histórico, nos pusimos de acuerdo? Sinceramente opino que no, y dedico una buena parte del artículo a explicar como la caridad institucionalizada no proviene de una decisión racional sino de la dejadez respecto a la toma de decisiones el lo que tiene que ver con la caridad y la insidiosa igualdad caridad=bien, plasmada en el “haz el bien y no mires a quien”, que es suicida.

      En segundo lugar, incluso si en su momento nos hubiéramos puesto de acuerdo eso no quiere decir que haya que comulgar con ruedas de molino. Si yo creo que un determinado acuerdo es un error tengo derecho a denunciarlo como tal y a tratar de atraer a los demás a mi opinión.

      A lo que no tengo derecho es a aplicar mi “particular sentido de la Justicia” y, por ejemplo, declararme en huelga fiscal o dedicarme a robar los subsidios para devolverlos a los bolsillos de los ciudadanos que nunca deberían haber abandonado. Yo respeto las normas de convivencia aunque no esté de acuerdo con ellas, Zylgrin. Precisamente por eso tengo autoridad moral para criticar a personajes como Garzón que se la saltan.

      Y a eso de que a la mayoría el sistema de subsidios os parece bien te contesto como aquel revolucionario francés nada dudoso (creo que fue Montesquieu, apelo a Accolon), que escribió que si el Pueblo Soberano votase mayoritariamente que es de noche mientras brilla el Sol no por ello sería cierto. O, lo que es lo mismo, que eso es una falacia ad populum y que cien mil moscas sí pueden estar equivocadas.

      Y todo eso, sin usar mayúsculas.

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      1. Sobre dónde nos pusimos de acuerdo, eso pregúntatelo a ti mismo, que fuiste quien escribió aquellas líneas alabando nuestro sistema.

        Cien mil moscas podemos realmente estar equivocadas, pero Mintesquieu y tú también. No sé a qué viene esta extrapolación al más puro estilo «lógica de la regla de tres». El método científico que tanto amas desdeña las extrapolaciones porque, en realidad, son consecuencia de la falta de pruebas.

        Interpolar es siempre más correcto. En este caso, podemos interpolar entre las consecuencias de los sucesivos sistemas de la Historia de Europa. Como bien dice el Profesor Ignatius, de la observación de los hechos se deduce es que este sistema es más sostenible: por tener a menos gente muriéndose de hambre, viviendo en la calle, contagiándose de enfermedades y dedicándose al crimen, muchas veces sin posibilidad de reinsertarse al mercado laboral. Por lo menos, los parásitos tienen que volver a trabajar de vez en cuando para que les den otro subsidio.

        Me voy a poner un poco radical, pido disculpas de antemano. Los parásitos son inevitables, como bien afirmas en tu post. Dadas las especies de parásito conocidas, prefiero que me roben del salario y sin darme yo cuenta a que se compren una navaja o una pistola

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        1. Esas líneas no las escribí «alabando nuestro sistema», las escribí ilustrando la necesidad de que todos respetemos las reglas del juego, en concreto la necesidad de seguridad ju´rídica en el mismo, sobre todo de parte de los jueces.

          Lo de Montesquieu viene con que tú me contstas con una falacia y yo, puestos a eso, con una mejor 😛

          Relee al Ínclito, sis. Aunque ha escrito que el sistema es sostenible era una errata, lo comentamos más abajo. Tenemos a menos gente muriéndose por las calles porque tenemos más medios de producción y más técnica y más sanidad, no porque estén «mejor distribuidos». Una pena que no estuvieras en la discusión sobre el tema de hace una semana en la que sir_accolon afirmó que las diferencias en producción y consumo de recursos a lo largo de la humanidad (Pareto y todo) nunca han sido tan grandes.

          Por enésima vez, si trabajas por algo lo que recibes no es un subsidio: es un pago.

          Y el argumento radical ya me lo estaba esperando. Admito que me sorprende que lo saques tú, pero lo estaba esperando. Ya hablaré de él, pero te adelanto: ¿qué diferencia hay entre la amenaza de violencia mediata y la inmediata? ¿Subsidiémoslos para que no se pongan violentos? ¿No es, más bien, «subsídiame o eventualmente me pondré violento»?

