La Ilusión de la Consciencia (I)

A raíz de la conversación que mencioné en mi última entrada me veo en la posición, empujado por alguno de mis más vivaces lectores, de escribir un artículo (que me temo que van a ser una serie de artículos) sobre qué es lo que quiero decir con la expresión «esa ilusión a la que llamamos consciencia». Aviso a los navegantes de que esto va a ser especialmente soporífero para los amantes del gothilleo, pero a riesgo de dormiros voy a escribirlo porque, como con el tema de la virginidad de la virgen, espero que estas entradas me puedan servir de referencia en discusiones posteriores.

Lo primero que tenemos que hacer es definir «consciencia». El diccionario, siempre tan útil para eso de definir, nos dice que es el «conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones» o la «propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta». En si mismas esas definciones no tienen nada de malo, de hecho son bastante explicativas. El problema es que caen en el mismo error que el cogito: presuponer la existencia del «sujeto»(1) o del «espíritu»; pero ya llegaremos a eso. Lo que queda claro (creo yo) por las definiciones es que eso que llamamos consciencia consiste en darte cuenta de que existes, de que eres una unidad a lo largo del tiempo, de que hay identidad entre quien fuiste ayer, quien eres hoy y quien serás mañana. Ahora bien, ¿qué es eso que decimos que existe? «Yo», contestará cada uno. «¿Y qué es «yo»?» preguntaré yo.

La primera respuesta, instintiva, es volver las palmas hacia arriba y hacer un gesto rápido que va de las axilas a las caderas mientras se piensa «yo». Este gesto significa una mezcla entre «este que está aquí», «este que te está hablando» y «¿es que no me estás viendo, capullo?» Hace referencia a la integridad y a la obvia presencia física. Es elemental que existo, es de cajón, es física y empíricamente contrastable que existo. Tengo un cuerpo que cualquiera puede ver, tocar y, si no me ducho lo suficientemente a menudo, incluso oler. Existe mi cuerpo ergo existo yo.

¿Seguro?

Uno de los descubrimientos más interesantes que haces cuando hablas más de un idioma es hasta que punto el lenguaje configura el pensamiento. Es un error pensar que tu idioma (cualquiera) tiene suficiente léxico como para describir la realidad en todos sus matices. Por ejemplo, hParménides. Buen tipo, mucha cabeza.ace unos minutos, comentando en el LJ de Tristan Lenfent, me enfrentaba a la tarea de traducir al castellano el verbo inglés «to outlive«. To outlive X quiere decir «vivir más que X». Podríamos traducirlo, de forma correcta, como «sobrevivir a», pero las connotaciones son completamente diferentes y, de hecho, si yo tuviera que traducir «sobrevivir» al inglés diría «survive» y no «outlive«. Uno sobrevive (survive) a las cosas a través de la lucha, el valor y el esfuerzo; hay una nota heroica en el uso de ese verbo; pero uno «vive más que X» (outlive) a través de la invulnerabilidad, del estoicismo y, a veces, del cinismo. Mientras survive habla de Robinson Crusoe, outlive hace referencia a ese proverbio que recomienda sentarse en la puerta de casa para ver pasar el cadáver del enemigo(2). En español sencillamente no tenemos un verbo apropiado para ese concepto y precisamente por eso no tenemos muy desarrollado el mismo. Podemos explicar a alguien lo que queremos decir para que cree un concepto, pero no lo tenemos en la vernácula y no lo pensamos, no lo utilizamos como herramienta al formar ideas.

Algo semejante pasa con el yo y el cuerpo. Si os fijáis en las expresiones que usamos, el cuerpo es una propiedad del «ser», de la consciencia. Es «mi» cuerpo, no es «yo». Yo «tengo» cuerpo, no «soy» cuerpo. Esta forma de hablar, esta configuración del idioma y razonamiento, sorprendentemente extendida por todo el mundo (o quizá no tan sorprendentemente, como veremos) hace que, de forma completamente subconsciente, estructuremos toda nuestra filosofía y toda nuestra forma de ver el mundo en torno a la figura y la existencia de alguien («yo») que «posee» el cuerpo; en torno a un dualismo entre el cuerpo (poseído) y yo (poseedor). Este dualismo implica necesariamente la existencia del mundo espiritual (3) (o de las ideas, o…) ya que, si quien posee mi cuerpo (yo) es algo distinto a ese cuerpo, que es mi «yo físico», entonces ese «yo» es un «yo no físico», o sea, espiritual (o ideal, o…)

Si no me equivoco ya en Parménides podemos encontrar disquisiciones acerca de la auténtica naturaleza del ser humano. El filósofo griego se preguntaba: «¿Es esto lo que soy? Supongamos que me quitan un brazo, ¿seguiría siendo yo?» «Sí», se respondía. Y a base de quitarse partes del cuerpo o de reemplazarlas por otras, o de imaginarse en el cuerpo de un animal y hacer la misma pregunta y encontrar la misma respuesta, encontramos que desde hace milenios pensamos que «yo» es «algo más» que el cuerpo, lo que implica que el concepto «yo» es distinto al concepto «cuerpo»: una unidad de pensamiento, contínua a lo largo del tiempo, que recuerda el pasado, experimenta el presente y predice el futuro y que, de forma casi accidental (o platónicamente accidental) se manifiesta en el plano físico a través de este cuerpo, y no de otro.

Un paso más y encontramos que el cuerpo (circunstancia) es enteramente prescindible: al igual que «yo» sigo siendo «yo» en un cuerpo que no es «el mío», «yo» puedo ser «yo» incluso totalmente sin cuerpo. Acabamos de descubrir la ψυχή, la psique como algo distinto del cuerpo (σώμα), la idea (ίδεα) de «yo», aquello sin lo cual mi cuerpo es simplemente un cuerpo, pero no yo; idea que no es más que la materialización de la diferencia que veíamos antes entre el «yo» poseedor y el «cuerpo» poseído. Podéis darle el nombre que quéráis: alma, ego, espíritu, psique, pensamiento puro… pero esta línea de razonamiento, esta configuración del pensamiento y el lenguaje implica de forma inmediata que existe algo que soy yo y que va más allá de mi cuerpo; algo que controla mi cuerpo y toma decisiones sobre él. Puede que sea una realidad inmanente e inmortal o puede que esté asociada indisolublemente a mi cuerpo y que desaparezca con él, puede que tenga un origen divino o que sea creada de forma totalmente natural por mi cuerpo, pero está claro que hay «algo» que, aunque incluso aunque esté creado y mantenido por el cuerpo (en la vertiente más naturalista(4) de esta línea de pensamiento) y dependa de él, es distinto al cuerpo y es quien lo controla, quien piensa, quien ve, quien siente. Volviendo a la definición del diccionario de la consciencia, es el «sujeto» que tiene «consciencia de si mismo», es el «espíritu humano» que tiene esta y aquella cualidades. Es ese ente que está detrás de mis ojos, que puedo sentir detrás de mis ojos, recibiendo y procesando información, pensando y expresándose. Es el sujeto de todos mis verbos.

Lo que llamamos consciencia es la cualidad que tenemos, a diferencia de los animales, de darnos cuenta de que existimos de esa forma ideal, ultracarnal, ligada al pensamiento; de percibir de que existimos como algo abstracto, separado al resto de la realidad y de poder, por tanto, tomar decisiones que afectan a esa realidad desde un plano distinto. Podemos luego discutir si eso es el alma, el espíritu, o un patrón emergente, pero siguiendo esta línea de razonamiento está claro que, sea lo que sea, está ahí y que eso, y no otra cosa, quien manda aquí, es lo que soy.

(Continua)

Arthegarn_________
(1) Lo del «sujeto» me resulta particularmente doloroso. Cuando me di cuenta de que la consciencia era ilusoria mi primera forma de verbalizarlo fue «no hay nadie detrás de mis ojos» y la segunda, que aun uso, fue «no hay un sujeto de mis verbos».
(2) Hablando de otra cosa, ¿alguien conoce a ciencia cierta el origen de este proverbio? A mi me lo enseñaron como árabe, pero he leído por ahí que es derivación de otro semejante indio («siéntate a la orilla del río y espera, el cadáver de tu enemigo no tardará en pasar») o incluso chino («siéntate a la orilla del río y verás pasar flotando el cadáver de tu enemigo»).
(3) Nota aclaratoria: no quiero decir con esta frase que el mundo espiritual, o el mundo de las ideas, existan realmente sólo porque la dicotomía que estoy presentando si lo haga. Lo que estoy queriendo decir es que, si esa diferencia entre el cuerpo poseído y el yo distinto al cuerpo poseedor es cierta, el mundo espiritual tiene que existir. El hecho que una forma de estructurar el pensamiento esté muy extendida no quiere decir que sea cierta, como veremos.
(4) Es decir: la que requiere menos elementos sobrenaturales.