          Panem et circenses, sis. Panem et circenses. Y mira que debímos haber aprendido que eso no funciona y a donde conduce…

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  8. Perdona amigo mío, pero ante una supresión del actual sistema de subsidios y ayudas, me resulta muy difícil pensar en mareas de ciudadanos solidarios acudiendo en tropel a socorrer al huérfano y a limpiarle la baba al oligofrénico. Probablemente el sarcasmo aquí esté de más, pero me entra la risa floja con este planteamiento tuyo tan idealizado basado en la caridad innata, pues ésta está tan escrita en nuestros genes como lo pueda estar la crueldad o la violencia por poner algún ejemplo. Creo que es de ilusos confiar la subsistencia de los arriba mentados en manos de la caridad individual, algo que, en un mundo en donde cada vez prima más el individualismo y con una crisis de valores tan alucinante, cada vez brilla (y brillará) más por ausencia. Y es que por mucho que lo diga Dawkins, el hijoputismo si que es inherente al ser humano, algo fácil de contrastar por cualquiera de manera empírica, en un mundo en el que desde los tiempos del neolítico ha primado aquello de «maricón el último».

    Ese planteamiento de caridad privada y voluntaria (que quizás supondría cambiar notablemente nuestra constitución), recuerda mucho al modelo fundacional que imperaba en el siglo XIX, aunque supongo que tú apuntas más a lo que actualmente hay en USA y que, resulta Vox Populi que se queda corto en sus capacidades. Un sistema en el que además, el contribuyente voluntario, tampoco tiene una percepción tan directa del lugar al que se van sus donaciones (cosa que también sucede con el público), con la diferencia de que en el segundo si tiene la seguridad de que en caso de verse en una situación crítica, no se va a ver abocado a estar a merced de la caprichosa caridad privada, siempre que no haya tomado medidas antes (seguro de desempleo, plan de pensiones…).

    Eso dejando al margen la caridad completamente individualizada, y personalizada en cuanto a gestión, origen y destino de la ayuda. Más que nada por el pitorreo caótico que ello supondría.

    Respecto a los memes de la religión del libro, me parece una simplificación considerable para explicar el origen de la política social que denuncias: ¿No será que la situación anterior abocaba a la gente de morirse de hambre, delinquir o a aceptar trabajos esclavos para subsistir? ¿Tan lejos tenemos el siglo XIX que lo hemos pasado por alto? ¿Qué dio origen a la actual política social?

    ¿Qué el estado no puede ser caritativo por no ser un ente individual? Pues sí, ¿Y? No será que estamos ante una cuestión más social que moral, máxime cuando el dilema que planteas, por analogía con tu escrito, bien podría aplicarse a la regulación de la omisión de socorro, delito penado en determinadas circunstancias. ¿Acaso no se podría uno cuestionar su obligación con un herido (no necesariamente mortal), igual que se cuestiona el pago de sus impuestos para, pongamos, mantener con vida a un autista profundo?

    Una cuestión que me gustaría que me respondieras (y lo digo sin dobleces), es la moralidad de quien percibe un subsidio habiendo cotizado antes. ¿El haber contribuido con sus impuestos al ente social, no le confiere el derecho moral a percibir esa ayuda temporal por parte de los que cotizan, potenciales parados y pensionistas? ¿Realmente es importante en la cuestión moral, que mi dinero saliente no ayude a quién me ayudará en el futuro?

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    1. A mi también me resulta difícil pensar en esas mareas de ciudadanos, tema que trataré en el próximo artículo de la serie mientras en este momento me muerdo la lengua para no adelantar argumentos. Pero sí, es de ilusos confiar la supervivencia (y, añado, sobre todo la calidad de vida de la que disfrutan ahora) de los mentados a la caridad individual, estoy de acuerdo. ¿Esperabas en serio que te discutiera? Pues no. El problema fundamental es que tengo los ojos muy abiertos, no que me confunda el idealismo. Este escrito de idealista no tiene ni una coma, amigo mío.

      No obstante, no estoy de acuerdo en que el contribuyente voluntario no tenga idea clara de a dónde va su donación. El que se ocupa de su anciana madre, por ejemplo, lo sabe perfectamente, igual que el que ayuda a cuidar a la madre del vecino; y el que hace un donativo a una oscura institución pseudorreligiosa que vete tú a saber qué hace con él también lo sabe: va a donde él ha querido que vaya, que es a una oscura institución pseudorreligiosa que lo administrará como le parezca bien.

      Me estás metiendo en el mismo saco subsidios no contributivos y pensiones contributivas y yo diferencio taxativamente entre ellas. Yo no tengo nada en contra (es más, estoy a favor y yo lo hago) de que quien quiera suscriba un seguro o entre en una asociación de ayuda mutua para evitar verse “abocado a estar a merced de la caprichosa caridad privada” por no haber “tomado medidas antes”. Lo que pasa es que yo creo en la libertad de cada uno de tomar las medidas que le parezcan oportuno y discuto la legitimidad del Estado (o de quien sea) a obligar a los ciudadanos a que tomen las “medidas” que le parecen bien al Estado que yo tome.

      Respecto a la moralidad de recibir una cantidad (me niego a usar la palabra “subsidio” sin estar seguro de lo que quieres decir) de quien ha cotizado: si ha cotizado para poder recibirla, es decir, si ha entrado en un sistema de tipo mutua o de tipo capitalización, la respuesta es sí: es moral recibirlo e inmoral no darlo porque es un pago. Dale un vistazo a mi respuesta a Sonohaut que plantea algo semejante.

      E, insisto, una cosa es una mutua y otra la caridad institucionalizada, son cosas distintas. Todos nos merecemos disfrutar de las consecuencias de nuestros actos y a La Fontaine me remito. Si es que la realidad, la vida, es así…

      Lo de los memes lo dejamos para otro día, que es un off-topic, pero baste de momento decir que tú me hablas del XIX y yo del X…

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      1. Me cuadra mucho más contigo, que no esperes esa marea humanitaria de la que hablábamos. Vamos que me extrañaba una barbaridad que pudieras ser tan iluso.

        De cualquier forma sería una necedad negar que el modelo actual, tal y como funciona y con todas las fisuras, es algo sostenible. El problema existe y como bien dices mantenerlo es un suicidio. El fraude está ahí, y el exceso de ayudas para chorradas manifiestas son un cáncer que hay que paliar de manera eficiente: replantear que ayudas son excesivas, estudiar en qué casos se está cometiendo fraude manifiesto, evitar las situaciones que puedan favorecer que la gente prefiera cobrar sin trabajar (como la existencia de empleos basura con salarios muy inferiores al subsidio), y evitar el chorreo de subvenciones absurdas que lejos de amainar, da la impresión de que arrecia con este gobierno incompetente que tenemos. Sin embargo tú y yo sabemos que eso da mala publicidad (algo de lo que nuestros cobardes políticos parecen estar más pendientes ), por lo que debería hacerse hincapié en el apartado de concienciación y en el hecho de que los derechos del ciudadano, son tan inapelables como los deberes para con la sociedad. Y al que no le guste, que compare «in situ» con Costa de Marfil o Camboya. Desgraciadamente, tal y como tú mismo sostienes, se ha gestado una legión de llorones que no saben valorar lo que tiene y se centran en pedir sin contribuir en absoluto. A este tipo de gente no sólo se la debe perseguir, sino también desacreditar de manera ostentosa a esa forma de vida.

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        1. Cito: “De cualquier forma sería una necedad negar que el modelo actual, tal y como funciona y con todas las fisuras, es algo sostenible”. Creo (sinceramente) que te has liado. O quieres decir que es una necedad afirmar que el modelo es sostenible, o quieres decir que es una necedad negar que es insostenible. Por lo demás estamos de acuerdo en lo que dices, solo que yo voy un paso más allá. O quizá tres.

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          1. Pues claro que me he liado hombre, pero bueno, habida cuenta que la esencia queda clara (a buen entendedor etc.), supongo que da igual.
            Lógico con el poco tiempo que tengo, que ni me da para quitarme la pelusa del ombligo.

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              1. ¡Ay va la oblea! ¿El olé no será por eso, no? es que puestos a complacer a uno de los dos, prefiero a tu hermana, donde va a parar, que para eso somos cuasi colegas.

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