17 opiniones en “La Ilusión de la Consciencia (I)”

  1. Mezclas churras con merinas. Hablas de una dualidad, pero luego te refieres a distintos niveles.

    Míralo todo como estructuras de información. La estructura de información que tiene consciencia esta, en efecto, conceptualmente separada del resto de estructura de información que constituye el cuerpo.

    Pero eso no implica la existencia de algo espiritual, ni de un mundo de las ideas.

    Más bien, y perdona por la contundencia, implica que te faltan algunos conceptos imprescindibles para este tema en tu caja de herramientas conceptuales.

    Vamos, que te has montado todo un teorema a base de comparar churras con merinas, es decir, el yo a nivel físico con el yo a nivel de información.

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    1. Me parece que, una de dos, o no has leído el artículo con atención, o estás adelantando conclusiones. Creo que -una vez más- estás confundiendo lo que expongo con lo que postulo.

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      1. No… no entro en tus conclusiones, sino en esa bases que intentas sentar (Y no se muy bien a cuento de que) tratando de demostrar que hay una conciencia y que esta esta separada del cuerpo de alguna manera.
        Y en el proceso de ese razonamiento, en los argumentos que intentas aportar, mezclas churras con merinas, en mi opinión, por lo que te he expresado en el post original.

        No obstante, si no estas deacuerdo, espero que me lo rebatas 😀

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        1. Vamos a ver, yo no estoy sentando, ni intentando sentar, las bases de que la consciencia y el espíritu existan. Estoy refiriendo un razonamiento, estoy poniendo negro sobre blanco por qué la inmensa mayor parte de la gente cree, de forma natural, que existe ese ego. Como puede verse por el título de la entrada yo tampoco estoy de acuerdo con esos argumentos, conque déjame seguir con la serie hasta que exponga mi postura para poder atacarla, carape…

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  2. I’m not sure if you’ve read Dennett’s «Consciousness Explained» or «Freedom Evolves». He covers some of our longest nights in a few brief paragraphs, if it’s any consolation we really were figuring out the hard questions for ourselves.

    He talks about causation, sufficient and necessary causes, and uncaused things. Your example from Parménides, «am I this body?», «am I this body minus an arm?», is about moving from sufficient (exactly this body is sufficient to be me) to necessary, (this specific body is much more than what is necessary to be me). But it presupposes that there is a single simple fundamental necessary thing that is me, (because of this simple thing here I am, I am that simple thing).

    The problem is that many necessary things aren’t simple, many easy to identify things have no simple necessary cause, (the outcome of flipping a coin has no simple necessary cause for example). The expectation of a simple necessary cause for me is needs justification: why not have the necessary thing be a higher order organisational quality which can’t be found in any of it’s parts?

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    1. Nop. I haven’t read either.

      But yes, that’s basically what I am saying (what I want to say, actually, that’s just the beginning of the series), that mostly our existential phylosophy has taken for granted that there is such a thing as a metaphysical me. This first article just aims at explaining why is that preconception so easy to make, and so widespread. Then I want to challenge that idea, highlight the circular reasoning problem, challenge the cogito for a grammatical truism (I so much more prefer the Spanish «perogrullada» to «truism»…), try to get to the reader that my (his) verbs may have no subject and then explain the «model of the modeler» explanation for that illusion that we call consciousness, get them to see consciousness as a self-referenced model and not as an actor.

      I guess nobody but you can understand the cognitive process that I want to describe just by the above description. Or why do I want to take the reader through all the process, anyway…

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      1. Looks like I’ll have to send an aid package, (although I have also seen them in the bookshop at the Reina Sofia, by far the best stocked philosophy section of a bookshop I found in Spain).

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      2. Hey! I guess I’m understanding it too.. if only for the times you’ve tried to keep me updated with your conversations with rustythoughts about all this -including the «model of the modeler» theory-.

        I feel like reading a recently published paper of a friend while I saw him developing it for months and then sending it to the proper journals… 😀

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  3. De momento no lo encuentro nada soporífero y espero con atención el futuro momento con miga.

    De este tema hay dos enigmas que me interesan, por un lado el alojamiento real del «yo», si realmente es el fruto físico de nuestras capacidades mentales o si se trata de algo más trascendental y espiritual, o quizás ambas cosas u otra cosa desconocida.

    La verdad, quedar reducido algo poco más que un ordenador cuántico.. a nivel de ingeniería es asombroso y sobrecogedor en si mismo y todo eso, pero leches, duele imaginar que todo lo que somos realmente más allá de fluidos y demás alianzas desaparezca con una simple conmutación on-off / cerebro vivo – cerebro muerto. O más que doler, se antoja un poco decepcionante. Al principio me molestaba aunque desde hace tiempo la verdad es que me la pela tres pueblos. Pero bueno, eso no quita que sea tema interesante y curioso. Total no creo que pueda echarme de menos, así que me limito a disfrutarme mientras pueda. xD

    En fin, haber a donde nos llevas. Creo que los conceptos que has expuesto de momento los has descrito de forma muy clara y fácil de entender. Aunque igual esto debería corroborarlo alguien ajeno a estos asuntos.

    Sobre lo que has comentado de las limitaciones del léxico, siempre he pensado que es una lastima de no poder contar con alguna herramienta telepática (natural o a lo cyberpunk) que diera pie a diálogos basados en emociones y el intercambio de las representaciones ideas de lo que conocemos, algo así como una sinfonía pura y totalmente compatible entre varias consciencias dialogando. Por un lado no habría lugar a engaños y conspiraciones, aunque por contra tampoco intimidad ni secretos, pero lo que es prácticamente seguro es que nos conoceríamos mucho mejor y de forma mucho más real o fidedigna los unos a los otros. Es una lastima estar tan limitados a la hora de compartir información o proyectarse al resto del mundo. También me pregunto si esto a la fuerza nos empujaría a formar una especie de superconsciencia global. Aunque por ahí dicen que ya existe una subconciente. Todos estos temas son apasionantes. Hay tanto por ahí fuera y sabemos tan, tan, tan poco. Es como una mala broma que no hace ninguna gracia.

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    1. Bueno, ya seguiré, pero te anticipo que la conclusión de la serie de artículos va a ser que el yo, tal y como lo defino en este primero, no existe, que es una ilusión (de ahí el título de la serie). Nada desaparece al apagar el interruptor porque nada ha existido jamás. Sé que es raro, pero ya seguiré…

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      1. Esperaré a las conclusiones, pero de momento, a eso que llamas consciencia lo llamará autoconsciencia, porque muchos de los mamíferos tiene conciencia de las cosas, conciencia de los demás, y los más evolucionados tiene conciencia de sí mismos, es decir, autoconsciencia. Vamos, que no es solo de los seres humanos, sino que es una característica que la evolución nos ha dado a los humanos por encima de cualquier otra criatura -conocida- sobre la tierra. Aunque bueno, este pequeño matiz no altera mucho el discurso, aunque me parece importante mencionarlo.
        Yo no creo que la conciencia sea una mera ilusión, al menos no más ilusorio de lo que es el amor, una amistad o cualquier otro concepto que no tenga un equivalente físico -y no por eso deja de existir-. El verdadero dilema para mí irresoluble es ¿es el cerebro el que crea la conciencia o es la conciencia que se manifiesta es su forma más elevada a través del cerebro? para mí es lo segundo, pero no te lo puedo demostrar, al igual que lo contrario en última instancia tampoco.
        Lo que más me alucina de todo esto es que a pesar de las miles de posturas y creencias que tienen las personas al respecto, apenas tiene influencia en la moralidad de la gente.

        espero la segunda parte 😉

        Pablo.
        http://www.ondasenlasuperficiedelser.es

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        1. Bueno, yo me remito a la definición de diccionario. En cualquier caso podríamos discutir si los animales superiores tienen consciencia (yo no lo creo, por mucho que algunos superen la prueba del espejo) en otro hilo, aunque coincidirás conmigo en que la discusión sería un tanto bizantina, porque ni siquiera podemos estar seguros de que otros seres humanos lo tengan, más allá de nuestra experiencia personalísima (p-zombis y cosas de esas).

          Trataré de resolver el dilema a lo largo de estos artículos (a ver si ahora me pongo a escribir el segundo), aunque no sé si te va a valer la resolución porque es totalmente naturalista (i.e. no deja espacio a lo sobrenatural).

          Un blog interesante el tuyo, por cierto.

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        2. «no creo que la consciencia sea una mera ilusión, al menos no más que (…)cualquier otro concepto que no tenga un equivalente físico y no por eso deja de existir»; «… o es la consciencia la que se manifiesta en su forma más elevada a través del cerebro»

          Me ha encantado leerte, y tengo que admitir que es casi frustrante ver que todo lo que he intentado comunicarle a Arthegarn en los últimos meses (mis puntos de vista) se pueden resumir en dos párrafos.

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